LO QUE LOS NIÑOS PIENSAN DE LAS MAMÁS QUE TRABAJAN
Publicado en
junio 15, 2014
Hoy en día, muchas mujeres se angustian porque no logran conjugar su función como madres y profesionales. Este artículo te da la clave que te permitirá desempeñar óptimamente ambos papeles.
Por la sicóloga Julia Borbolla de Niño de Rivera.
¿A los niños les gusta que sus mamás trabajen? La respuesta universal es NO. Cuando una mujer consigue un empleo sus hijos saben que van a convivir menos tiempo con ella y se angustian porque la necesitan a su lado durante su crecimiento y desarrollo. A ellos no les importa si hace falta que ella trabaje o no, simplemente exigen su compañía en exclusiva y quieren tenerla a la mano, aunque sea para escuchar sus regaños. Desafortunadamente, ésta es una situación real que no podemos disfrazar, ocultar o reinterpretar.
SOMOS "EL SEXO AMOROSO"
Según Nancy Friday, autora del libro Mi madre. Yo misma, "las mujeres somos el sexo amoroso". Todo el mundo espera que nosotras ofrezcamos bienestar y calor. De hecho, nosotras impedimos que el mundo se desbarate porque lo mantenemos unido con nuestra constante comprensión. Es por eso que durante muchas generaciones hemos tenido el "protagónico" dentro del hogar. Pero actualmente también cumplimos una función importante en la sociedad y en la economía mundial. Esto no significa que nuestras responsabilidades hayan cambiado, sino que se han duplicado. Antes, algunas mamás salían a trabajar para "ocuparse mientras los niños estaban en la escuela", para "realizarse profesionalmente" o, en muchos casos, para apoyar la economía del hogar con una "entradita extra". Pero hoy en día, en muchas familias el ingreso de ella representa la mitad o el total del dinero que entra a la casa. Esto sucede cuando el marido lleva meses sin encontrar trabajo o cuando el matrimonio se termina y se convierte en la única proveedora de su hogar.
TODOS QUIEREN QUE LES DEMOS "ALGO"
Las mujeres que laboramos fuera de casa nos enfrentamos a un alto grado de exigencia por parte de todos. Por un lado, nuestro jefe quiere que trabajemos tiempo completo y que le demos un máximo rendimiento. A él no le importa si tuvimos que dejar un hijo enfermo al cuidado de la vecina o si estamos desveladas porque nuestro pequeño durmió con nosotras y pasamos una agitada noche plena de puntapiés y llantos. Por otra parte, nuestro marido quiere que le sirvamos su cena aunque nosotras también estemos cansadas y todavía nos falte planchar la ropa del día siguiente. También está la presión que ejercemos sobre nosotras mismas. Sabemos que nuestro trabajo en la oficina no nos libera de nuestras responsabilidades domésticas y, por lo tanto, nos vamos de compras a la media noche para que no falte nada en la despensa. Y por supuesto, nuestros hijos demandan todos nuestros cuidados y mimos sin detenerse a pensar que tenemos los pies muy hinchados y que estamos aturdidas por haber atendido numerosos clientes; o simplemente por haber soportado un conmutador que no paró de sonar en ocho horas. Por si fuera poco, los maestros de nuestros niños nos piden que asistamos a las juntas o a los festivales que organizan, y si por alguna razón no vamos, asegurarán que nuestros hijos son niños abandonados y que por eso tienen tan malas calificaciones o conducta. Y para cerrar con broche de oro, la sociedad nos exige que estemos bien presentadas, que cuidemos de nuestro cuerpo, nuestra salud y nuestra cultura y que no perdamos la sana costumbre de hornear pasteles, coser botones o narrar cuentos. La verdad es que vivimos luchando contra la corriente y, muy a menudo, a pesar de las personas por las que nos esforzamos más.
"TE PERDONO QUE TE VAYAS A TRABAJAR"
Para los niños de 3 o 4 años que están acostumbrados a tener a sus mamás a su lado durante todo el día, la primera vez que ellas los dejan para irse a trabajar significa un abandono. En consecuencia, modifican su conducta a manera de protesta. Es común que reaccionen orinándose en la ropa (aun si ya saben ir solos al baño) bajando su promedio de calificaciones o haciendo algo que obligue a sus mamás a dedicarles atención y tiempo. A pesar de que logran acostumbrarse al hecho de que trabajen, en las mañanas, antes de que ellas se vayan, con frecuencia las miran con tristeza como diciéndole: "Está bien mami, te perdono que te vayas a trabajar". ¿Y qué es lo que generalmente hacen las madres ante una situación como ésta? Se van a la oficina con un gran sentimiento de culpa y cuando llegan, se dedican a llamar a sus hijos por teléfono. Gastan gran parte de su jornada regañándolos a distancia y luego, cuando llegan a casa, en lugar de cumplir sus amenazas, llaman a su trabajo para completar todo lo que no tuvieron tiempo de hacer mientras estuvieron ahí. Este tren de vida hace que las circunstancias de muchas mujeres sean realmente críticas. Es por eso que la mayoría pierde el control en algún momento y padece severas crisis familiares, matrimoniales, laborales y personales.
Si te sientes identificada con este panorama, sigue los tips que te sugerimos a continuación. Te ayudarán a conservar el equilibrio y a desempeñarte mejor en todas tus facetas.
1. Establece prioridades
Recuerda que, antes que profesionista o transformadora social, eres formadora de seres humanos. Así que si no tienes una necesidad imperiosa de ir a trabajar, permanece con tus hijos la mayor parte del tiempo durante sus primeros 5 años y busca un empleo de medio tiempo (por las mañanas) cuando ellos empiecen a asistir a la escuela. Si no tienes esta opción, negocia con tus jefes la posibilidad de ausentarte de la oficina cuando la ocasión lo amerite. La mayoría de las personas entienden que te marches si tu niño tiene fiebre o si tu hija tiene un festival escolar. Pero si tratas con personas que no comprenden la importancia prioritaria de tu papel de madre, no vale la pena que te ganes su reconocimiento a costa de tu vida familiar. Ten presente que cuando se trata de infundir valores, corregir conductas o dar seguridad, no hay nada que justifique que te suplan; ni existe un sueldo lo suficientemente jugoso que pague las consecuencias de un abandono en un momento decisivo.
2. No trates de estar en dos lugares al mismo tiempo
Si estás en tu oficina, dedícate a tu trabajo. Asume tu papel de secretaria, empleada, jefa o profesionista y desarróllalo con plenitud para que te enriquezca y te satisfaga. Y cuando estés en tu casa, adopta tu papel de madre y esposa. Ponte cómoda y escucha a tus hijos. Así podrás saber lo que les preocupa, les interesa o los divierte. No inviertas estas facetas. Si lo haces, nunca estarás en el lugar que necesitas.
3. Aprovecha al máximo el tiempo que estés en casa
Cuando llegues del trabajo no pelees por todo lo que no se hizo en tu ausencia. Si adoptas una actitud de policía, tu cansancio hará que seas implacable con tus hijos y que después te sientas muy mal por regañarlos durante el poco tiempo que les dedicas. Mejor juega con ellos y aplaude lo que sí hagan. Una amiga les dijo a sus hijos que si cuando regresara de trabajar la recibían con la tarea terminada y la habitación recogida, jugaría con ellos toda la tarde. Con tal de estar con mamá, sus niños lo hicieron y ella cumplió su promesa.
4. Enséñales a tus hijos la importancia de tu trabajo
Haz que valoren tu empleo. Explícales que el tiempo que inviertes en la oficina se lo dedicas a ellos mismos porque gracias a eso puedes pagarles la colegiatura y comprarles zapatos. Aunque en la escala de valores las cosas materiales nunca deben ocupar los primeros lugares, el dinero es necesario para vivir con dignidad. Por eso es necesario que informes a tus niños sobre la forma en que gastas tu sueldo. A pesar de que ellos preferirán tenerte siempre disponible, pueden valorar las ventajas que les proporciona el hecho de que trabajes. Para ayudarlos a comprenderlo mejor, comparte con ellos las experiencias que te enriquecen de tu labor. Si logras que se sientan orgullosos de ti por tu desempeño profesional, contribuirás de manera importante a su formación porque tu testimonio les servirá de ejemplo. Ten presente que cualquier trabajo, por sencillo o humilde que parezca, puede ser motivo de orgullo si lo llevas a cabo con profesionalismo. La mejor forma de demostrarle esto a tus hijos es compartiendo con ellos tus experiencias.
5. Valora tú misma tu trabajo
Si quieres que tus hijos aprecien tu empleo, es fundamental que primero lo valores tú. Piensa en todas las ventajas que éste te proporciona (independientemente del dinero que ganas). A lo mejor no te has dado cuenta, pero el hecho de que tengas que salir a trabajar a veces evita que te enfrentes con tu esposo o con tus hijos en momentos inoportunos. Yo he agradecido en muchas ocasiones tener que ir a dar consulta porque eso me ha servido como pretexto para suspender discusiones acaloradas. Cuando estoy en problemas, mi labor se convierte algo más que ir a ganar dinero; llega a ser un tiempo de prórroga que me ayuda a tranquilizarme y a manejar mis conflictos con mayor calma y objetividad. En realidad, una de las mayores ventajas que tiene el trabajo fuera de casa es que nos da una visión distinta de las cosas y nos permite valorar y darle calidad al tiempo que le dedicamos a nuestra familia. Generalmente, las mujeres que tienen empleo optimizan sus tiempos. Hacen sus compras más rápido, resuelven problemas con mayor agilidad y, a diferencia de las que no trabajan, se dedican a buscar soluciones en vez de perseguir culpables o "ahogarse en un vaso de agua".
Ten presente que pasar todo el día en casa no garantiza una buena maternidad. La clave para lograrlo radica en la CALIDAD del tiempo que ofrezcamos, no en la cantidad.
6. Acepta tus múltiples funciones
Cuando regreses a casa después de ir a trabajar, no esperes que alguien te aplauda, ni te sientes a ver quién te ofrece un poco de agua o lava los trastes a cambio de tus esfuerzos en la oficina. Las mujeres hemos aceptado los nuevos retos que la sociedad nos ha exigido, pero no por eso hemos sido relevadas de nuestras funciones tradicionales.
A los hombres nadie les cuestiona el tiempo que dedican a su familia (se sobreentiende que eso varía dependiendo del horario que les demande su trabajo) ni se les pide que lleguen a hacer la comida después de una junta agotadora. Basta con que ellos cumplan con su papel de proveedores. Pero si además de esto alguno tiene la buena costumbre de narrarle cuentos a sus hijos o de lavar trastes, el mundo entero lo cataloga como el marido modelo. Tristemente, a las mujeres no nos ocurre lo mismo. Nuestro empleo fuera de casa siempre es nuestro segundo trabajo. No sustituimos uno con el otro, sino que asumimos ambos y duplicamos nuestras responsabilidades. Por eso es importante que aceptemos la situación y nos adaptemos a ella. De otra manera, nos pasaremos la vida quejándonos de que nadie nos comprende ni nos considera. Cada vez que me siento cansada pienso que así como he duplicado mis obligaciones, también he duplicado mis satisfacciones y mi capacidad. Eso me da fuerzas para seguir adelante. Nunca me he sentido heroína, pero me enorgucelle saber que mi esfuerzo y el de tantas otras mujeres en el mundo sostienen fuertemente a las familias y, por tanto, a la sociedad.
7. Establece rutinas de convivencia
Si tienes la costumbre de comer o cenar en familia, de leerles un cuento a los niños antes de dormir, de ver con ellos un programa de televisión o de dedicarles todas las mañanas de los sábados, procura que esas actividades se vuelvan sagradas e impostergables para todos los miembros de tu familia. No las suspendas ni a causa del cansancio ni por el grado de estrés al que estés sometida. Recuerda que para una madre que trabaja, esos momentos significan "dosis concentradas" de labor maternal.
Marta, por ejemplo, acostumbra ir a tomar un helado con su hija de 12 años los primeros martes de cada mes. Cada vez van a una nevería diferente y conocen a la perfección los sabores especiales de cada lugar. Para ellas esta cita es inaplazable y la disfrutan plenamente. Ese es el único momento en el que comparten sus inquietudes, sus deseos y sus planes y en el que conversan sobre todo lo que les sucede a lo largo de treinta días. Marta no sólo aprovecha la oportunidad para compensar el tiempo que no puede pasar con su hija, sino que para ella misma esa cita significa un descanso y un verdadero placer.
Cada quien sabe qué rutinas puede establecer sin agobiarse o sin terminar por suspenderlas. Ten presente que es mejor planear un solo momento de convivencia a la semana y llevarlo a cabo, que proponer muchas citas y faltar a ellas. Nunca le prometas a tus hijos algo que no puedas cumplir. Si lo haces, sólo los desilusionarás y reforzarás en ellos la sensación de abandono. Si quieres conjugar con éxito tus dos facetas, dales a tus hijos tiempo de calidad.
Las madres tradicionales acostumbran "barrerles" el camino de la vida a sus hijos para evitarles sufrimientos. Y lo único que logran es hacerlos dependientes.
"NADIE PUEDE SUSTITUIRME"
Si bien es cierto que como madre tienes funciones en las que eres irremplazable, tales como educar, formar, infundir valores y dar amor; también es real que hay responsabilidades que sí puedes delegar o compartir con otra persona (como llevar a los niños al colegio, prepararles la comida o cuidarlos durante un tiempo razonable). Lo importante es que tengas clara esta diferencia y que sepas en qué momentos debes actuar y en cuáles no. Por ejemplo, si tu niño tiene problemas en la escuela, es básico que tú vayas a hablar con sus maestros y tomes las decisiones necesarias para resolver la situación. No esperes que la persona que se encarga de cuidar al niño lo haga, ésa es tu responsabilidad. En este caso, sólo tú y tu marido tienen autoridad para actuar.
Si dejas a tu niño al cuidado de otra persona, debes estar consciente de que ella va a manejar la disciplina de la forma en la que la entienda. Mientras sus conceptos no vayan en contra de los principios y valores que tú quieres que él aprenda, no tienes por qué preocuparte.
VENTAJAS Y DESVENTAJAS DE LAS MAMAS QUE TRABAJAN
Si bien es cierto que algunos niños están acostumbrados a que sus madres trabajen, todos hacen comparaciones y se forman una opinión sobre las ventajas y desventajas que esto trae consigo.
Desventajas
• Pasan muy poco tiempo con sus hijos.
• Llevan a la casa los problemas del trabajo y a veces se ponen de muy mal humor.
• Se cansan pronto y no quieren hacer cosas divertidas.
• No van a las reuniones a las que van las otras mamás.
• No participan tanto en los eventos de la escuela.
• Casi no se enteran de los pequeños detalles cotidianos que les ocurren a sus pequeños.
• No siempre están disponibles cuando sus hijos las necesitan.
• Los dejan con otras personas.
Ventajas
• Saben y hacen más cosas que las otras mamás.
• Son importantes por el trabajo que realizan.
• Le compran cosas bonitas a sus hijos con el dinero que ganan.
• Le dan un buen ejemplo a sus pequeños.
• Disfrutan más el tiempo libre o las vacaciones.
• Hacen que sus hijos sean independientes.
• No están observando a sus niños todo el día.
• Aprovechan al máximo el tiempo que les dedican.
Encerrarse entre cuatro paredes no garantiza una buena maternidad. Hay muchas mujeres que descuidan a sus hijos aun estando dentro de su propia casa.
NO CEDAS AL CHANTAJE
A pesar de que vivimos en una sociedad moderna, que supuestamente se ha liberado de prejuicios, las madres que trabajan no sólo sufren el chantaje de abandono de sus hijos, sino que siempre son criticadas por alguien. Puede tratarse de sus mamás, de sus vecinas o de sus suegras. De cualquier forma, nunca falta alguna persona que comente sobre ellas: "Mira que madre tan desnaturalizada, se va a trabajar y se olvida de sus niños". Esto hace que estas mujeres se sientan culpables y traten de compensar con regalos innecesarios el tiempo que no le dedican a sus hijos. Después, cuando estos niños consentidos crecen, se convierten en jóvenes caprichosos e inestables y todo mundo culpa a sus madres, por haberlos abandonado de pequeños. En realidad, si encargas a tus hijos con alguien de absoluta confianza y cumples con todas tus obligaciones de madre, no tienes por qué sentirte culpable. Tu ausencia obligará a tus pequeños a resolver solos sus problemas y a ser independientes.
FOTOS: TONY STONE IMAGES
Fuente: Revista BUENHOGAR, Mayo 1998