JUSTICIA PARA UNA VÍCTIMA
Publicado en
junio 03, 2012

La anónima joven llamó más la atención en la muerte que en su breve y borrascosa vida.
Por Michael CarmodyEL CADÁVER, tendido en la nieve junto a la rampa de entrada a 'una autopista en el municipio de Spring, cerca de Bellefonte, Pensilvania, llamó la atención de un automovilista poco después del amanecer del 24 de marzo de 1993. La joven, vestida tan sólo con un suéter grueso de colores y unas calcetas, tenía las manos atadas con una cuerda de nailon y el cuello ceñido con otra.
A las 7:10 de la mañana William Madden, agente de la policía estatal de Pensilvania, estaba vistiéndose para salir a trabajar cuando recibió una llamada telefónica de la oficina. Al saber que le habían asignado el caso, Madden, con 21 años de antigüedad en la corporación, se dirigió sin tardanza al lugar de los hechos.Mientras los investigadores de la policía estatal reunían pruebas (ropa, fibras textiles y sangre) y hacían una reproducción de yeso de las rodadas que habían quedado en el lodo a la orilla del camino, Madden examinó a la víctima. Era una linda muchacha de ojos azules y melena rubia y ondulada, recogida en una cola de caballo; bien habría podido ser una de sus dos hijas o alguna amiga de ellas, pensó el agente. Es hija de alguien, se dijo.Menos de una hora después llegó Kerry Benninghoff, investigador forense del condado Centre, quien, tras unos cuantos minutos de inspeccionar el cuerpo, tuvo la fuerte impresión de que la joven ya no vivía cuando la arrojaron a la nieve. Como sea que hubiese muerto, no había sido allí.Después de una detenida autopsia, el médico forense, Isidore Mihalakis, calculó que la víctima tenía entre 20 y 25 años de edad, medía 1.67 metros de estatura y pesaba unos 57 kilos. Las pruebas indicaban que la habían violado y estrangulado. La muerte le había sobrevenido entre 8 y 12 horas antes de que la hallaran, y no había permanecido mucho tiempo en la nieve.Cuando los resultados de la autopsia se dieron a conocer a los medios informativos, se guardaron en secreto dos detalles importantes: al retirar la cuerda del cuello de la víctima, se le encontró pegado en la piel un cabello oscuro y rizado. Además, las autoridades observaron unas tenues marcas en la palma izquierda. Mihalakis supuso que eran restos de tinta de bolígrafo. El fragmento de piel se recortó, se le añadieron sustancias conservadoras y la policía lo envió al laboratorio forense de la FBI, en Washington, D.C.El ayuntamiento de Bellefonte encomendó a Steve Mondock, administrador de la funeraria Wetzler, que recogiera el cuerpo y lo guardara en su establecimiento. Mondock tuvo que hacer un esfuerzo para reprimir sus emociones. A diario se enfrentaba con lo irremediable de la muerte, pero aquello era distinto.Preocupado por el anonimato de la muchacha, decidió que, mientras la policía no la identificara, la llamaría Spring Dawn ("Amanecer de primavera"), pues la habían encontrado en el municipio de Spring (que significa "primavera") una madrugada de esta estación.BELLEFONTE es una población de 6358 habitantes. Debido a la amplia difusión que se dio al asesinato de Spring Dawn, la joven se volvió el principal tema de conversación en el lugar. Los residentes, preocupados por la familia de la chica e indignados por la brutalidad del crimen, se negaban a creer que el responsable fuera uno de ellos.En opinión de William Madden, el hecho de que el asesino hubiera dejado el cuerpo de su víctima a la vista de todo el mundo indicaba que se sentía muy seguro de la incapacidad de las autoridades para atraparlo. Y a decir verdad, tenía razón: no había suficientes pistas para llevar a cabo la investigación.Con todo, el crimen no es cosa de todos los días en un lugar como Bellefonte, cuyos habitantes consideraban aquel homicidio una afrenta a su sentido cívico y un horror que nadie debía sufrir. Estaban resueltos a identificar a la joven y a dar con su asesino.Las huellas digitales de Spring Dawn no estaban registradas en Pensilvania, y tampoco en el banco de datos de la FBI, que contiene más de 200 millones de huellas.Madden calculó la distancia que se podía recorrer en el lapso de entre 8 y 12 horas que había mediado entre la muerte de la chica y su hallazgo, y luego, en un mapa de carreteras, trazó un círculo de radio equivalente alrededor de Bellefonte. Por el norte, el círculo llegaba al estado de Maine; por el oeste, a Chicago, y por el sur, a Carolina del Norte y Carolina del Sur.Mientras tanto, los lugareños estaban pensando en darle digna sepultura a Spring Dawn. La enterrarían como a cualquiera de los suyos, en un cementerio situado en lo alto de una colina y perfumado por los geranios del bosque.En el trozo de piel que se envió a Washington, los expertos forenses de la FBI distinguieron unos números apenas legibles e interpretaron tres de ellos (904) como un código telefónico regional.Madden se puso en contacto con todas las oficinas de policía de la región donde rige dicho código (la parte norte del estado de Florida, incluida la ciudad de Jacksonville), pero no obtuvo ningún resultado.Al comprender que la pista era falsa, Madden se dejó caer en su sillón y, mirando al vacío, luchó contra el desaliento que comenzaba a invadirlo. Cada año quedan sin aclarar cientos de asesinatos, se dijo. ¿Qué te hace pensar que puedes resolver éste?Se puso a revisar de nuevo todos los hechos del caso y reparó en que la pista de Florida, aun antes de que la descartara, tenía algo que no lo convencía: cuando la víctima fue hallada, llevaba un suéter grueso y calcetas, atuendo nada propio para el clima de ese estado; como la chica tampoco era de Bellefonte, probablemente provenía de un lugar más frío.Estudiando con detenimiento las fotos del fragmento de piel enviado a la FBI, Madden distinguió otros dos números: 998 y 657. Con ayuda de una operadora de la policía, llamó a todos los códigos telefónicos de Estados Unidos y averiguó que solamente en 15 regiones existía la combinación de ambos números. Una vez descartadas las zonas cálidas, así como los estados situados al oeste del Mississippi, por su lejanía, Madden se comunicó con los departamentos de policía restantes.El 3 de mayo, cuando devolvió una llamada a la comisaría del condado Cumberland, en Portland, Maine, lo comunicaron con un consejero de la Escuela Elan, hogar para adolescentes descarriados situado en Poland Spring.—Sí, una alumna mía ha estado ausente desde el 21 de marzo —dijo el consejero—. Se llama Dawn Marie Birnbaum.Madden se quedó helado al oír el nombre.Los dentistas forenses compararon las radiografías dentales de la joven con las que se habían tomado al cadáver. Un empaste poco profundo en una muela, idéntico en ambas, fue la prueba que faltaba: Dawn Marie Birnbaum era Spring Dawn.DAWN MARIE BIRNBAUM, de 17 años, había llevado una vida borrascosa, primero con sus padres y luego, cuando éstos se divorciaron, con su madre y su padrastro. El estado de Indiana asumió su tutela en 1989, pero la chica huyó de más de diez hogares sustitutivos, residencias grupales y centros de tratamiento de esa entidad. Enviada a Maine por el gobierno de Indiana, llevaba un año y medio interna en la Escuela Elan.No era la primera ocasión en que Dawn Marie escapaba de allí. En 1992 estuvo ausente 43 días, hasta que la encontraron en un centro comercial, unos 15 kilómetros al este de la institución.El domingo 21 de marzo de 1993, las autoridades escolares la llevaron al cine en la zona sur de Portland junto con otros seis estudiantes. Cuando volvieron por ellos, Dawn no se presentó.Madden se puso a estudiar el mapa de carreteras que había marcado y observó que la autopista interestatal 95 corre de norte a sur a pocos kilómetros del cine adonde habían ido los estudiantes, y que 480 kilómetros al sureste entronca con la interestatal 80, la cual atraviesa Pensilvania de este a oeste y pasa cinco kilómetros al norte de Bellefonte. En algún punto entre Portland y Bellefonte, Dawn Marie Birnbaum se había encontrado con la muerte.COMO DAWN era menor de edad, su paso por varios estados quizá hubiera sido un secuestro, por lo que Madden solicitó la intervención de la FBI. La oficina asignó al caso al agente especial Randy Cohick.El 6 de mayo de 1993, a los 43 días de encontrado el cadáver, la madre de Dawn, Nancy Lindemann, radicada en Gary, Indiana, acudió a identificar a su hija. Steve Mondock levantó la sábana color de rosa, y la señora rompió a llorar.Luego hizo trasladar los restos a Gary y enterrarlos allí. Cuando supo del afecto que los habitantes de Bellefonte habían cobrado por su hija, una muchacha a la que no habían conocido en vida, hizo agregar a su lápida la inscripción: "Primavera de Pensilvania".La confirmación de la identidad de Dawn infundió a William Madden nuevos bríos para proseguir con la investigación.—No estaré contento hasta dar con el que la mató —le dijo una noche a su esposa, Kathi.Tras interrogar a los compañeros de Dawn en la Escuela Elan, la FBI dio con una ex alumna que vivía en Georgia, la cual declaró haber hablado con ella por teléfono la tarde del 22 de marzo, unas 18 horas después de su desaparición. Dawn le dijo que se encontraba en un paradero de camiones y que pensaba ir a visitarla. Una revisión de los registros telefónicos reveló que la llamada se hizo por cobrar desde un paradero de Bangor, Maine, unos 200 kilómetros al norte de Portland. Por lo visto, antes de ir al sur la joven había enfilado en la dirección opuesta.Después de mostrar su foto en los paraderos situados entre Portland y Bangor, las autoridades averiguaron que la última vez que se vio a Dawn con vida fue el 22 de marzo, mientras pedía a los camioneros estacionados en Bangor que la llevaran.La FBI reunió todos los recibos de suministro de diesel firmados por los camioneros entre el 21 y el 24 de marzo en ese paradero y en otros 30 ubicados en un radio de 40 kilómetros. Por su parte, Madden consiguió los recibos de las mismas fechas del paradero más próximo a donde se halló a la joven (el de Milesburg, Pensilvania, situado en la autopista interestatal 80, unos kilómetros al norte de Bellefonte) y se los entregó a Cohick.Ambos agentes comprendían el albur que estaban corriendo. Si resultaba que un mismo camionero había cargado combustible en Bangor y en Milesburg en esas fechas, habrían dado con una pista. En cambio, si el camionero había cargado combustible sólo en Bangor o en Milesburg, o en cualquier otro sitio, o si Dawn había viajado en varios vehículos, estarían otra vez como al principio.Al cabo de casi dos meses de comparar más de 1000 notas de venta, Cohick dio con el nombre que buscaba: James Robert Cruz, camionero de tiradas largas que trabajaba en la Century Industries Corporation, de Ohio.Un grupo de agentes de la FBI en este estado averiguaron que los neumáticos del camión que Cruz conducía a fines de marzo coincidían con la reproducción de yeso de las rodadas. Luego de obtener una orden federal de registro, Madden y Cohick visitaron la Century Industries el 21 de julio. Con la cooperación de la empresa, tres equipos de expertos de la FBI registraron el camión.Al término de una jornada de búsqueda infructuosa, Cohick echó un vistazo a la portezuela derecha, cuyo interior estaba alfombrado para amortiguar el ruido. Ya la había visto antes, pero en ese momento la luz daba de tal modo en la alfombra, que el agente tuvo una corazonada y llamó a Madden y a un experto en pelo y fibras, quien sondeó la superficie con pinzas y sacó un cabello largo y rubio. Las pruebas a las que se sometió el cabello demostraron que tenía las mismas características microscópicas que el de Dawn Birnbaum.AL DÍA SIGUIENTE, cuando James Robert Cruz se presentó en la empresa después de un viaje por carretera, Madden y Cohick lo estaban esperando. Durante el interrogatorio, Cruz dijo no recordar que había cargado combustible en Milesburg, hasta que Cohick le mostró el recibo que había firmado.Cuando le preguntaron si permitiría que le tomaran muestras de cabello y de sangre, Cruz accedió con mucho gusto, lo que a Madden le pareció sospechoso.—No se molestó en lo más mínimo —le comentó después a Cohick—. Si me lo hubieran pedido a mí y fuera yo inocente, habría armado un escándalo.Un científico forense aisló el ácido desoxirribonucleico de Cruz y determinó que era idéntico al del semen hallado en el cuerpo de Dawn. Además, el pelo del camionero tenía las mismas características microscópicas del cabello encontrado en el cuello de la chica.Al investigarse los antecedentes de Cruz se supo que había nacido en Pueblo, Colorado, el 19 de agosto de 1957 y que había prestado servicio en el Ejército de Estados Unidos. Antes de mudarse a Ohio vivió en Texas y en California, estado este último donde cumplió una condena de cárcel por tentativa de asesinato.En el interrogatorio con Madden y Cohick, Cruz negó enfáticamente conocer a Dawn Marie Birnbaum y haberla llevado en su camión.Con todo, las pruebas permitieron entablar acción penal contra Cruz, por cargos federales, en el tribunal municipal de Akron, Ohio. El juez fijó una fianza de 5 millones de dólares. Esposado y vestido con el uniforme de la prisión, el acusado presenció con rostro imperturbable la lectura de los cargos por parte del juez.El 1 de octubre de 1993 se ordenó a Cruz comparecer ante el tribunal para responder, entre otras cosas, del secuestro, la violación y el asesinato de Dawn Marie Birnbaum.Los ACUSADORES, encabezados por Ray Gricar, fiscal de distrito del condado Centre, tenían motivos para sentirse nerviosos cuando, el 14 de junio de 1994, aguardaban el veredicto. El abogado George Lepley, que dirigía la defensa, había insistido hasta la saciedad en la naturaleza circunstancial del caso. Alegó que Dawn Birnbaum había accedido a tener relaciones sexuales con Cruz y que, una vez que se despidió de él, murió a manos de alguien más.Llegada la hora de los alegatos finales, Gricar se puso de pie frente al jurado con un maniquí de enseñanza de primeros auxilios, un trozo de cuerda de nailon y un reloj de timbre. Para ilustrar el proceder del asesino, enrolló y anudó la cuerda en el cuello del maniquí, y fijó el reloj para que sonara a los cuatro minutos, lapso durante el cual la víctima se había afanado en vano por respirar y Cruz habría podido cambiar de opinión y dejarla vivir.Un agudo tictac electrónico señaló cada uno de los 240 interminables segundos y obligó a los asistentes a permanecer inmóviles en sus asientos y evocar la desesperada lucha de la víctima por la vida. Al sonar el último pitido, más prolongado, había pocos del jurado sin lágrimas en los ojos.Después de casi dos días de deliberación, el jurado declaró a James Robert Cruz culpable de asesinato en primer grado. El juez lo sentenció a pasar el resto de sus días en la cárcel.EN FIN de cuentas, los habitantes de Bellefonte, Pensilvania, hicieron por Dawn Marie Birnbaum mucho más de lo que jamás imaginaron: le hicieron justicia.CONDENSADO DE LA "PITTSBURGH POST-GAZETTE" (19-II-1995). © 1995 POR PITTSBURGH POST-GAZETTE, DE PITTSBURGH, PENSILVANIA.