FLACAS O GORDAS ¿QUIÉN HACE MEJOR EL AMOR?
Publicado en
agosto 19, 2013
Qué tipo de mujer tiene más atractivo para los hombres, ¿las flacas o las gorditas? Nótese que al hablar de la mujer que no es delgada se acude al diminutivo, en un evidente afán de suavizar el golpe. ¡Tan impopular resulta hoy el exceso de peso!
Por Victoria Puig de Lange.
Nos lanzamos a una encuesta casera entre hombres que vemos todos los días, y estuvieron de acuerdo en que eso de hacer bien o mal el amor no tenía nada que ver con el tipo de mujer, pero que había una realidad: el hombre posee un tipo ante el cual reaccionaba.
A pesar de la tremenda presión de una cultura que prácticamente exige la estilización de la figura, muchos hombres todavía prefieren a una mujer "metidita en carnes". Y en buena hora, porque así se equilibra la situación, aunque la controversia siga en pie. Ya no hay duda de que el actual patrón de belleza, si vamos a guiarnos por los modelos que vemos en las pasarelas, las chicas en traje de baño de la famosa publicación anual de Sports illustrated y las que en las playas pueden ponerse tanga, es una mujer con más huesos que carne.
¿Pero cuál es la preferencia del hombre a la hora de hacer el amor? En el momento de la verdad, ¿qué quieren tener al lado: una mujer suave y redondita, o una angulosa y estilizada?
Tampoco se puede negar que a través de la historia, cada vez que se habla de una mujer que trastorna a los hombres (lo que tradicionalmente se ha llamado "una mujer fatal"), esta ha sido a menudo voluptuosa. Y ese fue el patrón hasta hace poco. Un ejemplo: Marilyn Monroe, a quien lo menos que podía llamársele era flaca... ¡lejos de eso!
UNA ENCUESTA SORPRENDENTE
Los que campean por las flacas, recuerdan los tiempos de oro de Garbo... Katherine Hepburn, Lauren Bacall y otras como ellas, todas flacas, que hicieron historia. Veamos qué dicen las estadísticas, ese flagelo de nuestros tiempos. El boletín médico de la Universidad de Harvard publicó hace ya algunos años un artículo basado en la encuesta hecha por dos sicólogos, en la cual 250 maridos y sus mujeres fueron entrevistados separadamente. El resultado: el 80% consideró la silueta muy delgada como las más atrayentes sexualmente. Un 55% se parcializó por la "llenita". Pero un 25% optó por la silueta francamente generosa. La encuesta dio el triunfo a las flacas. Uno de los hombres que formó parte del 80% que las favorecía, contestó así al ¿por qué? de los investigadores: "A mí me atraen más los vacíos que las protuberancias" Este, por supuesto, es un fenómeno moderno. En el mundo de la ciencia, teorías como la del sicólogo alemán Shassman, quien asegura que la mujer de busto pequeño es más inteligente que la que tiene el seno grande, se analizan cuidadosamente. Y dan pie a que se diga que el asunto es a la inversa. Que es la desventaja en que se encuentra la mujer menos dotada por la naturaleza (al sentirse amenazada por las más apetitosas), lo que la lleva a desarrollar otros valores.
Este tipo de mujer busca ser intelectualmente interesante. Lee, agudiza su mente, trata de atraer con su conversación. Cuida su vestimenta y hasta cultiva ciertas fases histriónicas. Como es natural, aunque no sea un genio, resulta más interesante que una que descuida su intelecto porque descansa en su atractivo físico.
"Al fin y al cabo" han dicho una y otra vez las mujeres planas, recordando la hazaña de Wallis Simpson (que no era precisamente super dotada), "el amor es más que nada, imaginación". Si la Simpson pudo conquistar a un rey siendo lo que entonces se llamaba "una escoba", ¿por qué no puede repetirse la historia? "A la vista está", dice una famosa flaca, "que más que curvas, lo que se necesitan son armas para derrotar al peor enemigo del amor: la monotonía".
LA POPULARIDAD DE LAS CURVAS
Es la ley de las compensaciones en acción. ¿Qué le importa al hombre casado con una artista de la conversación, una maestra del "sprit", que su mujer tenga pocas curvas? El prestigio de las curvas tiene sus raíces en la historia del arte, y el placer natural de plasmar en piedra, marmol o el lienzo, un desnudo de mujer. Y todas eran "gorditas" o gordas, como usted prefiera. Una, sobre todo, mantiene hasta hoy su prestigio personal. Se le cita constantemente como ejemplo de excelencia. ¡Es una Venus! se dice de la mujer con una figura sensacional, recordando a la famosa estatua del Louvre. Nadie se ha puesto seriamente a pensar qué pasaría si a la Venus de Milo se le pusiera un trajecito de lino, o uno de esos pantalones "cigarrillos" que se usan hoy. ¿Y qué parecerían las modelos de Renoir en bikini? Por otra parte, ¿concibe usted a Twiggy modelando para el picnic de Manet, el famoso "Dejeuner sur l'herbe"? ¿Qué hubiera dicho el Tiziano de las modelos francesas de nuestros días? En cambio Raquel Welch, el clásico término medio, sí hubiera encajado en aquella época, y hubiese hecho una espléndida maja (como lo hizo Ava Gardner en la pantalla), porque Goya estaba adelantado a su tiempo, y la duquesa de Alba sí tenía cintura.
Lo importante es que todas, gordas, flacas o más o menos entradas en carne, fueron y siguen siendo "la mujer" para algún hombre. ¡Gracias a Dios!
Porque sobre gustos y colores... Mientras Renoir pintaba esos desnudos bien nutridos que para él eran lo que la fruta para Cézanne, una chica semituberculosa hacía las delicias de Modigliani.
¿LAS FLACAS SON MAS FLEXIBLES?
¿Flacas famosas? Twiggy, Audrey Hepburn, Katherine Hepburn (si usted es muy joven, sepa que fue una mujer lindísima) y Lauren Bacall, que inspiró una de las grandes pasiones del siglo. Cuando ella y Humphrey Bogart se enamoraron, las repercusiones fueron intensas. Fue un amor fulminante e inevitable, Bogart deshizo un matrimonio de años para casarse con Lauren, que era mucho menor que él. A Bogart se le atribuye la frase: "Me enamoré de sus huesos. Tiene ángulos maravillosos". La frase hizo historia, destruyendo —en tiempos en que Mae West era noticia— un mito: el del atractivo de las curvas ampulosas.
De paso se descubrió que muchos hombres estaban de acuerdo con Bogart. Para ellos el contacto con un cuerpo de mujer perdía sensación si no percibían la flexibilidad que sólo se encuentra cuando la grasa escasea: "La flaca se adapta más a mí que la gorda, y aún la simplemente maciza", dice un conocido playboy. "Cuando tomo en brazos a una mujer gruesa, todo ese volumen me impide llegar a la médula de su sensibilidad. En cambio una delgada me da la sensación de estar desnuda aún cuando esté muy vestida. Se incorpora a mí, es más flexible, y en un momento dado, casi es parte de mí". Los partidarios de las "gorditas" disienten. "La mujer", dicen, "debe ser lo contrario del hombre. Donde éste es anguloso, duro, musculado, aquella debe ser suave, blanda, curvilínea, mullida". "Yo no quiero", dice un defensor de las curvas, "palpar huesos. Estos no me gustan ni en las manos. Y en el momento del éxtasis, deseo hundirme en la sensualidad de un cuerpo que es mi antítesis".
¿CUAL ES MAS ARDIENTE?
O sea que ambas, gordas y flacas, tienen su público. ¿Cuál es más ardiente? ¿Cuál más atractiva? ¿Cuál hace mejor el amor? Nos lanzamos a una encuesta casera entre hombres que vemos todos los días —mi dentista (que es gordito), el carnicero, el vendedor de boletos en el cine, el cartero, mis vecinos, y hasta un miembro de la Cámara estatal. Todos estuvieron de acuerdo en que eso de hacer bien o mal el amor no tenía que ver con el tipo de mujer, pero que había una realidad: el hombre posee un tipo ante el cual reaccionaba, y esto provocaba en ella una mejor actitud amorosa.
Una gran mayoría se parcializó por la mujer bien formada, no gorda ni flaca. Algunos confesaron una inclinación a la mujer rotunda. Otros insistieron en sentir "la anatomía de la mujer, su forma básica, su esencia".
Gordas maternales. Y hay, por supuesto, teorías. Parece que las gordas despiertan en el hombre el recuerdo de la madre. Son maternales y físicamente ofrecen una sensación de bienestar que se relaciona también con una casa abrigada y acogedora. Un seno abundante y tibio, hace pensar en todo aquello.
Flacas desprotegidas. Otro tipo de hombre quiere, por el contrario proteger, cuidar, ser el árbol que da sombra el defensor, inclinándose naturalmente a la mujer frágil, débil, y en casos extremos a la mujerniña (Audrey Hepburn).
"Cuando me casé con ella", me dijo una vez un viejo que dedicó su vida a mimar a su mujer, "podía tomarle la cintura con ambas manos y la muñeca con el pulgar y el índice... y sobraban manos y dedos". Y lo decía con ternura, con amor, casi con veneración. Aquella mujer podría no haber tenido otros atributos, pero tenía el principal: era flaca. ¿Qué decía ella? Que a través de cincuenta y tantos años de matrimonio, su única preocupación habían sido las otras flacas. De las que no lo eran nunca se preocupó: él era hombre de pocas carnes.
En la encuesta de que hablamos, otro mito se derrumbó. El que asegura que muchas mujeres ganan peso para escapar a las relaciones sexuales, y que las obesas tienen un menor deseo sexual. No sólo se descubrió que las gordas tenían los mismos apetitos que sus hermanas "en línea", sino que en muchos casos sus necesidades eran mayores, razón por la cual estaban gordas: al no recibir suficientes demostraciones de afecto, comían para suplir esa falta.
Sí, aquello de que las gordas son menos apasionadas, quedó desmentido. De hecho éstas necesitan más atención que las delgadas. De modo que si su esposa engorda a ojos vista y come más de lo debido, revise su conducta amorosa. Quizas está en sus manos que ella recupere su silueta. Dice un médico especializado en el tratamiento de la obesidad que una vida sexual activa reemplaza el deseo de comer.
El busto, su tamaño y su importancia, también se discutió a fondo. Parece que los hombres caen en dos grupos definidos: hombres a quienes gustan las piernas y hombres que prefieren el busto. Unos miran primero el busto de una mujer, y otros dirigen sus miradas a las piernas. Los hombres/piernas dijeron no importarles mayormente el tamaño del busto, mientras los hombres/busto aceptan unas piernas menos que perfectas, si el busto es atractivo.
PARA TODO HAY GUSTOS
De modo que ya ve usted, en realidad hay campo para todo el mundo. Las gordas pueden echar una mirada alrededor y encontrar ejemplos francamente reconfortantes. ¿Recuerda a Simone Signoret? Simone retuvo a Yves Montand a su lado a pesar de haber perdido la silueta, mientras las rivales más estilizadas del mundo trataron de quitárselo. Hasta su muerte, Simone comió a gusto, gorda y satisfecha, y Montand la lloró inconsolablemente.
Rossano Brassi fue otro. Las "glamour girls" de todo el mundo suspiraban por él pero el romántico italiano permaneció sino fiel, por lo menos al lado de su mujer, una buena señora gorda y plácida.
¿Cómo lo hacen? ¿Son secretos de gordas? ¿Consuelo para las flacas? El eterno atractivo de Jackie y Mia Farrow, manojos de huesos que triunfan en lo que se proponen y hacen y deshacen impunemente.
Si usted es flaca, la época está de su parte. La ropa más linda viene en tallas pequeñas, las modelos profesionales que viven a punta de café y colas, llevan la voz de mando.
Si es gordita y todavía no se ha asustado con el cuento del colesterol y los infartos prematuros, sepa que en el mundo hay hombres que sueñan con alguien exactamente como usted —una mujer que nunca hace dieta, siempre está de buen humor— (no hay gorda mal genio) y es suave, maternal y reconfortantemente tibia.
Fuente: Revista HOGAR, Septiembre 1991.