Publicado en
marzo 03, 2013
El Jazz es una importante expresión de la experiencia negra en el siglo XX en Norteamérica. Es la nobleza de la raza hecha sonido. Wynton Marsalis, 1986.
Por Marilú de Hay.
Periódicamente el Jazz recibe una fresca distinción a través de la reafirmación de su alma y de sus elementos esenciales: el soul y los blues. Wynton Marsalis es uno de esos momentos. Pocos han trabajado en el Jazz y los blues como él, pues parece comprender la ilimitada variedad del primero y el gran sentido de los segundos, explorando el temperamento, el color, las armonías y el ritmo de este arte.
A fines de los 80 se inicia una época renacentista en el Jazz, que tiene entre sus objetivos el desterrar el mito de "género elitista" llevándolo al gran público con un espíritu libre que elimina categorías y le otorga una nueva definición: "El Jazz es el regalo al mundo de la experiencia afroamericana". Este movimiento plantea una nueva filosofía, induce, comunica, informa y realza un Jazz que, más allá de consideraciones sociológicas, lleva implícitos los factores culturales, históricos y económicos que explican esta forma de arte tan singularmente norteamericana y que representa su panteón cultural.
¿En qué consiste el fenómeno del Jazz, considerado como una forma de arte única y cuya dimensión es crucial y vital en la cultura americana? El Jazz. es el fundamento principal de las manifestaciones musicales modernas, y en su resurgir sobresale la obra del genial y superdotado Marsalis, considerado el trompetista más importante de la época, tanto en el campo clásico como en el jazzístico, y que ha contribuido directamente para llevar al Jazz a una excelencia sin precedentes y a crear un lenguaje nuevo que permita su difusión universal.
Marsalis tiene claros objetivos de preservación, educación e investigación pues ha desarrollado centros de información que proveen de referencias bibliográficas, musicales e históricas a expertos y estudiosos. Ha generado una notable expansión en el ámbito educacional y valiosos frutos en calidad y nivel en los espectáculos y en los nuevos músicos del Jazz. Su estilo claro y directo muestra decisión y confianza; tiene varios elementos a su disposición; como todo gran artista, quiere desafiar la simpleza y ofrece invenciones rítmicas superlativas en sus improvisaciones, además de un dominio del instrumento que permite la proyección sutil desde el detalle más remoto hasta el gesto heroico emitido en un "boom" del blues y del holler.
Marsalis prefiere la complejidad; sostiene que los trabajos modernos de Armstrong y de Hodges denotan el esfuerzo para que su instrumento sea diferente; analiza el sonido y lo que puede hacer con él; los matices se tornan importantes junto al fraseo; virtualmente hace cantar al instrumento.
Sostiene que hay una diferencia entre emoción y expresión; la primera es personal, la expresión es objetiva. El poco talentoso puede producir emoción, pero solo aquellos dotados de talento pueden generar expresión pues ésta trasciende lo personal y nos permite reconocer el objetivo real y colectivo como un factor de heroísmo individual que necesita la comunión de formas, pensamiento, técnica, perspectiva y sentimiento en términos de consecuencia humana.
Louis Armstrong, Charlie Parker, Duke Ellington, Telonius Monk, Mozart, Beethoven, Stravinsky... una abrumadora y significativa cualidad que es evidente en todas las obras de estos genios, es que hasta en las peores condiciones técnicas, fueron siempre capaces de articular y transmitir, a través del medio de su elección, los logros sociales y morales más profundos de su civilización. Si bien el arte representa el más alto nivel de pensamiento de una sociedad, es responsabilidad de los artistas incluir todos los aspectos de la humanidad.
Anota Wynton Marsalis: "En el curso de la vida de un individuo, sus más grandes experiencias están basadas en emociones, felicidad, miedo, dolor, excitación, rebeldía, odio, y la más fuerte de todas, el amor. Louis, Duke, Billie y Bird son, sin duda, los mayores aportes a la improvisación musical americana, porque su individualismo expresa el más amplio espectro posible de emoción con convicción y sinceridad."
En Marsalis hay profundidad humana y musical que desdice de su joven edad; está apasionadamente dedicado a la difusión y a la historia del Jazz. Entrega mucho tiempo a conferencias y charlas, dicta cátedras para maestrías de varias universidades y ha conformado un sistema de becas para jóvenes talentosos.
Su estilo define claramente una auténtica e individual campaña artística; busca involucrarse e incorporar todos los aspectos del Jazz, desde el sonido de New Orleans hasta Ornette Coleman y Charlie Parker. Visión inusual porque no se limita a un solo estilo o sonido sino que, con luminosa gracia, busca entender la música como un todo y compenetrarse del espectro total jazzístico.
Marsalis alcanza un nuevo nivel de autoridad lírica y claridad sensual. Posee una belleza plácida, una expresividad pura en ejercicio que demanda paciencia y sabiduría. La finura y el lirismo de su música crean un Jazz íntimo, lleno de profundo pensamiento, ternura y refinamiento rítmico. Musicalmente es radical, nada conformista, pues no sigue los lineamientos de la moda; dedica su tiempo a comprender qué es el Jazz y cómo funciona para lograr una comprensión estética y funcional de los elementos que hacen de él un arte. Marsalis amplía nuestras expectativas ya que solo Ellington -y quizá Mingus- habían depurado tan finamente su arte; domina con su instrumento todos los estilos con autoridad imaginativa.
Para cualquier crítica o análisis artístico debemos salir de la celda que nos construimos por convencionalismos, por reglas académicas o con la exhibición de certificados que garantizarían lo acertado e indiscutible de nuestra opinión. Para tratar el Jazz hay que eliminar estos factores y abrir las puertas de nuestra mente y oídos con el fin de comprender su magnificencia. Decía William Carlos Williams, poeta y ensayista norteamericano, que el liberarse de la celda que había construido a su alrededor fue como un despertar por primera vez, reencontrarse y comprender su entorno y sentirse totalmente descansado y lúcido.
Dejando de lado las clásicas definiciones y listados del Jazz, escuchemos a Marsalis con una nueva perspectiva, menos swing, más análisis con menos elitismos, más como una forma de arte global, menos difícil y distinto, más nuevo e innovador.
DATOS BIOGRAFICOS
Wynton Marsalis nació en New Orleans el 18 de octubre de 1961, en un hogar lleno de música y cultura. El segundo de seis hijos del pianista Ellis Marsalis, Wynton recibió su primera trompeta a los seis años de las manos de Al Hirt, y comenzó sus estudios serios de música a los doce años; su sorprendente talento se puso de manifiesto inmediatamente y a los 16 años ya era solista invitado de la Orquesta Sinfónica de New Orleans.
Enfant terrible de la música, Marsalis toca Jazz y Clásico con igual facilidad y enorme virtuosismo. A los 17 años ingresa al Berkshire Musical Center donde recibe aclamación y es becado al Julliard Institute en New York, donde comenzó a tocar con Art Blakey and the Jazz Wessengers y Herbie Hancock; un año más tarde fue contratado por CBS tanto en el campo del Jazz como en el Clásico. Su éxito fue inmediato. Recluso y alejado del mundo del espectáculo, Marsalis se dedica a la creación musical, a dirigir una fundación familiar que ayuda a jóvenes negros con talento musical y al Centro de Investigaciones de Jazz del Lincoln Center. En 1983 y 1984 hizo historia musical recibiendo simultáneamente premios Grammy a las categorías de Jazz y Clásico, y premios similares en Francia e Inglaterra.
En una rara entrevista en 1986 con Whitney Balliet, crítico de Jazz, habló sobre su incursión en el mundo clásico:
"Estudié música clásica porque muchos músicos negros tenían miedo al gran maestro, quería saber qué era lo que asustaba a todos; pero descubrí que era simplemente música, descubrí que era más difícil ser un buen jazzista joven, que un buen clásico. En el Jazz un buen músico tiene que ser un individuo, en Clásico no es necesario".