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noviembre 18, 2012
Rembrandt van Rijn. Autorretrato, 1659. Oleo. Galería Nacional de Scotland. Edimburgo.
En la trayectoria de Rembrand, La ronda nocturna es como la articulación entre su extensa primera época y lo que han llamado los historiadores el inconformismo posterior de su pintura.
Texto: Rodrigo Villacís, Fotos: Kira Tolkmitt.
Una madrugada de la primavera de 1940, los empleados del Rijksmuseum de Amsterdam, haciendo caso omiso del frío que reinaba a esa hora, se despojaban de sus prendas de lana para cubrir un largo cilindro de metal alrededor del cual envolvieron con sumo cuidado un lienzo de 363 x 437 cm. Protegido también con lo que había a mano, fue ocultado ese tubo en el interior de otro, sacado del sistema de canalización de la ciudad, a fin de que una vez "instalado" bajo el nivel de la calle pareciera parte de la red de alcantarillado.
Holanda acababa de capitular ante los nazis, cuyas tropas entrarían de un momento a otro en la bella ciudad de los canales, y un pintor frustrado llamado Hitler, que casualmente orquestaba la diabólica operación, estaba demostrando su entusiasmo por el arte de los territorios que ocupaba, saqueando sus museos. Por tanto era urgente salvar al menos la obra emblemática de Holanda: la Ronda nocturna, pintada por Rembrandt en 1642 y que se conservaba como la principal atracción de la pinacoteca más importante de Amsterdam, desde que fue instalada ahí el año 1885.
Los invasores buscaron en todas partes el famoso cuadro, una de las obras maestras de la pintura universal, pero afortundamente no se les ocurrió que podía estar oculto bajo el suelo que hollaban sus botas. Reapareció al fin de la hecatombe bélica, y en 1946, antes de su reinstalación en el Rijksmuseum fue objeto de una prolija limpieza que reveló la inexactitud del título con el cual era (y por tradición es) conocido; puesto que la escena revélase diurna, no en la noche, como parecía por efecto de la oxidación natural del óleo.
En realidad el hecho del cuadro transcurre alrededor de las cinco de la tarde, hora a la cual la Guardia Cívica mandada por el capitán Frans Banning Cocq y el teniente Willem van Ruytenburch -como se titula oficialmente la obra- sale del cuartel para unirse a un desfile conmemorativo. El pintor había sido contratado por los arcabuceros que aparecen en el cuadro para un retrato colectivo destinado a su Corporación. Pero en lugar de proceder como era costumbre, para que "todos los personajes tuvieran la misma importancia" (el precio fue pagado por partes iguales, cien florines cada uno), Rembrandt le dio tal dinamismo a la composición que fue necesario salirse de la norma; lo cual determinó que algunos de ellos se quejaran de haber sido relegados a la sombra, o ubicados en planos secundarios, o de que no podían ser reconocidos por sus amigos.
Pero además de esas personas, aparecen en la obra figuras infantiles, un perro y un gallo que cuelga del cinturón de la niña con el rostro de Saskia (la mujer del pintor), que está con vestido amarillo entre los soldados. En primer plano, con la mano extendida, se halla el capitán Francis Banningh Cocq, muy importante en la historia de Amsterdam, promovido a la nobleza por Jaime II y designado después burgomaestre de la ciudad. Junto a él, atendiendo sus órdenes, el teniente Van Ruytenburch.
"Ronda noctura" , o La compañía del capitán Frans Banning Cocq y el teniente Willem van Ruytenburch, de Rembrandt. Rijksmuseum, Amsterdam.
En la trayectoria de Rembrand, La ronda nocturna es como la articulación entre su extensa primera época y lo que han llamado los historiadores el inconformismo posterior de su pintura, coincidente con la muerte de su esposa y con otros infortunios. Al principio este cuadro no fue debidamente apreciado, e hizo inclusive que escasearan para Rembrandt los encargos de retratos colectivos, tanto que hubieron de transcurrir veinte años antes de que se le confiara otro de importancia, el de Los síndicos de los pañeros, en el cual se le obligó a respetar los principios tradicionales del género.
Solo la generación siguiente reparó en las asombrosas cualidades estéticas de La ronda... Y treinta y seis años después de pintada, el crítico Samuel van Hoogstraten escribió que "esta obra sobrevivirá a cuantas quieran competir con ella, pues se halla tan pictóricamente concebida, tan fogosamente movida y tan poderosamente ejecutada, que todos los demás cuadros presentes (en el Kloveniersdoelen, o Cuartel de la Guardia Cívica, donde estuvo originalmente) parecen a su lado las cartas de la baraja". Mas esa misteriosa atracción que producen las obras maestras del arte, y que en ciertas mentes despierta insanos impulsos, en 1975 indujo a un desequilibrado a agredirla, desgarrando la parte inferior del lienzo con doce cuchilladas.
Sin embargo, esa no era la primera vez que el célebre lienzo sentía el filo de un cuchillo. Cuando en 1715 fue trasladado a la pequeña sala del Tribunal Militar, en el segundo piso del actual palacio real, fue mutilado para que cupiera en una pared que está entre dos puertas. Se le redujo veinticinco centímetros abajo, más de treinta a un lado y diez al otro, con lo cual desaparecieron de la tela dos hombres y una niña que se hallaban a la izquierda, y parte del timbalero que está a la derecha. Lo prueban, entre otros documentos gráficos, una copia del cuadro (145 x 190 mm.) hecha a la acuarela antes de 1665, que actualmente se exhibe en el mismo museo, y una copia al óleo (67,5 x 86 cm.) pintada en 1649 por Gerrit Lundens.
Rembrandt Haermensz van Rijn (Leiden, Holanda, 1606-1669) comenzó a estudiar pintura en Amsterdam con Pieter Lastman, pero después siguió por su cuenta y muchas veces tomándose a sí mismo como modelo (dejó sesenta y dos autorretratos). Amén de la Ronda Nocturna y de Los síndicos, se cuentan también entre sus obras maestras La lección de anatomía, numerosos retratos y cuadros de tema religioso, que él renovó, como El sacrificio de Abraham y El ángel dejando a la familia de Tobías. De su vastísima producción se conservan en total seiscientas pinturas, trescientos grabados y dos mil dibujos. "Los críticos de hoy -afirman Will y Ariel Durant- tienden a valorar a Rembrandt por encima de Rafael y Velázquez, y a compararlo únicamente con el Greco".
La ronda nocturna o La Guardia Cívica... está al fondo de la. galería principal, enorme y sobria, del Rijksmuseum. Desde lejos, el espectador es atraído casi hipnóticamente por ese mágico equilibrio de luces y sombras que sólo estuvo al alcance de Rembrandt, y por la mano extendida hacia la relativa eternidad del arte, del capitán Frans Banning Cocq.