LA SUEGRA: NO NACE… SE HACE
Publicado en
enero 12, 2014
¿En dónde comienza la verdad y termina el mito sobre suegra y nuera, relación que puede ser conflictiva o edificante.. Definitivamente en ambas partes.
Por María R. Espinel de Massú.
En el tema intervienen dos personas; no es un problema uniláteral. Aceptando que sí existen excepciones y que hay suegras que "per se" atentan contra el buen entendimiento con sus nueras, el resto podríamos decir que es un resultado del esfuerzo que hacen dos personas, que no deben competir, sino guardar cada una su papel que les corresponde... y que tiene al centro una figura determinante en todo esto: El hijo-esposo.
PREJUICIOS
La fama de la mala relación entre suegra y nuera lleva un estandarte desde el día que, siendo aún novios, se conocen la "madre de él" y "ella"... Con altibajos comienza entonces el proceso de análisis... Se miden fuerzas; se tantea el terreno y es suficiente un pequeño comentario u opinión adversa que se "lance al ruedo" para que la fricción se inicie, al que lejos de aminorar, aumentará con el tiempo. Si se pasa la prueba exitosamente, es decir, si hay un buen comienzo, el camino puede allanarse; sin embargo, los imprevistos a mitad del camino no dejan de existir; es como un detonador que ahí está... a la espera...
ACTITUD DE LA SUEGRA
La suegra "buena", para llegar a serlo, necesita "autoeducarse"... mucho antes que exista la posibilidad de una nuera: Los hijos, definitivamente, lo son para toda la vida, pero el nido los acoge tan solo por un determinado número de años. Después con la boda, no se pierde al hijo, simplemente esa total responsabilidad de "atención" -pues ya es un ser adulto- pasa a otras manos... manos que fueron elegidas por él mismo, basándose en una razón muy poderosa, la del amor, y a eso, las madres no podemos cegarnos: Nadie "se los lleva"... Ellos "se van"... Es la ley de la vida. ¡Lo hicimos nosotras en su debido tiempo! No se trata, como muchas piensan, que "ahora tengo que compartirlo"... El cariño filial, materno, no se comparte jamás, porque solo se tiene una madre, y ella va a seguir siéndolo cuando el hijo se casa.
Un hijo ya mayor de edad tiene sus actividades fuera de casa, sus amigos, su trabajo, etc. La madre ya vive eso en mayor o menor medida y por ende no obliga al hijo a estar presente en todas las comidas o a hacerle miles de cosas que ella le solicite; ella sabe lo que le puede pedir y lo que no, al hijo aún soltero, y obra en consecuencia.
Una suegra debe entender que el cariño de madre no se comparte jamás, que nadie se lleva a su hijo, sino que él se va por amor, amor a su esposa, que es una relación distinta.
Los límites de las actividades en conjunto se ponen en la soltería... Luego del matrimonio, estos límites se extienden... y la madre tiene que entenderlo así... No se puede pretender que el día domingo su hijo desayune con ella, como tal vez lo hacía antes, pero en cambio sí puede pretender una visita de ambos durante algún momento de ese mismo domingo, en horario que acomode a todos, previo acuerdo.
Ahora bien, en eso, la esposa juega un papel importante... Ella puede y debe impulsar o apoyar a su marido en esa visita en dar juntos un corto paseo, en convidarla algún rato, etc., de acuerdo a la disponibilidad de tiempo y circunstancias. La nueva figura en la vida de alguien, la cónyuge, no debe tener "como misión" el borrar de la vida de su pareja su "cordón umbilical". Muchas lo hacen en forma inconsciente, es decir, no le dan a la madre la importancia que de hecho sí reviste, en otros casos lo hacen ex profeso, con la absurda idea de cortar nexos de su vida personal pasada, sin pensar que la vida familiar jamás puede ser "pasada"...
EL PAPEL DEL HIJO
Por desgracia, son muchísimos los casos, en que es el propio hijo quien propicia las desavenencias entre la madre y su esposa. Tal parecería que algunos lo disfrutaran... Es él, el llamado a "parar situaciones" inconvenientes que pudieran suscitarse, no permitiendo a su madre ni a su esposa, crear un conflicto, ni tampoco "tomar partido en ello". Jamás debe decirle a su esposa que "prefiere o es mejor lo que hacía su madre" o excesivas remembranzas sobre su vida de "hijo de familia".
Es el hijo quien debe buscar puntos de unión entre su esposa y su madre; inculcarle a sus hijos respeto y frecuencia con su abuela, consideraciones por ejemplo en sus cumpleaños, facilitando e impulsando a su esposa para que la visite ese día, le compre un obsequio y entregárselo ambos.
Todo hombre debe ser afectuoso con cada una en presencia de la otra. Debe gritar a los cuatro vientos, y especialmente a ellas, cuanto las ama y demostrarlo.
ABSURDO EGOISMO
Muchas relaciones suegra-nuera, se ven afectadas por un absurdo egoísmo por parte de alguna de ellas o de ambas. Por ejemplo, a la esposa que le choca ver que su marido gasta en su madre, lo que piensa puede ser para ella. Le escatima lo que el hijo sí puede y desea darle a su madre, y si no lo puede hacer, debería razonarle la situación pero jamás imponerla.
Fomentar al marido que jamás desampare a su madre, que pueda satisfacerle pequeños o grandes gustos, es loable en una mujer, y eso se verá revertido en una buena relación, primero de pareja y luego de tipo familiar. En el caso de la madre, ésta debe alegrarse que su hijo le dé comodidades a su familia, sintiéndose orgullosa de que tenga a su esposa e hijos sobre todo.
La esposa no debe tener como misión cortar nexos de la vida personal pasada de su cónyuge, pues la vida familiar jamás puede ser "pasada".
CONCLUSIONES
Al decir "relación feliz", se debe pensar ante todo en quien es el objeto de algún conflicto entre suegra y nuera: el hijo-esposo que se "comparte"... Pensar en su felicidad... es amarlo y permitir que lo amen; amarlo y permitir que ame... Sí se puede romper el tabú, sí pueden "hacerse" buenas suegras, buenas nueras... no "perder un hijo" sino "ganar una hija" y no "enfrentar una suegra" sino lograr "una amiga".
Fuente: Revista HOGAR, Octubre 1998.