PARA DISFRUTAR PLENAMENTE DE LA VIDA
Publicado en
diciembre 30, 2012
Ponga a prueba estas sugerencias y alcance sus metas de éxito y felicidad.
Por Alan Loy McGinnis (asesor matrimonial y psicoterapeuta, es codirector del Valley Counseling Center, en Glendale, California.)
UNA NOCHE de diciembre de 1914, un incendio causó graves daños a las instalaciones manufactureras de Thomas Edison en West Orange, Nueva Jersey. Edison perdió casi 1 millón de dólares en equipo, además de la crónica de gran parte de su trabajo.
A la mañana siguiente, al contemplar las cenizas de lo que fueran sus sueños y esperanzas, el inventor de 67 años dijo, suspirando: "No hay mal que por bien no venga. Todos mis errores se han quemado Ahora puedo empezar de nuevo".
Edison entendía un importante principio de la vida: casi cualquier situación —buena o mala— se ve afectada por nuestra actitud ante ella. Los optimistas inveterados abordan los problemas con una filosofía constructiva, y salen fortalecidos de las tragedias. En efecto, unos estudios recientes indican que la gente optimista gana más dinero, obtiene mejores resultados en sus estudios, es más saludable y tal vez viva más tiempo que los pesimistas.
Como psicoterapeuta, he estudiado lo que motiva a los optimistas, al analizar la vida de varios cientos de individuos triunfadores a lo largo de mis años de práctica profesional. Si bien muchos de ellos sufrieron terribles reveses de fortuna, todos encontraron los medios para superar el abatimiento y mantener el ánimo en alto en aquellos difíciles periodos. Estoy convencido de que, si adopta usted las siguientes estrategias que han pasado la prueba del tiempo, podrá disfrutar de una vida más plena:
ENSAYE EL EXITO
Los optimistas gustan de imaginarse a sí mismos alcanzando sus objetivos. En cierta ocasión le pregunté a un extraordinario tirador cuáles eran las cualidades necesarias para destacar en ese deporte. "El secreto está en el acondicionamiento mental", me respondió. "Todos los días proyecto en mi mente una película en que obtengo una puntuación perfecta".
Un director de empresa inició su carrera vendiendo cacerolas de puerta en puerta. El primer día, logró tan sólo una venta en un total de 40 intentos. Sin embargo, nunca olvidó la expresión en el rostro de la mujer que finalmente le compró algo; cómo cambió de la suspicacia al interés y, finalmente, a la aceptación. Durante años, esta expresión le sirvió de incentivo cada vez que la situación se tornaba difícil.
VEA EL FRACASO COMO UNA OPORTUNIDAD
Un día, hace muchos años, el agente literario Mike Somdal y yo hicimos lo que, en mi opinión, era una magnífica propuesta a un editor; sin embargo, este nos respondió con una negativa categórica. En el camino de regreso a nuestro hotel, expresé mi desilusión, que Mark no compartía.
"¡Pero así es como se vuelve divertido vender! ", exclamó. "Volveremos y apelaremos a sus necesidades, y ya verás cómo nos rogarán que les vendamos. Lo único que necesitamos hacer es encontrar el enfoque correcto".
Lo que yo consideraba un fracaso, para Mike no era más que un revés. El reto parecía estimularlo. A fin de cuentas, el nuevo enfoque dio resultado y pudimos negociar un contrato con el mismo editor que al principio nos había rechazado.
CONCENTRESE EN LO POSIBLE
Algunas personas culpan de todo a las circunstancias: "¡Nadie podría salir adelante con un jefe como el mío!" ("... con un marido como el mío", "... con los problemas económicos que tengo"; las variaciones son infinitas). Lo que en realidad están diciendo es que se sienten impotentes para modificar su realidad. Desde luego, si usted cree ser impotente, acabará siéndolo. Estas personas necesitan descubrir que sus actos pueden representar la diferencia entre el fracaso y el éxito.
El escritor inglés Thomas Carlyle sintió que se le acababa el mundo cuando una criada utilizó, por error, el manuscrito original de una obra suya para encender la chimenea. Carlyle se hundió en la más profunda desesperación. Luego, poco a poco, palabra por palabra y oración por oración, empezó a reescribir La Revolución Francesa, que hasta el día de hoy es una obra clásica.
TOMESE UN RESPIRO
Hace algún tiempo estaba yo escribiendo demasiados artículos, dictando demasiadas conferencias y atendiendo a un número excesivo de pacientes, y no hacía nada bien. Así que me tomé unas vacaciones. Emprendí largas caminatas, planté árboles, construí armarios y conviví más tiempo con mi nieto.
Al cabo de unos meses mi concentración de colesterol había bajado 100 puntos, y mi tensión arterial, 30. Por primera vez en años me sentía bien.
La mayoría podemos tomarnos unas breves vacaciones —de dos o tres días— y alterar nuestra rutina en ese lapso. Tal vez no pueda usted modificar mucho su trabajo, pero posiblemente logre hacer otros cambios en su vida; por ejemplo, inscribirse en algún curso, establecer una noche especial para convivir con la familia, conocer gente nueva o iniciar un programa de ejercicio físico.
AYUDE A LOS DEMAS
Un ministro protestante escuchaba las lamentaciones de una viuda que se auto-compadecía ante la perspectiva de pasar a solas cierto día festivo. El pastor le dijo: "Le daré una receta", y procedió a anotar, en un papel, el nombre y la dirección de una pareja de ancianos pobres.
"Estas personas se encuentran en una situación mucho peor que la de usted", le dijo llanamente. "Haga algo por ellas".
La mujer se retiró rezongando, pero al día siguiente acudió en taxi a la dirección anotada. Allí, en un minúsculo apartamento, encontró a aquella pareja. Ambos ancianos estaban delicados de salud y a duras penas se preparaban sus alimentos, así que ella se ofreció a cocinarles la cena del día festivo. Cuando fue a visitar al ministro a la semana siguiente, su andar era más ligero. "¡Hacía años que no la pasaba tan bien!", le informó, radiante.
Como dijo una vez Helen Keller: "Creo que la vida es algo emocionante, y más emocionante aún cuando se vive para los demás".
NO PIERDA DE VISTA LO BUENO QUE HAY EN SU VIDA
Un día acudió a mi consultorio un hombre joven, sumido en un profundo desaliento. Era la segunda vez que reprobaba el examen que le permitiría ejercer la abogacía, se encontraba en esos momentos sin dinero y sentía que no tenía para qué vivir.
Saqué una libreta y le hice algunas preguntas:
—¿Es usted casado?
—Sí. Mi esposa ha sido un gran apoyo para mí en todo esto, aunque no entiendo por qué no me ha dejado.
—¿Tiene usted problemas de salud?
—No. Soy una persona de constitución fuerte. Practiqué deportes en la universidad.
—Usted parece ser una persona ambiciosa
—¡Ajá! —respondió—. Siempre he sido muy ambicioso. Por eso destaqué en los deportes, a pesar de mi baja estatura.
Arranqué la página de la libreta y se la entregué. Decía:
1) La esposa de este hombre lo ama; no ha perdido la fe en él.
2) Goza de magnífica salud.
3) Es ambicioso; ha tenido logros pues ha sabido superar los obstáculos que se le han presentado.
Mi paciente contempló largamente la lista y declaró: "Es increíble. Me apabullaba tanto la idea de ha ber reprobado el examen, que me sentía desesperanzado".
Aquel joven por fin logró aprobar su examen para ejercer la abogacía —en el quinto intento— y hoy es un prestigioso abogado.
EN SU LIBRO Man's Search for Meaning ("El hombre en busca de un sentido a la vida"), el doctor Viktor Frankl escribió acerca de los tres años que pasó en un campo de concentración nazi. Incluso en aquella situación tan extrema, recuerda Frankl, había "prisioneros que recorrían las barracas para dar consuelo a los demás y regalar su último mendrugo de pan. Tal vez no hayan sido muchos, pero son la mejor prueba de que a un hombre se le puede despojar de todo salvo una cosa: la libertad de elegir su propia actitud, en cualquier circunstancia".
La vida está llena de situaciones en las que podemos optar por una de dos maneras de enfrentarla: o adoptamos una visión pesimista de este mundo, o nos aferramos a la creencia de que nos espera un futuro mejor.
CONDENSADO DE "THE POWER OF OPTIMISM", © 1990 POR ALAN LOY McGINNIS. PUBLICADO POR HARPERSANFRANCISCO, DE SAN FRANCISCO, CALIFORNIA.