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agosto 25, 2013
SOY AGENTE de viajes y tengo una cliente que acude a mí cada año para que programe las vacaciones de su familia. Cierto día, una vez que hube enviado a sus hijos a otra población con sus abuelos y al marido a un viaje de negocios, le pregunté si deseaba un plan para su propio descanso.
Sonriendo, repuso: "Acaba usted de dármelo".
—R.D.
UNA RICACHA, recién llegada a nuestra ciudad y que se daba ínfulas de gran señora, vio a su vecino, almirante retirado, desherbando el jardín de su casa. La dama, que lo había confundido con el jardinero, puso dos monedas sobre la tapia y le dijo:
—Si quieres ganarte algo en tus horas libres, ven a desherbar mi calzada esta noche.
No teniendo nada más importante que hacer, el almirante se echó al bolsillo el dinero y desempeñó la tarea indicada.
La señora, al descubrir su error al día siguiente, corrió a la casa de su vecino a darle excusas.
—No tenga cuidado —dijo el almirante—. El ejercicio me convino. Sólo espero que no le haya causado dificultades con su ama.
—G.W.A.
DESPUÉS de varios meses empleados en consultar catálogos y visitar tiendas, mi esposo encontró al fin el sillón reclinable perfecto en la sección de muebles de una gran tienda de la ciudad. El diseño estaba muy bien; el color y la textura del tapiz eran de lo más agradables. Sólo faltaba la prueba decisiva. Mi marido se sentó en el sillón, tiró de la palanca que levantaba el descansapiés, y suavemente empujó el mueble hacia atrás. En seguida cerró los ojos, y con una leve sonrisa en los labios disfrutó de aquel descanso.
Apenas se iban disipando de su estado consciente el ruido y la animación que lo rodeaban, cuando una suave voz femenina rompió su arrobamiento preguntándole: "¿A qué hora quiere usted que se le despierte, señor ?"
—T.W.H.
AL LLEGAR a casa sin mis llaves, en medio de un gran aguacero, hice caso omiso de un recado escrito de mi mujer pidiéndome que metiera la ropa que había dejado tendida. Busqué una escalera y entré por una ventana.
Cuando llegó mi esposa no se inmutó ante mi irritación. "Si hubieras hecho caso del recado que te dejé", dijo, "hubieras encontrado la llave de la puerta de atrás metida dentro de uno de tus calcetines que colgué del tendedero".
—A.F.G.L.