PARA SOBREVIVIR CON LIBERTAD
Publicado en
abril 20, 2014
Por Mrs. Oswald Lord (Ex-representante de los EE.UU. ante la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas; miembro del Consejo de la Feria Mundial de Nueva York; miembro del Concilio Atlántico de los EE.UU.).
EN UNO de nuestros viajes al África, mi marido y yo andábamos por la polvorienta callejuela de una aldea. Luego de cargar su cámara, él dejó caer al suelo la hoja con instrucciones que acompañaba la película. Al punto varias personas lucharon para apoderarse de aquélla. "Tal es su afán de leer que recogen cualquier impreso", alguien nos dijo.
Dondequiera he visto hombres, mujeres, ancianos, y hasta niños apenas en edad escolar, aguardar horas en las bibliotecas por el privilegio de leer libros tan estropeados que se deshacen solos.
Al evocar esas escenas tan emocionante como sugestivas, he llegado a la conclusión de que, para sobresalir en este mundo, los libros son tan necesarios como la economía y la industria. Una nación puede subsistir sin maquinaria pesada, pero no gozará de verdadera libertad sin libros, pues éstos no sólo contienen los conocimientos acumulados por la humanidad, sino que también registran fielmente todo esfuerzo humano, lección inestimable para las sociedades nuevas.
Al regresar de mis viajes, envío libros a las aldeas que he visitado. A menudo elijo los libros condensados de la Biblioteca de Selecciones. Me aficioné a éstos durante los ocho años que trabajé en las Naciones Unidas, pues entonces sólo tenía tiempo de leer una pequeña parte de lo que hubiera deseado conocer. Llegué a confiar en ellos para enterarme de muchas cosas que, según las reseñas bibliográficas, me agradaría leer. Y todavía hoy gozo en cada volumen la equilibrada selección de obras de gran éxito. En esta forma me familiarizo con los libros importantes que todo el mundo lee, y al mismo tiempo hago hallazgos que de otro modo perdería.
Debido a estas cualidades los libros de la Biblioteca de Selecciones son presentes ideales para mis amigos extranjeros. Mas el afán de buena lectura no se limita a las naciones en vías de desarrollo, como lo prueba el mito de los libros condensados en casi cien naciones. Estos volúmenes constituyen un excelente recuerdo para nuestros amigos de cualquier parte del mundo.