PEQUEÑOS APUNTES DE UN GRAN PROBLEMA
Publicado en
julio 13, 2014
Correspondiente a la edición de Mayo de 1995
El problema Ecuador-Perú entre 1945 y 1995.
Por Emilia Simon.
Miles de libros se han escrito y aun se pueden escribir sobre las relaciones y los problema fronterizos ecuatoriano-peruanos. Hoy planteamos someramente unos apuntes sobre los últimos cincuenta años, como pequeña contribución al gran tema.
Esta nota tiene origen en una conversación con el periodista Jorge Ribadeneira, vinculado a materias históricas y de análisis.
DESDE EL 45
En 1945 el árbitro brasileño comandante Bras Dias de Aguiar dictó su fallo para solucionar varias dificultades en la ejecución del Protocolo de Río de Janeiro. Por entonces se creía que el divortium aquarum entre los ríos Zamora y Santiago era la Cordillera del Cóndor.
Virtualmente se dio por terminado el problema limítrofe y el Ecuador publicó un mapa en ese sentido, que más tarde fue retirado por la cancillería. En 1947 se descubrió el río Cenepa y cambiaron las cosas. Surgió una nueva esperanza de una salida amazónica, entre las protestas del Perú.
Cuando el presidente Galo Plaza planteó la inejecutabilidad del Protocolo de Río de Janeiro, sostuvo que su gobierno "no podría aceptar en ese sector una frontera que no reconozca los inalienables derechos amazónicos del Ecuador y le proporcione una salida propia y soberana al río Marañón".
En 1960, el 10 de agosto, el presidente Camilo Ponce Enríquez -poco antes de entregar el poder a Velasco Ibarra- presentó ante el Congreso una posición conciliadora, en parte por sus conceptos internacionalistas y seguramente porque Quito había sido designada sede de la XI Conferencia Interamericana.
Dijo Ponce: "Hubiera sido grato para mi gobierno anunciar hoy la terminación de nuestro diferendo territorial y limítrofe con la vecina república del Perú, llamada por muchos motivos a cooperar con nosotros y a facilitar una solución sobre la base de la justicia y el derecho".
"El problema actual es -dijo- la inejecutabilidad del Protocolo de 1942. No se trata de la simple colocación de hitos en la frontera. El Ecuador no defiende tesis absurdas sino tesis fundadas en el derecho, en la justicia y en el afán de paz y comprensión americanas".
"Para el Ecuador, el problema radica en la inejecutabilidad del Protocolo por la inexistencia de un accidente geográfico fundamental. ¿Por qué si la línea de frontera no existe ha de imponerla una de las partes contra el derecho de la otra...? Se puede discutir todo pero no se puede argumentar contra la física tangible de las cosas. Hagamos con Perú un reconocimiento de esa zona con la asistencia de los países garantes. Mis votos porque un día, quizá próximo, se llegue a una conclusión de derecho y armonía intelectual".
Días después, Perú aceptó el reconocimiento de la zona no demarcada propuesto por Ponce, a base de la reactivación de la comisión mixta demarcadora con la asistencia de los países garantes y tomando en cuenta el fallo del árbitro Dias de Aguiar.
El 17 de agosto -justamente por esos días- el presidente electo doctor José María Velasco Ibarra anunció su planteamiento de nulidad del Protocolo de Río de Janeiro.
COSAS DE LA NULIDAD
¿Fue tal vez un periodista -en cumplimiento de su sentido profesional, por supuesto- el que estimuló el planteamiento de nulidad del Protocolo de Río de Janeiro?
Un periodista del diario El Comercio, Luis Guerrero, "Luhgue", corresponsal en Riobamba, solía afirmar que "por mí se avanzó a la nulidad. Si yo no estaba allí, escuchando y tomando notas, a lo mejor nunca se publicaba lo que dijo Velasco Ibarra".
En realidad no hubo ningún esfuerzo del doctor Velasco Ibarra o de quienes le acompañaban por difundir ese texto. Tan es así que en los diarios de Guayaquil sólo se habló del asunto unos diez días después.
Varios dicen que fue un discurso emocional, luego de que por esos días -a raíz del pronunciamiento de Ponce- salió a relucir el problema con el Perú.
Inclusive el presidente Manuel Prado -quien también gobernaba al Perú cuando hubo la invasión y se firmó el Protocolo- dejó en claro que ese documento estaba plenamente ratificado y regía para la frontera entre los dos países.
El Congreso amenazaba con destituir al canciller Carlos Tobar Zaldumbide, ya que habría dicho que los intereses continentales prevalecen sobre los nacionales, en respaldo a la próxima Conferencia Interamericana.
Con ese ambiente viajó a Riobamba el presidente electo José María Velasco Ibarra e intervino el 17 de agosto en la inauguración del monumento al héroe capitán Edmundo Chiriboga.
El corresponsal Guerrero captó las frases de Velasco Ibarra y al día siguiente, en primera plana de El Comercio, se publicó su frase: "El Protocolo de Río es nulo y jamás lo aceptaremos".
"El Ecuador -dijo, entre otras cosas- no quiere la guerra pero exige al panamericanismo, al hispanoamericanismo, a la América Latina para que se haga justicia al Ecuador y se le reconozca un puerto en el Amazonas".
Luego proclamó que el Protocolo es nulo y recibió grandes aplausos. Allí se honraba a un militar riobambeño muerto en la guerra con el Perú. Velasco se emocionó.
"¿Cabe que se suscriba un tratado con un país invadido? ¿Con un puñal en el corazón?" -anotó, pero, además, hizo una elocuente argumentación en términos de derecho. Más aplausos.
Esos conceptos ¿fueron una improvisación, recogida por un periodista? ¿O el presidente electo preparaba el ambiente para una declaración espectacular al asumir el mando?
Por unos días hubo silencio. La prensa porteña -El Universo, El Telégrafo- publicó el discurso una semana después, cuando los ecos habían llegado al Perú.
Desde Lima se dijo que Velasco Ibarra era "enemigo del Perú" y el Congreso ecuatoriano se solidarizó con el presidente electo.
Al asumir el poder por cuarta vez, el 1 de septiembre, Velasco Ibarra dijo que los tratados celebrados con el cañón en el pecho del contratante son nulos, de acuerdo con las normas internacionales.
Las respuestas peruanas fueron duras, en lo verbal y en los hechos. Perú no consentirá tocar un tratado que fue suscrito y ratificado por el Ecuador, dijo, y movilizó tropas a la frontera.
Soplaron aires de guerra pero el canciller ecuatoriano José Ricardo Chiriboga Villagómez reiteró el pronunciamiento ante la Asamblea de las Naciones Unidas y en octubre, el Ecuador proclamó oficialmente la nulidad.
Por supuesto, la XI Conferencia Interamericana no se realizó en Quito. Desde el primer día hubo reacciones internacionales. Aun un diario considerado amigo del Ecuador, El Tiempo, de Bogotá, editorializó severamente contra el planteamiento.
Los garantes protestaron no sólo por su calidad de garantes. Estados Unidos firmó acuerdos con México invadido y no le gustaría una tesis internacional de nulidad. Chile igual con Perú. Ecuador quiere rehacer el mundo -dijo un periódico de los Estados Unidos.
La historia del planteamiento de nulidad es muy larga, pues fue mantenida por varios gobiernos, respaldada en foros nacionales, defendida con fe.
El entusiasmo por la nulidad fue disminuyendo con el paso de los años en vista de los resultados internacionales, totalmente adversos.
El propio Velasco Ibarra se pronunció en 1968 por la transacción honrosa y revivió la idea del puerto soberano sobre el Amazonas, siempre en medio de un ambiente adverso en el Perú.
AIRES DE SOLUCION
Hace quince años, el vicepresidente -luego presidente- Osvaldo Hurtado comenzó a mencionar "la necesidad de enfrentar definitivamente un problema que constituye un trauma en el alma de los ecuatorianos".
Ya como presidente, el 10 de agosto de 1981, fue más enfático. "El conflicto bélico de principios de año y sus dramáticas secuelas deben llevarnos a todos los ecuatorianos a meditar seriamente sobre nuestra tragedia territorial y a encontrar una solución que nos permita resolverla de manera definitiva".
"Consciente -manifestó ante el Congreso- de la trascendencia de este problema nacional y de mis responsabilidades en la búsqueda de una solución que nos permita alcanzar una paz duradera y estable, propiciaré un diálogo con las fuerzas políticas y sociales con miras a lograr un consenso nacional".
Fue apoyado por el ex presidente Galo Plaza y algunos sectores de prensa., Pero los políticos no repitieron públicamente lo que decían de puertas para adentro. No le fue bien con esa iniciativa. Inclusive, un diputado -más tarde gobernante- anotó que Hurtado buscaba consensos "para traicionar nuestros más sagrados credos".
El país ha cambiado bastante en estos catorce años. Hoy se habla en todos los foros de solución definitiva y una encuesta dice que un 73% está por el cierre de la frontera.
Otro pronunciamiento de importancia fue la propuesta del presidente Rodrigo Borja en el seno de la Asamblea General de las Naciones Unidas, invitando al Perú "a solucionar pacíficamente nuestra vieja controversia territorial por medio del arbitraje del Papa Juan Pablo II".
El Perú respondió, por milésima vez, que no era procedente el pedido "porque no hay problema".
La idea está tomando cuerpo nuevamente, bajo la anotación de que es necesario precisarla más, y un ex canciller considera que se puede combinar el arbitraje con la inejecutabilidad como un medio idóneo.
Todos consideran que llegar a un arreglo final es difícil. El lenguaje de los dos países -vecinos distantes, como se ha dicho- es muy diferente.
Pero hay cada vez mayor convencimiento de que es necesario apelar al realismo, esperar más sensibilidad del vecino y entrar en una nueva etapa, más fructífera y acorde con los tiempos.
¿Será posible? Es la pregunta del millón.