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junio 23, 2013
PARA EL astrónomo, el hombre es un punto insignificante en el universo infinito —sentenció un célebre astrónomo.
—Pensé a menudo eso mismo —repuso el profesor Einstein— pero un día comprendí que ese punto insignificante que llamamos hombre, es también el astrónomo.
—Albert Einstein, en una reunión científica
ES INTERESANTE advertir que, según el calendario judío, el día comienza a la puesta del Sol, y no al alba. Todas las festividades y los días sagrados empiezan de noche. El sábado se inicia la víspera, con el crepúsculo. Según la tradición judía, eso tiene un significado moral. No es difícil tener confianza en el día y creer en la existencia de la luz y de la aurora. Pero el día judío se inicia en la noche para simbolizar, aun en la oscuridad, la fe en que prevalecerá la luz y brillará una nueva mañana para la humanidad.
—W.S., en Rabbinic Wisdom and Jewish Values
TODA BUENA comida debe organizarse y escenificarse como una ópera grandiosa. El comensal disfruta de la buena mesa no sólo con la boca o el paladar, sino con ojos, oídos y dedos. Las combinaciones del colorido y las formas son tan importantes como la temperatura adecuada, la consistencia y los aromas. Hasta los sonidos se asocian en la mente con determinados manjares. Imaginemos a qué sabría el mejor pepino encurtido, si, al morderlo, le faltara el crujir de rama quebrada, si su textura fuera la del plátano maduro.
—Louis Szathmáry, en The Chef's Secret Cook Book
CON REÑIR y sermonear constantemente al cónyuge sólo se logra acumular una presión de vapor que, más tarde o más temprano, hará estallar la caldera. Además, ¿qué ganamos con demostrar que tenemos razón? Cuando mucho, probar que la otra persona no es perfecta. El hombre y la mujer que realmente aspiren a la convivencia feliz deberían recordar esta máxima de cierto ministro de la Iglesia de Escocia: El amor tiene ojos, pero también párpados.
—Gerald Horton Bath