Publicado en
octubre 26, 2014
¿Qué podemos hacer para fortalecer nuestra retentiva?
Por Ekaterina Coello Kondratova - ecoello@vistazo.com Fotos: Stock.xchng y Fotolia.
SUDOKU, CRUCIGRAMAS, SARDINAS Y GINKGO BILOBA SON TUS ALIADOS infaltables, pero aún así todos los días te toca lidiar con extravíos de llaves, olvidos de nombres, confusiones de fechas y momentos en los que te preguntas "¿A dónde me dirigía?". Sabes que recordar absolutamente todo es imposible pero ansías que la edad no te esté pasando la factura de la manera más cruel, desquitándose con tu capacidad de retener información... o de recuperarla.
Desde que fuera descubierto en 1906, el Alzheimer, enfermedad neurodegenerativa que se manifiesta como deterioro cognitivo y trastornos conductuales, ese término es el primero que se utiliza para entrar en pánico cada vez que alguien empieza a sufrir los estragos de la una frágil memoria. Los factores que inciden en este padecimiento son la edad (los pacientes mayores de 65 años tienen un 10% de riesgo de tener la enfermedad, mientras que el riesgo se eleva a casi el 50% en los pacientes mayores de 85 años), el género (las mujeres tienen una amenaza mayor) y, aunque no lo creas, la educación (los pacientes con más nivel educativo tienen menos probabilidades de padecerla).
Existe una infinidad de trastornos, desde los más poéticos como la temida amnesia (concepto explotado sobre todo en el cine)hasta la patética criptomnesia, que lleva al que la padece a tomar como suyos recuerdos de hechos que nunca sucedieron o no le pertenecen, pero esos vienen dados por hechos poco comunes como accidentes o traumas psicológicos.
No es necesario alarmarse de antemano. Se debe asumir la responsabilidad de darle una mano a la memoria para poder restaurar los recuerdos a requerimiento, porque esta función va deteriorándose con la edad y es mucho más relevante que la capacidad de almacenamiento.
EL EJERCICIO
El área de los lóbulos frontales es la responsable de la realización de múltiples tareas a la vez, la planeación, la programación, de poner atención y de bloquear distracciones. El ejercicio aeróbico tiene una función favorable para esta zona del cerebro porque produce la sustancia química BDNF, que ayuda a los procesos que participan en el aprendizaje de algo nuevo y mantiene la supervivencia de las células de los lóbulos frontales, ahí; cuya importancia radica, más allá del número, en la fuerza de sus conexiones.
Un estudio científico, realizado en los Estados Unidos, analizó dos grupos de personas en edades entre la madurez y la vejez, con buen estado de salud. Los del primero realizaron ejercicios físicos de tonificación y estiramiento, mientras los del segundo practicaron actividades aeróbicas como caminar; luego de seis meses se demostró que el segundo grupo había desarrollado un 20% más de rapidez en tareas cognitivas que el primero.
LA ALIMENTACION
Aunque el colesterol está entre los factores de riesgo de sufrir Alzheimer, los ácidos grasos no saturados (poli y monoinsaturados) pueden ayudar a activar las enzimas que trabajan con las células nerviosas implicadas en la memoria.
En el mercado existe un sinnúmero de suplementos vitamínicos y extractos, entre los cuales el más popular es el Ginkgo Biloba; sin embargo, no existe una evidencia clara científica para su uso.
Lo que sí ayuda a las funciones cerebrales, además de cosas tan sencillas que pasamos por alto como desayunar; es elaborar una dieta rica en alimentos que contengan antioxidantes y vitaminas en la que no puede faltar: pescado, ajo crudo, aceite de oliva, avena, soja, germen de trigo, té, cereales integrales, frutos secos (almendras, nueces, etc.), verduras (brócoli, col, zanahorias, cebollas, espinacas y tomates) y frutas (uvas, naranja, limón, toronja, ciruelas, fresas, frambuesas, grosellas y arándanos).
Si tienes la oportunidad de hacerlo, divide tu día en 5 comidas diarias en horarios regulares.
TIPS PARA RECORDAR
Prestar atención: Es fundamental y, si es posible, repetir la información recibida para que sea fijada. Por ejemplo: si te presentan a una persona, volver a decir su nombre en el transcurso de la conversación.
Utilizar pequeños trucos de asociación. Por ejemplo: si debes tomar alguna pastilla con las comidas, puedes dejarla junto a tu cepillo de dientes.
Recurrir a la memoria visual. Por ejemplo: pensar en su propia imagen cuando entraste a tu casa con las llaves del auto en la mano para encontrarlas.
Escribir apuntes.
LA MEMORIA SE DIFERENCIA EN:
Memoria de procedimientos, la relacionada con todo lo que se hace en forma automática.
Memoria semántica, aquella que se refiere a datos.
Memoria episódica, la que se refiere a las experiencias personales.
¿DÓNDE DEJÉ LOS LENTES?
Este es un cuadro que propone el libro de la autora estadounidense Martha Weinman Lear, "Dónde dejé los lentes?" (Editorial Norma), para diferenciar si realmente estás teniendo problemas de memoria.
Fuente:
Revista HOGAR, Febrero 2009