LA OXITOCINA, LA HORMONA DEL AMOR
Publicado en
noviembre 25, 2012
Por Manuel María
El científico norteamericano Roger Guillemin obtuvo el premio Nobel de medicina en 1977 por descubrir unas moléculas cerebrales cuya función consiste en estimular y controlar la secreción de hormonas. Guillemin demostró que existe una vinculación entre la hipófisis, que controla la secreción hormonal, y la región cerebral conocida como hipotálamo.
A raíz de ese descubrimiento, el científico prosiguió sus investigaciones y ahora afirma que inyectando hormonas en el cerebro se puede conseguir un cambio de comportamiento en la conducta de los seres vivos. Para sus experimentos, Guillemin se ha servido de la oxitocina u hormona del amor, de la hormona del crecimiento, de endorfinas y de la vasopresina. Los resultados obtenidos son, a su juicio, sorprendentes.
HACE EL AMOR
Uno de estos experimentos de Guillemin consistió en inyectar vasopresina a ratones, los cuales empezaron a beber agua desesperadamente. La vasopresina se produce para regular el metabolismo de reabsorción del agua. Los ratones del experimento bebieron tanto que duplicaron su peso.
La hormona del crecimiento también se experimentó con objeto de aumentar la vitalidad y fortaleza física del organismo, el cual, a partir de los cuarenta años, disminuye su producción de dicha hormona con la consiguiente degeneración progresiva del organismo.
El gran descubrimiento de Guillemin es el de la oxitocina, una hormona que se produce en la pituitaria y que inyectada en el cerebro de ratas y monos les produjo un desbordamiento de sus instintos amorosos. Los neurólogos han recogido con enorme interés esta experiencia.
En los países desarrollados la oxitocina se suministra desde hace tiempo a las mujeres como estimulante muscular del parto y para favorecer la lactancia. En Europa se está experimentando un aerosol de este compuesto para intentar curar impotencias graves tanto de origen físico como psíquico, con resultados prometedores.
ESTIMULAR EL SEXO
Si bien la oxitocina se produce naturalmente, a muchas mujeres se les suministra a través de un gotero para desencadenar el parto y aumentar su producción láctea. Según el profesor de la universidad del Estado de Oregon Frank Moore, la oxitocina "es prácticamente la única sustancia de cuyo nivel en la sangre advertimos cambios durante el orgasmo y la variación es muy alta".
Otros dos experimentos han probado que los niveles de oxitocina en la sangre aumentan entre tres y cinco veces durante los momentos claves de la excitación previos al orgasmo de los machos y durante la eyaculación. En las mujeres no parece que produzca efectos similares, aunque sí otros relacionados con la satisfacción, los instintos maternales y otras pautas como el apareamiento.
Investigadores de la Universidad Rockefeller de Nueva York, siguiendo la misma línea, administraron oxitocina a ratones hembras durante la ovulación. Estas hembras se mostraron más activas en la búsqueda del macho que las que no habían sido inyectadas en una proporción entre el 60 y el 80% por ciento.
La misma experiencia realizada en machos de ratas y de monos dio como resultado que la inyección de oxitocina provoca una inmediata erección y su consiguiente búsqueda de pareja. Sin embargo, otras veces la inyección provoca el efecto contrario, lo que los científicos atribuyen a que la oxitocina también provoca una sensación de satisfacción tal que en determinados casos suple el deseado coito.
El profesor Kack D. Cadwell, titular de la cátedra de psiquiatría de la Universidad de Carolina del Norte, califica a la oxitocina como la "hormona de la satisfacción", pues interviene en todas las sensaciones gratificantes producidas por las relaciones de los animales.
OTRAS FUNCIONES
Se ha comprobado que también aparecen altos niveles de oxitocina después del coito, lo que lleva a los científicos a otra conclusión sobre la complejidad de esta hormona. La oxitocina refuerza otras relaciones sociales de los animales, como la de padres e hijos. Las ratas tratadas con dosis extra de oxitocina cuidaron la alimentación y defensa de sus crías con más celo que las otras.
Otras propiedades de esta hormona se han comprobado sobre zonas cerebrales muy variadas, como las asociadas a la vista, oído, olfato, sistema endocrino y control de la ovulación. El neurólogo Thomas Insel, del Instituto de Salud Mental de Estados Unidos, llama la atención sobre la relación de esta hormona con el comportamiento sexual y reproductor de los individuos, lo que podría provocar importantes cambios de actitud en el futuro.
Por ejemplo: aumentar o disminuir el deseo o la atracción sexual, o mecanismos reproductores como la ovulación y la fertilidad de hembras y machos. El control de la natalidad y la estimulación de la fertilidad, dos de los problemas más acuciantes en la actualidad, podrían tratarse con oxitocina.
Otro aspecto muy interesante es el de la atracción y satisfacción sexual en la pareja. Hay un libro cuyo título sugiere toda esta realidad: "Muchos hombres demandan sexo, muchas mujeres están faltas de amor".
La oxitocina proporciona la excitación necesaria, el climax oportuno y la sensación de sociedad posterior. Quizás el problema de muchos apáticos, frígidos y estériles se reduzca a un mero déficit de oxitocina u hormona del amor.