EL CINE Y LA TECNOLOGÍA ESPACIAL
Publicado en
noviembre 03, 2013
"Galaxias año 2,000", de Jun Fukuda.
Correspondiente a la edición de Agosto de 1993
Por Roberto Rubiano Vargas.
En 1968, los sorprendidos espectadores de 2001 Odisea del Espacio de Stanley Kubrick, alucinaron durante dos horas con prodigios visuales que eran una completa novedad para la época. Efectos de color y animación, maquetas que flotaban en una estratosfera de apariencia realista, inauguraron una nueva era espacial para el cine. En medio de la sicodelia de la época, esta película aportó nuevos elementos al lenguaje de la modernidad. Para hacerla, Kubrick y el guionista Arthur C. Clarke se asesoraron de un completo equipo de científicos, físicos especializados en temas espaciales, de modo que en ella no hubiera información científica errónea. "Queríamos una historia que no fuera sobrepasada o ridiculizada por los acontecimientos de los años venideros", señaló Clarke en su libro sobre la filmación de esta película. Un año después las novedades anunciadas por Kubrick comenzaron a materializarse cuando el primer hombre pisó la luna. Hoy puede decirse que nada de lo planteado en esa película ha sido sobrepasado o ridiculizado por el desarrollo científico de estos veinticinco años.
2001 fue la primera de un serie de grandes películas de tema futurista como Alien y Blade Runner de Ridley Scott, Encuentros cercanos del tercer tipo de Steven Spielberg o la saga de la Guerra de las Galaxias producida por George Lucas. Realizaciones cuyas escenografías, perfil de personajes y guión, reflejaban una nueva sensibilidad al enfrentar los temas de anticipación científica. Género a cuya evolución contribuye un reciente estreno: Siempre Joven, película en la que una cápsula del tiempo transporta a Mel Gibson desde los cuarentas a la vibrante década del noventa.
INVENTANDO EL FUTURO
En realidad, el género futurista cinematográfico es tan antiguo como el cine. En 1902, apenas siete años después de la invención del cine, George Meliés con su Viaje a la Luna propuso una primera versión de los viajes espaciales utilizando una bala de cañon que llevaba a la luna a un grupo de astrónomos. Esta película no solo tuvo el mérito de haber inaugurado el género de ciencia ficción sino que además es una de las primeras obras maestras del cine. Viaje a la Luna es una película contada con gran destreza y buen humor, cuya solvencia narrativa hizo innecesarios los textos explicativos intercalados entre secuencia y Secuencia, tan usados en el cine mudo de entonces y de las décadas posteriores. Además, cabe mencionar que el primer spot publicitario de la historia, según el Museo del Cine en París, fue realizado con la escenografía de esta película, para publicitar las Pastas Luna, una línea de espaguetis.
Meliés, quien antes de dedicarse frenéticamente al cine era un conocido mago e ilusionista dueño del teatro Houdini (que luego acondicionó como sala de cine), fue también un esmerado ilusionista del cine. Realizó experimentos, colorizando a mano los fotogramas para hacer películas "a color". Fue el perfecto creador de un género del ilusionismo -la Ciencia Ficción- que ha cautivado a los seres humanos desde entonces. Lastimosamente de su amplia filmografía -casi 500 películas-, solo sobreviven unas pocas decenas.
Entre los siguientes experimentadores del género, hubo un español: Chomol, un inglés: Paul, y un francés poco conocido en estas lides, el legendario Abel Gance quien incursionó en el cine de anticipación con una película de "científico loco". Pero entre otros grandes nombres que contribuyeron a crear la forma de la Ciencia Ficción es obligatorio mencionar a Fritz Lang y sus películas futuristas Metrópolis y La Mujer en la Luna.
Luego de estos primeros realizadores, que abrieron un amplio espacio para la ciencia ficción, desarrollando su lenguaje, adaptando las primeras obras de Julio Verne y H.G. Wells, se produjo una primera oleada de invasores marcianos cuyas naves semejaban empaques de atún Van Camps, y sus brillantes uniformes parecían más apropiados para cantantes de bolero en desgracia, que para explorar el ignoto espacio estelar.
"Viaje a la Luna", 1902, remotamente inspirado en las novelas de Julio Verne y H.G. Wells.
LAS PELICULAS "LATA DE ATUN"
Con Meliés se inició la fascinación por los viajes estelares, fascinación que antes había sido patrimonio exclusivo de los cruceros terrenales. Hasta el siglo XIX la novela de aventuras o el libro de viajes, habían sido la más inmediata posibilidad de acceder a las tierras exóticas. En el siglo XX, con el polo norte y el polo sur descubiertos y pisados por Peary y demás viajeros antárticos, ya no quedó rincón de la tierra por descubrir. El cine se encargó de crear la sensación de que Africa o el lejano Oriente estaban a la vuelta de la esquina -en el cinematógrafo del barrio- y la necesidad de ampliar los horizontes del espectador se manifestó a través de esa forma cinematográfica conocido genéricamente como "ciencia ficción".
La mayoría de las películas que dieron cuerpo a este género se asimilan a lo que se podría denominar el modelo "lata de atún". Cintas hechas en escenarios de hierro y cohetes impulsados con pólvora de navidad, actuadas por marcianos de largas antenas que llegaban del ignoto espacio cón armas que disparaban el "rayo ultrasecreto de ondas moduladas y gran poder, destructivo", o algo así. La excepción, que como siempre dio forma a la mediocridad del promedio, se debió al diseñador George Pal y a su método de filmación conocido como Dinamation. Un procedimiento que en esencia consistía en filmar a los actores contra un fondo blanco y luego insertarlos a las imagenes de las maquetas espaciales.
Tres películas realizadas mediante este procedimiento, Viajeros a la Luna, Guerra de los Planetas y sobre todo la Guerra de los Mundos, basada en la obra de H.G. Wells, sentaron las características básicas de este tipo de cintas: producción de presupuesto muy bajo, clase B, utilización de actores de segunda importancia y argumentos no siempre tan buenos como las novelas de Wells. Pero, al margen de estos detalles, es importante destacar que George Pal, al igual que Meliés, fue un innovador que sentó las bases artesanales para el desarrollo del cine de anticipación. Con sus películas el género se hizo popular y su éxito de taquilla estuvo más asegurado que nunca.
PRIMEROS VIENTOS DE CAMBIO
Con Invasores de Cuerpos, película de Don Sieguel filmada en 1956, el horror que llegaba del espacio tomó un nuevo aspecto: se materializó en unos extraños invasores que adoptaban la forma de seres humanos. Esta película horrorizó a la sociedad norteamericana sacudida por el tremendismo del senador McCarthy que veía comunistas en cada esquina. Sin embargo, más allá de sus implicaciones políticas, la película evitó los platillos voladores y marcianos orejones que la ciencia ficción de entonces había convertido en lugar común y propuso un acercamiento a los temas futuristas, haciendo su atmósfera más cotidiana y posible. En 1976, esta película tuvo un "remake" del director Philliph Kauffman con el cual se renovó su mensaje de terror y paranoia.
Sin embargo, las películas modelo lata de atún continuaron siendo de uso común hasta que el lenguaje renovador de los años sesenta trajo 2001 Odisea del espacio y otras películas, como Barbarela o El Dormilón que se burlaron del género -parodiándolo- y terminaron por liquidarlo.
"E.T, el extraterrestre" ;1982, film de Spielberg.
BASURA Y OXIDO
Los ejemplos que he mencionado como arquetípicos dé la modernidad en el cine, Alien, Blade Runner, Encuentros Cercanos del tercer Tipo y Star Wars, se caracterizan por proponer una atmósfera poblada de chatarra espacial, óxido y sudor en el vestuario, de modo que casi puede decirse que se percibe el hedor de los actores. De esta manera se ganó un margen de credibilidad que las asépticas escenografías "lata de atún" nunca consiguieron. Ya la atmósfera de estas películas no se crea en limpios sets pintados de color aluminio sino en escenografías que parecen simular más un barrio de invasión latinoamericano, que una costosa nave espacial del siglo XXII.
Pero, además, con esta apariencia de basura y óxido se concibió también otra forma para el relato cinematográfico. Sus tópicos y objetivos cambiaron. Una nueva ética, correspondiente a la realidad contemporánea, se instauró.
Atrás quedó el terror el invasor marciano. El enemigo estaba aquí. Siempre estuvo aquí. Eramos nosotros mismos. El ser humano y sus contradicciones. De hecho el monstruo espacial más implacable conocido a través del cine: el octavo pasajero de la película Alien de Ridley Scott, era más bien una mercancía bélica de la que una empresa comercial humana aspiraba sacar provecho. El monstruo no era el enemigo. El hombre, que importaba ese monstruo desde el lejano espacio era el verdadero enemigo. De la misma manera la computadora HAL de Odisea del Espacio se transformaba en el enemigo humano en la medida que era creación del hombre. Y así podríamos repetir los ejemplos de visitantes de buena voluntad que se ven agredidos por la máquina guerrera contemporánea, como sucede en Starman o en la infantil E.T.
El mensaje es siempre igual: tal vez no estamos solos en el universo, pero, en cambio, sí estamos solos contra nosotros mismos.