¿EXISTE EN AMÉRICA EL ABOMINABLE HOMBRE DE LAS NIEVES?
Publicado en
agosto 10, 2014
¿Será patagrande? Ampliación de un trozo de la controvertida película de 16 mm. tomada por Patterson.
Fraude o fantasía, leyenda o eslabón perdido, "patagrande" es uno de los más intrigantes misterios del mundo.
Por James Shuman (Condensado de "West").
DESDE hace más de un siglo ha circulado en las remotas y escarpadas montañas del noroeste americano la leyenda de unas enormes criaturas peludas, que andan en dos pies y más parecen hombres que monos. ¿Es verdad o es ficción?
"Era medianoche y yo estaba muerto de sueño", recuerda Albert Ostman, de 75 años. "Habían agarrado mi talego de dormir y me habían levantado del suelo. Quise echar mano de mi cuchillo, pero no pude alcanzarlo. La bestia, o lo que fuera, me echó sobre su hombro como si hubiera sido un saco de harina. Sentí que andaba en dos pies".
Ostman, fornido maderero que buscaba oro en la Colombia Británica en 1924, calcula que fue transportado por el abrupto y solitario terreno durante unas tres horas. "Yo tenía tanto miedo que no me atrevía a defenderme", dice. Al fin su aprehensor se detuvo y lo dejó caer al suelo.
En la débil luz del amanecer, Ostman miró en torno y distinguió un grupo de criaturas que lo rodeaban y parloteaban en forma ininteligible. "Yo nunca había dado crédito a la leyenda india de los sasquatch, pero comprendí que aquellos tenían que ser", explica. "Parecían una mezcla entre hombre y mono, con el cuerpo peludo y músculos prominentes. Eran más corpulentos y de mayor estatura que los seres humanos; uno de ellos debía de medir casi dos metros y medio.
"Me tuvieron prisionero seis días, al cabo de los cuales logré escapar gracias a una providencial confusión que se armó cuando uno de ellos sufrió un violento ataque de náuseas por haberse comido toda una lata de rapé que yo llevaba".
La curiosa historia de Ostman no es sino un capítulo de uno de los más intrigantes misterios del mundo: ¿Existe en el noroeste de América del Norte una criatura subhumana, quizá prima americana del "abominable hombre de las nieves" del Himalaya? Si es así, bien podría ser otro eslabón entre el hombre y el mono: pieza vital en el rompecabezas de la evolución humana.
Decenas de testigos presenciales afirman haber visto hombres gigantescos, parecidos a los antropoides, y sus enormes huellas, algunas de las cuales miden 40 y más centímetros de largo, en las regiones montañosas del noroeste americano. En el Canadá los llaman generalmente sasquatch, versión inglesa de un nombre indio, y en los Estados Unidos muchos les dicen "patasgrandes".
PRUEBAS AL CANTO
Aunque las narraciones de los testigos presenciales son notablemente parecidas entre sí, no cabe suponer que la gente se haya confabulado para perpetrar una farsa, ya que los informes se han recibido con grandes diferencias de tiempo y lugar. No se sabe cuántas personas creen haber visto un hombre-mono, pues muchos se niegan a hablar de ello pensando, como dijo un testigo, que "es preferible callar y no exponerse a que se rían de uno".
A pesar de todo, John Green, director-propietario del Advance, diario que circula en la Colombia Británica en la zona del lago Agassiz-Harrison, ha coleccionado más de 250 informes de este tipo, con fotografías de huellas y otras pruebas, en una zona que abarca desde Alaska hasta México y desde la Costa del Pacífico hasta el norte de Míchigan. Lo mismo que muchos otros, Green empezó mofándose y acabó creyendo, a medida que aumentaban las pruebas.
He aquí una lista parcial de tales pruebas.
• El Daily British Colonist, publicado en Victoria (Colombia Británica), informó que el 30 de junio de 1884 la tripulación de un tren que viajaba entre Lytton y Yale (130 kilómetros al este de Vancouver), había capturado "una criatura que verdaderamente puede llamarse mitad hombre y mitad bestia. Tiene cubierto de pelo brillante todo el cuerpo, con excepción de los pies y las manos (o zarpas). Su antebrazo es mucho más largo que el del hombre, y tiene muchísima fuerza". La criatura, a la cual los ferroviarios dieron el nombre de "Jacko", fue exhibida en Yale, pero nadie ha podido averiguar qué fin tuvo.
• En julio de 1924, cerca del monte Santa Helena, en lo que es hoy el Bosque Nacional Gifford Pinchot, en el Estado de Washington, cinco exploradores mineros informaron que su cabaña había sido atacada por una banda de hombres-monos que lanzaron grandes piedras al techo y trataron de forzar la puerta a empellones, al mismo tiempo que lanzaban horribles alaridos porque los sitiados habían disparado antes contra dos de la banda. Un pelotón de guardias y reporteros encontró la cabaña muy averiada y centenares de huellas enormes en el suelo que la rodeaba. Se dio a la región el nombre de Cañón de los Monos, y de entonces acá muchas personas dicen haber visto hombres-monos en ella. Varias personas han desaparecido allí misteriosamente, sin dejar huella.
• Una tarde de septiembre de 1941, en Ruby Creek, unos 50 kilómetros arriba de Agassiz por el río Fraser, la señora de George Chapman vio salir del bosque un animal grande, parecido al hombre. Aterrados, ella y sus tres hijos huyeron de su casa. Posteriormente el marido y algunos amigos de la aldea encontraron indicios de que la bestia había entrado en el cobertizo y había tirado por el suelo unos pescados salados que estaban guardados en un barril.
• En octubre de 1955 William Roe andaba de caza por la montaña de Mica, cerca de la aldea de Téte Jaune Cache (Colombia Británica). Dice que a 70 metros de distancia vio una figura erguida, que pesaría unos 150 kilos, cubierta de pelo de pies a cabeza, pelo castaño oscuro con las puntas plateadas. "Pensé que si le disparaba tendría un ejemplar de gran valor científico para todo el mundo, y levanté el rifle; pero cuando se volvió hacia mí y me miró de frente, tuve la sensación de que era un ser humano y no me atreví a matarlo".
• Con el correr de los años se han recogido otras pruebas más tangibles, como pelo y excrementos. Los científicos que han examinado las muestras de pelo dicen que "no procede de ningún animal conocido". En el excremento, parecido al humano en la forma pero tan grande que podría ser de un caballo de buen tamaño, se ha encontrado materia vegetal y pelo de roedores pequeños. No se han hallado cadáveres de "patasgrandes", pero es que la Naturaleza destruye fácilmente la materia animal muerta.
• Tal vez la prueba más intrigante de todas es una película de 16 milímetros que filmó en colores, en 1967, Roger Patterson, ranchero de 34 años, de Yakima, en el Estado de Washington. Interesado por estos hombres-monos desde hace mucho tiempo, Patterson se había convencido de que la única manera de demostrar su existencia era la fotografía clara. En octubre de 1967 oyó decir que se habían encontrado huellas frescas a lo largo del arroyo Bluff, al norte de California; y en compañía de Bob Gimlin, hábil rastreador de animales, salió a investigar.
Los dos exploraron la región a caballo durante una semana y media. A comienzos de la tarde del 20 de octubre llegaron a un recodo del arroyo, donde un gran tronco derribado por una inundación tapaba la vista. El caballo de Patterson reparó, retrocedió resoplando y cayó de costado. Un momento después, el jinete vio lo que había asustado a su cabalgadura. Lo describe así: "Estaba a mi izquierda, a unos 40 metros al otro lado del arroyo. La cabeza era muy humana, aunque mucho más achatada, con amplia frente y narices dilatadas. Los brazos le colgaban al andar casi hasta las rodillas. El pelo, que le cubría todo el cuerpo menos la cara, tenía de cinco a diez centímetros de longitud y era pardo por debajo y más claro por encima. Era una hembra, a juzgar por los grandes pechos colgantes".
Patterson echó mano de las alforjas y sacó su cámara de cine. Entre tanto, la criatura atravesaba un banco de arena y se dirigía a la cuesta de la loma. Patterson la siguió, trotando y filmando al mismo tiempo. Hubo un instante en que la criatura se volvió y observó la cámara con curiosidad; luego se metió en el bosque y desapareció. Gimlin se lanzó en su persecución, pero Patterson, que ya había gastado toda la película, lo hizo desistir. "Yo no quería quedarme solo y desarmado en ese paraje", explica.
Nueve días después Robert Titmus, antiguo taxidermista que vive en Kitimat (Colombia Británica), examinó las grandes huellas de la criatura y sacó moldes de yeso. Titmus ha estudiado a los "patas-grandes" desde 1958 y se considera experto para descubrir los pocos casos de superchería. Ha dicho: "No conozco ningún método que hubiera permitido simular estas huellas. Las pruebas indican que la criatura que las dejó tenía que pesar no menos de 270 a 300 kilos".
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¿Encuentro con un hombre-mono? Serie de cuadros escogidos de la película de Patterson. |
PRUEBA DEL CINE
Patterson mostró después su película a los hombres de ciencia. La filmación, un poco borrosa, de nueve metros de largo, muestra que la criatura se aleja con andar muy parecido al del hombre, balanceando los larguísimos brazos.
Aunque algunos científicos declararon inmediatamente que la película era un fraude, pues pusieron en duda que el ser retratado pudiese andar con una soltura tan humana, otros adoptaron una actitud de expectativa.
"La presencia en la costa del noroeste de criaturas humanoides desconocidas", dice John Napier, director del Departamento de Biología de los Primates, en el Instituto Smithsoniano, "es una posibilidad que no se puede negar". Al fin y al cabo, los anales de la ciencia están repletos de reputaciones mancilladas de individuos que rechazaron los primeros informes sobre la existencia del calamar gigante, del gorila, del okapi y de la panda gigantesca.
Donald Abbott, antropólogo del Museo Provincial de Victoria (Colombia Británica), me dijo que se había puesto a investigar con actitud de escepticismo. Ahora, sin embargo, manifiesta lo siguiente: "Si las pruebas que conozco han sido obra de falsificadores, serían una de las falsificaciones mejor hechas hasta ahora. En mi opinión esta posibilidad es casi tan increíble como la existencia misma de semejante criatura".
Y bien puede estar vagando por el noroeste americano un animal que no ha sido clasificado, pues es tan fragosa el área de 390.000 kilómetros cuadrados en que se informa haber visto "patasgrandes", que quedan por explorar vastos sectores. En los Estados de Washington, Oregón y California hay 180.000 kilómetros cuadrados de bosques nacionales, y para algunas secciones los únicos mapas disponibles son los basados en levantamientos aerofotográficos. La Colombia Británica es aun más desconocida. Cerca de 750.000 kilómetros cuadrados de su área total (un territorio mucho más grande que toda la América Central junta) no fienen sino una carretera principal y apenas hay en toda la región un puñado de aldeas pequeñas. En tan vastas extensiones despobladas es muy fácil que un animal dotado de astucia simplemente normal permanezca lejos de la vista del hombre.
CONTINÚA LA BUSCA
Es posible que cuando el lector vea estas líneas, se haya demostrado ya la existencia de los "patasgrandes", pues Roger Patterson, financiado por la Northwest Research Association, de Yakima (Washington), con la suma de 75.000 dólares, está prosiguiendo la investigación. La Asociación se dedica a hacer películas documentales. Esta vez Patterson utiliza armadijos, perros y rifles que disparan soporíferos, con la esperanza de capturar un ejemplar vivo.
Otras personas han tratado ya de capturar a un "patagrande", pero no han tenido buen éxito. El más notable fue Tom Slick, petrolero de Tejas que, poco antes de su muerte en 1962, organizó una expedición por haber llegado al convencimiento de que había tantos indicios de la existencia del hombre-mono en América del Norte como los que había encontrado en dos expediciones al Himalaya.
Si semejante animal existe y es capturado, podría constituir uno de los hallazgos más importantes de la historia.