VERDADEROS HÉROES DE HOLLYWOOD
Publicado en
enero 12, 2014
Se prenden fuego, estrellan automóviles y saltan desde altos edificios; estos temerarios personajes se ganan la vida del modo más difícil.
Por Roberta Ostroff (escritora y periodista independiente que radica en California).
EN EL lecho de un lago seco en Nevada, está por filmarse la dramática escena de una persecución, en la película Smokey and the Bandit II ("Smokey y el Bandido II"), de Hal Needham. Cerca del escenario están 40 vehículos diesel de carga y 50 automóviles último modelo Pontiac y Dodge, adaptados para realizar maniobras espectaculares, así como 40 acróbatas hombres y 5 mujeres. Además, se encuentran 275 piezas de equipo de filmación, un camión de remolque, un carro de bomberos y una ambulancia.
Ha pasado mucho tiempo desde los primeros días de Hollywood, cuando un vaquero que saltaba sobre un caballo o simulaba conectar un gancho de derecha a la mandíbula de un adversario, podía hacer que el público jadeara de terror y deleite. La acrobacia cinematográfica se ha convertido hoy día en una industria multimillonaria, y su tecnología se ha hecho cada vez más sofisticada, al grado de que algunos profesionales planean sus acrobacias por medio de computadoras. Antes de dirigir Smokey and the Bandit y Hooper, Hal Needham era el acróbata mejor pagado de Hollywood. Es, además, el único que logró convertirse en director.
Dick Ziker, uno de los mejores acróbatas en el medio, coordinará las escenas espectaculares del filme. El decidirá las posiciones de los hombres que conducirán los vehículos de comparsa y quiénes realizarán los grandes trucos. Todos los acróbatas quieren realizar alguna escena principal, pues no quieren quedar atrapados en el aburrimiento de solamente conducir vehículos secundarios. Quieren demostrar su calidad a Needham y sus colegas. También buscan el "ajuste", o tarifa que se paga por cada escena peligrosa.
Casi todos los acróbatas se consideran a sí mismos como atletas profesionales. De unos 400 miembros del Gremio de Actores Cinematográficos que dicen ser acróbatas, más de 100 viven de eso con ingresos promedio entre 50.000 y 80.000 dólares anuales. Sólo los que tienen más conocimientos pueden ganar esas cantidades de dinero; son expertos en caballos, automóviles, caídas desde gran altura. Los acróbatas que tienen una reputación por su estilo y calidad de trabajo pueden llegar a ganar cerca de 200.000 dólares por año, gracias a los ingresos adicionales por concepto de actuaciones en televisión.
En el decenio de los años veinte, los acróbatas cinematográficos no programaban una actuación. Sencillamente la hacían. "En esa época", explica Yakima Canutt, de 85 años de edad, "sólo usábamos coderas y rodilleras". No obstante, valiéndose de sus conocimientos de mecánica, Yakima aprendió a arreglar sus escenas de tal modo que podía pronosticar con exactitud dónde caería un caballo y qué tan lejos rodaría una carreta. Gracias a Canutt, este tipo de actuación pasó a ser menos peligroso.
En su mayoría, los acróbatas vaqueros han tenido que adquirir nuevas habilidades o correr el riesgo de quedar fuera del negocio, ya que este género ha sido desplazado por las persecuciones de autos. Muchos de los nuevos practicantes de esta profesión tienen antecedentes como gimnastas. Ahora el profesional usa trajes metálicos a prueba de fuego y máscaras de plástico no inflamables, a fin de poder convertirse en antorcha humana. Se para sobre un émbolo neumático (dispositivo que lo lanza al aire a gran altura) en lugar de utilizar trampolines. Cuando salta desde un edificio alto, cae sobre una bolsa de nailon inflada que amortigua su caída.
A pesar de los inventos y las precauciones, seis acróbatas murieron en los últimos cinco años, más que durante los diez años anteriores. La lucha entre los productores de televisión y los realizadores cinematográficos para ganar la competencia aumenta los riesgos, que se acentúan por la rivalidad entre estos hombres para ver quién cae desde mayor altura, o quién puede hacer saltar más lejos su automóvil.
Dar Robinson, de 34 años de edad, sostiene que rompió 24 marcas mundiales en diversos actos de acrobacia cinematográfica. En algunos casos puede llegar a emplear hasta once expertos en campos tales como la ingeniería y la tecnología aeroespacial, para que lo ayuden a proyectar una escena de peligro.
Pese a ello, Robinson comprende el riesgo inherente a lo que hace. "Todos los que están en este asunto quisieran superar una marca", explica. "Por esa razón están matándose a sí mismos". En 1980, un acróbata llamado A. J. Bakunas trató de romper una de las marcas de Robinson: saltó desde una altura de 98,5 metros en la película Steel; la gente que lo vio durante el acto dice que cayó en el centro de la bolsa de aire, pero esta no funcionó y se desplomó. Bakunas murió.
Hay acróbatas de 50 y 60 años de edad que siguen haciendo correr automóviles, y muchos que con gusto pasarían toda su vida adulta trabajando en eso, pero su estado físico no les permite hacerlo. Los pies fallan primero. Los tobillos sólo pueden soportar determinada cantidad de saltos y caídas. Cada vez que uno de estos osados hombres hace rodar un automóvil, tiene que soportar contusiones y golpes aunque sea muy cuidadoso. El organismo se rebela contra el abuso. Cuando muchos acróbatas llegan a los 40 años,tienen tantas piezas metálicas en su cuerpo que no podrían pasar por un detector de metales en un aeropuerto.
"Un actor acróbata debe pensar ambiciosamente y amar lo que hace", dice Hal Needham. "También hay que tener un poco de fibra. Cuando se termina una actuación y oyes aplausos, significa que no estuvo tan mal. Si yo no hiciera esto, probablemente habría sido ladrón profesional o algo por el estilo. No sabía a qué me iba a dedicar. Sólo que quería algo de gran peligro y buena paga".
MIENTRAS Needham habla, Gary Davis se alista para realizar la escena principal del día. Se deja caer en la tierra detrás de una rampa de madera unida al extremo posterior de un camión transportador de autos, de dos rieles. En un par de minutos conducirá su automóvil por la rampa y lo hará volar sobre la cabina del camión. Es un salto de más de 45 metros, por el cual le pagarán 4.500 dólares. Se pone de pie y se sacude el polvo de las manos. Sus labios están secos. Se pasa la lengua por ellos.
Todos están de acuerdo en que de los 17 actos espectaculares que se realizan en Smokey and the Bandit II, este es el más emocionante y arriesgado. Davis y el personal encargado de los efectos especiales han pasado tres días construyendo la rampa para el salto. "Lo que se necesita es velocidad", explica. Deberá subir la rampa a 115 o 130 kilómetros por hora para poder pasar sobre el camión. Si no alcanza esa velocidad, hay una gran probabilidad de que el eje delantero del auto se trabe en la pieza de metal que se extiende desde la rampa hasta la cabina del transportador.
El auto, un Plymouth 1979, ha sido desmantelado. Hay tres amortiguadores de motocicleta en la parte trasera del asiento hidráulico. Los amortiguadores hundirán el asiento cuando el vehículo toque el suelo, soportando el peso del cuerpo del conductor, con el objeto de proteger del impacto su espina dorsal. Si el asiento no se hunde, Davis se quebrará la columna.
Mike DeLuna, actor acróbata de Las Vegas, de 29 años, será el encargado de la "seguridad" en el acto de Davis; revisará cada centímetro del auto y tendrá a su cargo todos los detalles de último momento.
Algunos de los acróbatas se aproximan a la rampa, saludan a DeLuna y se agrupan en torno a Davis. Quieren saber si él podría usar algo de sus equipos. Lo abrazan. Needham dice que hay un gran afecto entre ellos. "Uno está asustado, pero sabe que todos están deseando que la cosa funcione y de esa manera no se siente solo".
Davis lleva coderas, rodilleras y protectores en los brazos. Se coloca un chaleco de espuma para proteger sus costillas, así como una protección en la cara y un casco; luego sube al carro. Retrocede lentamente hasta colocar el auto a 90 metros de distancia. DeLuna echa una última mirada a la rampa. Hay 200 personas observando, y todas parecen haber dejado de respirar.
A través del megáfono, Needham grita: "Atención, esto es una toma. Esto es una toma. ¡Acción!" Hay una pausa, silencio, y luego...
El automóvil de Davis toma velocidad sobre el terreno desértico hacia la rampa, toma esta a 130 k.p.h. y vuela sobre la cabina. El auto desciende y golpea el suelo como si fuera a romperlo. El Plymouth describe lentamente un amplio círculo y por fin se detiene. Davis no sale del auto. No se percibe sonido alguno; luego, un grito de Dick Ziker: "¡Traigan la ambulancia!" Ziker corre hacia el auto, seguido por Mike DeLuna y la enfermera.
Mientras la gente se precipita hacia el vehículo, todo lo que Davis quiere saber, mientras sangra por la nariz, es si Hal logró la toma. La respuesta es positiva. Además, Davis rompió la marca de la prueba, pues viajó a 50 metros por el aire, cuatro metros más que lo que había planeado saltar. No sonríe al oír esto; no puede hacerlo: se rompió una vértebra lumbar y está atado y rígido en el asiento hidráulico del auto, que no soportó el impacto. Davis usó un aparato ortopédico por tres semanas, y le llevó de cuatro a cinco meses volver a su trabajo regular.
EL AUTOBÚS que transporta al grupo de acróbatas avanza por la carretera. Nadie comenta el accidente de Gary. En lugar de eso se divierten; forcejean, se mojan las camisas unos a otros con cerveza. Empiezan a relatar anécdotas de su trabajo, que se suceden como disparos de ametralladora. Posiblemente tienen que hacer tanto ruido para no pensar en su propia vulnerabilidad.
Más tarde, Hal Needham comienza a hablar. Needham tiene participación en Smokey and the Bandit II, y se ha convertido en un director acaudalado y triunfador, pero a veces trabaja como "doble". "Lo hago porque con ello demuestro a los demás que aún soy capaz, y así no pierden su confianza en mí. No necesito reafirmación en cuanto a que fui un gran acróbata, sé que lo fuí. Lo aceptaré y seguiré adelante", comenta.
CONDENSADO DE "GEO" (JULIO DE 1981) © 1981 POR GRUNER & JAHR USA. INC., DE NUEVA YORK (NUEVA YORK). FOTO: © THOMAS NEBBIA 1979/WOODFIN CAMP & ASSOC.