Publicado en
agosto 24, 2014
Por Clara Baum.
Los niños en edad preescolar son muy sociables, y si en el barrio no existen otros con los que puedan relacionarse, pues ¡sencillamente los inventan! A esa edad, más de la mitad de los niños poseen amigos imaginarios, y esas relaciones pueden ser muy complejas, de acuerdo con el grado de imaginación del niño y el interés que hayan desarrollado en los personajes que pretenden ser (la mamá, un médico, un chofer, etc.). Pero los amigos imaginarios no solo llenan un vacío en la sociabilidad de los niños, sino que los ayudan a explorar situaciones novedosas o inquietantes. Por ejemplo, si abuelita se enferma, es probable que el amigo imaginario se enferme también. Si el niño controla la situación en la que se encuentra el compañerito imaginario y la resuelve favorablemente, eso le resta tensión al problema real.
A veces el amigo imaginario desaparece (y el niño reporta que se ha ido lejos y hasta que se ha muerto), pero eso no quiere decir que no vengan otros a reemplazarlo, Ante todo esto, los padres deben mostrar una actitud positiva.
1. Traten de conocer al amigo imaginario. A los niños les encanta que sus padres se interesen en todo lo relacionado a su creatividad. Pídanle al niño que dibuje a su amigo o traten de participar en algún juego con él.
2. Dejen que el niño tenga el control, pues muy pocas veces tendrá la oportunidad de dominar el mundo que lo rodea. Así que permitan que el niño tome la iniciativa. No se adelanten a decir si el amigo está sentado a la mesa o de pie.
3. Mantengan la responsabilidad del niño. Si el piso de la casa está sucio, no dejen que el niño le eche la culpa al amigo imaginario.
Fuente:
REVISTA VANIDADES, ECUADOR, DICIEMBRE 20 DEL 2005