¡YA BASTA DE TANTA INFORMACIÓN!
Publicado en
diciembre 15, 2013
Muy atrás quedaron los tiempos en que la única fuente de noticias era el pregonero del pueblo...
Por Nick Paton Walsh.
ESTAMOS A LA MITAD de otra revista —otro aluvión de palabras—, y aún nos queda por revisar el correo electrónico, los faxes, los mensajes recibidos en la contestadora telefónica, un montón de periódicos atrasados, los boletines noticiosos que se transmiten las 24 horas del día... Y nos surge la pregunta: de todo esto, ¿qué importa de verdad?
El mayor defecto de la actual era de la información, en que los datos se miden más por la cantidad que por la calidad, no es la disponibilidad de noticias, sino lo poco que nos interesan.
Esta intrascendencia no es de extrañar si tenemos en cuenta que un número de periódico cualquiera contiene, entre semana, casi tanta información como la que tenía a su alcance el individuo medio del siglo XVII en toda su vida.
El escritor británico David Shenk, quien acuñó la frase "contaminación informativa", cree que este torrente de datos nos aturde y nos distrae de los hechos realmente importantes. La consiguiente sobrecarga de información a veces llega a ser una enfermedad que los médicos llaman síndrome de fatiga informativa.
Cary Cooper, profesor de psicología ocupacional, advierte que el trastorno puede manifestarse con estrés, lesiones por tensión repetida y deterioro de la vista. "La sobrecarga de información produce malestar y nos distancia de los demás", añade. "Nos impide cultivar nuestras relaciones y favorece el sedentarismo y la falta de ejercicio".
El trabajador moderno es propenso a trastornos como el letargo por exceso de obligaciones, cuando la abrumadora cantidad de cosas por hacer lleva a la indecisión y a la inacción. "El estrés del trabajo inevitablemente invade la vida doméstica", observa el psicólogo británico David Lewis. "Le robamos horas al sueño, nuestro apetito sexual se reduce, y tenemos la cabeza tan saturada de datos que nos cuesta trabajo dormir".
Según Lewis, ante la improbabilidad de que el alud de información disminuya, es esencial aprender a afrontarlo mejor. He aquí cómo:
RECONOZCA LA SOBRECARGA DE INFORMACION
Muchos estamos tan acostumbrados a que nos bombardeen con datos, que nos resistimos a aceptar que algo anda mal. Una comprobación rápida consiste en tomarse un respiro al final de la jornada para intentar recordar todos los casos en que se recibió información necesaria para el día siguiente. Si usted no recuerda gran cosa, le conviene iniciar algún cambio.
¿Se lleva a la cama trabajo o lecturas relacionadas con él? Si es así, no está manejando adecuadamente la información durante el día.
¿Se le confunden o entremezclan nombres, números o ideas?
¿Complica demasiado sus intervenciones en la conversación y las llena de detalles? "El miedo puede llevarnos al perfeccionismo, cuando en realidad deberíamos simplificar y llegar al grano", observa Lewis.
¿Le parece que está perdiendo el tiempo cuando se sienta en un lugar y no tiene nada que leer? Hay quienes consideran ociosos esos momentos, pero la mente necesita tiempo para asimilar lo que absorbió en el día.
AFRONTE LA SOBRECARGA EN CASA
Apague radio y televisión durante dos horas diarias, por lo menos. Es una manera fácil de impedir que se le filtren datos inútiles en el subconsciente. Dése algunas horas a la semana para despejar la mente: en ese lapso mantenga apagados el teléfono celular y el radiolocalizador, y cerciórese de que nadie pueda comunicarse con usted.
Pruebe lo que David Shenk llama "el ayuno de datos": váyase una semana al campo, de preferencia con una larga novela decimonónica.
Cary Cooper propone pasar el tiempo libre en compañía de otras personas, que es de lo que más nos priva la sobrecarga de información.
ELIMINE LA CONTAMINACION DE DATOS EN EL TRABAJO
Se puede ajustar el programa de correo electrónico para que filtre los mensajes que llegan; por ejemplo, para depositar la propaganda comercial en un archivo (digamos, la papelera), los mensajes personales en otro, y todo lo proveniente de su jefe en el de asuntos urgentes. Así se evitará leer mensajes que puede dejar guardados para después.
Aprenda a no hacer caso de los mensajes superfluos o no pedidos. Quizá se pierda de algo, pero a la larga podrá concentrarse mejor y será más eficiente. No deje mensajes en espera en la bandeja de entrada; decida de inmediato qué hacer con ellos para evitar abrirlos más de una vez.
Aprenda a usar con eficiencia los buscadores para Internet. Casi todos tienen información de ayuda que enseña a sacarles el mayor provecho.
NO CONTRIBUYA A LA CONTAMINACION
Decida cuál es la manera más eficiente de comunicar algo a los demás: por teléfono, por correo electrónico, por fax o por correo ordinario.
Sea conciso al escribir. La palabrería hace perder el tiempo a todos. Actualice el asunto de los mensajes electrónicos para mostrar a su interlocutor hacia dónde va la conversación. Así el destinatario podrá evaluar rápidamente si debe leer el mensaje en seguida o dejarlo para después. Los mensajes que llevan en blanco el espacio referente al asunto o que son reenviados tienden a que se haga caso omiso de ellos.
No participe en cadenas ni reenvíe chistes ni cartas que aseguren que Bill Gates le va a enviar mucho dinero a todo el mundo. Estos mensajes atascan innecesariamente los buzones y bandejas de entrada.
Revise con cuidado la lista de destinatarios de sus mensajes electrónicos. Así no sólo evitará que reciban información que no les interesa, sino que se ahorrará la vergüenza de enviar un mensaje confidencial a quien no deba leerlo.
CONDENSADO DE THE OBSERVER (16-1-2000) © 2000 POR THE OBSERVER, DE LONDRES.
Ilustración: Víctor Solís.