PASEMOS EN GRANDE ESTA NAVIDAD
Publicado en
diciembre 01, 2013
Por Stéphane Calmeyn.
CUANDO LOS NUEVE chiquillos se internaron en el bosque ese 24 de diciembre, ya se estaba poniendo el sol y los caminos empezaban a oscurecerse. Catherine, de 18 años, iba al frente del grupo, y los niños la acosaban con preguntas:
—¿A dónde nos llevas?
—¿Por qué en el bosque?
—¿No se está haciendo ya de noche?
Sonriendo enigmáticamente, Catherine guardaba silencio... De pronto, los niños enmudecieron: entre los árboles y la maleza, un pino joven se doblaba bajo el peso de las coronas, las esferas y las velas. ¡Era un árbol de Navidad vivo, decorado en pleno bosque, su elemento natural!
Veinte años después, todos ellos, ya adultos —hay un químico, un agricultor, un guitarrista, una puericultora...— y repartidos por el mundo, todavía hablan de esa noche cada vez que vuelven a reunirse, y la mirada se les ilumina.
ESTE AÑO, UNA VEZ MÁS, se pregunta usted cómo se las va a arreglar para ofrecerles a los suyos una Navidad memorable. ¡No se preocupe! Para ayudarle, he aquí algunas sugerencias. Sólo hace falta una pizca de imaginación, una buena dosis de espíritu infantil, un poco de generosidad, y ¡asunto resuelto!
LA IMAGINACION AL RESCATE
Desde hace 20 años, Isabelle, que es ingeniera, asombra a su familia: envuelve los regalos con páginas de la guía telefónica, con artículos de revista (elegidos específicamente para el destinatario), con trozos de papel pintado cosidos con cintas de colores, con telas africanas... Una labor verdaderamente titánica a la que se entrega desde octubre.
En casa de Christine Bravo, animadora de la televisión francesa, la decoración del pino da lugar a verdaderas creaciones. Hacia mediados de octubre, con su hija Clara, de siete años, escoge el tema y los colores de la Navidad que se acerca (únicamente rojo y dorado, por ejemplo). Madre e hija, en divertida complicidad, crean juntas cada año un árbol único, que los amigos van a admirar a su casa como si se tratara de una obra de arte.
Catherine Laborde, presentadora del pronóstico del tiempo, recuerda que, cuando era niña, se le prohibía poner las manos sobre los vidrios o los espejos del apartamento donde vivía. ¡Cuidado con las huellas de los dedos! Sólo que... dos días antes de Navidad, cuando su tío, que era pintor aficionado, hacía su entrada con pinturas y pinceles, Catherine y su hermana disfrutaban el extraordinario privilegio de decorar con él las ventanas y los espejos. Hoy, justo antes de Navidad, las dos hijas de Catherine Laborde perpetúan la tradición usando pinturas en aerosol y plantillas.
Todos sabemos que a los niños a veces se les ocurren preguntas que no podemos contestar. Anne, abogada, recuerda que un buen día sus hijos, Thomas, de apenas cuatro años, y Sybille, de seis, se volvieron a ella y le preguntaron:
—¿Mamá, cómo va a aterrizar Santa Claus en nuestra casa, con todos sus renos y su trineo?
Desde entonces, cada 24 de diciembre por la noche Anne marca con velas encendidas en su jardín una pista de aterrizaje.
Tan respetuoso de la tradición que ha sido capaz de transportar de hotel en hotel un pino desarmable, Dick Rivers manda colgar cascadas de guirnaldas en las paredes de su rancho en Haute-Garonne.
¿Celebra usted la Navidad en la ciudad? Haga como Lionel, decorador, que se puso de acuerdo con sus vecinos para colocar en su edificio una corona de 25 metros. Jamás olvidará la cara de fascinación que puso su hija al volver de la escuela, ante los cientos de lucecitas blancas que corrían por la fachada.
VOLVER AL MUNDO DE LA INFANCIA
Comediante y autora de cuentos para niños, Marléne Jobert propuso cierto año a toda su familia que "se disfrazaran con cualquier chuchería que tuvieran a la mano". Marléne y sus dos hijas se vistieron de gitanas. Su sobrina, Elsa, que a la sazón tenía siete años, llegó disfrazada de payaso. Otros se pusieron atuendos de militares...
Maquillar a los niños y proponerles que ellos, a su vez, maquillen a los adultos, también puede ser la chispa que anime la velada.
"Lo importante", dice Marléne Jobert, "es encontrar la clave para ponerse de buen humor, reírse un poco de sí mismo y dar un uso novedoso a los objetos más comunes y corrientes para volver al mundo imaginario de la infancia".
¿Le gusta interpretar el papel de Santa Claus? ¿Por qué conformarse con hacer a los niños las mismas preguntas de siempre, como "¿Te has portado bien?" Alex Métayer debutó en su carrera de comediante durante su servicio militar, cuando caracterizó ante los hijos de los militares a un Santa Claus agotado al final de la jornada. Los chiquillos, compadecidos y conmovidos, le llevaron galletitas para consolarlo.
Para Bernard, que trabaja como director de mercadotecnia, Santa Claus es un personaje tanto más fascinante cuanto que nunca se deja ver. ¿Qué se le ocurrió hacer a Bernard? Dejó dos regalos en los peldaños de la escalera del granero —como si se hubieran caído por la chimenea— y, a los pocos minutos, su hija, Maud, y sus primos gritaron al unísono, en el colmo de la excitación:
—¡Pasó por aquí! ¡Pasó por aquí!
Esta idea es fácil de llevar a cabo en un apartamento, si se esparcen regalos y confetis dorados en un caminito que lleve hasta una ventana entreabierta.
Con una idea parecida, Carina, que es periodista, prolongó el sueño de sus tres sobrinos: cuando se acercaban al árbol de Navidad para buscar sus regalos, el 25 de diciembre en la mañana, gritó:
—¡Pronto! ¡Asómense al jardín!
Al voltear, los chicos apenas alcanzaron a percibir una silueta vestida de rojo que se alejaba por el césped. El esposo de Carina sólo tuvo que refugiarse en casa de sus vecinos para quitarse el disfraz.
MEZCLAR LAS GENERACIONES Y REINTEGRAR LAS FAMILIAS
¿Cómo lograr que todo el mundo se divierta cuando hay tres y hasta cuatro generaciones que se reúnen en Navidad? También en ese caso hay que ser creativos. Cuando Claire Meunier, de 85 años, reunió a toda su familia —¡no menos de 100 personas!—, muchos de ellos prepararon un pequeño espectáculo: Julien, de 12 años, tocó el saxofón acompañado al piano por su madre; unos primos se lanzaron a bailar un enloquecido cancán francés; otros prepararon un número humorístico... Divertirse no requiere necesariamente una familia numerosa. Con 12 personas a la mesa, Marie-Jeanne, telefonista, inventó un juego sencillo y divertido.
—¡A Santa Claus se le olvidó ponerles nombre a los regalos! —exclamó un día en tono contrariado.
Tomando un paquete al azar, Maxime, de cuatro años, se encontró con un par de calcetines de lana, de talla para adultos.
—Es normal —comentó—. Santa Claus tiene demasiado trabajo, y por eso se equivocó.
Su abuelo, de 80 años, recibió... una muñeca de trapo. Durante dos horas, todos los comensales se estuvieron riendo a más no poder.
Pero en estos tiempos en que cada vez más familias se "reestructuran", ¿cómo conservar lo maravilloso de la fiesta? A pesar de sus dos matrimonios y las seis uniones de su último esposo, Roger Vadim, Marie-Christine Barrault siempre ha recibido a todos en sus cenas de Nochebuena.
"El mejor regalo para un niño es ver reunidos a sus padres", dice. "Les corresponde a los adultos hacer el esfuerzo de olvidar por un rato sus diferencias y recrear ese ambiente de amor que trajo al pequeño al mundo".
UNA NAVIDAD COMPARTIDA
Todos lo dicen: "Una Navidad feliz empieza por la familia".
"Pero eso no impide que pensemos en los amigos", comenta Marie Christine Barrault. "Yo me encargo de que todos tengan dónde festejar".
Para conservar el espíritu de reunión, Bernard Clavel invita a su mesa "a los amigos que están solos", y a cada uno de ellos le da un regalo. Recordando su infancia, Pierre Perret también cultiva este espíritu de apertura. "En Nochebuena, los viudos y los divorciados iban a dar al Café del puente, que tenían mis padres en Castelsarrasin", relata. "Después de servirles un buen plato, mi mamá se sentaba junto a ellos y cruzaba las manos como diciendo: 'Anda, cuéntame. Te escucho' ".
¿Un ejemplo de calor humano casi inaudito en nuestros días? En el barrio de Bergiéres, en Lausana, Suiza, cada tarde, durante el Adviento, una familia diferente ofrece una merienda en su acera, tanto a sus vecinos como a los transeúntes. Y el cantante y alcalde de Précy-sur-Marne (Francia), Yves Duteil, invita a los lugareños a colocar velas sobre los antepechos de las ventanas. Es una manera de agrupar a los habitantes del pueblo, que cantan a coro en la iglesia después de la misa del gallo.
EL REGALO MAS HERMOSO
En la actualidad, muchos confiesan que la dimensión comercial de la Navidad los rebasa. Ante el escaso entusiasmo de su sobrino de cuatro años, hijo único y colmado de juguetes, Patrick, especialista en informática, metió... ¡tres kilos de papas en un bonito paquete! Al abrirlo, el niño no mostró ni más ni menos emoción que frente a su moto teledirigida y su juego de vídeo. ¿Qué hacer? "Limitar el número de juguetes por niño", aconseja Antoine, abogado. "Poner cada quien una parte para comprarle al niño un objeto que realmente desee", sugiere Virginie, florista.
Y no olvidemos que con frecuencia lo que más impresiona al niño es lo intangible. Dominique, encargada de ventas, tiene apenas un vago recuerdo de los regalos que recibió durante su niñez, pero conserva muy nítido en la memoria el sonido cristalino de la campanilla que anunciaba el paso de Santa Claus.
Alex Métayer sigue deslumbrado por el barco de guerra de madera que le construyeron sus padres, "con clavos a modo de cañones". A sus 77 años, Claude Piéplu evoca con emoción la Navidad en que acababa de cumplir diez años: el recorrido en autobús por las grandes tiendas de departamentos de París, para soñar frente a las vitrinas. Y Gérard Holtz, conductor de un programa de televisión, tuvo que esperar pacientemente ocho años, cuando era niño, para recibir el regalo de sus sueños: ¡unos tenis negros! Esperaba con tantas ansias esos zapatos, que los estuvo admirando durante un mes antes de estrenarlos.
ILUSTRACIONES: FELIPE UGALDE