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noviembre 17, 2014
"Evento espacial - dealéctica de las formas". 1992. 39 x 29 cms.
Correspondiente a la edición de Enero de 1994
Texto: Lenin Oña. Fotos: Kira Tolkmitt.
Corren ya cuatro decenios desde que Estuardo Maldonado concluyó su formación en la Escuela de Bellas Artes de Guayaquil, y alrededor de cincuenta años de actividad ininterrumpida en la plástica. Comenzó temprano y fue precisamente la inquietud artística la que le llevó al puerto y a sus estudios, que en Quito, casi recién llegado de su Píntag natal, no pudo continuar. Se marchó en edad oportuna para Róma, en goce de una escasa beca. Tenía 27 años, una carrera iniciada con buenos maestros -Hans Michaelsen, Alfredo Palacios- y compañeros como Enrique Tábara.
La enseñanza romana no le aportó mayor cosa para el despertar creativo, pero al menos le permitió dominar el desnudo. Samuel Montealegre, uno de sus críticos europeos, cuenta en la nota del catálogo de la exposición de dibujos de 1981 (Casa de la Cultura, Quito), que fue en la Academia de la vía Ripetta donde pudo "por primera vez trabajar sobre el cuerpo humano", pues -qué tiempos aquellos- "en Guayaquil los modelos posaban vestidos".
Ahora, en plena madurez artística y personal puede preciarse -pero no lo hace por su naturaleza modesta- de ajustarse plenamente a la definición que de él diera Benjamín Carrión: un "artista en sí, sin rabia ni polémica". El gran suscitador de la cultura y las artes sabía bien lo que quería decir, porque lo confrontaba con los ardorosos indigenistas que hicieron de la pintura una profesión de fe y militancia político-social.
Escultura en acero Inoxcolor.
EL "PRECOLOMBINISMO" Y LA "S"
Maldonado pertenece a la generación que dio el golpe de timón decisivo, en la década del 60, a nuestro arte. En ella se incluyen Tábara, Viteri, Villacís, Almeida, Muriel, Cifuentes y más cruzados que airearon el panorama pictórico demostrando que se podían conservar y potenciar las raíces nacionales sin necesidad de insistir en la denuncia, el desgarramiento y la proclama; más aún, creando obras contemporáneas, de lenguaje vigente y de inteligibilidad universal. A ellos se refería Marta Traba con estas elocuentes palabras: "Cada vez que el arte en Latinoamérica se plantea como un problema de autenticidad y de estilo propio, yo coloco como ejemplo (de resultado positivo, no de norma a seguir) el caso de la nueva escuela ecuatoriana".
De la obra de nuestro artista, en particular, afirmaba que "es una pintura indígena, no una pintura indigenista. La distinción entre ambos términos va de la esencia a la apariencia. Es esencial porque va hacia la magia, la fuerza y la tristeza sirviéndose de maneras antiguas de visualizar el mundo, a las cuales se da un lenguaje moderno". Y precisába que "a pesar de apoyarse en elementos decorativos, no puede calificarse de decorativa; lo sería si no se advirtiera detrás de las formas esa ansiedad de buceo y de rescate, ese ir al encuentro de una zona perdida, una tierra de la memoria que no se sabe cuándo es historia y cuándo es invención, fábula".
La combativa crítica argentino-colombiana tenía en mientes la clave con que el pintor trabajaba por aquel entonces -1968-, la "S" angular, signo ancestral, se ha dicho, de vida y muerte, y otros grafismos alusivos de las antiguas culturas originales de América, ordenados en series sobre grandes lienzos texturados. Era la apoteosis del "precolombinismo", que también había comprometido a Villacís y Tábara:
Al conjugar lo americano mítico y el refinado lenguaje geométrico, que iba de lo constructivista a lo cinético, lecciones mediante y bien entendidas en Klee, Mondrian, Miró, Kandinsky, Picasso y otros liberadores de las formas, consiguió personalizar su pintura y proyectarla hacia horizontes todavía intocados.
En Europa se comprendió a cabalidad la originalidad del aporte y no se escatimó la admiración por el destino que alcanzó a dar al elemental símbolo, que por primera vez advirtiera, de niño, en un fragmento de cerámica arqueológica. Nello Ponente apreciaba que "ha llegado a una depuración y simplificación de la estructura del signo mismo, agrupando los elementos constitutivos fundamentalmente para ofrecerles una inmediata y rápida percepción". En múltiples variaciones, en distintos materiales, en la superficie del lienzo o el papel, en la tridimensionalidad, la "S" serpenteaba rítmicamente orillando el diseño, componiendo un nuevo mensaje visual pero de resonancias añtiquísimas.
"GEOMETRIA SENSIBLE"
Con todo y haberse hecho un mundo propio en Italia, incluidos matrimonio e hijos, no menos de nueve premios europeos de jerarquía y el efusivo reconocimiento de la crítica y el mercado, Maldonado no se ha desentendido del Ecuador. Vive ya por décadas un frecuente trajinar entre el continente que le ha permitido desplegar a plenitud la capacidad creativa, y el país natal. Así hemos podido asistir a su evolución a través de las numerosas exposiciones que ha presentado en Quito, Guayaquil y Cuenca. En la última muestra, hace pocos meses, exhibió simultáneamente en tres galerías capitalinas una selección grande de dibujos de todos sus períodos.
El mismo -meticuloso, disciplinado y autocrítico como es- ha establecido que su trayectoria se resume, después del "precolombinismo" y la "S" sígnica, en las etapas de las superficies monocromas, las constelaciones, los módulos, las estructuras ambientales, los super componibles, las superficies diáfanas luminosas y el dimensionalismo. Este lo plasma con un nuevo material, el inox-color (plancha de acero inoxidable de colores fijos), tecnología que coadyuvó a desarrollar, por lo que Jacqueline Barnitz lo tiene por "un inventor también" y, en todo caso, como "el primer artista en emplear este particular método".
Al teorizar sobre el dimensionalismo Maldonado asegura que "el pensamiento dimensionalista, descubriendo y recorriendo los hiperespacios y profundizando las propiedades topológicas de las figuras geométricas, ha ampliado inevitablemente el concepto de dimensión, dándole un valor superior hasta hacer aparecer un fenómeno nuevo, diferente a aquél identificado con el término tridimensional, en el sentido de que cada hiperespacio tiene sus propias características, diversas de lo que es anterior y de lo que es sucesivo".
Los paneles y esculturas elaboradas con este material brillan como gemas metálicas y apaciguan sus resplandores en la opacidad esmerilada de los segmentos que les sirven de contrapunto. La dominicana Marianne de Tolentino los evalúa como "geometría sensible y programada, con una riqueza cromática que metamorfosea la frialdad del acero en calidez, onirismo y poesía. El misterio del procedimiento contribuye aesa impresión de algo 'fantástico', tan denotativo de la latinoamericanidad en literatura y arte".
Al constatar en las obras los distintos atajos estilísticos que ha recorrido el artista se concluye que un bien centrado sentido de orientación ha guiado sus pasos. El sentido del orden, de algún orden, es connatural al arte. El suyo se caracteriza por el rigor sin desmedro de la fantasía. Así lo ha entendido Arturo Bovi, que piensa que "un bellísimo don de (su) temperamento", le ha permitido correr el riesgo de "cimentar la realidad de un sentimiento y de un mundo poético sobre la posibilidad de la imaginación, sin que el sentimiento no haga buen uso de la razón".
"Pasando la nebulosa 1". 41 x 29 cms.
ARTISTA Y CIUDADANO
Aparte de las virtudes de artista hay que reconocer en Estuardo Maldonado su condición de ciudadano cabal, para no usar por manido y tergiversado el calificativo de patriota. Ciudadano de su patria y del mundo, ha volcado su civismo en la desinteresada y entusiasta colaboración con todo empeño cultural del país que ha solicitado su concurso. Donó una colección de obras de maestros internacionales, europeos sobre todo, de propiedad suya, al Museo del Banco Central. Cooperó en la organización de la Bienal de Quito. Ideó en gran medida, y ayudó a planificar la Bienal de Cuenca. Hoy por hoy sueña con un gran salón, periódico y al aire libre, de escultura, en el que participarían verdaderas figuras de esta técnica, aquí, en la mitad del mundo.
Representar con gran decoro al país en múltiples certámenes mundiales, bienales de Venecia y Sao Paulo entre otros, es algo corriente para él. En 1990 formó parte de la muestra Escultural de las Américas en los 90 en el museo de Nagoya (Japón), y en 1991 en la exposición de Pintura contemporánea de América Latina y el Caribe realizada en el Museo de Arte Moderno de la Organización de Estados Americanos, en Washington. En estos días ha inaugurado una personal, de 150 cuadros, en Puerto Rico.
También en los detalles de su vida personal se nota el cariño entrañable que tiene por el Ecuador profundo, del que nunca se ha sentido desarraigado. Su casa quiteña la tiene al pie del Panecillo, un mal vecindario para los bien pensantes, pero no para él ni para su familia, que rescatan en el ambiente popular el sabor añejo de la ciudad y la sencillez sin malicia de los vecinos, que poco saben de la importancia que tiene lo que hace este artista. Este creador, que imbuido del secreto encanto del diseño, de todos modos no ha sucumbido a sus tentaciones, pero ha sabido captar y aprovechar lo que brinda como disciplina y generatriz estructuradora a la pintura, la escultura, el dibujo.