LOS MARSUPIALES AUSTRALIANOS
Publicado en
febrero 24, 2013
Planeador Azucarero
Además de su nombre exótico, estos animales tienen una gracia singular e irresistible.
Por Margaret Fraser
ERA TODAVÍA estudiante cuando leí la desconsoladora afirmación del escritor británico Anthony Trollope de que "Australia carece por completo de animales silvestres; no existen allí leones, ni tigres, ni leopardos, ni pumas, ni onzas, ni siquiera un mono". Me costaba aceptar tal censura, por venir de un inglés; pero, los animales que yo conocía más o menos (los canguros, y los ualabíes, los koalas y las zarigüeyas) resultaban sin duda poco interesantes comparados con los leones y los tigres. Por ejemplo, constituía todo un acontecimiento ver bostezar a un koala tras una hora de paciente observación.
Cierto, los animales de Australia son marsupiales; llevan a sus crías en una bolsa o marsupio hasta que tienen edad para valerse por sí mismos, y esto los distingue de los de otros países. Pero yo quería leones, o al menos "onzas", aunque ignoraba lo que estas eran. (Después me enteré que se trata de una especie de pantera.)
Cierta noche, cuando visitaba yo un rancho de ganado ovejuno a 300 kilómetros de Sydney, Ferdie, un viejo colono, me llevó por un sendero próximo a la casa e iluminó con su lámpara de bolsillo el tronco y follaje de cierto árbol de las mirtáceas. En el túnel de luz amarilla vi una masa de diminutas zarigüeyas grises, con su cola peluda levantada en alto y su nariz rosada inclinada hacia abajo; temblaban de avidez mientras se deleitaban con la miel que mi anfitrión había untado horas antes en el tronco.
"Son planeadores azucareros", me susurró, "los animales más golosos del chaparral".
Uno se separó de la hormigueante masa de piel, extendió las patas delanteras como si fueran alas, y voló por la oscuridad hasta posarse en otro árbol, a 20 metros de distancia. Yo estaba encantada.
El colono me tenía reservadas muchas otras sorpresas como aquella. Cuando me informó que algunos marsupiales son carnívoros, no pude creerlo, pues la imagen que me había formado del mundo de los animales cazadores, de garra y colmillo, no coincidía con mis observaciones de los soñolientos koalas, que mordisqueaban hojas, ni con los dóciles ualabíes.
Luego, Ferdie me mostró un gato marsupial. De manchas pardas y blancas y hábitos nocturnos, tiene el aspecto ágil, alerto y nervioso del verdadero depredador. No me costó trabajo imaginarme las sangrientas escenas que ocurren cuando uno de ellos invade un gallinero. Según mi guía, son veloces, fuertes y lo suficientemente fieros para matar a un pavo grande. Muchos granjeros los toleran porque también persiguen a las ratas.
Dunnart
Otra noche vi por vez primera al ratón marsupial de patas amarillas. Normalmente tímidos y escurridizos, se esconden en las hendeduras de las rocas y en los troncos; se alimentan de insectos y salen de sus escondites para atacar a las arañas y a las lagartijas. Después desaparecen otra vez, y sólo el ojo más observador logra descubrirlos.
Desde luego, así engañó a Trollope nuestra maravillosa galería de animales silvestres. Por eso, incluso el australiano común y corriente desconoce las más de las especies. Se ocultan demasiado bien, y casi todos son pequeños y de hábitos nocturnos. ¿Pero que Australia "carece por completo de animales silvestres"? ¡Pamplinas!
Existen en el país 37 variedades de carnívoros e insectívoros: desde criaturas no mayores que el pulgar de un hombre hasta las del tamaño de un perro pequeño, como el diablo de Tasmania, que se alimenta de carroña y chilla horriblemente cuando pelea o lo amenazan.
Algunos marsupiales abren túneles en la tierra en busca de comida (como el bandicut de hocico corto), y otros excavan madrigueras para protegerse de un ambiente riguroso (como el uombat de nariz peluda y el topo marsupial). En los bosques, las copas de los árboles abundan en animales. ¡Hasta canguros arbóreos hay en Queensland!
Según el Dr. David Ride, ex director del Museo de Australia Occidental y hoy jefe de estudios biológicos del Organismo de Investigación Científica e Industrial de la Mancomunidad, en Canberra, nuestros marsupiales ocupan el mismo tipo de nicho ecológico que los mamíferos placentarios de otros países. Por ejemplo, el hermoso numbat listado equivale, desde el punto de vista de la evolución, al oso hormiguero que habita en Sudamérica. Las zarigüeyas de cola anillada viven en los árboles al igual que muchos monos de Asia y África, y los canguros, por supuesto, representan el papel del ciervo.
En total hay 123 especies de marsupiales en Australia. (Sólo las ratas, los ratones, los murciélagos, el dingo, de aparición relativamente reciente, y los curiosos equidnos y ornitorrincos, no pertenecen a este orden.) Sin embargo, pasan decenios sin que se vea un solo ejemplar de toda una especie.
Hasta 1967, aun los peritos habían dado por extinto al escarbador, carnívoro pequeño y truculento que nadie había visto desde 1884. Mas luego, el naturalista Michael Morcombe lo descubrió de nuevo, por accidente, en una región cerca de Albany (Australia Occidental), cuando trataba de fotografiar los hábitos de alimentación de la zarigüeya de miel.
El tamaño de las dos criaturas que capturó en su red casi duplicaba el de la zarigüeya de miel, que apenas alcanza el de un patón. Tenían ojeras blancas, cola peluda, y la piel moteada de blanco en lugar de parda. Le tiraban feroces mordiscos con sus dientes diminutos y agudos: comportamiento muy distinto del que observan los afables chupadores de néctar.
¿Eran los cautivos de Morcombe los últimos sobrevivientes de una especie condenada a desaparecer ? De ninguna manera. Desde entonces se han encontrado ejemplares en las arboledas de banksias del sudoeste de Australia, y probablemente siempre han estado allí. Lo mismo que otros tantos animales encantadores del país, prefieren mantenerse escondidos.
Por ejemplo, ¿ha visto el lector alguna vez una rata canguro nari-corta? Apuesto a que no. Tiene el tamaño de un conejo y es sumamente prolífica. Sólo vive en las islas frente a la costa de Australia Occidental; se pasa gran parte del tiempo en su madriguera para protegerse de las temperaturas extremas y, de los depredadores.
Es el tipo raro del grupo de los canguros. Ningún otro excava escondites subterráneos. Lleva ramas y hierbas para su nido, en su cola enroscada, parecida a la de una zarigüeya; los demás miembros de la familia emplean para este menester sus patas anteriores, sobre las cuales se apoyan para descansar, pastar y para darse mayor impulso al saltar. En cambio, la rata canguro naricorta descansa y salta exclusivamente sobre las posteriores, manteniendo las cortas patas delanteras muy pegadas al cuerpo.
También me atrevo a apostar que el lector tampoco ha visto jamás un dunnart. Estos animalitos de piel suave frecuentan nuestras regiones más inhospitalarias y desérticas; por lo general sólo pesan unos 30 gramos y, con sus orejas de coliflor, grandes ojos saltones y carita puntiaguda, parecen la imagen ideal que de un adorable ratoncito se forjarían los dibujantes.
Escarbador
Sin embargo, no hay que dejarse engañar por su aspecto gracioso. Es un asesino audaz, que ataca a saltamontes y ciempiés tan grandes como él mismo. Si lo perturba un intruso, incluso un ser humano, se planta sobre sus cuartos traseros, pela los dientes, y silba desafiante.
Quienes logran ver uno de los marsupiales menos comunes, lo confunden frecuentemente con algún otro animal. Hace poco, cuando mi esposo y yo fuimos a acampar en una región del centro del país, una familia de turistas que estaba por marcharse nos aconsejó que no estableciéramos nuestra tienda en cierto lugar. "Está lleno de ratones", nos dijeron. "Salen por centenares después del anochecer y se meten en todas partes. Anoche no pudimos pegar los ojos".
Nosotros, no obstante, resolvimos quedarnos allí; efectivamente, tan pronto como oscureció, el chaparral empezó a cobrar vida. Pero los animalitos que aparecieron en el círculo de luz que rodeaba a nuestra tienda, no eran ratones comunes; tenían las patas larguísimas, la cola empenachada, y andaban al galope. Se trataba de wuhl-wuhls, especie de rata marsupial no muy rara pero sí poco vista, pues vive en madrigueras bajo tierra.
Permanecimos en aquel lugar casi una semana y uno de nuestros mayores placeres por las noches consistía en dar de comer pan a los wuhl-wuhls, que cada día mostraban menos temor y más curiosidad.
¿Por qué sólo Australia posee tal variedad de vida marsupial? Según John Calaby, del Organismo de Investigación Científica e Industrial, y quizá nuestra máxima autoridad en cuanto a los mamíferos nativos, se debe simplemente a que el mar la ha aislado de otros continentes durante mucho tiempo.
Hace unos 100 millones de años, cuando Australia, la Antártida y América del Sur formaban la gran masa terrestre austral de Gondwanalandia, los marsupiales vagaron por distintas partes del mundo. Aunque los primitivos mamíferos placentarios evolucionaron más o menos en la misma época, a Australia sólo habían llegado marsupiales cuando esta se separó de Gondwanalandia.
Gozando de la ventaja de guardar a sus embriones dentro de la matriz hasta su completo desarrollo, en vez de tener que llevarlos, desvalidos, en una bolsa, los placentarios sobrevivieron mientras que casi todos los marsupiales se extinguieron. Unas cuantas especies de zarigüeya y algunos insectívoros semejantes a las ratas, se encuentran todavía en América; por lo demás, la carrera evolucionaria de los marsupiales ya terminó... salvo en Australia, donde han seguido medrando, gracias a la falta de competencia y a los espacios amplios.
No obstante pertenecer todos al orden de los didelfos, difieren muchísimo unos de otros. Cuando se habla de un marsupio, se piensa generalmente en una bolsa profunda que se abre por la parte superior, como la del canguro y el ualabí, y por cuyo borde asoman a veces las caritas dulces de los pequeñuelos; pero el koala, el bandicut y el uombat la llevan al revés, con la abertura hacia abajo.
En la mayoría de los carnívoros, es poco más que una depresión, en forma de plato y cubierta de piel, en el abdomen de la madre. Las crías se mantienen adheridas a esta principalmente por los pezones, que se hinchan hasta llenarles por completo la boca, desde que nacen hasta que pueden valerse por sí mismos unos tres meses después.
Numbat
Y mientras que aun los canguros más grandes se contentan por lo general con un solo hijo en cada parto, la diminuta y combativa hembra del planigale de Ingram, de cinco centímetros de largo, a veces anda por el monte con una docena a cuestas, cada uno no mayor que un grano de arroz.
Gustosa concedo el premio de la maternidad a la planigale, pero mi marsupial favorito sigue siendo el planeador azucarero, una de las cinco especies australianas de zarigüeya voladora. El naturalista David Fleay, cuyo refugio para la fauna silvestre en West Burleigh (Queensland) contiene una colección maravillosa de didelfos, los describe como los "artistas del trapecio" de los bosques de eucaliptos. Por la noche, se alimentan principalmente de los botones y la savia de este árbol y flotan sin esfuerzo de una rama a otra en vuelos que a veces alcanzan 45 metros.
En comparación con sus parientes marsupiales, generalmente silenciosos, parlotean sin cesar. Su conversación normal consiste en un gruñido o ladrido agudo; pero si montan en cólera emiten un grito fuerte y bronco. Su locuacidad es justamente lo que acaba de decidirme en su favor. Su animada charla me parece un himno apropiado al mundo fascinante de los marsupiales australianos.