BATALLA FRONTAL CONTRA LOS HOOLIGANS
Publicado en
mayo 12, 2013
Los titulares de los diarios denunciaban con angustiosa insistencia la desaforada agresividad de los fanáticos ingleses del futbol soccer, sobre todo en encuentros que se celebran en el extranjero. Avergonzado por el desprestigio y el deshonor que tan vandálica conducta traía a su país, el público inglés exigió al gobierno que tomara cartas en el asunto. Uno de los resultados fue la creación de la Unidad del Servicio Secreto Nacional contra la Delincuencia en el Futbol, cuyo éxito para frustrar los planes de los altorotadores ha contribuido en gran medida a restaurar el orgullo nacional de los ingleses.
Por Phil Sidey.
Junio de 1988. En Stuttgart, Alemania, unos hinchas ingleses que asistían a una semana de encuentros de futbol por los Campeonatos Europeos libraron batallas campales con unos jóvenes alemanes e irlandeses, después de que su equipo perdió con un marcador de 10 frente a Irlanda. Después, en Düsseldorf y a raíz de otra derrota inglesa, esta vez contra Holanda, estos y otros fanáticos incurrieron en actos de vandalismo: rompieron escaparates, volcaron automóviles y causaron daños calculados en 100,000 libras esterlinas.
Tres días después, en Francfort, donde Inglaterra se enfrentó a la Unión Soviética, resurgió la violencia: los hooligans ingleses arrojaron latas llenas de gas lacrimógeno y provocaron a los hinchas rivales haciendo el saludo nazi. Al final de esa semana se había detenido a más de 250 fanáticos ingleses.
Septiembre de 1991. En marcado contraste con los zafarranchos de tres años antes, un partido de Alemania contra Inglaterra, en Wembley, transcurrió casi sin incidentes, en buena parte gracias a la Unidad del Servicio Secreto Nacional contra la Delincuencia en el Futbol, operada por la policía y constituida a raíz de los disturbios de 1988 para coordinar la acción de los servicios secretos en torno del "hooliganismo".
Se hicieron cuidadosos preparativos que contribuyeron en gran medida a cortar los problemas de raíz. La Unidad, en coordinación con la policía alemana, consiguió fotografías de los más notorios hinchas alemanes, y unos especialistas de la policía alemana llegaron a Inglaterra dos días antes del encuentro.
En Alemania, los encargados de la operación de vigilancia averiguaron que los más conocidos y problemáticos agitadores cruzarían el mar y se reunirían en The Globe, una taberna en Marylebone. Después de seguirlos en su trayecto a Londres por tren o minibús, detuvieron a 32 de ellos en la Estación Victoria para interrogarlos, y a otros 20 los sacaron de The Globe cinco horas antes de que empezara el partido. Posteriormente, a 14 de estos rufianes se les acusó de portar armas ofensivas, entre ellas, atomizadores de gas tóxico, cuchillos y navajas de afeitar.
Durante el partido, unos agentes policiacos especiales, con experiencia en distintos puntos de Inglaterra donde ocurren disturbios relacionados con el futbol, se apostaron en los torniquetes de las entradas, donde advirtieron a los sospechosos —muchos de ellos identificados mediante fotografías que había proporcionado la Unidad— que serían vigilados. Dentro del estadio, los policías, con gran ostentación, tomaron fotografías de algunos de los agitadores conocidos, para dar mayor peso a sus advertencias y actualizar los datos de la computadora de la Unidad. Casi no se registraron incidentes de "hooliganismo" en esa ocasión.
GALERIA DEL TERROR
La Unidad reúne la información que le proporcionan unos 100 agentes policiacos especiales en todo el país y la transmite a otras fuerzas del orden. Su principal arma es un sistema de archivo computarizado sumamente complejo, que contiene tomas "congeladas" de videos, fotografías fijas y recortes de periódico.
Así resulta mucho más fácil la identificación de agitadores potenciales, que suele ser complicada cuando sólo se dispone de descripciones escritas, proporcionadas por testigos oculares inexpertos. En los tribunales, estas fotografías constituyen pruebas irrefutables, y no se corre el riesgo de que un testigo de cargo se confunda en los severos careos. Los expedientes se actualizan constantemente para agregar a nuevos infractores y eliminar a aquellos que no se hicieron notar en la anterior temporada de futbol.
Sentado frente a unas pantallas gemelas de monitor en el cuartel general de la Unidad, en Londres, el inspector Bryan Drew, subjefe de la Unidad, me demostró cómo puede hacer que se desplieguen en las pantallas los datos más nimios de unos 6500 jóvenes, clasificados bajo una amplia gama de categorías: desde el equipo al que apoyan, hasta el acento con que hablan y el color de su cabello.
"Supongamos que un tipo me golpea y que sólo puedo recordar que tenía una serpiente tatuada en el brazo...", propuse como ejemplo.
Antes de que terminara yo de hablar, la computadora nos informó que figuraban en la lista unos 42 hombres con ese tatuaje. ¿Dónde ocurrió el incidente? ¿Qué partido se jugaba? En cuestión de segundos, el sospechoso apareció en la pantalla, con una descripción completa de sus características.
Muy cerca de allí, el alguacil detective Phil Ryan opera el sistema de videocintas. Estas son filmaciones de los partidos de futbol que tienen lugar en todo el país, y son hechas por agentes policiacos ambulantes que se mezclan entre los espectadores, y por cámaras fijas que pueden abarcar todo el estadio.
OBSERVACION ESTRECHA
Utilizando los controles de "congelamiento de la acción", "cámara lenta" y "aislar y ampliar", Ryan puede detectar delitos que incluso los camarógrafos que hicieron las tomas no advirtieron. En cuanto se identifica a los infractores, se les detiene, se les presentan las pruebas filmadas y se les cita a comparecer ante el tribunal.
El superintendente Adrian Appleby, jefe de la Unidad, clasifica a los aficionados ingleses del futbol en tres grupos. La gran mayoría son gente tranquila, deseosa de disfrutar de su deporte favorito. Otra categoría la integran personas pendencieras, que se acomodan cerca de los hinchas del equipo contrario a fin de intercambiar injurias. Estos son fácilmente manipulados por el tercer grupo, compuesto de "agitadores mercenarios", cuyo único propósito es agredir y provocar disturbios; estos ni siquiera ven el juego.
MEDIDAS CONTRA LA VIOLENCIA EN EL FUTBOL
Mantener a raya a los hooligans cuesta alrededor de 10 millones de libras esterlinas anuales. En los partidos en que hay enconadas rivalidades entre los aficionados, llegan a necesitarse hasta 1000 agentes. Este tipo de violencia no es un fenómeno reciente. "Los ejemplos de invasiones del terreno de juego, de ataques contra los árbitros y los jugadores, y de peleas entre aficionados rivales se remontan a hace 100 años", puntualiza el superintendente Appleby. "Pero la violencia se recrudeció durante los años setentas y ochentas de este siglo, y muchos de los disturbios fueron organizados de antemano por bandas de criminales".
El 29 de mayo de 1985, millones de telespectadores del mundo entero presenciaron con escandalosa claridad las trágicas consecuencias de la violencia en los estadios de futbol. Poco antes de la final de la Copa Europea en el Estadio Heysel de Bélgica, los partidarios del equipo de Liverpool agredieron a los del otro equipo, el Juventus de Italia. Un muro se derrumbó y cayó sobre los italianos que huían. Cuando se restableció el orden, 39 personas yacían muertas, 32 de ellas de nacionalidad italiana, y otras 700 habían resultado heridas.
El desastre levantó una oleada de indignación en Inglaterra y en el extranjero. Se prohibió a todos los equipos ingleses jugar en Europa. La primera ministra Margaret Thatcher exigió que las autoridades del futbol impusieran el orden. Se movilizó a las fuerzas policiacas secretas y se confirió a los tribunales la facultad de expedir "órdenes de exclusión", para alejar de los estadios a los agitadores conocidos.
La policía empezó a acosar a los hooligans locales en sus propias jurisdicciones. Sin embargo, los partidos que se celebraban en el extranjero y los encuentros internacionales seguían siendo fuentes frecuentes de problemas. Por fin, los disturbios que se suscitaron en Alemania en ocasión de los Campeonatos Europeos de 1988 llevaron al gobierno a poner en marcha la operación de servicio secreto policiaco para mantener el orden en los partidos de futbol.
Cuando la Unidad inició sus operaciones, en marzo de 1990, el desastre de Hillsborough —en el que 95 hinchas del equipo de Liverpool fueron accidentalmente aplastados—había aplacado hasta a los más salvajes hooligans. Pero la ilusión de que ya había pasado lo peor se desvaneció el 5 de mayo de 1990, cuando se celebró el encuentro entre Leeds y Bournemouth.
La policía había advertido de la inconveniencia de programar el partido para el fin de semana del Primero de Mayo, pero la Liga de Futbol hizo caso omiso de sus recelos. Más de 5000 partidarios del Leeds acudieron al lugar, ya de por sí atestado de vacacionistas.
Los disturbios se iniciaron la noche anterior al partido y prosiguieron hasta la mañana; cientos de hooligans invadieron y destrozaron las tabernas, ocasionando daños que se calcularon en cifras de seis dígitos. Pero los jóvenes buscabullas no advirtieron que en el malecón había multitud de cámaras de televisión de circuito cerrado, que normalmente se usan para identificar a delincuentes menos peligrosos, ni que unos agentes de la policía también estaban filmando el zafarrancho.
Durante muchas semanas después, los expertos de la Unidad escudriñaron minuciosamente estos videos para identificar a los agitadores. En total, se detuvo a 139 hooligans de Leeds, muchos de los cuales ya habían regresado a sus casas, seguros de haber quedado impunes.
Poco después de los disturbios de Bournemouth, la Unidad afrontó uno de sus más formidables retos: impedir que los hooligans, confundidos entre 10,000 aficionados ingleses, se deshonraran a sí mismos y a su país durante aquel verano, cuando se disputaría en Italia la Copa Mundial.
INFORMACION CERTERA
Desde antes de que se iniciaran los encuentros por la Copa Mundial, lo que Appleby describe como "trabajo rutinario" (en realidad, una labor de vigilancia muy eficiente) reveló que unos 90 hooligans de los más implacables planeaban viajar a Túnez para provocar alborotos en un partido amistoso entre Inglaterra y Túnez, programado para el 2 de junio. "Supimos que planeaban agredir a los partidarios del equipo local, lo cual serviría de advertencia de que su próximo blanco sería la Copa Mundial".
Desde su llegada a Heathrow, alrededor de 200 hooligans conocidos fueron ostensiblemente fotografiados por personal de la Unidad, el cual les advirtió que se vigilaría su conducta en Túnez. Ya en ese país, les hicieron nuevas advertencias otros agentes de la Unidad acompañados de agentes de la policía local, y durante toda su estadía fueron objeto de estrecha vigilancia. Durante el partido se les separó de otros aficionados, por lo que no ocurrió ningún acto de violencia. Y después del partido se les llevó hasta un avión que los condujo directamente a Inglaterra, en vez de permitírseles volar a Italia, donde se jugaría el primer partido del equipo inglés, en Cerdeña, una semana después.
Gracias a la ausencia de muchos de los más notorios alborotadores, la Copa transcurrió casi sin actos de "hooliganismo" por parte de los ingleses, factor que influyó en la decisión de volver a admitir a los británicos en los campeonatos europeos.
Los aficionados comunes y corrientes, que detestan ver que los vándalos arruinen los partidos de su deporte favorito, proporcionan gran parte de la información que facilita la tarea de la policía. Se les anima a marcar un número telefónico de urgencia para informar sobre cualquier plan futuro de los hooligans que hayan alcanzado a oir por casualidad.
El alguacil Barrie Golding, otro funcionario de la Unidad, me contó que una llamada a este número echó por tierra, en la temporada pasada, los planes de unos 150 hooligans, partidarios del equipo de Millwall. Se habían citado en la estación de Surrey Quays, donde tomaron el metro con la intención de ir a liarse a golpes con partidarios del equipo rival, el de West Ham, en la estación de Plaistow, nueve paradas más adelante. Gracias a la información obtenida, la policía los vigiló durante el trayecto y los mantuvo separados.
El indudable éxito de la Unidad ha hecho que otros cuerpos policiacos de toda Inglaterra recurran a ella para que los ayude a combatir la delincuencia. En octubre de 1991, una empleada de mostrador de una compañía constructora de Manchester se vio de pronto frente a un ladrón armado, de quien pudo proporcionar una descripción detallada. Al advertir que el asalto coincidía con un partido entre los equipos Arsenal y Manchester United que se celebraba en aquella ciudad, la policía de Manchester comunicó esa descripción a la Unidad. La computadora localizó a un fanático del equipo Arsenal, que vivía en Londres. La empleada identificó al sospechoso cuando vio las fotografías que le presentó la Unidad. La policía le está siguiendo el rastro al delincuente.
En vista del éxito de la Unidad del Servicio Secreto Nacional contra la Delincuencia en el Futbol, Alemania ha creado una unidad similar, y la idea se debate actualmente en otros países europeos.
No cabe duda de que se han hecho considerables progresos para eliminar el "hooliganismo" en el futbol. En la temporada de 1990-1991, las detenciones por esta causa en los encuentros disminuyeron en un 31 por ciento, aunque en esta cifra no se toman en cuenta las detenciones efectuadas fuera de los estadios, pero relacionadas con esta categoría de delitos. El superintendente Appleby se muestra cautamente optimista al respecto: "Hemos demostrado el enorme valor que tiene la coordinación policiaca estrecha y el empleo eficiente de los servicios secretos. Con tal de que no bajemos la guardia, estoy seguro de que esta situación seguirá mejorando".
FOTOS: UNIDAD DEL SERVICIO SECRETO NACIONAL CONTRA LA DELINCUENCIA EN EL FUTBOL