¡TREMENDA FIESTA POPULAR!
Publicado en
octubre 07, 2012
Varias cestas de la región amazónica. La tapa exhibe una hoja introducida en el tejido doble para impermeabilizar el cesto.
Por Silvana Larrea Oña.
Cuenca, Montecristi, Latacunga, La Pila, Guaranda y otras ciudades ecuatorianas explotaron. Pero fue una explosión de imagen y color en una gran fiesta que empezó a tomar forma lentamente, tras meses de planificación.
Los preparativos estuvieron a cargo de Pablo Cuvi; de Paula Barragán; de Ramiro Jarrín, Juan Pablo Merchán, Carlos Julio González, Gustavo Landívar, Diego Vintimilla, Mateo Torri, Marcela García y Kira Tolkmitt, en la parte fotográfica; y de Hernán Jaramillo, Carlos Coba y Juan Martínez, en la investigación.
Todos los que quieran asistir pueden ir: con el mejor traje, en ropa de casa o en pijama. La pinta no importa.
Es un viaje por el Ecuador sin moverse de la silla. El anfitrión, Pablo Cuvi, lo conducirá a través de su libro Artesanías del Ecuador, de la línea editorial de Dinediciones, para que los convidados disfruten de piezas únicas, viejas y nuevas, en metal, cerámica, tejidos y cestería.
Lo importante es ver. Por encima de textos especializados y de complicado lenguaje de otras obras sobre el tema, ésta pone al alcance de todos las huellas que en la historia dejan los objetos artesanales, su evolución y también su extinción.
Gráfico sobre todo y con una ligera explicación de las piezas, el libro nos cuenta de la lucha de la artesanía contra el plástico, de la novelería de una juventud que ya no usa poncho sino lycra, y sin palabras, con la imagen, nos habla de nostalgia y de futuro.
Expositor de plata repujada, perteneciente al convento de las monjas conceptas, en Cuenca.
ESTETICA E HISTORIA
Perteneciente a la generación de los setenta que redescubrió el valor de lo artesanal, Cuvi no olvida a los pioneros: Olga Fisch; Paulo de Carvalho Neto; y los pintores Guayasamín y Viteri.
Los jóvenes de los noventa aprecian sólo el valor estético de los objetos artesanales mientras veinte años atrás, las consideraciones eran racionales y románticas. Equilibrar los dos puntos de vista es la justificación de este libro.
Arte popular, cultura de élite, identidad nacional, son interpretaciones que se suman al concepto de artesanía sobre el cual los expertos no coinciden, pero se repiten ideas como utilidad y belleza, el sabor de lo irrepetible, trabajo manual con el calor humano frente a las piezas producidas industrialmente...
Muchas fotos son fruto del recorrido por pueblos y ferias en donde se recabó información para equilibrar la visión plástica de las fotografías con un brevísimo análisis del mundo artesanal.
Las artesanías se clasificaron por material de elaboración, tipo de trabajo y destino de los objetos. No es un catálogo, sino un intento de abarcar las más representativas. Según el autor, "este libro pertenece a los maestros cuyo arte se refleja en las siguientes páginas" que con su labor mantienen vigente nuestra identidad.
Cerámica de La Pila, Manabí, colección Ruth Engel.
DISTINTA Y LA MISMA
Para fografiar las piezas se usó un ojo distinto: el de la dirección de arte a cargo de Paula. Disponer las piezas de esta manera y no de otra, aprovechar al máximo el detalle, contrastar los colores y texturas hicieron que piezas ya trilladas se vean diferentes.
Y se logró crear una nueva imagen a partir de las piezas. La armonía encontró camino en estas páginas y de ello hablan por sí solas sus impactantes fotografías.
Los ponchos dejaron de ser los mismos y los sombreros cambiaron. Las alfombras, con diseños renovados, y las sudaderas se ven de nuevas maneras.
En el recorrido por la cerámica, nacida hace 1.500 años en la cultura Valdivia, presenciamos el espectáculo del intento de domesticar el barro que hizo que en Narrío desafíe al viento; en Chorrera descubra el sonido; en Jama Coaque, Bahía y Tolita, ponga a la figura humana al lado de los espíritus.
Cada región conservó su secreto para hacer las piezas de cerámica, transmitido de generación en generación como un susurro que permanece. En la Amazonía se siguen pintando las piezas con pinceles de pelo humano y los colores se disuelven sobre una piedra, como se hace para la caligrafía japonesa.
Sombreros fieltrados de distintas comunidades: salasacas, chibuleos, saraguros, cachas... Se los elabora generalmente en Pelileo.
MAGIA DE LA FIBRA
Y en esta fiesta entra también la magia: cuando las fibras vegetales caen en manos de los tejedores, se convierten en canastos, bolsos, sombreros... La ventaja del Ecuador en el campo de los tejidos (de cestería) es la variedad de posibilidades vegetales.
Las shigras son tejidas a punto de ojal con aguja de coser, técnica anterior a la invención del telar.
La trama de un canasto es más o menos apretada de acuerdo a la liviandad que requiera su uso futuro.
En Manabí y Guayas, tejer hamacas es una actividad femenina, según Cuvi, quizá por la práctica de mecer a los niños.
Y vuelve una aclaración: los Panama Hat son de Jipijapa y Montecristi. Manuel Alfaro, padre de don Eloy, fue el primero en comercializarlos y lo hizo en Panamá donde cambiaron de nombre.
Gangsters, presidentes y el jet set se pusieron los sombreros de paja toquilla. Cuando se los quitaron -por cosas de la moda, luego de la segunda guerra- vino el derrumbe económico de los tejedores. Ahora nuevamente el mundo decidió ponérselos.
Urna de madera con el patrón Santiago, tallada en el Azuay.
MUSICA Y JUEGOS
En los instrumentos, danzas y rituales precolombinos de las principales etnias es posible rastrear las variaciones y permanencias. Cuvi, como un sabueso, indagó sobre el tema.
En Esmeraldas, Loja y el Chota descubre el sabor moreno con la marimba, el bombo y la guazá.
Con los Shuar conoce la danza de la culebra; hacia el sur, el shararán de los saraguros, los pendoneros con violines, arpas y rondador; en lo mestizo, con güiro, guitarra y requinto, detecta elementos aborígenes e ibéricos.
La investigación sobre los juegos es muy rica. El trompo era hace poco un rito para la época de Finados; la perinola, dado con un pequeño trompo exclusivo para las niñas, fue introducido por los judíos sefarditas; las muñecas de trapo, para brujería o juego; y las miniaturas de hojalata que se pierden por la embestida del plástico...
La pirotecnia es otro campo en que se adentra para descubrir significados: introducida por los españoles y asociada a la fiesta religiosa, la calidad de los festejos se mide por la abundancia y riqueza de los juegos pirotécnicos. Entonces estalla el más importante, el castillo.
De talabartería, fiestas, madera, máscaras, vestimentas y joyas. Así continúa este libro que no se cansa de sorprendernos y descubre que una habilidad tan fina como para hacer una filigrana, se requiere para hacer un pistolón, llevándonos de un lugar a otro del país.
Un sabor a chicha, a tradición, al valor de lo irrepetible nos deja sentir a fondo estas cosas que hacen las manos y el corazón.
Leer Artesanías del Ecuador es ir cómo invitado de honor a una fiesta popular nacional sin que importen las fechas de las celebraciones. Y un recuerdo al terminarlo: en la memoria permanece cada uno de estos objetos más comprendidos y mejor disfrutados...