PACO DE LUCÍA, APOGEO DEL FLAMENCO
Publicado en
abril 22, 2012

Este gran guitarrista ha creado un estilo propio que llega a todos los amantes de la buena música.
Por Raúl Vázquez de Parga
Ilustración: Michael Dudas.NO SENTÍA demasiada curiosidad la primera vez que fui a un concierto de Paco de Lucía. Aunque mis amigos se habían deshecho en elogios a su genio, sabía que en España tenemos tantos guitarristas flamencos como toreros, y que la diferencia entre los mejores es, la mayoría de las veces, cuestión de gusto personal. Pero cuando este andaluz circunspecto de 32 años salió tímidamente al escenario y empezó a acariciar las cuerdas, comprendí que poseía el don de llevar el flamenco a cimas nuevas y emocionantes.
Y no me defraudó. Resonantes y naturales rasgueos fluían del instrumento con la limpidez de un arroyo salvaje. A mareante velocidad, tejía intrincadas melodías con la delicadeza de una tela de araña. Sonaba en ocasiones como si dos personas estuvieran tocando un arpa... y no una haciendo vibrar una guitarra de seis cuerdas.Antes de Paco de Lucía sólo se improvisaba para dar una cierta línea melódica al flamenco tradicional. Gradualmente, Lucía ha llevado su propia forma de expresión no sólo a breves apuntes o variaciones, sino también a temas y ritmos enteros. "Con Paco de Lucía", dice el poeta Félix Grande, autor del libro Memoria del flamenco, "la guitarra flamenca ha ganado en complejidad, armonía, riqueza de sonido y audacia melódica. Tiene una arrogancia, una emoción y una exactitud técnica que nunca tuvo antes".Dondequiera que este virtuoso de la guitarra interpreta, las salas de conciertos se llenan de público. En abril de 1978 unas 10.000 personas lo vieron en el Centro Poliedro de Caracas. En noviembre del mismo año llegó a Colombia, donde tenía contratados dos conciertos y se vio obligado a dar once. El famoso Royal Festival Hall de Londres, el Carnegie Hall de Nueva York y la Opera del Estado de Viena, figuran entre los prestigiosos coliseos en los que De Lucía ha recibido largas ovaciones de un público puesto en pie.Su espíritu inquieto lo ha llevado a tocar con músicos de rock y jazz, y en esa colaboración dejó su impronta. "Necesito la emoción de lo desconocido, la sensación de riesgo", dice. "Un exceso de purismo ha esterilizado el flamenco, mientras que otros tipos de buena música evolucionan continuamente. No me conformo con los moldes tradicionales. Quiero aportar algo personal al clasicismo flamenco".Son palabras quizá duras en boca de un hombre tímido, de voz suave, y al que el éxito no ha ensoberbecido. Cuando lo visité recientemente en Madrid, donde vive con sus dos hijas y con su esposa, Casilda, se mostraba tranquilo y cordial. Me costó creer que fuera la misma persona que había visto pocos días antes en un camarín de teatro después de uno de sus conciertos en Madrid. En aquella ocasión estaba pálido y tembloroso."Siento cierto pánico cuando interpreto en público", confiesa Paco. "Antes del recital me invade el temor al fracaso; y aunque todo vaya bien soy un manojo de nervios cuando termino". Pero no le gustaría que fuese de otro modo. "El día que salga al escenario plenamente confiado, tocaré mal. Mis temores me mantienen alerta; me ayudan a generar la energía nerviosa que un ritmo tan crispado como el flamenco necesita".Francisco Sánchez Gómez (su verdadero nombre) nació el 21 de diciembre de 1947 en el puerto mediterráneo de Algeciras; tenía cuatro hermanos y era hijo de un guitarrista de flamenco. La música llenaba el hogar de los Sánchez: el padre, Antonio, y tres de los chicos, Antonio, Ramón y Paco, tocaban la guitarra; un cuarto hijo, Pepe, cantaba, y una hija, María, cantaba y bailaba.Antonio se ganaba la vida tocando en tablaos, teatros y en fiestas por toda España. "Juré que ninguno de mis hijos pasaría por esas penurias", recuerda hoy Antonio. "Los quería ver triunfar, y estaba seguro de que Paco lo conseguiría. A los once años ya tocaba mejor que yo". Pero, temeroso de que las alabanzas echaran a perder al muchacho y arruinaran su talento, su padre lo criticaba constantemente. "¿Es que para ti no toco nada bien?", replicaría Paco en un arrebato de exasperación.Ramón fue el primero en hacer realidad el sueño de Antonio cuando, a los 18 años, se incorporó a la prestigiosa compañía de flamenco de Juanito Valderrama. En 1959, Paco y su hermano Pepe se presentaron formando dúo en el Concurso Internacional de Flamenco, que se celebra anualmente en Jerez de la Frontera y que tiene por objeto descubrir nuevos valores del cante y la música. Pepe ganó. Pero Paco, que entonces contaba 12 años, era demasiado joven para aspirar al galardón. Sin embargo, los jueces quedaron tan impresionados por su forma de interpretar, que le concedieron una recompensa especial: el Premio Internacional de Acompañamiento.En 1962 los contrató la mundialmente famosa compañía de baile flamenco de José Greco para hacer una gira por Norte y Centroamérica. (Por aquella época Paco usaba ya el nombre artístico que hoy lleva, en honor a su madre, de nombre Lucía.) Volvió a la compañía en 1965 para hacer una gira de seis meses por Europa, Africa y Australia. Y poco después inició otra de siete años con un grupo que posteriormente actuó bajo la denominación de Festival de Flamenco Gitano. Sus colegas ya reconocían su capacidad artística y poco a poco pasó a desempeñar el papel estelar. Su primer álbum como solista, La fabulosa guitarra de Paco de Lucía, apareció en 1967.A los 23 años, de nuevo en Norteamérica, dio su primer concierto de solista en el Instituto Español, de Nueva York. Uno de los espectadores era el gran guitarrista gitano Sabicas, quien habló a solas con Paco y le dedicó palabras de elogio, dándole también un consejo que le causó profunda impresión. "Un guitarrista debe créar su propia música", le dijo.El éxito artístico que Paco de Lucía había conquistado en otros países europeos no se hizo realidad en España hasta 1973, con la canción Entre dos aguas. "Sólo faltaban seis minutos de música para completar un álbum que estaba grabando, llamado Fuente y caudal", recuerda. "Así que me puse a tocar una rumba que me había venido sonando durante meses. La rumba es el estilo flamenco más moderno y no está ligado a las viejas tradiciones. Simplemente, me dejé llevar".Entre dos aguas era un torbellino chasqueante de ritmos y melodías que se convirtió de inmediato en éxito. De pronto, el número de recitales de Paco de Lucía, que normalmente nunca superaba los 20 al año, se triplicó. Aunque de ninguno de sus cuatro álbumes anteriores se habían vendido más de 15.000 ejemplares, su Fuente y caudal superó los 300.000.En 1975, cuando apareció en un recital en el Teatro Real de Madrid, templo habitual de conciertos de orquestas filarmónicas, Paco de Lucía hizo más que ningún otro artista para rodear de respetabilidad al flamenco. Hasta entonces sólo los guitarristas que interpretaban a los clásicos habían sido considerados dignos de esa sala. Tres mil asistentes le aplaudieron durante 14 minutos.En lugar de sentirse satisfecho por su salto a la fama, Paco temía por la influencia que esta tendría en su vida privada. "Quería alejarme de la gente y estar a solas con mi guitarra". En junio de 1976 canceló todos sus compromisos y se tomó un año de descanso. Durante ese período —en enero de 1977— se casó con Casilda Varela, a la sazón vivaz y atractiva bailarina de baile clásico español.Después de fijar su residencia en Madrid comenzó a experimentar más que nunca con la guitarra, tocando piezas de Manuel de Falla. Pero había un problema: no sabía solfeo. Así que se compró las partituras de las obras de Falla y un método para leer música. Oyendo los discos de esas mismas obras logró interpretar las notas y reproducirlas en la guitarra. "Casi me volví loco", sonríe, "pero aprendí las partituras".El álbum Paco de Lucía interpreta a Manuel de Falla se convirtió en uno de los más grandes acontecimientos musicales de 1978.Estos últimos años, el anhelo de Paco de Lucía por hallar nuevos cauces de expresión se ha agudizado. Su influencia se ha dejado sentir en Santana, grupo de rock de Los Angeles (California), y en un álbum del guitarrista de jazz-rock Al DiMeola. El año pasado, y por espacio de varias semanas, incorporó el ritmo y la melodía del flamenco al sonido electrónico de las interpretaciones del inglés John McLaughlin y el norteamericano Larry Coryell, en una grandiosa gira de los tres por Europa. Demostró así a un auditorio más amplio, que el flamenco rebasa el ámbito de la música popular de un país. Con su variedad y palpitante vitalidad, tiene todos los ingredientes para despertar el interés y lograr la acogida en todo el mundo."Cada día, algo en mi interior me dice que hay cosas nuevas que oír, ver y sentir", explica. "He de experimentar con ellas. La rutina de lo trillado no conduce a ninguna parte. Uno debe aventurarse y cometer equivocaciones".Así habla un genio audaz e innovador; gracias a él y a todos a quienes inspira, el flamenco será siempre un arte nuevo y vital.DE LUCIA SEGUN FALU
EL ARGENTINO Eduardo Falú, uno de los más importantes compositores y ejecutantes de la guitarra, dice:
Con Paco de Lucía se da una vez más en el arte popular al triunfo puro de la expresión a través de una inventiva desbordante que se expresa mediante una técnica de ejecución absolutamente liberada de los cánones ortodoxos, esterilizadores y limitantes.Todo el misterio, el patetismo y el salvajismo del arte flamenco se encarnan en Paco de Lucía. Siglos de "cantares", "tarantos", "rondeñas" y "mirabrás", que son los verdaderos cantos de la tierra, y lo han sido a lo largo de varios siglos, encuentran en las manos de este extraordinario artista andaluz una formulación sin lugar a dudas única.