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mayo 06, 2012
Texto: Santiago Ron M. / Foto: Pablo Corral Prometeo es, de acuerdo con la mitología griega, el creador del hombre. Fue una obra de la cual debió arrepentirse pues produjo la envidia de Júpiter quien ordenó a Mercurio que lo llevara a la cima del momento Cáucaso y le dejara allí atado, añadiendo a este suplicio el que un gavilán le devorara las entrañas durante treinta mil años. La parte devorada se renovaba constantemente por lo que el tormento no tenía fin posible.
Este pasaje de la mitología vino a mi mente cuando durante mi último viaje a las Galápagos hice un recorrido al cráter del volcán Alcedo en la Isla Isabela. A lo largo de la mayor parte de la caminata, que se prolongó durante casi todo el día, fui objeto de una extraña persecución pues el apacible vuelo de varios gavilanes me acompañó con una inexplicable tenacidad.Un evento realmente afortunado. En el continente el poder observar un solo gavilán a lo lejos puede considerarse un suceso excepcional. En esta ocasión llegué a contar hasta doce gavilanes volando a mi alrededor, casi al alcance de mi mano.El gavilán de Galápagos, cuyo nombre científico es Buteo galapagoensis, es un ave miembro del grupo de los halcones y águilas (Orden Falconiformes; Familia Accipitridae). Su distribución geográfica se encuentra restringida en las Islas Galápagos dónde la singularidad del hábitat le ha permitido -u obligado a- desarrollar caraterísticas que lo hacen único entre sus congéneres.Su dieta se encuentra adaptada a las disponibilidades del archipiélago. Al igual que todo gavilán, es un depredador. Se alimenta de iguanas marinas, lagartijas, ratas, pinzones, culebras e insectos. Su plasticidad comportamental les permite aprovechar incluso un recurso tan poco usual como el de las placentas que las lobas marinas dejan después del parto.Uno de los mayores problemas que afronta actualmente la Isla Isabela y específicamente el volcán Alcedo es el incremento explosivo de las poblaciones de organismos introducidos por el hombre como chivos y burros. Estos animales son elementos ajenos al ecosistema por lo que actúan como factores desequilibrantes de las relaciones naturales normales entre los organismos que allí habitan afectando negativamente a la flora y fauna propias de las Islas. Esto ha motivado que tanto el servicio del parque Nacional Galápagos como la Fundación Charles Darwin hayan incentivado programas de cacería para tratar de controlar y erradicar estas especies. Aparentemente los gavilanes han aprendido que a menudo acompañar las incursiones del hombre por esos desolados parajes puede significar una buena fuente de alimento puesto para ellos el cuerpo de un chivo muerto es un nada desdeñable banquete.Otra caraterística excepcional del gavilán de Galápagos es que ha desarrollado un modelo reproductivo denominado poliandría. Si bien la mayoría de gavilanes es monógama, el de las Galápagos en muchas de las islas del archipiélago ha optado por un sistema de "cooperativismo" en el que los núcleos familiares se encuentran conformados por una hembra y de dos a ocho machos. La hembra copula con cada uno de sus compañeros de tal forma que todos tengan la misma posibilidad de ser padres. De igual manera, todos se encargarán del cuidado de los polluelos. La justificación para este inusual modo de reproducción aparentemente está relacionada con las difíciles e impredecibles condiciones a las que el ecosistema de las islas Galápagos somete a sus habitantes. Esta situación sería comparable a la de un país en donde el costo de la vida es tan elevado que el trabajo del padre y la madre no es suficiente para criar y mantener a los hijos por lo que se debe recurrir al cooperativismo para paliar de alguna manera las dificultades económicas del hogar.Hay que destacar que en este sistema de organización social el rol de la hembra es importantísimo porque la estabilidad evolutiva de este modelo dependerá de que se garantice que todos los machos tengan la posibilidad de ser padres. La manera en la que esto se logra es aún desconocida pero se ha sugerido que posiblemente la hembra imponga horarios para que cada uno de sus compañeros copule con ella el mismo número de veces que los demás.Toda esta interesante información sobre la biología de estas peculiares aves ha sido el fruto de muchos años de investigación. Merecen especial mención dentro del grupo de científicos que desde 1966 ha estudiado estas aves los doctores Tjitte de Vries (Departamento de Biología de la Universidad Católica) y John Faaborg (University of Missouri-Columbia) quienes han tenido que afrontar las no siempre fáciles condiciones de vida de las Islas Galápagos para que podamos conocer las intrincadas facetas de la biología de este sui géneris gavilán.Pero el ser humano también tiene intrincadas y múltiples facetas. Mientras ha habido gente preocupada por estudiar y proteger a estas aves, también han habido otros que las han llevado al borde del exterminio. De hecho, en la Isla San Cruz la población de gavilanes ha sido casi completamente aniquilada mientras que en San Cristóbal ya no sobrevive ni un solo individuo. La razón para esta barbarie es similar a la del Ecuador continental: los gavilanes suelen ser considerados por los campesinos como elementos nocivos debido a que hay unas pocas especies que ocasionalmente se alimentan de aves de corral. El problema en las Galápagos es todavía más grave porque la ausencia de depredadores en este ecosistema las ha convertido en animales increíblemente mansos por lo que muchas veces son incluso muertos a palos.Un Prometeo de la destrucción, nacido en un mundo en el cual ya no hay espacio para la mitología, se toma la revancha. Los gavilanes están siendo exterminados no sólo en las Islas Galápagos sino al rededor del mundo a manos de un obscuro personaje engendrado por la tecnolatría y el desarrollismo ciego del hombre del siglo XX. Un macabro ser que está llevando al borde de la extinción a los gavilanes y a miles de especies animales. Día a día devora las entrañas de la naturaleza con la diferencia de que en este caso el suplicio no durará treinta mil años porque para una especie extinta no hay renovación posible.