LA PELÍCULA MÁS GRANDIOSA JAMÁS FILMADA
Publicado en
noviembre 24, 2014
Interesante anecdotario, que el público ignora, de Lo que el viento se llevó.
Por Roland Flamini.
LOUIS MAYER, el personaje más poderoso de Hollywood, sentado en su trono de cuero en su oficina de los estudios de la compañía de películas Metro-Goldwyn-Mayer, escuchaba cierta tarde del mes de mayo de 1936 a uno de sus colaboradores, mientras le relataba el argumento de una novela ya en prensa que tenía por marco la guerra de secesión de los Estados Unidos. Al lado de Mayer se encontraba Irving Thalberg, el talentoso creador de la M-G-M.
A medida que avanzaba el dramático relato, Thalberg se agitaba en su asiento y consultaba su reloj con impaciencia: Terminada la narración, no quedaba ninguna duda acerca de su reacción. "No pierdas el tiempo, Louis", dijo Thalberg dirigiéndose a la puerta. "Ninguna película sobre la guerra de secesión ha dejado jamás un centavo". Al día siguiente Annie Laurie Williams, representante literaria neoyorquina que había propuesto la novela a que nos referimos, recibió aviso de que la M-G-M, la empresa cinematográfica más próspera y prestigiosa de Hollywood, no tenía interés por adquirir los derechos para la filmación de Lo que el viento se llevó.
Sin descorazonarse por el rechazo de la M-G-M, ni por el que recibió de otros importantes estudios, Annie sometió el libro a la consideración de la Selznick-International Pictures, empresa independiente productora de filmes. Como otras mujeres que habían tenido oportunidad de leer la novela, Kay Brown, gerente del despacho de la compañía Selznick en Nueva York, quedó arrebatada. No tardó el mismo David Selznick en recibir un ejemplar de la obra, que llenaba 1037 páginas, acompañado de unas emocionadas líneas que le enviaba la Brown diciéndole: "Le suplico, le ruego, le insto, le apremio a que lea este libro sin tardanza. Estoy segura de que querrá comprarlo".
Selznick leyó la sinopsis inmediatamente y la encontró de su gusto. Sin embargo, pensando que carecía de un ingrediente importantísimo para una versión fílmica que hiciera justicia a la obra, a saber, una estrella femenina para el papel de Scarlett O'Hara, cablegrafió a Kay comunicándole su negativa. Pero no quiso Kay Brown darse por vencida y remitió astutamente la sinopsis a John Hay Whitney, presidente de la directiva de Selznick-International, quien sin vacilar le comunicó que, si Selznick se negaba a adquirir los derechos, él mismo los compraría. Con esto, Selznick se apresuró a ofrecer por ellos 50.000 dólares, cantidad que la representante literaria de la autora aceptó con la misma premura.
SE ANTOJA increíble que un filme tan monumental como Lo que el viento se llevó haya sido el resultado de un accidente. Sin embargo, así fue. En 1926 Margaret Mitchell, obligada a permanecer en su apartamento en Atlanta por haberse dislocado el tobillo, comenzó, por tanteo y distracción, una novela que giraría en torno de la guerra de secesión norteamericana. Insegura de sus facultades, trabajó en su obra casi en absoluto secreto durante los cuatro años siguientes, y a la larga perdió todo interés por su vasto proyecto.
Más adelante, en abril de 1935, en un almuerzo literario celebrado en Atlanta, Margaret conoció a Harold Latham, uno de los directores de la casa editorial Macmillan. Este, atendiendo el aviso que recibió de un amigo suyo, preguntó a Margaret Mitchell por su novela, y ella le contestó: "¿Novela? No tengo ninguna".
Esa misma noche sonó el teléfono en la habitación del hotel en que Latham paraba. Quien llamaba era Margaret Mitchell. "¿Podría hablar dos palabras con usted?" preguntó. Cuando Latham bajó al vestíbulo para reunirse con Margaret, vio junto a ella, sobre el sofá, un voluminoso manuscrito. El esposo de la Mitchell la había persuadido para que se lo diera a leer al editor.
Latham leyó aquellas páginas amarillentas y maltratadas, y en seguida comprendió que se trataba de un posible éxito de librería. Su instinto no le engañaba. Cuando se publicó la novela, en junio de 1936, un cronista del Times de Nueva York escribió: "Por su fuerza narrativa y su amenidad, es una obra insuperable en el campo de la novela norteamericana". Otro crítico comentaba sencillamente: "Lo que el viento se llevó, constituye las tres mejores novelas que leí este año".
MIENTRAS las ventas de la novela alcanzaban la cantidad de 300.000 ejemplares, David Selznick observó que el reparto para la película era ya tema de conversación en todo el país. Para la parte de Rhett Butler, nadie mejor que Clark Gable. Este, sin embargo, tenía contrato con la M-G-M. Para recobrar en algo el prestigio perdido por haber rechazado la obra, esta compañía accedió a proporcionar a Selznick los servicios del actor y a aportar 1.250.000 dólares al presupuesto de la producción. A cambio de ello, la M-G-M obtuvo los derechos de distribución y un porcentaje de las utilidades. Selznick tuvo que ceder la mitad de su filme para asegurarse el astro que juzgaba indispensable para el éxito de la producción.
Otra cosa, sin embargo, era encontrar a la actriz indicada para el papel de Scarlett. El número de estrellas donde elegir era muy grande, pues casi no había en Hollywood una que no considerara el papel justamente escrito para ella, mas lo cierto era que todas las contendientes ya habían dejado atrás la juventud. Así pues, ninguna era dueña de la lozanía requerida por Selznick en su heroína y, en consecuencia, el productor resolvió forjar su propia estrella.
La campaña desatada para encontrar a Scarlett O'Hara llegó a ser la más célebre busca de talento histriónico registrada en la historia. Llamadas telefónicas y cartas comenzaron a llegar a torrentes al estudio, a cuyas puertas se agolpaban multitudes de chicas que exigían someterse a una prueba ante las cámaras. El momento más extravagante de la empresa ocurrió en la Navidad de 1937, cuando llegó a casa de Selznick un objeto enorme, con forma de libro y envuelto en un facsímil de la cubierta de Lo que el viento se llevó. Acto seguido se abrió la portada del gigantesco volumen y salió una joven vestida a la moda de 1860, exclamando: "¡Feliz Navidad, señor Selznick! ¡Aquí tiene usted a su Scarlett O'Hara!"
A LA vez que proseguía la busca de Scarlett, se iniciaba el rodaje de la cinta acompañado literalmente por una fogarada publicitaria. Si bien el saqueo de Atlanta por las tropas del general de la Unión William Tecumseh Sherman ocurre ya muy avanzada la novela, el incendio de esa ciudad fue lo primero que se filmó. Por la noche del 10 de diciembre de 1938, en la oficina de redacción de los grandes diarios de Los Ángeles, se empezaron a recibir llamadas telefónicas anónimas (inspiradas por el agente de relaciones públicas de Selznick) para informar que los estudios Selznick eran pasto del fuego. Los periodistas fueron allí y, en efecto, hallaron un voraz incendio: el más grande que se haya montado para un filme. Las llamas y el humo consumían unas 12 hectáreas de foros ya viejos y fácilmente inflamables, al mismo tiempo que filmaban tres parejas de dobles de Scarlett y Rhett Butler (de traje blanco) en el acto de escapar en carretones de una ciudad que se derrumbaba entre las llamas.
Ya se venía abajo la última estructura incendiada cuando llegó al lugar de la escena Myron Selznick, hermano del productor, seguido de varias personas que había invitado a cenar. "David", le dijo, "te presento a Scarlett O'Hara". Al moribundo resplandor de las llamas, David Selznick se encontró en presencia de un par de grandes y cautivadores ojos color verde grisáceo, de una abundante cabellera de color caoba y un cuerpo fino y bien formado. Años después escribiría Selznick refiriéndose a aquel primer encuentro suyo con Vivien Leigh: "Con sólo mirarla, comprendí que era la figura ideal".
Seis días antes de la Navidad la actriz inglesa, poco menos que desconocida para los públicos norteamericanos, hizo su última prueba fílmica. Selznick y sus colegas quedaron impresionados por la pasión que desplegó la joven actriz y por su inmediata identificación con la personalidad seductora y voluntariosa que debía encarnar. Por fin, tras haber entrevistado a 1400 aspirantes y haber puesto a prueba a 90 (con un gasto de 92.000 dólares), la larga busca de la intérprete de Scarlett O'Hara había llegado a su feliz término.
EL 26 DE enero de 1939 comenzó el rodaje con el reparto principal. Para lo que serían las escenas iniciales del filme (donde Scarlett aparece en la galería de Tara), la campiña delantera de la plantación se sembró de corpulentos cedros y robles fabricados con yeso y cortezas de árbol; todos los días, durante la filmación, había que fijar con alambre hojas frescas a las ramas, y poner cientos de flores artificiales a varias docenas de manzanos trasplantados (pues este árbol no florece en el sur de California).
Uno de los cuadros de mayor aparato en Lo que el viento se llevó es la secuencia de la estación ferroviaria, que culmina con la famosa escena en que aparece atestada de heridos y moribundos de la Confederación del Sur. Cierto día, ya entrada la tarde, Selznick decidió que tomaran tal escena al día siguiente, y encargó que trajeran 2500 extras. Durante toda la noche los empleados de la agencia de repartos estuvieron pegados al teléfono, convocando a la gente "a las. armas". Por la mañana el estudio Selznick se encontraba invadido por una muchedumbre de soldados de la Confederación, de todas edades, creencias y razas. En los umbríos rincones del decorado se apiñaban japoneses, mexicanos, filipinos y otros que difícilmente podrían pasar por acosados hijos del Sur.
La escena se terminó de rodar a las 11:30 de la mañana, y el director dio la señal de interrumpir el trabajo para almorzar. Se habría dicho que se extendió sobre aquel cuadro una invisible mano taumaturga, si bien incapaz de curar más que a la mitad de los heridos, pues mientras unos se pusieron en seguida de pie para correr hacia los camiones en que venían las vituallas, otros muchos quedaron tendidos e inmóviles en el suelo. La verdad es que sólo 949 eran extras: el resto, más de 1000 "lesionados", se componían de maniquíes, pues la oficina de repartos no pudo reunir la tropa de 2500 requerida. Por tanto, se tendió un comparsa al lado de cada uno de los muñecos, y lo movía para hacerlo aparecer con vida.
CLARK GABLE no apetecía el papel de Rhett Butler, el más extenso y complejo de cuantos había ensayado. Gable estaba convencido de que requería ciertas aptitudes ajenas a su propia personalidad fílmica, y por eso le atemorizaba. Su contrato como astro de la M-G-M (que le asignaba un sueldo de 7000 dólares semanales), no le otorgaba el derecho de rechazar ningún papel.
El guión incluía una escena que temía especialmente: aquella en que Rhett, al enterarse de que Scarlett había abortado, se derrumba y rompe a llorar. Gable tenía miedo de que su reacción hiciera reír al público. La mañana en que debía rodarse la escena el actor se mostraba muy agitado y hasta amenazó con abandonar el cine para siempre, "a partir de esta película". El director consiguió tranquilizarlo y propuso una transacción. Filmarían la escena de dos maneras: en la primera Gable aparecería de espaldas a la cámara en elocuente actitud de dolor; la segunda lo mostraría de frente, llorando. Se prohibió toda visita al foro y el personal técnico se redujo al mínimo; a continuación se hicieron dos tomas solamente. Claro está que Selznick intercaló aquella en que Rhett aparece anegado en llanto. Cuando Clark Gable vio las pruebas del día en la pantalla, su propia actuación lo dejó atónito. "¡No puedo creerlo!"<.comi> exclamaba.
SELZNICK insistió en ver Lo que el viento se llevó en absoluta reserva antes del estreno. Así pues, una noche de septiembre de 1939, él, junto con su esposa, el compaginador de la película y cinco agentes de seguridad se trasladaron en automóvil al Teatro Warner, en Santa Bárbara, donde el público que atestaba la sala se disponía a ver otro filme. Cuando el asombrado gerente del teatro accedió a exhibir Lo que el viento se llevó como sorpresa para los espectadores, los guardias de seguridad se apostaron inmediatamente en todas las puertas de salida del local.
Leyeron en voz alta un aviso para comunicar al público que asistiría a la exhibición de "La película más importante del año", con duración de unas cuatro horas, y que a nadie se permitiría abandonar la sala una vez iniciada la proyección. Luego que apareció el título en la pantalla, los espectadores lo reconocieron y los invadió una ola de emoción, al extremo de ponerse en pie entre exclamaciones de entusiasmo. Selznick rompió a llorar.
A la terminación del filme se hizo el silencio durante cinco segundos tal vez, seguido de un aplauso interminable. Selznick ayudó a distribuir tarjetas invitando al público a expresar su opinión. Ya de camino a casa fue saboreando los comentarios recibidos, y ninguno tanto como el que decía: "La película más grandiosa jamás filmada".
TAN PRONTO se estrenó, en diciembre de 1939, Lo que el viento se llevó se lanzó a la conquista del triunfo en las taquillas. Y actualmente, a los 37 años de su estreno, conserva la distinción de ser la película vista por un número mayor de personas que cualquier otro filme producido en toda la historia de la cinematografía.
CONDENSADO DE "SCARLETT, RHETT, AND A CAST OF THOUSANDS" © 1975 POR ROLAND FLAMINI.
FOTO DEL CARTEL DE LA OBRA CINEMATOGRÁFICA DE LA M-G-M "LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ".
© 1939 POR SELZNICK INTERNATIONAL PICTURES INC. © RENOVADO EN 1967 POR METRO-GOLDWYN- MAYER, INC.