PRÓSTATA, UN CÁNCER DEMASIADO FRECUENTE
Publicado en
septiembre 01, 2013
Comúnmente conocida como "enfermedad de viejos", el cáncer en la próstata es uno de los mayores causantes de muerte en el sexo masculino. En estas páginas encontrará una descripción de la temible enfermedad, sus síntomas, sus factores de riesgo y los últimos avances en detección y tratamientos.
La próstata es una pequeña glándula que produce uno de los elementos constituyentes del semen; el cáncer ataca en esta zona a 1 de cada 11 hombres. Cada año, sólo en los Estados Unidos se detectan 100.000 casos nuevos y cerca de 30.000 muertes.
A diferencia de los fallecimientos que se dan por otras enfermedades, las víctimas de cáncer en la próstata mantienen un estoico silencio desde que empiezan los síntomas casi hasta la muerte. Este mal guarda un paralelismo con relación del cáncer en el seno, en incidencia y mortalidad, pero el de la próstata tiene el inconveniente de que sus víctimas no lo ventilan mucho. En cambio, en los pasados 15 años, las mujeres han desarrollado una infraestructura de soporte social e individual que las apoya y les permite mantenerse informadas y ver a los chequeos periódicos como una necesidad; muchas mujeres comentan entre sí las posibilidades de nódulos y quistes, pero pocas veces se sabe de un hombre que comparta su dolencia ni pida consejos sobre la eventualidad de desarrollar cáncer en la próstata.
EL DIAGNOSTICO
Uno de los problemas con esta enfermedad empieza desde sus métodos de detección que son muy desagradables. Para examinar la glándula —que tiene forma de nuez, mide una pulgada y pesa aproximadamente una onza y se encuentra justo detrás de la vejiga— los doctores deben introducir el dedo en el recto y buscar la existencia de alguna formación dura que puede indicar la existencia de un tumor. Este ha sido el sistema tradicional, si bien ahora se han desarrollado otros más sofisticados en los cuales se introduce una sonda conectada a una máquina especial, el orificio de chequeo continúa siendo el recto, con todo el malestar que esto significa.
ATACA A LOS JOVENES TAMBIEN
Aunque pocas personas lo saben, el cáncer en la próstata sí ataca a hombres jóvenes: una quinta parte de los afectados tienen menos de 65 años, llegando inclusive a reportarse casos de jóvenes de 20 años con cáncer en la próstata.
LA ACEPTACION
La mayoría de mujeres están dispuestas a aceptar la mutilación del tejido mamario y a someterse a una histeroctomía si es necesario para salvar la vida. Los hombres no reaccionan así. La diferencia de actitud puede radicar en la forma en que cada sexo vive la realidad de sus cuerpos. Una mujer está mucho más acostumbrada a sus periodos, a que se le realicen intromisiones con fines terapéuticos en sus zonas sexuales, a dar a luz, visitar periódicamente a su ginecólogo. Inclusive, tiene un sentido de integridad corporal diferente, que no se siente violado por las continuas penetraciones que representan los encuentros sexuales.
Para la mayoría de los hombres, en cambio, esa introducción en la zona genital es enormemente embarazoso. Quizás por esto es que la cifra de hombres que se realizan exámenes periódicos es tan baja.
LOS QUE ESTAN EN MAYOR RIESGO
Las causas del cáncer prostático no son bien conocidas, lo cual hace de la prevención una meta imposible de concretar. Lo que sí existen son factores de riesgo según las estadísticas.
Edad: las estadísticas aumentan en la medida que el hombre envejece. Alrededor del 80% de los cánceres eñ la próstata son diagnosticados en hombres mayores de 65 años.
Raza: se ha determinado que los hombres de raza negra tienen la mayor incidencia de cáncer en la próstata en el mundo. En los Estados Unidos se detectan 53 casos por cada 100.000 habitantes de raza blanca y 95 por cada 100.000 casos de personas de raza negra.
Historia familiar de cáncer en la próstata: Aunque se ha establecido que hay alguna incidencia en el cáncer dentro de la misma familia, no está claro si es debido a factores genéticos o ambientales.
Dieta: parece ser que el consumo excesivo de grasas puede desempeñar un papel importante en el desarrollo de la enfermedad.
Compañeras sexuales: un estudio identificó una posible correlación entre la variedad de compañeras sexuales, enfermedades venéreas y la incidencia del cáncer en la próstata. Esta teoría supone un origen viral-venéreo de la enfermedad.
Tratamientos
Durante años los hombres han evadido los tratamientos que podrían salvarle la vida, por miedo a menoscabar su potencia sexual. Hoy en día, sin embargo, pocos hombres tienen que sacrificarla gracias a una nueva generación de terapias. Las opciones específicas dependen de la etapa en que se diagnostique el cáncer y se empiece el tratamiento.
El cáncer mata porque las células se escapan y forman metástasis fuera del sitio original, fundando colonias secundarias en órganos distantes. Descubrir un tumor antes que el cáncer se haya regado, usualmente permite una recuperación completa al removerse toda la próstata.
Cuando el tumor se ha desarrollado a una etapa más avanzada —por ejemplo, si ha crecido lo suficiente como para presionar la vejiga, pinchar la uretra, o invadir los huesos pélvicos u órganos distantes—, las perspectivas se complican. En estos casos, la cirugía por sí sola no puede contener el esparcimiento. Solo un drástico y completo plan de ataque puede contrarrestarlo. En la batalla contra la enfermedad en estado avanzado, la castración no es sólo un desafortunado efecto colateral sino la estrategia central del tratamiento. En 1941, el doctor Charles Huggins demostró que removiendo los testículos se detenía la diseminación del cáncer prostático. Su trabajo le significó un premio Nóbel y permitió una mayor supervivencia a los pacientes afectados.
Los cánceres a los sistemas reproductivos como el de la próstata y del seno, en su mayoría, son hormonalmente dependientes: las hormonas sexuales —el estrógeno en las mujeres y las andrógenas en los hombres— aumentan su crecimiento. Al remover los testículos, en gran parte de los casos, la fuente de más del 90% de las hormonas sexuales masculinas, permitió a Huggins encoger tumores prostáticos al privarlos de su fuente hormonal. Posteriormente utilizó un estrógeno sintético destinado a ganar notoriedad en otro contexto: encerrar los testículos sin usar el escalpelo.
UN GRAN DESCUBRIMIENTO
En el frente quirúrgico se dio un gran paso con la identificación de un grupo de nervios que controlan la erección. Este se encuentra cercano a la próstata y a veces oculto por tejido dañado. Rutinariamente, toda esta zona era extirpada con el escalpelo durante la cirugía. Pero en 1983, Patrick Walsh, jefe del Departamento de Urología del John Hopkins, anunció que se había perfeccionado una técnica que removía la próstata y deja los nervios que controlan la erección, intactos. Esta nueva técnica llamada prostactetomía separadora del nervio, resguarda la potencia sexual de un 50 a un 70% de las veces y hace de la cirugía una opción más aceptable para tumores pequeños.
OTRO GRAN AVANCE
En el tratamiento químico del cáncer apareció el Lupron, el cual usado sólo, reduce la producción de andrógenos sin efectos feminizantes. Pero no puede prevenir el aumento de las hormonas andrógenas. Para perfeccionar esta substancia se le añadió "flutamida", una droga que bloquea la producción de andrógenos en las glándulas suprarrenales al impedir su unión con células prostáticas. (La F.D.A. aprobó el uso de flutamida para uso general desde 1989). Usando esta substancia, los tumores prostáticos se detienen y llegan, a veces, a desaparecer.
LA DETECCION
Uno de los últimos métodos de monitoreo explora una proteína (P.S.A. un antígeno específico de la próstata). El nivel de P.S.A. sirve para medir la salud del órgano: un nivel elevado indica malignidad.
Sin embargo, como conclusión podemos decir que los avances tecnológicos son una solución parcial. Nada puede salvar la vida de los hombres que se vuelven cómplices de su enfermedad, al mantener silencio ante síntomas preocupantes o al negarse a los chequeos rutinarios. Ojalá que, en la medida, en que progresa la ciencia, avancen los criterios y se rompan los tabúes que cuestan tantas vidas.
Fuente: Revista HOGAR, Septiembre 1991.