AVARICIA VS. DERROCHE ¡CÓMO AFECTA AL MATRIMONIO!
Publicado en
junio 30, 2013
El manejo del dinero dentro del matrimonio es complejo, pero no se le da importancia; sin embargo, son muchos los casos en que el tema se convierte en una pesadilla.
Por María Rosa Espinel de Massú.
Indudablemente, jamás dos personas pensarán exactamente igual, peor si se trata de un hombre y una mujer, que por propia naturaleza tienen idiosincrasias diferentes. Ciertas cosas revisten de gran importancia para la mujer, quien no vacilará en comprar una lavadora para facilitar el trabajo del hogar, mientras que el esposo pensará que ese dinero puede ser utilizado en unas vacaciones o en cambiar el auto. Y no es que a él no le importe su hogar o ella no disfrute de las vacaciones, sino qué el orden de prioridades difiere uno del otro, de tal manera, que solo un feliz término medio puede conciliar las opiniones cuando el presupuesto no alcanza para todo.
La flexibilidad de parte y parte se impone, considerando que ambos deben sentirse a gusto no solo en la parte afectiva, sino también en lo material que tienen como marco de sus vidas en común.
GASTADORES UNIPERSONALES
Hay muchos casos, en que las opiniones no se dividen en "gastos comunitarios diferentes" como los de beneficio mutuo, sino que cada miembro de la pareja "lleva agua para su molino", o peor aún, uno solo de ellos lo hace. Así, tenemos el hombre que compra implementos deportivos para su uso exclusivo, o la esposa que adquiere ropa o cosméticos personales en demasía, hacen que se marque una línea divisoria de los egresos, que muchas veces no guardan relación entre ambos. Entonces, uno u otro, se siente "perjudicado" y el comentario de "solo gasta en sí mismo" no se hace esperar, con el consabido malestar que esto produce, al sentirse menoscabado en un rubro que debe ser compartido en partes iguales, junto con la responsabilidad, el afecto, la compañía, etc.
LOS INGRESOS
Reviste vital importancia en todo esto, la fuente de los ingresos. Así, cuando sólo el marido aporta para los gastos, es generalmente la esposa la que se siente menoscabada, cuando su cónyuge no responde a sus requerimientos o ella ve que gasta en sí mismo más de lo que comparte. Se crea un ambiente de resentimiento y un impulso a la búsqueda de una independencia económica que no obtiene respuesta. La esposa tiene la sensación de "tener que pedir"... y lo encuentra humillante, sobre todo al recibir frecuentes negativas o recortes.
Si por el contrario, ella trabaja y tiene sus propios ingresos, pero no contribuye a los gastos de la casa, y "todo se lo echa encima", el esposo siente que ella desemboca todo el peso sobre sus hombros, insensible a cualquier necesidad o a sus esfuerzos.
DIALOGO Y BALANCE
Lo ideal, es el reparto equilibrado, el presupuesto basado en el diálogo "necesidad-ingresos", haciendo un balance maduro, en el que no solo primen los deseos sino ante todo el conjunto familiar.
La teoría de "esto es mío porque me lo gané", se pierde al mismo tiempo que la soltería. Si la esposa no trabaja, lo más lógico es que además de los gastos comunes que se manejan, ella deba contar con una cantidad asignada de mutuo acuerdo para esos gastos de tipo personal, ¡es para lo que ella desee!
Si en cambio ella trabaja, se debe acordar qué insumos paga y cuánto se reserva para sí. Muchas mujeres tienen la teoría de que "lo tuyo es mío y lo mío es mío", al dar por sentado que es el marido quien mantiene el hogar. Si así piensa, pues que deje de trabajar, ya que su presencia en casa es importante.
Hay muchos matrimonios destruidos porque el marido siente que su pareja, que percibe ingresos, deslinda toda responsabilidad; pero no son menos los que se destruyen, porque la esposa que no trabaja siente que el egoísmo de su marido en cuanto a sus necesidades es manifiesto... El resultado de eso, es una mujer "sacudida en exceso", cuyas alas se abren desproporcionadamente, pues ha buscado ingresos por desquite y al obtenerlos disfruta la situación en forma de "achaque" contra el marido, que un día fue egoísta y de quien ya no necesita más.
Un claro concepto de gastos, una abierta conversación al respecto, es lo único que impedirá diferencias que afecten el buen desarrollo del matrimonio.
CONCLUSION
Dentro del matrimonio no pueden tener cabida los rencores, las decepciones ni los sentimientos adversos que causan la falta ¡y por qué no, a veces! el exceso de dinero. Un "mal reparto" de los bienes causa tanta desavenencia como cualquier otro causal de discrepancia.
Los problemas, las alegrías... y el dinero, deben ser compartidos por la pareja... Un feliz "término medio" es el fruto de cuotas de amor indispensables contra el egoísmo material y un rédito de madurez producto del diálogo y la compenetración que da una permanente comunicación en cuanto al tema económico, dolidificará la relación que mantendrá no solo la supervivencia material sino especialmente la emocional de dos personas que unieron sus vidas... gastos incluidos... hasta que la muerte y no el derroche o la avaricia, los separe.
Fuente: Revista HOGAR, Ecuador, noviembre 1998