¿LA INFIDELIDAD COMO VENGANZA?
Publicado en
agosto 11, 2013
Cuando un matrimonio enfrenta el desolador fantasma de la infidelidad, los dos únicos caminos a seguir son: la separación o la definitiva superación del problema.
Por María R. Espinel de Massú.
Por desgracia, si bien el miembro de la pareja ofendido, dice estar dispuesto a olvidar el asunto, a dar la crisis por terminada y a seguir con su vida matrimonial, eso en la realidad dista mucho de ser un hecho. Por mucho que su cónyuge ofrezca un total cambio, con arrepentimiento y promesas, queda flotando en el aire, y así se mantiene, saliendo a relucir el tema más pronto que tarde.
Es que "perdonar" la infidelidad en la pareja, podría sonar fácil, echando mano a razones afectivas, familiares, incluso espirituales, pero "olvidar" es lo difícil. La herida no es de sencilla sicatrización y como por lo general un acto de infidelidad viene acompañado de discusiones, conflictos y altercados, la secuela que queda en la mente de quien fue engañado o engañada, es demasiado profunda y lo único que pudiera sanarla es el tiempo, y la firme intención de lograrlo.
Así, mientras eso sucede, los recuerdos ingratos producen reacciones inmediatas y el deseo de vengarse, de dar rienda suelta a la ira, es una de ellas, y se da bajo los más variados aspectos.
Por ejemplo, una esposa que se supo engañada, aunque trata de salvar su matrimonio, querrá de alguna manera "desquitarse" y una de ellas es sin lugar a dudas "hacer que gaste". La idea de que un marido infiel gasta mucho dinero en su amante o aventura, está muy difundida, por lo tanto, en represalia, la esposa no escatimará a la hora de hacer compras o darse gustos, que si no hubiera sucedido nada, no lo haría. Lo peor, es que inconscientemente, el marido lo acata y no chista siquiera; llega a convencerse de que está comprando un perdón.
A la inversa, un esposo que ha sorprendido a su cónyuge infiel, pero que decide mantener su matrimonio, registrará –como medida de rechazo– los gastos de su pareja, ejerciendo un mayor control en las finanzas, y negándose a cualquier desembolso que no sea indispensable, es una especie de "castigo" que ella deberá sufrir por su falta.
Otra ruta de "venganza a su pareja infiel" es realizar actividades individuales con marcado exceso y no acostumbradas antes del hecho. Es una manera de rodearse de "misterio", como dando a sobreentender que podría darse una situación similar a la sufrida, es decir, quiere darle a su cónyuge una dosis de su propia medicina. Horarios distendidos, conversaciones telefónicas en voz baja y a deshoras, salidas fortuitas, etc., son el marco con que un marido o una esposa quieren "dar a entender" que no están exentos de tener un desliz matrimonial; es una especie de decir ¡Cuidado! Que hago lo mismo que hiciste.
Cuando un marido o una esposa deciden continuar con su matrimonio después de una infidelidad comprobada, tienen que asumir con la debida madurez, que lo hacen para sacar adelante a la familia, a la relación en pareja, a la vida juntos. Buscarle otro propósito a permanecer unidos, es absurdo e inútil. Los sentimientos de afecto, la necesidad de compañía, los hijos, la tranquilidad mental para trabajar, son de vital importancia no solo para existir sino para sobrevivir.
Como dijimos antes, perdonar es más viable que olvidar, pero si esto último no se logra, todo empeño es estéril. La amarga página de la infidelidad debe pasarse, y pasarse bien, no a medias. El tema no puede repetirse y repetirse interminablemente, acosando a la parte "en falta", pues lo único que se logrará es mantener vigente algo que hiere, algo que se interpone en la buena relación de una pareja. Las "medias tintas" no funcionan en un matrimonio, si se opta por sacar adelante una familia que se formó en base al amor, pues debe apelarse a él, y tener la sabiduría necesaria para superar un problema de la envergadura de una infidelidad.
El camino en pareja es hermoso, pero muchas veces es duro. Querer "vengarnos" de quien nos ha lastimado puede parecer una medida de justicia, pero no de nobleza, y el matrimonio, entre sus cualidades, debe ser noble para que sea valedero, y quien insiste en "la revancha" no logra sino perjudicarse a sí mismo.
Las palabras no borran la infidelidad sino las acciones, son ellas quienes le devolverán la confianza y la seguridad perdida al cónyuge ofendido; es una tarea de dos, y ambos son responsables –el uno, demostrando y el otro con positiva respuesta– de soslayar primero y olvidar después, ese escollo, que no destruyó un matrimonio y que más bien, será enterrado en el fondo de ese baúl de recuerdos –buenos y malos– los cuales somos enteramente libres de dejarlos para siempre ahí reposar.
Fuente: Revista HOGAR, Julio 2004.