Publicado en
abril 27, 2014
Los métodos naturales para mantener frescos los alimentos son más ecológicos.
Por Mariano Bueno.
Acosturnbrados como estamos a echar mano del frigorífico y del congelador, apenas conocemos las múltiples opciones de conservar frescas -de manera natural y ecológica-, durante días, semanas o meses, las hortalizas cultivadas en el huerto. La estacionalidad de muchos cultivos hortícolas no permite disponer durante todo el año de determinadas verduras y hortalizas frescas. Por otra parte, es frecuente que, en un momento dado, dispongamos de una abundante cosecha o producción que no podemos consumir en breve y que deseamos guardar para ir consumiendo poco a poco.
Las diferentes posibilidades de conservación de los excedentes de cultivos mediante conservas, deshidratación o congelado pueden permitirnos una buena gestión de tomates, pimientos, berenjenas, judías tiernas o guisantes, acelgas, pencas de cardo o espinacas.
Pero todos los métodos de conservación -ya sea mediante conservas o congelación- requieren un determinado consumo de energía para su elaboración (esterilización al baño maría) o mantenimiento (frigorífico o congelador). Así pues, si nos planteamos ser coherentes con la gestión de los recursos energéricos y, al mismo tiempo, no queremos limitarnos a consumir sólo los productos de temporada, deberemos buscar alternativas eficaces, simples, naturales y ecologistas para conservar frescas y en buen estado las hortalizas mas habimales en el huerto: zanahorias, patatas, tomates, coles, cebollas, nabos, remolachas rojas o puerros.
OPCIONES PARA LA CONSERVACION
Los tres medios más habituales de conservación natural de las cosechas son el colgado, el guardado entre paja o arena y el enterrado.
COLGADO. El tradicional colgado de melones o tomates en cobertizos o en lugares frescos y bien ventilados permite que, a pesar de cosecharse en julio o agosto, se puedan consumir frescos y sin que se estropeen hasta enero o febrero. Los tomates de colgar son variedades específicas -pequeños y de piel resistente a la deshidratación- que se cultivan restringiendo los riegos y los abonos nitrogenados. Su cultivo es muy popular en Cataluña, islas Baleares y también en la Comunidad Valenciana, ya que permite seguir disfrutando del tradicional pan con tomate en los meses de otoño e invierno, en los que las tomateras no aguantan los intensos fríos.
CUBRIR CON FIBRAS DE COCO O TURBA. La técnica de conservación de hortalizas frescas colocándolas en cajas en capas superpuestas y cubiertas de paja, arena o turba permite conservar durante meses zanahorias, patatas, remolachas rojas. nabos e incluso coles de repollo. Hoy en día, es fácil conseguir turba de fibras de coco, una de las mejores soluciones para guardar frescas y lozanas la mayoría de hortalizas de raíz, sobre todo las patatas, ya que mantiene una oscuridad absoluta, que retrasa el germinado de los tubérculos al tiempo que se mantienen niveles de humedad y aireación óptimos para que no se marchiten ni estropeen.
ENTERRADO. El enterrado en hoyos en un rincón del huerto es otra técnica que permite mantener las hortalizas en condiciones de frescor y niveles de humedad relativa óptimos para una larga conservación. Resulta ideal para zanahorias, remolachas, nabos, chirivías, puerros e incluso patatas o coles, dado que bajo tierra se suele mantener una temperatura constante de unos 14°C.
Una opción que facilita las operaciones de enterrado y conservación consiste en reciclar el tambor de acero inoxidable de una vieja lavadora superautomática y enterrarlo en un hoyo, dejando la abertura en la parte de arriba. Colocamos en su interior las hortalizas que deseemos conservar en capas sucesivas (cubiertas -o no- con algo de paja o fibra de coco, según se prefiera), le ponemos una tapa de madera o ladrillos y cubrimos con tina paca de paja o un acolchado de hojas o hierba de diez centímetros como mínimo. Cuando necesitemos las hortalizas guardadas, simplemente tendremos que destapar y sacar las que necesitamos y volver a cubrir bien. Así de sencillo y ecológico.