LA HISTORIA TAMBIÉN TIENE SUS BEMOLES
Publicado en
julio 29, 2012
Correspondiente a la edición de Diciembre de 1995A don Eloy le dedicaron un pasodoble titulado Muertos que viven. Una de las primeras fusiones se hizo a fines del siglo pasado, en Cuenca, mezclando elementos de música religiosa europea y del yaraví ecuatoriano...
Texto: Esteban Michelena / Fotos: Kira TolkmittCuando Madonna publicó su libro Sex, saltaron autoridades religiosas de todo el mundo. Los puritanos ingleses vetaron sus canciones, los diarios norteamericanos discutían las fronteras entre lo erótico y lo pornográfico.
Lo cierto es que, salvo sesudos análisis en favor de la "irreverencia de la propuesta", todo el mundo consideró al libro, a la rubia y sus jadeantes canciones, como un orgiástico atrevimiento alumbrado, encima más, en plenos y furiosos años del sida.Una revisión al apasionante Archivo Sonoro del Departamento de Difusión cultural del Distrito Metropolitano de Quito, deja ver, entre otras curiosidades, que lo de Madonna no da para tanto escándalo, en comparación con grabaciones que, para 1912, resultan inexplicables en la entonces y, por lo visto, nada conventual ciudad de Quito.En efecto, en uno de los ordenados anaqueles de este archivo, reposan la letra, partitura y disco de pizarra de Pesares, una "verdulera" que, grabada hacia principios de siglo, habla de un tipo que pesca terrible "gálico" o gonorrea por sus aventuras sexuales con mujeres de mucha monta y poca estima.El tema interpretado por el cantante orense José "diablo ocioso" Alvarado, se grabó en el sello La Favorita, perteneciente al comerciante lojano Altenor Encalada. Y, entre otras cosas de gran calibre, dice más o menos así:Favio Cárdenas te vende píldoras / te cura el gálico con alcanfor / y a las putísimas de tetas lánguidas, de coño fétido, con purgazón...
Qué. ¿No había censura para esos años? ¿Podría ser esta una muestra del underground de entonces? ¿Existió el camarada Cárdenas? ¿Servían, como era costumbre, los temas de ese tiempo, como crónicas de los hechos más impactantes del momento?Pablo Guerrero, director de este archivo, se hace las mismas preguntas. Y justifica, plenamente, la creación de este centro de documentación en las posibilidades de investigación ocultas en sus frágiles tesoros."Contamos con cuatrocientos originales de partituras, más de tres mil manuscritos, trescientos discos y mil registros en audio de discos del XIX y XX, libros de teoría e historia musical de fines del siglo pasado, las primeras revistas de espectáculos, cuatrocientas fotografías de autores y facetas musicales de todo el país".Para garantizar su conservación, este material está en proceso de archivo en un sistema computarizado que guarda, tanto la información bibliográfica, como las letras de las canciones y las transcripciones sonoras y escritas de las partituras que, además, pueden ser escuchadas en distintas versiones.Entre las joyas de este archivo las hay de diversos tonos y bemoles. Brilla con sonido propio una partitura de finales del siglo XIX que muestra que esto de las fusiones no es invento de Peter Gabriel y compañía."Se trata de El Guamán, un tono de oración que se tocaba con órgano durante ceremonias religiosas. Es una mezcla de música religiosa europea con el yaraví y otras sonoridades indígenas. Se escribió en Cuenca, es una obra virtuosa, revela la intención ideológica de la música y la capacidad de nuestros compositores que recibían información musical muy limitada", apunta Guerrero, el musicólogo que donó gran parte del patrimonio de este centro.
ENTRE MAMONES Y MUERTOS QUE VIVEN
La posibilidad de rastrear la historia patria según su música es una tarea sorprendente. De acuerdo al archivo y a este investigador, se puede establecer que la tendencia entre los músicos de finales del siglo pasado fue marcada por contenidos religiosos, políticos, épicos y militares, propios de la conformación republicana de nuestro país. La política fue como siempre un gran generador de canciones. El ex presidente Juan José Flores mereció de su simpatizante, José Ramos, Variaciones brillantes de bravura. Antonio José de Sucre inspiró Logia a Sucre, un tema editado en una partitura donde él aparece rodeado de una simbología masónica.
El archivo cuenta con partituras como Muertos que viven, un pasodoble dedicado a Eloy Alfaro compuesto poco después de su muerte. Para contento de los detractores del Viejo Luchador, Antonio Cabezas le dedicó, en cambio, el sarcástico temita Los Mamones.A través de los tiempos, la música ha sido el primero de los artes en dar cuenta de los sucesos que marcan la historia. La inauguración del puente Rumichaca, por ejemplo, motivó la composición del pasillo Ecuador y Colombia, original de Rafael Ramos A. y dedicado a Alfonso López, presidente colombiano (1934-1938) y a Federico Páez, encargado del poder en nuestro país.
GALOPAS PARA LOS HOMBRES Y LA PRIMERA ORQUESTA FEMENINA
Pero la música ha servido también como un oportuno registro de la vida cotidiana, el lenguaje, el humor, frustraciones y aspiraciones de un pueblo.
Para esos años, Guayaquil sufría frecuentes incendios. Los músicos fueron los primeros en tributar homenajes al valiente personal de la casaca roja. Y el archivo conserva La Sirena Número Cuatro, pasodoble del compositor Federico M. Borja; Galopa para la Compañía de Bomberos La Bolívar, inspiración del porteño Antonio Cabezas, entre otros.Las marchas fúnebres fueron otro filón inspirador. Existe, del cuencano Ascencio Pauta, una partitura editada en Lima, en 1878. Se trata de El llanto de la patria, dedicada a Vicente Piedrahita. De Federico González Suárez, la respectiva marcha fue encargada al compositor Francisco Salgado.Los batallones de guerra tenían sus bandas, encargadas de arengar a las tropas y marcar dramáticos fondos musicales a las batallas de entonces. Así, Juan Bautista Luces, escribió el pasodoble Al oriente a paso de vencedores, ilustrado a todo color con un decidido ejército marchando, en riguroso paso de ganso, a su cita con la historia.La vida cotidiana de la sociedad mereció gran parte del repertorio de la época.Cumpleaños de alumnas, graduaciones de colegio, viajes al extranjero, arribos de nueva mercadería, entre otros sucesos, fueron objeto de encantadoras piezas musicales. Avante Jambelí, una galopa para piano de Antonio Cabezas, se bailó por vez primera durante el bautizo de esta embarcación.Las mujeres tienen lo suyo, aunque no fueron muchas las que aprendieron o se dedicaron a este oficio. Pionera de entonces fue doña Teresa Alavedra Tama, guayaquileña, quien dedicó el mejor de sus pasodobles, El Defensor, al abogado y político, Honorato Vásquez.La primera orquesta de mujeres de nuestro país causó sensación allá por 1927. Fue creada por el italiano Pablo Traversari, director del Conservatorio y fundador del museo que lleva su nombre en la Casa de la Cultura de Quito.
UN MANO A MANO PIONERO
Para principios de siglo se da un gran momento de la música popular. Pasillos, habaneras, pasodobles, pasacalles, yaravíes, sanjuanitos, cachullapis, coplas -algunas de ellas recopiladas por Juan León Mera- etc, tuvieron un gran desarrollo.
La historia de uno de los primeros "mano a mano" realizado en Quito, por ejemplo, refiere una final de concurso sucedida en 1892. Comparecieron el imbabureño Virgilio F. Chávez y Carlos Amable "El Pollo" Ortiz."El imbabureño montó un show increíble: mientras transcurría el tema, fue cortando una a una las cuerdas de su violín, hasta rematar la pieza con un toque que fue el corte de la última cuerda de su instrumento. Ganó Chávez", cuenta Pablo Guerrero.Las partituras, tanto por su música como en el cuidado de sus ediciones y el diseño de sus portadas, son un caso aparte. Existen editadas en Milán, Nueva York, Hamburgo, Madrid, Guayaquil y Quito. Vivieron su auge por la contundente razón de que fueron las bandas, especialmente las militares con sus retretas de jueves y domingos, las grandes responsables de la difusión de la música de entonces. Para ese tiempo se daba una particularidad: uno de los temas de la edición era dedicado al auspiciante. Así Polka para El Trianón, es una composición dedicada a esta tienda y que se obsequió a los clientes con la compra de ajuares para bautizos, ropa íntima femenina, etc.
EL LEJANO ORIGEN DE LA ROCOLA
Gente alegre, un bailable con una portada en que aparece una gallada de tunantes de regreso a casa, forma parte de la música de cantina o chingana. La mejor cantina tenía la mejor guitarra y, al calor de los tragos, se escribieron una serie de temas plenos de humos, de contenidos sexuales, anecdóticos, dramáticos, llorones, irreverentes, sátiras políticas, entre otros.
Títulos que refieren, incluso, un lenguaje con recurrentes quichuismos, muy distinto al actual. Para muestra. Ashcu de primo (Alfredo Carpio-Hnas. Fierro) o Chumadito cualquiera, amaneciendo cachullapi grabado para el sello Odeón-Argentina, original de Guillermo Garzón, interpretado por los Troveros Criollos, con la guitarra del gran Guillermo Rodríguez: Qué buenas pascuas qui yo hi tenido! golpiado el cuerpo y el ojo hinchado! talvez de chumo me habré caidol contra el puñete de otro chumado....Destacan, además, Momentos de tristura, la obra 102 de Carlos Amable Ortiz, Soñarse pobre, un pasillo de Antonio Cabezas o el escalofriante Soñarse muerto, del mismo Ortiz.A propósito, este último compositor fue tan popular en la época que tiene dedicado, de su colega Antonio Cuy Nieto, el pasillo Soñarse Pollo. Ortiz, para retribuir el detallazo, dedicó a su admirador El Nieto del Cuy, en alusión humorística a Nieto, compositor más bien conocido por el mote del mencionado herbívoro.En 1912 se realizaron las primeras grabaciones de música ecuatoriana y, ese año, se grabaron 272 piezas. Los discos de pizarra costaron entre uno y dos sucres y fueron desapareciendo hacia 1950, con la revolución del acetato.El dúo Ecuador Nicanor Safadi-Enrique Ibáñez M. de lo más famoso en el Guayaquil de los 30, protagonizó, a su regreso de Nueva York y tras las grabaciones para el sello Columbia, uno de los primeros grandes espectáculos masivos realizados en el país.En efecto, gramófono y cornetas mediante, concretaron grandes multitudes de gente para esas irrepetibles y técnicamente inexplicables audiciones públicas realizadas en Guayaquil.A partir de entonces, empiezan a desaparecer los gramófonos, vitrolas, pianolas, tocadiscos de 78 RPM. Y va llegando el tiempo de toca-cartuchos, radiolas, radios de pilas, caseteras, amplificadores, los primeros estéreo. Con la prodigiosa irrupción de los discos compactos, sonido digital, estéreos inteligentes, entre otros, todo lo que aquí les traje, empezó a ser historia.