EL PROBLEMA DE LAS DROGAS
Publicado en
diciembre 14, 2014
I. ¿ES PELIGROSA REALMENTE LA MARIGUANA?
Tres médicos, que por el caudal de sus conocimientos teóricos y prácticos están excepcionalmente capacitados para emitir un juicio, manifiestan sus puntos de vista sobre el problema de la mariguana.
Por Steven Spencer.
MAS DE 400.000 jóvenes llegaron, en agosto del año pasado, de todos los ámbitos de los Estados Unidos para asistir a un festival "folk-rock" en el pueblo de Bethel (Estado de Nueva York). Esta reunión sin precedentes de la juventud inclinada al ritmo, atrajo la atención mundial. La música y el anhelo de paz fueron los motivos, sobreabundantes por cierto, de la reunión. Pero lo que inquietó a los observadores adultos fue la nube de humo de mariguana* a través de la cual los jóvenes escucharon su música y buscaron su tranquilidad. Ciertamente, como declaró un estudiante, "uno podía engrifarse (quedar en estado de alienación estuporosa) con sólo sentarse allí a respirar".
Quizá nunca antes se había visto con tal claridad y alarma el problema de esta droga.
Actualmente se realizan muchos estudios en torno a los efectos que la mariguana produce a la larga en el organismo. Pero mientras esas investigaciones no den resultados definitivos, seguiremos hasta cierto punto viviendo en la ignorancia respecto de las verdaderas consecuencias del consumo de la mariguana. Dada la ausencia de esa información sólida, ¿qué actitud deben asumir con relación a la mariguana, las personas sensatas? Para indagarlo, conversé largamente con varios médicos, excepcionalmente capacitados por su saber y experiencia. He aquí lo que manifestaron tres de ellos :
El Dr. Farnsworth. Humanista que frisa en los 65 años de edad, el Dr. Dana Farnsworth ha dedicado más de 30 años de su vida a cuidar la salud orgánica y mental de los estudiantes, primero en el Williams College, más tarde en el Instituto Tecnológico de Masachusetts y, desde hace 15 años, como director de los Servicios Médicos de la Universidad de Harvard. Además de desempeñar la cátedra de higiene en la misma universidad, es presidente del Consejo sobre Higiene Mental, de la Asociación Médica Estadounidense.
"La experiencia que hemos tenido en Harvard nos indica que el consumo de la mariguana sí encierra un riesgo considerable, sí produce daños, y trae pocos beneficios a cambio", declara el Dr. Farnsworth. "Hemos conocido demasiados estudiantes que se empeñan en creer que es beneficiosa, a pesar de que sus calificaciones son cada vez peores y que disminuyen su capacidad para vivir en comunidad".
Según cálculos del Dr. Farnsworth, los "fumadores ocasionales" de mariguana —aquellos que sólo la prueban por curiosidad— constituyen más de la mitad de los consumidores. Y en la actualidad no hay pruebas de que hayan sufrido daño alguno. Sin embargo, para un número considerable de personas, la mariguana es una afición continua que estorba sus ocupaciones y estudios. Tal vez esas personas necesiten la ayuda de un siquiatra. "Por último", manifiesta el Dr. Farnsworth, "alrededor del diez por ciento de los que alguna vez han fumado mariguana —o sea, casi uno de cada 20 estudiantes de las universidades donde su empleo es común— pueden acarrearse problemas graves si se llegan a esclavizar totalmente a la droga".
Tal vez esos fumadores estén confundidos, desorientados o deprimidos. Un joven de 19 años de edad fumó mariguana para combatir su estado de depresión aguda; le sobrevino un sentimiento de terrible desesperación y trató de suicidarse tragando un puñado de pastillas sedantes. "Los individuos de personalidad inestable o que tienen problemas emocionales graves, son especialmente propensos a ese tipo de reacciones que desencadena la mariguana", afirma el Dr. Farnsworth.
¿Trae algún beneficio el consumo de la mariguana? "Hasta la fecha, ninguna prueba ha demostrado que el uso continuo de la mariguana ayude a la autorrealización del individuo, ni a mejorar sus facultades creadoras, ni a alcanzar estados místicos; sólo en unos cuantos individuos aislados se han producido estos beneficios", aclara el Dr. Farnsworth.
Para aquellos que porfían en que la mariguana es inofensiva, el Dr. Farnsworth ofrece la siguiente respuesta: "No han sido testigos de las alteraciones trágicas que sufren las vidas de los jóvenes mariguanos, ni del frecuente paso al consumo de drogas más peligrosas, como somos quienes trabajamos en los servicios médicos de una universidad".
El Dr. Philip. Director del Servicio de Orientación del Columbia College, y asesor de los programas del Departamento de Perfeccionamiento del Individuo, en el mismo colegio, el Dr. Anthony Philip reconoce que ninguna descripción general de la personalidad de los narcómanos se ajustaría en todos los casos a los que fuman mariguana "por diversión". La mariguana, indica el Dr. Philip, también la fuman, en mayor o menor cantidad, estudiantes que "podrían considerarse rectos en los demás aspectos de su conducta: atletas universitarios, alumnos modelos de las facultades de administración y comercio, e incluso alumnas normalistas".
Sin embargo, afirma que parece haber "algunos rasgos propios de la personalidad de esos jóvenes tan enfrascados en el mundo de las drogas, que, para decirlo en su jerga, están siempre en onda y desconectados de casi todo lo que no sea la mariguana. "Es característico de ellos", señala, "que sufran una depresión intolerable, crónica, profunda, y que se sientan agraviados porque la vida los defraudó".
El Dr. Philip considera que los conflictos familiares casi siempre influyen en la determinación de los jóvenes de recurrir a las drogas. "No conozco ningún joven narcómano que no haya tenido problemas familiares", afirma. "Al parecer, los jóvenes educados por padres razonablemente estrictos, sinceros y que obran conforme a sus principios, no recurren a las drogas".
El sicólogo del Columbia reconoce que, para la mayoría de los estudiantes, "la experiencia de las drogas es intensamente placentera y, en ocasiones, casi extática". Sin embargo afirma que "la euforia inducida por la droga sirve meramente para suprimir, en la mayoría de los casos, la depresión subyacente del toxicómano. No es el placer, sino la anulación del dolor emocional, lo que los lleva a las drogas".
El Dr. Ochsner. En opinión de los peritos médicos, hay motivos para que procedan con cautela inclusive los mariguanos que llevan una vida normal entre un estado y otro de alienación estuporosa. Desde muchos puntos de vista, estamos ahora, con respecto de la mariguana, en la misma situación que estábamos hace 30 o 40 años con relación al tabaco. Y tal vez sea necesario todo un lapso semejante para determinar si la mariguana también lesiona los órganos internos.
Nadie tiene más conciencia de los problemas que trae en este aspecto la falta de perspicacia de algunas personas, que el Dr. Alton Ochsner, distinguido cirujano del tórax, vecino de Nueva Orleáns y fundador de la Clínica Ochsner. Después de la primera guerra mundial, cuando creció rápidamente el consumo de cigarrillos, el Dr. Ochsner vio con alarma cómo aumentaba correlativamente el cáncer pulmonar. Además de haber sido una de las primeras autoridades médicas que advirtió el peligro, desde hace más de 30 años no ha cejado en su campaña.
Actualmente preocupan al Dr. Ochsner las semejanzas que observa entre el entusiasmo con que algunos jóvenes adoptan la mariguana, y la propaganda irrestricta que se hizo a los cigarrillos hace unos cuantos decenios. "En esa época se proclamaba que los cigarrillos mejoraban la digestión, restituían el vigor corporal, ampliaban las facultades mentales, descansaban los nervios", recordaba en un artículo publicado hace poco tiempo en la revista Square. "Inclusive en las campañas de publicidad aparecían modelos vestidos de médicos de cabecera, que patrocinaban los cigarrillos".
Sólo cuando un porcentaje considerable de la población pasó 25 años fumando comenzó a aparecer con mucha frecuencia el cáncer pulmonar. Y el público tardó más todavía en convencerse de esa relación.
"No puedo permanecer indiferente mientras veo que el mismo error se repite con la mariguana", declara el Dr. Ochsner. "No se sabe en la actualidad si la mariguana puede causar el cáncer. Lo que se sabe a ciencia cierta es que muchas hojas, al ser quemadas, producen carcinógenos, y se ha dicho que a menudo los mariguanos de la India tienen accesos de tos y padecen bronquitis, síntomas que pueden preceder al cáncer".
Es un hecho que la mariguana provoca un estado de pasividad extrema. Por esta sola razón, el Dr. Farnsworth opina que el consumo de la mariguana puede traer graves daños en lo futuro, tanto para el individuo como para la sociedad. "Si no ayudamos a los jóvenes a establecer mejores relaciones con sus padres y con la sociedad, el problema de esta droga va a traer muchas más dificultades de las que ahora tenemos", declara. "Las principales características que exhibe la subcultura de la mariguana son el autismo, la enajenación, el desprecio del porvenir... y estos no son rasgos que ayuden al buen funcionamiento de una sociedad sana y útil".
*La mariguana ("mota", "mostaza", "café", "té", "grifa", "de la buena", "clorofila", "hierba") es una preparación de hojas secas y sumidades de la Cannabis sativa, el cáñamo de la India. Aunque la Cannabis se da en muchos países (entre ellos los Estados Unidos), casi toda la que consumen los estadounidenses procede de México.
II. LOS HORRORES DE LA HEROINA
Veamos a continuación la escena inolvidable y aterradora de una comunidad entregada a esta droga.
Por Richar Severo (Condensado del "Times" de Nueva York).
EL VISITANTE del sector neoyorquino de Hunts Point podría preguntarse si una fantástica "máquina del tiempo" no lo habría transportado a los días de la marcha hacia el Oeste. Pensemos, si no, en la escena siguiente, que en aquellos rumbos no es inusitada:
Tarde de verano en la calle Fox. De pronto dos hombres empiezan a tirotearse. Las balas rebotan en los ladrillos, que se desmoronan, mientras los viciosos cabecean en las puertas de las casas; los borrachos duermen en las viviendas su sueño alcohólico; varios niños chapotean por las sucias cunetas que un travieso adolescente ha llenado de agua abriendo una boca de riego. De la gente sentada en las ventanas de las vecindades esperando un poco de brisa fresca, unos cuantos bajan de la vista el diario que tienen entre las manos, para observar el tiroteo. Los albañiles que trabajan en una obra cercana, ríen por lo ocurrido, pero no interrumpen su trabajo. Los tiros cesan tan repentinamente como habían empezado, y los dos hombres desaparecen doblando una esquina. Aunque la estación de policía del Precinto 41 queda a sólo dos manzanas de distancia, no hay a la vista un solo agente.
Así es Hunts Point, vecindario de 20.000 almas aproximadamente, cuyo estilo de vida está determinado en gran parte por los heroinómanos. Allí viven los viciosos: allí deambulan para adquirir la droga y (lo más importante de todo) allí roban. Son atrevidos y descarados, como las prostitutas toxicómanas que venden su cuerpo a media manzana de la comisaría de policía.
Mientras la vida transcurre así en la calle, los vecinos de Hunts Point que no son viciosos permanecen en sus casas encerrados, con las puertas aseguradas mediante barras de hierro atornilladas al piso, viviendo virtualmente cercados. La mayoría son puertorriqueños, y muchos apenas conocen el inglés, o lo que se requiere para sobrevivir en Nueva York. Se preguntan con temor cuándo llegarán sus hijos con una bolsita de heroína comprada en el patio de la escuela.
En la iglesia católica de San Atanasio, en Hunts Point, no hay cepo para las limosnas, porque los toxicómanos lo han robado ya demasiadas veces. Algunos tenderos tienen que ir a almacenes muy alejados para comprar sus comestibles, porque los mayoristas no se arriesgan a entregar mercancías en Hunts Point: ha ocurrido a plena luz del día que los viciosos se suben como hormigas a los camiones para despojarlos de todo lo que llevan.
En muchos aspectos Hunts Point ha dejado de ser parte de la ciudad de Nueva York. Nunca se sabe cuándo se van a realizar allí servicios municipales como son la protección policiaca, la recogida de basura, el abastecimiento de agua, ni cuándo van a cumplir los ciudadanos sus obligaciones de pago de impuestos, conservación de la propiedad, mantenimiento de algo que se parezca al orden civil. Un vocero del Precinto 41 dice que los críticos del vicio en esa zona desconocen hasta dónde llegan las atribuciones de la policía para detener personas sin violar los derechos constitucionales de los narcómanos. Por otra parte, no cree que haya empeorado en Hunts Point el problema de la heroína. Lo que ocurre, en su opinión, "es que ahora le damos más importancia".
Quizá no nos equivoquemos al darle esa importancia. Dos propietarios informan que pagan diez dólares a los agentes de policía para que los escolten personalmente, y los protejan contra los ladrones y asaltantes adictos, cuando van a depositar sus rentas en el banco. Otro ha contratado, para que guarde su edificio, a un asesino convicto que patrulla por la casa las 24 horas del día, entre siestas certísimas. El cuidador va armado con un machete, un hacha y un perro pastor alemán de 75 kilos de peso.
No hace mucho tiempo, con plena luz diurna, dos toxicómanos desesperados por una "dosis" atacaron a un distribuidor, le dieron algunas puñaladas y lo dejaron tirado en la calle. Después, hurgándole en los bolsillos, encontraron heroína para "media carga", esto es, insuficiente para "transportar" a los dos heroinómanos, pero bastante para satisfacer durante unas pocas horas su devorador apetito de la droga.
Tales actos de violencia son buen ejemplo de lo que pasa en un vecindario dominado por el vicio de la heroína. Y he aquí otras facetas que observé en la vida de Hunts Point:
• De 42 edificios que hay en una manzana de la calle Simpson, por lo menos ocho debían varios miles de dólares en contribuciones y consumo de agua. Según sus propietarios, los toxicómanos espantan a los buenos inquilinos y los edificios no producen ya para los gastos. Uno de los dueños manifestó: "Si hubiera pagado los impuestos, a estas horas estaría yo en el asilo de pobres".
• Dos edificios de la calle Simpson no tenían agua potable ni cuartos de baño en servicio. Se calcula que el 25 por ciento de las familias de una manzana de casas no pagan alquiler, o lo pagan de vez en cuando. Como mínimo, en seis casas declaradas inhabitables por las autoridades municipales vivían varios adictos a las drogas.
• Algunos ex viciosos curados en la Odyssey House (institución para rehabilitar toxicómanos) estiman que seis de cada diez adolescentes de una manzana usan drogas. Como decía una madre puertorriqueña: "Aquí no nos preocupa la mariguana. Si nuestros hijos se limitaran a fumar la hierba, podríamos darnos por satisfechos".
• El Dr. Michael Baden, médico forense ayudante, calcula que los vecinos de tres de las peores calles de Hunts Point (las de Simpson, Fox y Tiffany) tienen sólo una probabilidad, contra más de 20, de morir por muerte natural. De 37 defunciones investigadas en la oficina del forense durante un período reciente de ocho meses, tan sólo dos fueron naturales. (En cambio, solamente el siete por ciento de todos los fallecimientos registrados en la ciudad de Nueva York se deben a otras causas que no sean naturales.) Entre las muertes "innaturales", según las cifras del Dr. Baden, se cuentan las siguientes: cinco homicidios, siete intoxicaciones mortales por exceso de droga, cuatro niños que fallecieron por haberse caído de ventanas, tres niños más muertos a golpes y otro que se clasificó como fallecido por "muerte durante el sueño", pero que quizá fue asfixiado intencionalmente.
Entre los "sobrevivientes" de Hunts Point hay unos cuantos que demostraron una tenacidad comparable a la de los "pioneros" que cruzaron las Grandes Llanuras. Uno de ellos es la señora Margaret Hajos, viuda de 74 años de edad que durante el verano pasado fue, en un momento dado, el único inquilino de un edificio de cinco pisos. (El municipio le había rebajado el alquiler desde 33,54 dólares por mes hasta un dólar, porque el edificio fue declarado impropio para habitación de personas.) El lugar estaba bastante limpio, aunque el suelo aparecía cubierto por cinco centímetros de agua. "Son los viciosos", explicó la señora Hajos. "Roban las tuberías de arriba y toda el agua viene a parar aquí".
Los viciosos le robaron también su televisor, que le había costado 256 dólares, gasto muy fuerte para una mujer que recibe mensualmente 89,20 del Seguro Social y 44,90 de una caja de pensiones a que tiene derecho tras años de trabajo en una fábrica de bolsas de mano. Cuando le preguntan por qué no se cambia de vecindad, responde: "Mi padre siempre me decía : 'Tendrás que, endurecerte más que ellos'... y me quede".
Con excepción de personas como la señora Hajos, Hunts Point está invadido a partes casi iguales por la apatía y el miedo. El farmacéutico Morris Leschins vende 30 marcas de medicina para la tos, pero todas ellas sin codeína, y se niega a despachar una sola receta de narcóticos a menos que esté seguro de que ha sido legítimamente expedida por algún médico autorizado. Le piden con mucha frecuencia medicamentos que vienen con cuentagotas, usado por los viciosos para introducir la heroína líquida en una jeringa. Según afirma el farmacéutico: "Vendería este negocio sin titubear, aun perdiendo: pero nadie lo quiere".
El P. Louis Gigante, coadjutor de San Atanasio, ha propugnado la idea de formar grupos de defensa para que se enfrenten con los viciosos y los expulsen de la vecindad: "Esta gente no piensa que las calles son suyas. Tienen miedo a sus propios problemas. Quieren que se los resuelva otro: el municipio, la policía, hasta el cura párroco".
Los vecinos de Hunts Point temen especialmente las vecindades vacías adonde se trasladan los toxicómanos. Dentro de una de ellas descubrió hace poco tiempo cierto visitante a un joven con su amante. El muchacho tenía 22 años y estaba recién salido de un internado de la Comisión Estatal para el Control de las Toxicomanías. La chica, de19 años de edad, acababa de cumplir una condena de dos semanas de arresto por el delito de prostitución. El joven estaba "cocinando" heroína en el tapón metálico de una botella, suspendido sobre una vela por un cable retorcido. Frunció el ceño cuando vio acercarse al visitante:
—¿Eres un "guarura" (agente de policía)? —preguntó.
—No.
—Entonces, ¿por qué estás aquí?
—Quiero conocer el problema de la droga.
—Está bien —repuso el joven mientras observaba con suma atención la heroína—. Aquí tenemos un terrible problema. Un montón de chicos se enganchan.
La heroína estaba ya lista. Puso unas gotas en su aguja hipodérmica y, como cosa de rutina, se la inyectó en el hombro a su amiga. No se la puso en una vena, sino debajo de la piel, y a propósito de eso explicó:
—Todavía no está lista para la vía regia.
Después se ciñó él mismo un tubo de goma en el brazo para que se le hincharan las venas y advirtió:
—Todo el mundo quieto, o los echo a patadas.
La aguja penetró en la abultada vena y el joven empezó a cabecear, diciendo con voz de ultratumba:
—Tuuuuuuu... no eres guaruuura
La chica, que parecía indiferente, anunció:
—Tardaré un poco, pero dentro de una hora estaremos los dos. ¿No entiende usted?