AUSTRALIA PIENSA EN GRANDE
Publicado en
abril 06, 2014
El descubrimiento de riquezas naturales en abundancia no sospechada ha dado a los australianos una nueva visión del futuro.
Por Francis y Katharine Drake.
SE LEVANTA el telón y da principio el cuento de la Cenicienta del siglo, la súbita ascensión de la pastoral Australia a una posición de fabulosa riqueza y de brillante porvenir. Durante largo tiempo hijastra de Europa, y según el concepto popular tierra de canguros y del wombat o tejón de Australia, de conejos, tenistas que compiten por la Copa Davis y de nadadores veloces, esta isla-continente acaba de descubrir que posee lo que puede ser una reserva inagotable de algunos de los recursos naturales más valiosos de la Tierra. Para explotarlos, el país, que tiene 11 millones de habitantes y una fuerza de trabajo de 4.400.- 000, va a necesitar muchos millones más de trabajadores.
ORO LIQUIDO
La primera tarea que los australianos tienen que realizar en su carrera hacia el futuro consiste en derrotar a su viejo enemigo, la sequía. Todo ser viviente, hombre, animal o planta, y cualquier nuevo proyecto fabril o minero, dependen del "oro líquido". Más que ningún otro pueblo, los australianos tienen siempre presente el problema del agua, ya que todos sus ríos combinados apenas reúnen la mitad del caudal del Misisipí; y aun cuando es cierto que sobre una buena parte del territorio caen lluvias abundantes, más del 92 por ciento de esta agua corre hacia el mar sin poder ser utilizada, o se evapora. Para remediar este desperdicio los australianos han acometido empresas gigantescas.
Entre las dos ciudades principales, Sydney y Melbourne, corren las montañas Nevadas, la alta cordillera divisoria del este del país. Sobre la vertiente de la cordillera que da a la costa los vientos alisios arrojan una enorme cantidad de lluvia y nieve, que en su mayor parte vuelve otra vez al mar, mientras que en la vertiente opuesta la tierra se reseca y va a confundirse con el abrasado interior, donde millones de hectáreas, potencialmente productivas, esperan la hora de alimentar al mundo. Para convertir parte de este Sahara en verdes campiñas, el gobierno de la Mancomunidad acometió la primera de las modernas maravillas de Australia, la construcción de la presa de Eucumbene (Véase Las cinco futuras maravillas del mundo, en SELECCIONES de abril de 1963).
La zona es de más de 5000 kilómetros cuadrados. Por las faldas montañosas cubiertas de tupidos bosques de eucaliptos se han construido 1000 kilómetros de carreteras, 12 pistas de aterrizaje y una serie de ciudades. Se construirán nueve presas en la región del inmenso lago Eucumbene. Se han perforado túneles a través de las montañas para llevar el agua al interior y se han hecho las excavaciones para levantar diez centrales eléctricas a fin de suministrar electricidad a Sydney y a Melbourne. Con la venta de esta energía se pagarán las obras y se dispondrá de agua para riego, sin costo adicional.
Los millones de metros cúbicos de agua que produce ya la obra de las montañas Nevadas están restableciendo el equilibrio entre inundación y desierto; y no contentos con regar las tierras resecas inmediatas a las montañas por el oeste, los ingenieros se proponen aprovechar la fuerza del agua varias veces seguidas: durante la noche, la energía que no utilizan Sydney ni Melbourne se empleará para volver a elevar con bombas hasta los más altos lagos el agua ya usada, de modo que durante el día pueda correr nuevamente por los generadores.
La presa Eucumbene puede acumular 6500 millones de metros cúbicos de agua (nueve veces el volumen de la bahía de Sydney), pero los esfuerzos de la Mancomunidad no se detienen ahí : el proyectado embalse de Chowilla tendrá capacidad para 5850 millones de metros cúbicos; el del río Ord, para 3700 millones de metros cúbicos, y la presa del río Burdekin, en Queensland del Norte, donde sólo se capta y utiliza un cinco por mil de la enorme precipitación pluvial del trópico, almacenará casi 8000 millones de metros cúbicos y creará un nuevo emporio agrícola y ganadero.
Todavía es más ambicioso el proyecto de riego de la región del interior, que parece un horno. El interior cubre una cuenca artesiana de más de 1500 kilómetros de diámetro; perforando pozos muy profundos se encontraría agua en grandes cantidades, mas para ello se necesitan poderosas bombas y la energía es escasa. Para remediar esta escasez, los australianos han apelado a la energía nuclear. Hoy funcionan ya reactores de prueba con combustible atómico importado de Inglaterra, pero los planes de ampliación han llevado a los australianos a buscar fuentes de aprovisionamiento dentro del país.
COMBUSTIBLE PARA EL FUTURO
El primer descubrimiento importante de uranio se hizo en 1949 en el Territorio del Norte, en un remoto lugar conocido como Rum Jungle. Un individuo llamado J. M. White, que buscaba cobre, encontró un extraño mineral y, comparándolo con las ilustraciones que contenía un folleto oficial, lo identificó como mineral de uranio. Escribió a las autoridades de la capital, Canberra, y de allá mandaron inmediatamente peritos y máquinas excavadoras. Al cabo de poco tiempo se había edificado un pueblo minero y ya han producido varios millares de toneladas de óxido de uranio.
Un yacimiento mayor aún descubrieron en Queensland dos exploradores aficionados: el taxista Clem Walton y el maderero Norman McConachy. Avanzaban por el lecho seco de un arroyo, después de un fin de semana de inútiles exploraciones, cuando se les reventó un neumático. Mientras lo cambiaban, McConachy subió a una colina cercana para ver el terreno circundante y allí, con gran sorpresa suya, su contador Geiger giró con tal violencia que la aguja se salió del cuadrante. Acababa de descubrir la mina de uranio más grande de Australia.
Una gigantesca compañía minera angloaustraliana compró los derechos de esta mina, que ya ha producido 4000 toneladas de óxido de uranio refinado, y se calcula que el mineral descubierto hasta ahora podría llenar todas las necesidades de energía de Australia durante los próximos 40 años.
LOS ALTOS PEÑASCOS ROJOS
En 1955, Harry Evans, geólogo enviado por la compañía a buscar petróleo, encontró cerca de la bahía de Albatross, en el norte de Australia, un acantilado de brillantes peñascos rojos. Se conocían ya desde 1800, pero lo que comprobó Evans fue que el acantilado era bauxita pura, mineral del cual se extrae el aluminio. No había necesidad de excavar costosas galerías: la bauxita estaba a flor de tierra en una extensión de kilómetros y kilómetros. El estudio geológico reveló yacimientos de unos tres mil millones de toneladas: el mayor depósito que de este mineral hay en el mundo.
Observando los rojos peñascos, Evans comprendió que, para poder sacar la bauxita, su compañía tendría que realizar una tarea inmensa: se necesitarían diques, agua, electricidad, carreteras, poblaciones, un hospital, pistas de aterrizaje, un profundo canal entre los escollos y muelles lo suficientemente fuertes para resistir las grandes marejadas del golfo de Carpentaria.
En primer lugar había que proyectar un puerto, para lo cual se dragó un canal de 13 kilómetros, de manera que los barcos pudieran llevar los materiales para la construcción de los muelles. Al mismo tiempo se construyeron la población, los caminos y las presas, y se instalaron gigantescos transportadores de banda, con capacidad para cargar en 48 horas un buque de 20.000 toneladas.
En Gladston (Queensland), a 1500 kilómetros de distancia, la compañía acordó con otras empresas internacionales productoras de aluminio la construcción de la mayor beneficiadora de alúmina en el mundo, con capacidad para producir 600.000 toneladas anuales. En Tasmania, la isla situada al sur de Australia pero que forma parte integrante de ella como Estado de la Mancomunidad, se producirá el aluminio terminado, aprovechando sus amplios recursos hidroeléctricos. Ya existen en la nueva Australia los mercados que están esperando grandes cantidades de productos baratos de aluminio.
MONTAÑAS RESPLANDECIENTES
Encerrada en la soledad, detrás del gran desierto de Australia Occidental, en una región que pocos blancos se atreven a explorar, se encuentra una larga cadena de montañas, las Hamersley. En este lejano paraje se han descubierto enormes depósitos de mineral de hierro de alta calidad.
También en este caso el descubrimiento fue casi accidental Lang Hancock, ranchero de la localidad interesado en minerales, observó la presencia de mineral de hierro en muchos sectores dispersos de las montañas. En el transcurso de muchos milenios las rocas blandas habían sido erosionadas por la violencia de los monzones, hasta dejar el mineral de hierro a la vista, listo para ser recogido. Los cálculos de los mineros indican más de ocho mil millones de toneladas. Se prevén acerías, ferrocarriles, buques y exportaciones sin límite.
Entre el sueño y la realidad, sin embargo, se alzaban serios obstáculos. Hamersley está a 1050 kilómetros de Perth y la temperatura pasa con frecuencia de 49 grados centígrados a la sombra. No hay caminos ni ferrocarriles, ni ciudades ni reservas de agua. Se ha formado un consorcio de varias compañías y se va a construir un puerto en el océano Índico, a 280 kilómetros de la mina, para poder llevar por mar los elementos necesarios y exportar el mineral al Japón. Después se tenderán rieles a través de la región y se construirán presas, para retener en embalses artificiales las lluvias del monzón.
AMENAZA CONJURADA
Para obtener el petróleo que necesita, Australia ha dependido hasta ahora del Oriente Medio y de Indonesia, y si estas fuentes de abastecimiento quedaran cortadas, una gran parte del país se vería paralizada. Para conjurar esta amenaza, Australia realiza exploraciones a fin de encontrar petróleo. Una empresa australiano-norteamericana descubrió el Campo Moonie, cerca de Brisbane. En este campo, que promete ser el primero de importancia que se encuentra en el país, se están produciendo ya 5000 barriles diarios; se ha tendido un oleoducto de 300 kilómetros para llevar este producto a Brisbane, donde se consta en dos grandes refinerías. El petróleo pasará a ser, lo mismo que la energía hidroeléctrica, uno de los pilares de la economía nacional.
COLONIZACION DEL OESTE
A 3600 kilómetros de Melbourne y Sydney, y más allá de la yerma llanura de Nullarbor, queda el rico Estado de Australia Occidental, de mayor tamaño que la República Mexicana, el cual, aunque suministra el 17 por ciento de la producción de Australia, sólo está habitado por un siete por ciento de la población del país. Tiene de todo: carbón, hierro, oro, titanio, lana, ganado vacuno, trigo y pesca.
Para aprovechar cabalmente estas inmensas riquezas, Australia está unificando su caótica red ferroviaria, que actualmente está compuesta por vías de ancho diferente. Con el tiempo, una sola línea uniforme correrá hasta la costa occidental, para terminar en Perth, magnífico puerto sobre el océano Índico, al otro lado del cual están algunos de los mejores clientes de Australia: Singapur, Tailandia, la India, África, Europa y Japón.
En los alrededores de Perth se están levantando algunas de las mayores fábricas jamás construidas en el occidente del país: la acería BHP (de 45 millones de libras australianas), en Kwinana, alimentada con las ilimitadas reservas de las montañas Hamersley; la refinería, también con un costo de 45 millones de libras, de la British Petroleum, que elabora el petróleo crudo procedente del Oriente Medio y que más tarde, según se espera, se abastecerá de crudos australianos; la fundición de alúmina de Alcoa, que utiliza los grandes yacimientos de bauxita de la cercana cordillera Darling. Al sur de Perth, los inversionistas británicos están construyendo una fábrica para la conversión del rutilo en pigmentos para la industria de la pintura. Un poco más lejos, en Esperance, los norteamericanos financian un proyecto de desarrollo agropecuario en una superficie de 566.000 hectáreas, con pozos profundos, presas, riego controlado y el empleo de vestigios de ciertos minerales para enriquecer el suelo.
TIERRA DEL MAÑANA
Para explotar plenamente sus increíbles recursos, Australia necesita principalmente tres cosas:
• Técnicos. En un informe del Instituto Stanford de Investigaciones, de California, se dice que "el factor limitativo más importante del desarrollo de Australia es la relativa escasez de técnicos muy capacitados".
• Capital propio. Aunque los bancos australianos están atestados de cuentas de ahorros (2250 millones de libras australianas) y las compañías de seguros tienen cientos de millones, sólo una pequeña parte de esta riqueza se arriesga en inversiones. Los australianos han conocido auges y quiebras, depresiones y sequías, y se han tornado sumamente cautelosos; tanto que a menudo exigen a las nuevas empresas réditos elevadísimos, en general del siete al diez por ciento. Por causa de esta actitud gran parte de la riqueza que producen los recursos del país está pasando a manos de extranjeros.
• Población. Australia es uno de los países más despoblados del mundo, con 1,4 habitantes por kilómetro cuadrado, frente a la cifra de 216 en Gran Bretaña y de 296,5 en Bélgica. Para llenar sus grandes extensiones deshabitadas y atender al crecimiento económico, el gobierno ha destinado 11 millones de libras para atraer inmigrantes, y espera poder alcanzar la cifra de 150.000 por año. No existe ninguna limitación. Para ser aceptados, los inmigrantes sólo necesitan presentar certificados de buena conducta, saber leer y escribir y tener voluntad de trabajar. Australia costea el pasaje en todo lo que exceda de 10 libras por cada adulto procedente de Gran Bretaña y transporta gratis a los menores de 19 años.
También se ofrece ayuda, en materia de pasajes, para los inmigrantes procedentes de Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, España, Finlandia, Francia, Grecia, Holanda, Irlanda, Italia, Malta, Noruega, Suecia, Suiza, y hasta de los Estados Unidos. Los funcionarios de inmigración reciben a los recién llegados en los barcos o aviones y los encaminan (por cuenta del gobierno) a donde quieran dirigirse. En el punto de destino final, las asociaciones de buenos vecinos les ayudan y facilitan su instalación.
El porvenir de Australia está lleno de promesas, y quizá la más brillante de todas ellas se mostró en un gran desfile celebrado la pasada primavera en Melbourne, cuando decenas de millares de escolares, rebosantes de salud y vigor juvenil, símbolo del espíritu de Australia, marchaban adelante valerosamente, entre filas de espectadores entusiastas, hacia un magnífico porvenir.