PROTEJA DE LAS DROGAS A SUS HIJOS
Publicado en
mayo 13, 2012

La acción de los padres es vital
Por Elin McCoyAL COMENZAR el primer grado de la enseñanza secundaria en una escuela de Chicago, Samantha y su mejor amiga pactaron que nunca consumirían drogas. Sin embargo, en el segundo semestre empezaron a juntarse en una cafetería con un grupo de estudiantes que eran muy populares en la escuela y mayores que ellas. "En ocasiones todos salían a la calle a fumar mariguana, menos nosotras", cuenta Samantha. "Constantemente nos preguntaban por qué no la probábamos".
Así pasaron dos meses, al cabo de los cuales la amiga cedió a las presiones. Samantha estuvo tentada a hacerlo, pero se contuvo. "Me sentí sola y excluida, pero no quería dejar de ser yo misma. Las drogas hacen que uno cambie su manera de pensar y traicione sus principios".Samantha, que hoy cursa el último grado de la enseñanza media, es semifinalista en el concurso de selección de beneficiarios de la Beca Nacional de Reconocimiento al Mérito, de Estados Unidos, y tiene asegurada la admisión en la Universidad Estatal de Bowling Green, Ohio. Su amiga, en cambio, abandonó la escuela y se ha ido de su casa varias veces.De unos años a la fecha, el número de adolescentes que consumen drogas, desde sustancias inhalables hasta LSD, ha aumentado en muchos países. El incremento más marcado se observa en el consumo de mariguana, droga que hoy en día es mucho más fuerte que en los años 70 debido a los nuevos métodos de cultivo.A pesar de esta inquietante tendencia, todavía hay muchos jóvenes que se abstienen de usar drogas, y las razones que dan pueden ser argumentos muy útiles para que los padres de familia orienten a sus hijos; he aquí algunos consejos inspirados en ellas.Cerciórese de que sus hijos conozcan los peligros de las drogas.
De acuerdo con una encuesta realizada en 1995, los motivos que con más frecuencia aducen los estudiantes de último grado de enseñanza media para no consumir mariguana, cocaína y crack son el miedo a sufrir daños físicos y psicológicos, y el temor a volverse adictos. "No quiero arruinarme el cuerpo ni la mente", dice una muchacha de 16 años que vive en Seattle, Washington.
Las investigaciones médicas señalan que la mariguana menoscaba la memoria de sucesos recientes, el juicio y la capacidad de resolver problemas, además de alterar la percepción, el equilibrio y la coordinación motriz, lo cual puede tener consecuencias trágicas. En agosto de 1993, un adolescente de Memphis, Tennessee, al conducir una camioneta Jeep Cherokee que se había robado, perdió el control en una avenida; el vehículo atravesó la franja divisoria dando tumbos, saltó hacia la vía de sentido contrario y cayó encima de un coche, que estalló en llamas. La pareja que viajaba en el coche murió, mientras que el adolescente sólo sufrió lesiones leves. Una prueba efectuada en el lugar por la policía reveló que el muchacho estaba bajo los efectos de la mariguana.El consumo habitual de mariguana puede causar bronquitis crónica, propiciar el cáncer pulmonar y dañar el aparato reproductor; en muchos casos también afecta el desempeño escolar y embota la capacidad de hacer planes para el futuro. Buena parte de quienes fuman la droga con frecuencia y por largo tiempo acaban por contraer un "síndrome de desmotivación" que se caracteriza por cansancio, descuido del aseo personal y apatía.Si al consumo de mariguana se añade el de otra droga, los peligros son mayores. Pocos usuarios adolescentes saben que la mariguana que compran puede estar adulterada con fenciclidina, sustancia que puede causar delirio, alucinaciones y, en dosis altas, la muerte.Muchos jóvenes creen que las drogas inhalables, como el solvente de pintura y el butano, no representan peligro, pero, como advierte el doctor Philip Walson, profesor de pediatría y farmacología en la Universidad Estatal de Ohio: "Si una vez que se experimenta la euforia inicial se sigue inhalando de manera constante y profunda, se pueden sufrir lesiones cerebrales irreparables porque la droga ocupa el lugar del oxígeno en el cerebro. De cualquier manera, inhalar sustancias volátiles, aunque sólo sea una vez, puede causar confusión, pérdida del conocimiento y la muerte".Hable con frecuencia de las drogas con sus hijos.
Las probabilidades de que los muchachos se aficionen a las drogas son menores si sus padres les hablan con frecuencia del peligro que representan. "Desde que mis hijos eran pequeños no he desaprovechado ninguna ocasión para hablarles sobre las drogas", comenta Jane Herron, trabajadora social de una escuela situada en un suburbio y madre de familia. "Hace unos días vi la película Clueless (Ni idea) con mi hija de 14 años. En ella hay una escena en la que llega una chica nueva a una escuela y quiere integrarse a un grupo de muchachas que se drogan. Cuando hable del asunto con mi hija, trataré de hacerla reflexionar sobre la decisión que tomó la chica de la película".
Una encuesta efectuada en fechas recientes reveló que la drogadicción es mayor entre los estudiantes cuyos padres hablan poco de las drogas o evitan totalmente el tema en la conversación. Por el contrario, cuanto más se toca el asunto en casa, menores son las probabilidades de que los chicos se droguen. Los expertos recomiendan a los padres insistir en el hecho de que las drogas son ilícitas, y en que ser detenido por poseerlas o usarlas puede acarrearle graves consecuencias a un adolescente.Conviene empezar a hablar del asunto cuando los niños son pequeños. El usuario de sustancias inhalables más joven que el doctor Walson ha atendido en una sala de urgencias tenía sólo seis años de edad; había inhalado vapores de gasolina de una podadora de césped. También es importante mantenerse abierto al diálogo con los hijos cuando éstos atraviesan la adolescencia, si bien la encuesta citada ha revelado que las cosas no son así. Casi la mitad de los alumnos de sexto grado de enseñanza primaria encuestados declararon que sus padres les hablaban "con frecuencia" o "mucho" de las drogas, mientras que entre los estudiantes del último grado de enseñanza media la cifra fue de apenas 23 por ciento. Aun así, la mayoría de los jóvenes que habían fumado mariguana en el último año dijeron haberla probado por primera vez entre los 14 y los 17 años."Los muchachos siempre están indecisos en cuanto a si probar o no las drogas; de ahí la necesidad de que sus padres saquen el tema a colación una y otra vez", aconseja Sam Piha, director de programas de una organización para la prevención de la drogadicción.Cierto estudio ha demostrado que la desaprobación de los padres es una de las razones que los adolescentes citan con más frecuencia para abstenerse de las drogas.Los elogios también son importantes. Cuando una madre de familia de Illinois se enteró de que su hijo, estudiante de enseñanza media, había rechazado unas drogas que le habían ofrecido, no vaciló en decirle que su padre y ella estaban orgullosos de él por haber sido leal a sus convicciones.Ayude a sus hijos a resistir la presión de sus compañeros.
"Casi siempre los que te ofrecen drogas no son traficantes, sino tus propios amigos", dice un estudiante de Connecticut. Por eso a veces resulta tan difícil rechazar el ofrecimiento. La habilidad para hacerlo con firmeza, pero sin ofender, no es muy común entre los adolescentes, sobre todo entre los más jóvenes.
Los padres pueden ayudarlos a planear una estrategia para tales ocasiones. Además del "gracias, pero no me interesa" o "es que no quiero quedar descalificado para entrar al equipo de futbol", nada impide utilizar a los padres como disculpa. Una madre de familia que vive en Georgia cuenta que su hijo, estudiante de enseñanza media, les dice a sus amigos: "Mis papás se despiertan cuando vuelvo a casa, y si llego drogado se darían cuenta". A Samantha, sus padres le han prometido: "Si te sientes incómoda en una fiesta, llámanos y pasaremos por ti en seguida".Como, según los adolescentes, la presión en las fiestas puede ser muy sutil, hay que animarlos a que dejen de juntarse con aquellos de sus amigos que consuman drogas, y ayudarlos a hacer nuevas amistades. Una chica llamada Carrie, al ver que sus compañeras de escuela comenzaban a drogarse, cambió de aires tomando parte en un equipo de softball "Es más fácil hacerte amiga de gente con la que tienes algo en común", dice. Y un adolescente cuyos amigos no usan drogas corre menos peligro de probarlas.En una encuesta realizada en 1993 entre padres de familia, 75 por ciento de aquellos que tenían hijos de nueve años dijeron participar moderada o activamente en su educación, mientras que entre aquellos con hijos de 14 la cifra apenas llegó a 55 por ciento.Colabore con otros padres y con su comunidad.
Cuando su hija cursaba el sexto grado de primaria, la doctora Jane Katcher, radicada en Miami, se inquietó al saber que algunos escolares consumían drogas. Con ayuda de unas amigas, fundó una organización de padres para intercambiar información. "No es fácil educar adolescentes", afirma. "Cuando nos dicen que nuestras reglas son distintas de las de los padres de sus amigos, es difícil saber si es cierto, porque muchas veces no conocemos a las demás familias. Fundamos la organización para conocernos y estar preparados".
También es posible exhortar a las escuelas a que sigan el ejemplo de cierta institución de enseñanza media de Illinois. Al comienzo de cada año lectivo, la dirección envía a los hogares un convenio que han de firmar los estudiantes y sus padres, por el cual se comprometen a que en las reuniones estudiantiles que organicen en casa no habrá bebidas alcohólicas ni drogas y siempre estará un adulto presente. Además, se obligan a atender las llamadas telefónicas que hagan otros padres para comprobar si en una fiesta próxima habrán de cumplirse estas condiciones. Los nombres de los firmantes se anotan luego en un directorio que se pone a disposición de todas las familias, de modo que los padres decidan con conocimiento de causa si autorizan o no a sus hijos a ir a determinada fiesta.Los propios adolescentes han discurrido soluciones muy ingeniosas. En 1992, cuando Whit Montgomery, estudiante que vive en Vermont, tenía 16 años y prestaba servicio voluntario en el cuerpo de bomberos, presenció muchos accidentes provocados por las drogas. Con el apoyo de sus padres abrió una discoteca para menores de 21 años donde, según dice, "chicos como yo puedan escapar de las presiones por drogarse que se dan en la mayoría de las fiestas". Unos guardias de seguridad uniformados se ocupan de que no entren bebidas alcohólicas ni drogas al local. El negocio tuvo tal éxito, que Whit ha puesto una sucursal en Massachusetts y planea abrir otras tres el verano que viene.Sepa qué hacer si su hijo ha consumido drogas.
En primer lugar, no pierda la cabeza. Una señora encontró una bolsa de plástico vacía, con olor a mariguana, en la mochila de su hija de 13 años, pero antes de pedirle explicaciones esperó hasta recuperar la calma.
Entonces le dijo que estaba enfadada y que drogarse era inaceptable, pero no se limitó a eso, sino que fue más lejos. Luego de averiguar qué la había impulsado a obrar así, le ayudó a superar sus dificultades académicas y empezó a vigilar más de cerca sus actividades y a sus compañeras."Muchas veces ocurre que un muchacho por lo demás disciplinado prueba una droga una o dos veces y recibe un castigo desproporcionado, lo cual puede resultar contraproducente", señala el psicólogo Robert Schwebel, de Tucson, Arizona. "El chico puede pensar: 'Ya les daré yo mejores motivos para castigarme'. Antes que ser duro con él, pregúntele por qué lo ha hecho y si tiene pensado reincidir. Entonces dígale francamente lo que usted piensa de la drogadicción".JENNIFER, una muchacha de 16 años radicada en Framingham, Massachusetts, atribuye a sus padres el mérito de su decisión de no drogarse. "En casa me han hecho ver que para divertirse no hacen falta las drogas, y que es inadmisible consumirlas. Si yo lo hiciera, se llevarían una gran decepción, porque esperan que sea responsable y me respete. En las situaciones difíciles, los valores y las convicciones son más firmes que cualquier consigna".