UNA VOZ HABLA DESDE SUBVIETNAM
Publicado en
mayo 25, 2014
El director de un diario de Saigón da aquí su propia versión de la ofensiva desatada por los comunistas durante el Tet y lo que significó para el pueblo.
Por Nghiem Xuan Thien (condensado del "Emporia Gazette").
HABIA llegado la temporada del Tet, considerado por los vietnamitas como un festival sagrado, durante el cual, por tradición, debe evitarse toda palabra desagradable y todos han de manifestar solamente bondad y amor. En Vietnam el Tet es tan importante como la Navidad para el Mundo Occidental.
Aquel día 30 de enero de 1968 todos los vietnamitas, jóvenes y viejos, pobres y ricos, celebraban por todas partes, bulliciosa y jubilosamente, la iniciación del Año del Mono. Los comunistas habían anunciado una tregua que se prolongaría durante una semana. Los mercados rebosaban de productos.
Y entonces, en la madrugada del día 31, los comunistas atacaron. El mundo entero está ya informado de las acometidas de que fueron objeto 41 ciudades en todo Sudvietnam por obra de las tropas norvietnamitas y los guerrilleros locales. Pero lo que el mundo ignora es lo que se refiere a la muerte y la destrucción causadas por los rojos.
En la Sala de Información situada en la calle Tu Do, en el centro de Saigón, se ha instalado una exposición, documentado testimonio de las atrocidades de los comunistas durante el Tet. Los pueblos de todo el mundo deberían contemplar estas fotografías de hogares arrasados por el fuego, de cuerpos mutilados, de niños asesinados con las manos atadas a la espalda.
La lista de aquellas atrocidades es larga:
• En Hue, los comunistas alinearon a 200 civiles, los fusilaron y luego los sepultaron en fosas comunes.
• En Saigón, los comunistas pasaron a cuchillo a toda la familia de un oficial del ejército sudvietnamita: su esposa y seis hijos.
• En Ving Long, a 110 kilómetros al sudoeste de Saigón, los comunistas dieron muerte a un anciano de 80 años por no haberse dado prisa a abrirles su casa.
• En la misma provincia los comunistas hicieron enloquecer a una mujer al impedirle que corriera a salvar a su hijito de dos años cuando prendieron fuego a su casa.
• En Cholón (sección china de Saigón) los comunistas mataron a balazos a muchos jóvenes vietnamitas de origen chino por trabajar como empleados gubernamentales.
Los "intelectuales y la gente progresista" del mundo libre organizan tumultuarias manifestaciones callejeras cuando en Norvietnam mueren algunos civiles como consecuencia de un ataque aéreo; sin embargo, guardan absoluto silencio cuando se trata de crímenes cometidos por los comunistas.
Millares de personas inocentes muertas o dejadas sin hogar por la agresión comunista: tal es la heroica obra del Frente de Liberación Nacional, que pretende ser el defensor de la libertad y la felicidad del pueblo vietnamita.
El gobierno norvietnamita y el Frente de Liberación Nacional también aseguran invariablemente que cuentan con el apoyo popular de Sudvietnam. El fracaso que sufrieron sus recientes ataques demuestra lo contrario. Salvo unos cuantos estudiantes de Hue, nadie se unió a los comunistas, ni siquiera en las sombrías horas en que estos dominaron ciertas partes de nuestras ciudades. Ni un solo soldado del ejército sudvietnamita, ningún empleado gubernamental, desertó para pasarse a los rojos. Lo cierto es que los ataques de los rojos obraron un efecto contrario. Las poblaciones urbanas han visto ya a los comunistas en acción, entregados al asesinato y a la destrucción. Ahora nuestro pueblo sudvietnamita comprende mejor los fines que persigue el comunismo. En vez de habérselo ganado para su Causa, como habrán esperado hacerlo, los comunistas lo hicieron sentirse más ligado a su propio gobierno. Muchos vietnamitas se sintieron profundamente afligidos ante tan grande y salvaje destrucción, y suplicaban:
—¡Dadnos rifles y cartuchos!
Es la única respuesta que se puede dar a los asesinos comunistas.
Para acelerar la obra de reconstrucción y procurar a las víctimas alimentos y medicinas, se está recibiendo ayuda procedente de todos los rincones del mundo libre, parte enviada por los gobiernos, parte por particulares. Tal auxilio, procedente de más de 30 países, es algo que nosotros los vietnamitas no olvidaremos jamás, como tampoco olvidaremos nunca las manos comunistas, ensangrentadas durante el sagrado festival del Tet.