Publicado en
abril 20, 2014
ESTUDIANTINA
CUANDO está por terminar el año lectivo, los fondos de los alumnos van escaseando y a menudo esto se refleja en las páginas de las publicaciones estudiantiles. Los lectores del periódico de la Universidad del Estado de Ohio, por ejemplo, vieron el siguiente aviso: "Vendo automóvil modelo 1952, entero o por piezas".
— AP
EN NUESTRA clase de sicología el catedrático explicaba la manera de llegar a ciertos datos estadísticos mediante una serie de pruebas. Nos daba una ilustración determinada: colocaba una rata macho en un laberinto, con comida a un extremo y una hembra al otro, en repetidas pruebas buscó más a menudo el alimento que la compañía. La conclusión era que el impulso del hambre es más dominante que el sexual. El resultado nos causó grande impresión, tanto más cuando que el profesor hizo notar que la comida del roedor se le cambiaba periódicamente para evitar que en la prueba influyese cualquier predilección que la rata pudiera tener por algún bocado en particular. No fue posible continuar elaborando sobre el tema, sin embargo, porque una voz al fondo del salón preguntó: "Profesor, ¿no se le ocurrió a usted cambiar alguna vez la rata hembra?"
— N.M.P.
CIERTA estudiante se presentó a examen sin estar preparada y logró salir de él en término de una hora. Interrogada sobre el caso explicó que la prueba sólo consistía en señalar las diez maneras más eficaces de combatir el comunismo. "No pude recordar nada de lo dicho en nuestro libro de texto", dijo la muchacha, "así que me limité en citar los Diez Mandamientos". ¡Salió con calificación de sobresaliente en la materia!
—J.B.Q.
DESEABA yo que mi hija se matriculase en la universidad que lleva el nombre de William and Mary (Guillermo y María) pero ella, después de visitarla, se opuso tenazmente. Su razón era que "había allí demasiadas Marías y muy pocos Guillermos".
—Sra. C.A.M.
CHARLAS Y PARLAS
LA EDUCACIÓN de los adultos no cesará mientras en las escuelas se siga dando a los niños tareas que hacer en casa.
— General Features Corp.
Pinceladas. Una vieja cerca parece avanzar tambaleándose al lado del camino. (F.F.)... Los pajarillos van como flechazos de árbol en árbol. (T.C.)... El tren vespertino cruza el valle sollozando. (E.B.S.)
Oído al vuelo. Decía una chica: "Una no se puede fiar de los hombres: a veces son tan lerdos que te dan ganas de gritar... y otras, tan vivos que tienes que hacerlo". (C.B.)
Letreros. En un bar: "El cantinero se reserva el derecho de no prestar atención a las cuitas del cliente". (F.F.)... En una casa del barrio de Greenwich Village, en Nueva York: "Se dan lecciones de inconformidad". (C.A.)
Mención honorífica. La mayoría aspiramos a que se nos reconozca individualmente por nosotros mismos. Pero en el curso de la vida con demasiada frecuencia se nos designa como "el hijo de Juan", luego "el marido de Sara" y después "el papá de Juanito". Con todo, el golpe más rudo que a este respecto he recibido me lo propinaron el otro día en el consultorio del veterinario, cuando fui a pagarle por haber atendido a nuestro perro. Al dar mi nombre, la secretaria exclamó: "Ah, sí... El dueño de Rey".
—A.B.C.
CORREO-DRAMAS
UN EMPLEADO de correos ayudaba a una señora de edad a llenar un formulario, pues la dama se iba de vacaciones para varios meses y quería que le reexpidieran la correspondencia. Todo fue muy bien hasta llegar al cuadro en que se indicaba la clase de correspondencia que se le debía reexpedir.
La señora pensaba en ello mientras el empleado esperaba y crecía la fila de personas que aguardaban impacientes ante la ventanilla. Al fin resolvió: "Mándeme todo lo que parezca tener interés".
— K.K.
HABÍAMOS invitado a unos amigos de otra población a visitarnos en nuestra finca de recreo en las montañas, cercana a una aldea cuyo administrador de correos es al mismo tiempo propietario de la única tienda de víveres. A éste le escribimos pidiéndole que el viernes nos llevara a la cabaña tales y cuales comestibles.
Cuando llegamos, nada nos habían enviado, así que fuimos al pueblo a reclamarle al tendero-administrador de correos. "Cuando lean ustedes la tarjeta postal que hallarán en el buzón", nos explicó, "verán que sus invitados no vienen, así que no necesitarán tantos víveres".
— R.G.
DESPUÉS de haber asistido a la ejecución de una obra moderna por la Sociedad de Amigos de la Música, en Nueva York, una señora de cierta edad comentó: "No me pareció que eso fuera obra de un amigo de la música".
— Nicolás Slonimsky, en Etude
¿LO QUIERE USTED EN RUBLOS?
RAMÓN CASTILLO, de la República Dominicana, se echa algunos rublos en el bolsillo para convencer de que en realidad no desean ser comunistas a muchos que así lo creen.
"Supongamos", dice, "que alguien se me presenta y se lamenta de estar en la miseria. El buen señor culpa al sistema capitalista y asegura que viviría mejor con el comunismo. Yo me muestro apiadado y me llevo la mano al bolsillo en busca de algunas monedas. Le pregunto si las quiere en pesos, en dólares o en rublos".
"Como él me dirá que prefiere la moneda norteamericana, entonces le hago ver que, si así demuestra la confianza que le merecen los rublos soviéticos, no está aún en condiciones de abrazar el comunismo; que piensa con el estómago en vez de pensar con la cabeza. Mi hombre no deja nunca de comprender lo que quiero decir".
— Ted Morello, en el World-Telegram and The Sun, de Nueva York
SITUACION ECONOMICA
"CUANDO era niña", escribe Ella Nesbitt en el diario Irish Times, "vivía temerosa de que, si pensaba algo groseramente distinto de lo que estaba diciendo, me saliese de la boca un gran globo en el que apareciera mi indecible pensamiento en gruesas letras de molde. Tal temor estaba basado en mi clandestina lectura de las historietas cómicas".
— The Irish Digest
SÓLO uno en cada millón entiende la situación internacional. Lo raro es que nos lo encontremos a cada paso.
— Commerce
MOVIMIENTO FEMINISTA
NAPOLEÓN BONAPARTE le dijo a Madame de Staél que a las mujeres no les correspondía inmiscuirse en la política, y aquélla replicó: "En un país donde se han decapitado mujeres es muy natural que las demás pregunten: ¿Por qué?"
— Fritz Hocke
ALGUIEN preguntó a la señora Eleanor Roosevelt: "¿Qué han hecho las mujeres con el voto?" a lo que ella respondió en seguida: "¿Por qué no hacen a los hombres la misma pregunta?"
— Richard Harrity y Ralph Martin, en Eleanor Roosevelt, Her Life in Pictures (Editores: Duell, Sloan and Pearce)
VIDA DEL DEPORTISTA
CIERTO cazador estuvo en un hotel y, con la ayuda de un perro llamado Vendedor, cobró una gran cantidad de piezas. Al año siguiente volvió al mismo albergue y pidió que le prestaran de nuevo a Vendedor.
—Ese maldito galgo ya no sirve para nada —dijo el entrenador.
—¿Qué le pasa? —preguntó el cazador—: ¿Está herido?
—Nada de eso; algún loco que vino aquí lo estuvo llamando Director toda la semana... y ahora lo único que sabe hacer es quedarse sentado y ladrar.
— M.M.
EL 20 de julio de 1963 un grupo de destacados capitanes de industria norteamericanos estaba pescando en compañía de un indio en el Canadá. Al caer la tarde de aquel día caluroso el guía echó un vistazo al cielo y dijo: "Mmm... está oscureciendo... parece que va a llover... pónganse los impermeables". Los "grandes cerebros" obedecieron ciegamente, y se calaron las gabardinas... ¡para pasar sudando todo el tiempo que duró el eclipse!
— Sra. L.O.
CARICATURAS
EN UNA empresa de tabacos el director recomienda al agente de publicidad que redacte el anuncio así: "Con nuestros cigarrillos es más fácil dejar el vicio".
— Angelo
EL EMPLEADO de una estación de servicio a la señora que viene conduciendo un coche con un guardabarros abollado: "No sé si debo venderle gasolina... me parece que este coche ha tomado ya más de la cuenta, señora".
—B.B.
EL PROFESOR de violín a un alumno de corta edad que toca el instrumento de mala gana: "Mira, Osvaldo, cuanto más estudies, más músculos te saldrán en el brazo para jugar a la pelota".
— Lichty
UNA VENDEDORA, a la cliente que se está probando un vestido muy escotado: "También trae esta chaquetilla, por si se arrepiente a última hora".
— Shirvanian
CIERTA SEÑORA, al consejero de problemas conyugales: "Ya no puedo más: mi marido me cuenta absolutamente todo lo que pasa en la oficina".
—J.T.
ANTE el altar y con rizadores en el pelo, comenta una novia: "Quiero estar bien para la recepción".
—R.D.
EL ARQUITECTO de un templo ultramoderno, al sacerdote: "¿Sabe usted lo que sería un bonito detalle? Bancos con respaldo ajustable".
—R.D.
¡AL FIN!
EN EL libro Presidentes que me han conocido cuenta George Allen que una vez cenaba en casa de un amigo que tenía un invitado venido de Inglaterra. "Al caer la noche, el inglés quedó maravillado con el espectáculo de luces centelleantes que dieron las luciérnagas, y preguntó si no sería posible aclimatar algunos de estos insectos en el condado de Surrey donde vivía. Como ninguno de los invitados conocía los requisitos de aquel coleóptero, le indicaron que se dirigiera a la Secretaría de Agricultura. Al día siguiente, tras una larga busca a través de interminables corredores, el inglés se encontró en el despacho del perito en luciérnagas de la Secretaría, quien durante dos horas lo entretuvo con una disertación sobre los hábitos del fosforescente insecto. Terminada la conferencia, el visitante le dio las más efusivas gracias por la instrucción recibida.
"Al contrario", repuso el experto; "soy yo quien debe agradecer su interés. Desde hace 35 años que estoy aquí estudiando las luciérnagas, esta es la primera vez que alguien me pregunta algo acerca de ellas".
— Editores. Simon & Schuster
Todos sabemos distinguir entre el bien y el mal. Lo que nos hace falta es saber diferenciar entre la oportunidad y la tentación.
— I.B., en The Wall Street Journal
¡BIS, BIS!
EL HUMORISTA inglés A. P. Herbert pronunciaba un discurso y, cuando iba a contar un chiste, advirtió: "Si lo han oído antes, no me interrumpan. No hay ninguna razón que impida saborear un buen chiste más de una vez. Piensen qué poca música buena disfrutaríamos hoy si, por ejemplo, los directores de orquesta, se negaran a tocar la Quinta Sinfonía de Beethoven porque el auditorio ya la hubiese oído".
LA DULCE VIDA DEL CAMPO
CIERTO muchacho de la ciudad pasaba por primera vez una noche en el campo. Mucho más temprano de lo que era su costumbre lo despertó la actividad matinal del lugar. No bien despabilado aún, observó: "Aquí no tarda uno mucho en pasar la noche, ¿verdad?"
— O.W.F.
Mi HIJO de cuatro años pasaba una tarde en la granja del abuelo, e instó a éste a que lo llevara en el tractor mientras araba los campos. Después de varias horas al sol volvieron a casa en busca de un trago de agua.
—¿Qué hacéis en el campo? —preguntó la abuela al chiquillo.
—No lo sé bien —repuso el muchacho—; no sé si estamos sacando o poniendo tierra, pero lo que sí es seguro es que la estamos haciendo más ancha.
— H.H.B.