Publicado en
diciembre 23, 2012
Por Benjamin Stein
LA PRÓXIMA VEZ que vaya de camino a su trabajo y anticipe con desagrado la jornada que tiene por delante, detenga sus cavilaciones. Decida, sólo por un día, pensar de manera enteramente nueva. Intente hacer las afirmaciones que aquí le propongo; es posible que modifiquen su sentir respecto a sus actividades cotidianas.
• Sólo por hoy, seré lo más amable que pueda con las personas con quienes trabajo. Voy a tratarlas como si fueran las responsables de que conserve yo mi empleo, y agradeceré que estén allí.
• Sólo por hoy, no supondré que mi trabajo es el de crítico en jefe. Trataré de ver lo bueno que hay en cada situación y buscaré qué elogiar en cada compañero de trabajo.
• Sólo por hoy, si corrijo a alguien, lo haré con tanto buen humor y comedimiento como si fuera yo la persona a quien se corrige.
• Sólo por hoy, no voy a insistir en que todo lo que yo haga sea perfecto. No voy a intentar romper marcas de velocidad. Realizaré lo que tenga delante de mí de manera competente, en vez de con penosa compulsión.
• Sólo por hoy, consideraré que poseo la aptitud necesaria para cumplir con mi trabajo. No me preguntaré una y otra vez si en realidad merezco mi puesto y mi sueldo.
• Sólo por hoy, me sentiré agradecido de vivir en una sociedad y en una época en que no es preciso romperse el alma trabajando en circunstancias espantosas. Y agradeceré vivir en un país libre, donde nadie me obliga a trabajar.
• Sólo por hoy, me sentiré feliz de hallarme en mi empleo, sano y salvo, y no en una trinchera de guerra o en un hospital, en espera de que me operen.
• Sólo por hoy, no tendré expectativas de cómo se me debe tratar. No compararé mi sueldo ni mi posición con los de otros. Me sentiré contento de ser quien soy.
• Sólo por hoy, no me voy a preocupar por el "qué me gano yo con eso". Pensaré únicamente en lo que me sea posible hacer para ayudar en cada situación.
• Sólo por hoy, cuando salga del trabajo, no me torturaré con cuánto hice o cuánto dejé de hacer. En cambio, esperaré con ilusión la noche y agradeceré lo que haya logrado hacer en el día.
ESTOS PENSAMIENTOS no son complicados. Su mérito estriba en que pueden volver sus días más productivos y felices. Sobre todo, evitan que se agote su bien más preciado: su tranquilidad.
CONDENSADO DE "THE WALL STREET JOURNAL" (26-XI-1990), © 1990 POR DOW JONES & CO., DE NUEVA YORK, NUEVA YORK