Publicado en
septiembre 22, 2013
Aceptamos como natural, el estado de ánimo de permanente angustia en que, de una u otra manera, todos vivimos; y, en forma automática e inocente, lo atribuimos a los debates de la vida cotidiana.
Por el Dr. Eduardo Manrique Trujillo (Médico cardiólogo) Foto: F.P.G.
Nuestra mente acepta, sin utilizar el sentido común, que la delincuencia, el secuestro, el robo de carros, la inflación, el congreso ineficiente, los jueces y los políticos corruptos son básicameñte las causas por las cuales nos es dificil mantener un estado permanente de paz interior.
LA GRAN MENTIRA
Sin embargo, en unas pocas líneas, voy a demostrarles que con un poquito de análisis, si recurrimos a unas cuantas neuronas cerebrales, entenderemos con claridad meridiana que la paz interior no tiene nada que ver con la situación del mundo que nos rodea.
En otras palabras... usted puede y debe tener tranquilidad absoluta, aunque su suegra se haya ganado el concurso de Halloween sin haber llevado puesto el disfraz, pese a que los políticos corruptos se levanten el municipio, aunque le roben dos veces su carro, o su jefe le comunique sus intenciones de continuar con el acoso sexual.
¿COMO LE HACE?
1.- Entendiendo la vida como ella es:
Usted estará de acuerdo conmigo que sería tonto amargarse con la realidad de que todos tenemos que morir, que a los 80 años nuestras carnes estarán flácidas, que en Guayaquil llueve en el invierno y que acostarse en la cama helada, en la ciudad de Quito, es una odisea que nos hace temblar tanto los glúteos, que más bien parecen que estuvieran aplaudiendo.
La vida es exactamente como es. Le guste o no, las cosas se presentan difíciles, inoportunamente y sin buscarlas; por tanto, si quiere conservar la ecuanimidad, comience por aceptar, sin derecho a protestar, la nariz de su vecino, la corrupción de los políticos y la traición de sus "amigos".
Pero por favor, entienda que aceptar al mundo como es, no implica contaminarse.
Aceptar las cosas inevitables, sin amargarse el día, no quiere decir que usted va a repetir los errores ajenos.
Comprender que si la vida es por momentos injusta, no quiere decir que no existe la justicia, lo que pasa es que a veces tarda mucho en llegar. Pero de que llega... llega.
Reconozca que el sufrimiento es el arma más eficaz para el crecimiento emocional. No lo busque como hacen los masoquistas... pero afróntelo si le llega el momento, y mientras supera el dolor... no se queje.
2.- Todo pasa
Créame cuando le digo que todo pasa en la vida. He visto durante los 18 años de cardiólogo, toda clase de sufrimiento humano. Inclusive ha habido ocasiones en que yo mismo he dudado sobre la posibilidad de que una persona supere un dolor insufrible.
Sin embargo, he encontrado a la misma persona después de años... y la he visto sonreír y hablar con la misma ilusión que antes de su tragedia... ¿por qué?
Porque llevamos en nuestro interior, una fuerza revitalizadora e indestructible que se conoce como esperanza: Esperanza de sanar nuestro dolor, de olvidar nuestro pasado y enterrar nuestra tristeza.
Porque cuando sembramos la tierra de nuestra amargura, con la semilla de la esperanza, veremos asombrados crecer el fructífero árbol de nuestros logros; y, al cobijarnos en su sombra, podremos volver a respirar el aire fresco de la alegría.
La paz interior nada tiene que ver con la realidad. Es un sentimiento solo suyo, que tendrá que aprender a defenderlo con más acuciosidad que el saldo de su cuenta corriente, con más esmero que su cutis, y con más celo que a su cónyugue.
SIEMPRE HAY ALGUIEN BUENO
¿Cómo puede tener paz interior si cree que todo el mundo es pillo, mentiroso, infiel o corrupto? La verdad es totalmente opuesta. Hay muchas personas honestas que se esfuerzan, en medio de sus propias dificultades, por ayudar a los demás. La vida está llena de heroísmo.
Lo que sucede es que los actos heroicos de la vida cotidiana no se venden en las noticias como sucede con la crónica roja. Son muchas las personas que gozan con lo macabro... pero por favor... "muchas" no es lo mismo que todas.
Usted y yo formaremos parte de ese grupo de seres humanos siempre dispuestos a poner el hombro en el problema ajeno, pues hemos descubierto una de las más fascinantes leyes de la vida: mientras más me preocupo por solucionar el dolor ajeno, menos me duele mi propio dolor.
Es que al preocuparme por los demás, mi cerebro amplía en forma automática la verdadera visión de la vida. Comienzo a "ver" las cosas invisibles que me permiten entender al mundo desde una óptica más inmortal y más humana. Ya no utilizo tanto el "Yo" como el "Nosotros", ya no es "Tú" dolor sino el "Nuestro".
Y con esa actitud, mi mente está tan ocupada en resolver problemas ajenos, que se me han anestesiado los sentidos del sufrimiento y han aumentado los deseos de compartir con alguien que necesita una frase justa, un aliento cálido, una mirada tierna o un acompañado silencio.
Fuente: Revista HOGAR, Diciembre 1994.