LOS RETOS TECNOLÓGICOS DEL SIGLO XXI
Publicado en
febrero 09, 2014
Correspondiente a la edición de Enero de 1998
Por Omar Segura.
En la apresurada carrera tecnológica, a medida que crecen las maravillas se multiplican las pesadillas. Los investigadores deben hacer frente a cada vez más amenazas técnicas. La creciente vulnerabilidad de los sistemas, el aumento de los delitos "digitales" y los límites impuestos por la propia naturaleza son los desafíos del siglo XXI. He aquí algunos de los retos a tener en cuenta.
VELOCIDAD MAXIMA
Las distancias astronómicas son enormes. La Tierra dista alrededor de 55 millones de kilómetros de Marte, uno de los planetas más cercanos, y para llegar a la estrella más próxima, Alfa Centauro, habría que viajar más de cuatro años a la velocidad de la luz, 300.000 kilómetros por segundo. Actualmente la nave más rápida es la sonda solar Ulysses, de la ESA, que viaja a "sólo" 45 kilómetros por segundo. Los actuales cohetes con carburantes químicos son eficaces para colocar satélites en órbita y escapar a la atracción gravitatoria de nuestro mundo, pero no tienen una potencia suficiente para llevar al hombre a otros mundos en un tiempo razonable: con los medios actuales un viaje a Marte dura menos de un año y medio. Para romper los límites de velocidad espacial se diseñan cohetes nucleares e iónicos (que aprovechan la carga eléctrica de una sustancia).
GRAVEDAD CERO
Uno de los retos astronáuticos consiste en crear un sistema de gravedad artificial para vuelos de larga duración. Los problemas del ser humano aumentan a medida que se aleja de su planeta, al que se ha adaptado a lo largo de cientos de miles de años de evolución.
La ingravidez espacial produce alteraciones fisiológicas como la atrofia muscular, la descalcificación de los huesos y la distribución anormal de la sangre en el cuerpo, lo que causa mareos, pérdida de líquido y de peso, diversos trastornos en el movimiento y el equilibrio. Los tripulantes de la estación orbital Mir, que permanecieron casi un año en el cosmos, regresaron a Tierra en condiciones físicas precarias y necesitaron una larga recuperación. Son efectos negativos que no pueden sufrir los astronautas que viajen a Marte, donde deberán aprovechar al máximo el tiempo y sus energías desde que lleguen.
UN PELIGRO DE LAS INTERFERENCIAS
La perturbación, recíproca entre los cada vez más numerosos y complejos dispositivos eléctricos y electrónicos resulta cada vez más preocupante. Para algunos expertos, los videojuegos, reproductores de discos compactos, teléfonos celulares y ordenadores portátiles, pueden alterar los equipos de control y navegación de los aviones hasta desviarlos de su ruta. La sospecha de que las ondas electromagnéticas generadas por estos pequeños aparatos interfieren los sistemas aeronáuticos ha obligado a muchas aerolíneas a prohibir a sus pasajeros que los hagan funcionar durante el despegue y aterrizaje. Las señales generadas por los teléfonos móviles, el claxon o los frenos, pueden detener el motor, bloquear el sistema ABS o disparar el "airbag" de los coches. La "contaminación electrónica" también puede hacer que los robots "enloquezcan", comenzando a funcionar fuera de control, como sucede con cierta frecuencia.
ERRORES CATASTROFICOS
Los fallos y accidentes informáticos son uno de los mayores "dolores de cabeza" para los científicos. Un error en un programa o mal funcionamiento de un equipo pueden producir desde pérdidas millonarias hasta el colapso de un país entero. Los fallos en los ordenadores han hecho es tallar cohetes espaciales y han producido la pérdida de la sonda cósmica Mars Observer de la NASA. En 1987, los ordenadores de la Bolsa de Nueva York desencadenaron una crisis mundial al transmitir órdenes automáticas de venta de acciones que forzaron sucesivas reventas, causando una imparable caída dé las cotizaciones. En 1991 veinte aviones quedaron fuera del radar durante una hora, debido a la "caída" del ordenador de control aéreo de Madrid.
EL GRAN APAGON
Para algunos expertos, cuanto más compleja es una sociedad, más vulnerable se vuelve, y el final de la civilización tecnológica puede desencadenarlo un apagón de varios días en alguna de las ciudades desarrolladas. En 1986 casi un millón de franceses quedó sin electricidad ni comunicaciones durante varios días debido a un temporal; en 1987, un rayo dejó a Nueva York sin electricidad y en el caos durante veintiséis horas, y en 1990 una avería en la ATT dejaba a medio Estados Unidos sin teléfonos. En 1992, Colombia quedó aislada del mundo y paralizada por el sabotaje en su sistema de telecomunicaciones. Se sabe que la electricidad estática degrada los componentes, las radiaciones naturales alteran las memorias electrónicas y un rayo puede causar sobretensiones que destruyen los equipos.
INVASION DE VIRUS
Desde que en 1987 se produjo el primer contagio masivo, los virus informáticos proliferan por todo el mundo, amenazando desde usuarios de PCs hasta grandes sistemas. Viernes Trece, Jerusalén o Caballo de Troya son algunos de los más de 2.000 "programas asesinos" diseñados para reproducirse dentro de un sistema y destruir bases de datos o dificultar el funcionamiento de los ordenadores, que se activan en circunstancias específicas (en una fecha o por un comando). Se contagian a través del intercambio de disketes, de un modem o de redes; pueden causar desde una pelotita en el monitor o borrar en el acto toda la información almacenada. Cada semana aparece uno nuevo, que burla los "programa vacuna". En 1988, un estudiante intoxicó 6.000 ordenadores del Pentágono y la NASA con un virus, demostrando su poder como arma de sabotaje electrónico.
CALOR ELECTRONICO
La creciente "jungla electrónica" afecta al medio ambiente. La temperatura del "corazón" económico y financiero de Tokio, Otemachi, será la de un desierto a comienzos del siglo XXI si no reduce el enorme consumo de electricidad, gas y petróleo que mueven sus equipos automatizados y edificios.
Se ha calculado que la temperatura de la zona alcanzará los 43,5 grados centígrados en el año 2031 (ahora tiene una media de 30 grados centígrados en verano), superando la de las zonas vecinas, formando una "isla de calor".
Otemachi es uná aglomeración de oficinas, bancos, inversoras bursátiles, casas de seguros y sedes de grandes empresas, con una enorme densidad de computadoras, aparatos de aire acondicionado, telecomunicaciones e iluminación. Otras ciudades altamente tecnificadas correrán su misma suerte.
(EFE Reportajes)