UNA PAREJA POP: BORGES Y BIOY CINEASTAS
Publicado en
abril 06, 2014
Por Sandra Guijarro Vilela.
"Hace muchos años que Hollywood (a semejanza de los trágicos griegos) se atiene a diez o doce argumentos."
Borges
"La hipótesis de que las imágenes tendrán alma parece confirmada por los efectos de mi máquina sobre las personas, los animales y los vegetales emisores."
La Invención de Moret. Bioy Casares
¿Qué hacía un escritor ciego como Borges escribiendo guiones de cine? Borges amó profundamente el cine y lo llamaba siempre por su primer nombre: cinematógrafo. Vio películas de Eisenstein, Chaplin, Keaton, Von Sternberg, Vidor, Lubitch; archivó multitud de imágenes que fueron esfumándose en un flou hasta desaparecer en el fondo azul de su mirada.
En el año 1932, en el barrio bonaerense San Isidro, hubo un almuerzo en la casa de Victoria Ocampo, fundadora de la revista Sur. Allí coincidieron un hombre pálido, tímido y algo pasado de peso, Jorge Luis Borges, y un muchacho de 18 años, estanciero y bien parecido, llamado Adolfo Bioy Casares. Iniciaron entonces la primera de sus conversaciones circulares. "Victoria, que era muy mandona, muy maestra mandona, dijo: -¿Quieren dejarse de hablar entre ustedes y atender a fulano de tal?".
"Borges se sintió ofuscado. Tenía mala vista y tropezó con la lámpara tirándola al suelo. Ese incidente nos hizo sentir una cierta complicidad...", dice Bioy. Este fue el prólogo de una amistad en la que compartirían, entre múltiples afinidades, la pasión por el cine.
B & B comían juntos todos los días y asistieron al cine muchas veces. "El cine era un hábito para el joven Borges, un accesible repertorio de referencias tan visitado como la Encyclopedia Britannica o la no impresa realidad", ha dicho Cozarinsky en su libro Borges y el cine. Borges sentía predilección por Josef von Sternberg: "Yo creo que es el director más grande que ha habido". Y en 1967 decía en una entrevista: "Cuando vi los primeros filmes de gánsters de von Sternberg, si había en ellos cualquier cosa épica -como gángsters de Chicago muriendo valientemente- bueno, sentía que mis ojos se llenaban de lágrimas".
Por su lado, Bioy acepta que "...el cine me ha acompañado a lo largo de mi vida. Mis recuerdos más íntimos están combinados con recuerdos de películas. Pero no sé en qué medida ha influido en mis narraciones."
B & B escribieron juntos varios filmes que eran "invariablemente rechazados", según propia confesión de Borges a su secretario Alfano. Dos de ellos, Los orilleros y El paraíso de los creyentes, se publicaron más tarde. En Los orilleros, los diálogos de "guapos" se llevan sin dificultad. "Hace bien en cuidar a su hermanito. Total, animales no faltan en ese barrio", dice un personaje. Borges y Bioy sabían que el modo lingüístico de lo popular -finura y brutalidad de la cultura orillera- no estaba en la textualidad sino en la cadencia de las palabras. "En cuanto al lenguaje, hemos procurado sugerir lo popular, menos por el vocabulario que por el tono y la sintaxis", explican en el prólogo.
BIOY CASARES
Muchos escritores sienten que la literatura en colaboración es imposible. El mismo Borges no creía en ella cuando Bioy lo invitó a crear en conjunto. Pero luego de muchos años manifestaba que las mejores colaboraciones literarias fueron con Bioy Casares. La mayoría de éstas nacieron en casa de Bioy. Se encerraban en su estudio y a los invitados les llegaban como ráfagas las carcajadas de Borges, "celebrando a sus personajes porque él y Bioy iban componiéndolos con los tics y gestos de amigos, fácilmente reconocibles", cuenta Estela Canto en Borges a contraluz. Bioy dice que la risa de Borges era "un aullido".
Las colaboraciones se firmaban con el nombre de Bustos Domecq, apellidos de los bisabuelos de Borges y Bioy. Y bajo este seudónimo se publicaron los mejores relatos del fantástico tándem literario. Bioy recuerda en una entrevista de 1990 que, una vez dispuestos a trabajar, "Borges suele anunciarme que trae noticias de tal o cual personaje. Como si los hubiera visto, como si viviera con ellos...".
Bustos Domecq desapareció más tarde por propia decisión de sus creadores. "Suspendimos -dice Bioy- porque sentíamos qué nos estaba devorando esa especie de autor que habíamos creado entre los dos. Bustos Domecq se había convertido en algo similar a un Rabelais, autor que no nos gustaba, que era un bromista insoportable y no respondía a nuestros deseos".
También firmaron algunos relatos con otro seudónimo: B. Suárez Lynch. Pero quizá la colaboración más inverosímil fue la primera. Poco tiempo después de conocerse, Bioy consiguió un trabajo fácil y de buena paga. No dudó en llamar a su amigo Borges para compartirlo. Se debía escribir un folleto explicativo del yogurth, que se consumía por tradición en Bulgaria, y que probablemente era la causa de la longevidad de los remotos búlgaros. Bioy recuerda el resultado: "Borges y yo corregimos, exageramos y aumentamos la bibliografía que nos habían dado, hasta el punto tal que aquella gente se escandalizó. Citábamos, incluso, el caso de una familia búlgara cuya hija más joven tenía 90 años. Trabajamos muy bien. Borges tenía ese tacto secreto para hacerme sentir como si yo fuera su par".
UN WESTERN
Borges amó el cine porque en él encontró lo que la poesía había olvidado y que era su verdadera raíz: la épica. En 1967 decía en The París Review: "creo que lo épico nos ha sido conservado, bastante curiosamente, por los westerns". "En este siglo (...) el mundo ha podido conservar la tradición épica nada menos que gracias a Hollywood."
Borges escribió crítica de cine de 1931 a 1944, en la revista Sur. Sobre la escuela soviética destacó que su único logro fue la "interrupción de un régimen californiano continuo". Y de los franceses decía irónicamente "...su mero afán hasta ahora es el de no parecer norteamericanos, riesgo que no corren". Del cine bufo dijo: "Los filmes de Buster Keaton han sido muy superiores a los de Chaplin. Sé que es una herejía decir esto pero me mantengo en esta opinión". Sabía que el Agente 007 tiene un fondo humorístico, pero "lo que encuentro mal en Bond y sus congéneres es que el tipo de espía sea representado como admirable. Yo creo que es una cosa horrible ser espía."
Y sobre algunos filmes argentinos, Borges era tajante: "Idolatrar un adefesio porque es autóctono dormir por la patria, agradecer el tedio cuando es de elaboración nacional, me parece absurdo". En una ocasión un periodista le pidió que hiciera declaraciones nacionalistas para ayudar a los argentinos en el caso de las Malvinas. "Bueno, creo que una actitud así de mi parte sería tomada como una extravagancia -se disculpa Borges. A la gente le resultaría tan raro como si yo manifestara que soy musulmán o chino. Nadie me creería".
El mismo Borges protagonizó dos filmes sobre su vida. Uno en 1955 Borges a secas, y el otro en 1972, Los paseos de Borges.
¿SON TAN TACITURNOS LOS ACTORES?
La pregunta por la ceguera de Borges persiste. Borges asistió al cine muchas veces del brazo de María Kodama. Entonces percibía solo el color amarillo. En una entrevista publicada en 1986 decía: "...he visto últimamente filmes admirables. Bueno..., ver es una metáfora en mi caso. Por ejemplo, yo conocía la novela El desierto de los tártaros, admirable filme italiano, y días pasados vi Pasaje a la India, de Forster, y yo había visto antes Lawrence de Arabia y Psicosis. Desde entonces he ido poco al cinematógrafo. Desde luego ahora es tan importante la imagen, son tan taciturnos los actores, hay tantas cosas que se ven que no puedo ver..."
UN ESTRELLATO COMPARTIDO
Borges y Bioy compartían un sinfín de gustos. En sus entrevistas coincidían en sus escritores preferidos: Stevenson, Conrad, Poe, Carlyle y, claro, Wells. Aborrecían los espejos y ejercían con finura el arte de la ironía. La fama de Borges ascendió hasta ser el más universal de los argentinos. Y Bioy, lentamente, ha recibido los mismos premios que su amigo (Premio Nacional de Literatura, Premio Cervantes, entre los más importantes). Es probable que tampoco Bioy reciba el Nobel.
De La Invención de Morel, la célebre novela de Bioy, Borges escribió: "He discutido con su autor los pormenores de su trama, la he releído; no me parece una imprecisión o una hipérbole calificarla de perfecta." El año pasado en Marienbad, filme de Alain Resnais, considerado como una de las historias más sofisticadas jamás llevadas al cine, tiene similitudes con la novela de Bioy.
El mundo fantástico de Borges y Bioy es citado continuamente en revistas especializadas de cine. Cozarinzki ha señalado un sinfín de nexos entre películas de directores franceses con el mundo borgiano. En el cortometraje de Alain Resnais Toda la memoria del mundo, "la presencia de Borges -dice Cozarinzky- impregna todo el filme."
De su cuento La intrusa se hicieron varias adaptaciones. Una bastante libre con música de Piazzola de la que Borges dijo: "es un disparate". El filme sugiere que los dos hermanos son homosexuales, algo que Borges desmintió enérgicamente. En cambio, con la adaptación del Hombre de la esquina rosada, dirigida en 1962 por René Mugica, el escritor se sintió satisfecho, al punto de decir que el filme había superado al relato literario.