Publicado en
octubre 05, 2014
Desconocía de sus aptitudes mediúmnicas, hasta que un día sus habilidades síquicas percibieron la presencia de un espíritu que lo acosaba. Buscó ayuda para alejarlo y encontrar la, tranquilidad consigo mismo.
Por Karina Salazar.
Siempre supe o supuse que la oscuridad ocultaba algo y que detrás de esa cortina, que muy pocos seres humanos se atreven a abrir, se escondía algo fascinante, algo malo o bueno según el análisis de cada quien. Por el año de 1976, tenía 6 años, fue cuando empezó todo... Mi hermano salía de excursión por la finalización del año escolar, había terminado de cursar el sexto grado de escuela y mi madre se dispuso a acompañarlo hasta el lugar de donde partirían todos en compañía de profesores.
Me quedé solo en mi casa... y al cabo de unos minutos sentí un frío estremecedor que me hizo reaccionar, y más aún cuando cerca de mí vi a una anciana de tez trigueña y cabellos blancos... Lo que hice fue gritar y al momento desapareció. Le conté a mi familia lo ocurrido pero nadie le prestó atención.
Pasó largo tiempo para que volviese a tener esa experiencia que me aterraba, pero que a su vez me atraía, como aquello que es malo para nosotros pero aún así lo deseamos.
Así es que el 13 de febrero, ya cuando tenía 16 años, mientras mi madrina de bautizo jugaba al solitario, me ubiqué detrás de ella y mediante ese simple naipe le dije pequeñas cosas que sólo ella sabía. Se sorprendió, y pasados los días me obsequió un juego de barajas comunes, y por medio de ellas me inicié en la lectura de cartas.
Lo extraño de eso es que yo en esa fecha no había estudiado ni tenido en mis manos un manual donde se me indicara el significado de cada carta. Lo único cierto es que a partir de ese suceso, y siempre por la noche veía sombras, muchas sombras a mi alrededor, no tuve miedo; aunque siempre dormía con la luz encendida.
Desde que descubrí mis aptitudes para la cartomancia, nunca dejé de leerlas, también consultaba el tabaco y consagraba amuletos para mis amigos y familiares.
Pasaron 22 años para que el año pasado, en uno de mis viajes a Cuba, volviese a sentir esas corrientes, escuchar esas voces y descubrir mis habilidades que me nombraban como un médium con la capacidad síquica de comunicación... Dios sabe cuántos expertos en el tema he consultado, he ido de lugar en lugar buscando ayuda y la encontré. Me dijeron lo que tenía que hacer... Me hablaron de velas, cigarros, flores blancas, piedras. Me hablaron de los santeros, paleros (brujos) y espiritistas.
Sucumbí en el tema, me decidí a abrir los "cofres" por muy oscuros que estuviesen y recé, recé día tras día. Me preparaba para algo, me defendía constantemente de mis enemigos ocultos, y un dos de diciembre de 1996, siendo. las 03:45 de la madrugada, la ventolera que daba a la cabecera de mi cama se levantó y vi la imagen de un hombre de 1 metro 60, trigueño, cabellos lacio y traje blanco... Grité, lo insulté, corrí hacia la otra habitación y escondido entre los muros me volvió a observar... Ese fue el promotor de mis peores noches, contaba las horas, esperando el alba, no pasé solo ni un minuto. Además, tuve que convencerme de que no les importaba si la luz estaba encendida ni si hay muchedumbre, porque si deciden presentarse, así lo hacen, en su mundo, aunque veneran y respetan a Dios, ellos lo pueden todo.
Con el fin de alejar a ese espíritu de mí me bañé con una mezcla de hierbas para limpiar mi cuerpo; coloqué un vaso de agua con una vela y una flor blanca a nombre de un espíritu guía; es decir de un muerto que haya sido pariente mío. Asimismo hice otro preparado con agua, alcohol y cascarilla en una copa, lo que ubiqué debajo de la cama para alejar a ese espíritu. Descubrí que la única intención de él era asustarme y lo logró, aunque yo también conseguí alejarlo de mí.
También fumaba un cigarro al revés, entre otras cosas para defenderme de otros espíritus que me acosaban. Ellos se suelen presentar para dar un mensaje, solicitar alguna ayuda, protegerlo o avisarle de algo que va a pasar. Se acercaban a mí porque conocían de mi capacidad mediúmnica.
Debo acotar que desde 1986 no me he equivocado en la lectura de cartas, que he realizado a familiares, amigos, desconocidos y políticos importantes, sin cobrar nada por ello. En este sentido, no sé si soy yo o son los espíritus los que hablan a través de mí, sólo sé que cuando uno tiene esas aptitudes, no hay medias tintas, ellos hablan porque existen.
Actualmente, continúo viendo a los espíritus pero ya no me asusto; creo que he llegado a comprender mi destino y el verdadero significado del por qué nos encontramos en la tierra. Pero, de lo que sí estoy seguro es que yo no aconsejaría a nadie a desarrollar sus capacidades mediúmnicas, es mejor dejarlas tranquilas.
Fuente:
Revista HOGAR, Marzo 1997