SEAN CONNERY, ACTOR CONTRA VIENTO Y MAREA
Publicado en
febrero 26, 2012
La historia de su vida es tan extraordinaria como cualquier fantasía fílmica.
Por John CulhaneME LLAMO BOND; James Bond, informó Sean Connery en 1962 a los cinéfilos de todo el mundo. En siete películas de Bond a lo largo de 21 años, el alto y moreno escocés llegó a personificar al afable agente secreto cuyo nombre en clave dio la vuelta al planeta: 007.
En los exteriores más exóticos de la Tierra, los enemigos del mundo libre trataron de eliminar al 007 recurriendo a todo: desde tiburones hambrientos hasta un láser industrial. Pero siempre sobrevivió, casi ileso, sin perder la compostura, y generalmente del brazo de una bella mujer.Sin embargo, mejor aún que cualquier novela de espionaje es el relato de la vida de Tommy Connery, el hijo de un obrero pobre e ignorante, que al crecer se convirtió en Sean Connery, hombre culto y trotamundos de fama mundial.Nació el 25 de agosto de 1930, en un sucio sector de Edimburgo llamado Fountainbridge; los Connery vivían en una pobre morada de dos habitaciones, donde únicamente había agua fría y los sanitarios estaban en el exterior. Su esforzado padre, Joe, logró conservar su empleo en una fábrica de caucho durante los oscuros días de la Depresión, y siempre encontró tiempo para dedicárselo a su hijo. Dio a Tommy lecciones de natación después de las horas de trabajo, y entre él y su esposa le enseñaron a leer incluso antes de que empezara a asistir a la escuela. Pero cuando empeoró la situación económica, Euphamia "Effie" Connery se vio obligada a desempeñar diversos empleos como sirvienta.Al estallar la Segunda Guerra Mundial, Tommy, desde entonces emprendedor, consiguió trabajo de repartidor de leche a domicilio en las primeras horas de la mañana, antes de ir a la escuela. Tenía apenas nueve años.Al cumplir los 13, Connery dejó la escuela y se convirtió en repartidor de tiempo completo. Empezaba a las 5 de la madrugada y completaba rápidamente su ruta de entregas, para aumentar sus ingresos repartiendo carbón o papas. Pero a los 16 años decidió escapar de aquel mundo de pobreza.La Marina Real Británica parecía ofrecerle un camino, y se alistó en ella. Sin embargo, una vez dentro, se percató de que para un joven sin instrucción la Marina sería otro callejón sin salida. Asignado como grumete al H.M.S. Formidable, en la costa sur de Inglaterra, fue muy poco lo que Connery pudo ver, aparte de las aguas costeras. Su complexión atlética —ya medía 1.88 metros de estatura— le permitió ingresar en el equipo de boxeo, pero no logró destacar. Al cabo de un año, el nostálgico adolescente, angustiado por sus poco prometedoras perspectivas, empezó a sufrir trastornos gástricos recurrentes. Por fin, Connery, enfermo de úlceras, fue hospitalizado por la Marina y, a los 19 años, se le dio de baja por motivos de salud.¿QUIERES SER ACTOR?
Tommy encontró trabajo de ayudante en la sala de prensas del Evening News de Edimburgo. Como era ducho y vigoroso nadador, también se desempeñó como salvavidas en la piscina de la localidad, y gracias a su atlético físico logró trabajar de modelo en la Escuela Superior de Arte de Edimburgo. Un amigo suyo lo alentó a participar en el concurso "Señor Universo", en Londres. Tommy Connery obtuvo el tercer lugar, pero más importante aún, se enteró de que la producción británica de South Pacific necesitaba sustitutos en su reparto. Hizo una prueba, cantó un trozo de There is Nothin' Like a Dame ("No hay nada como una chica") con su voz naturalmente agradable, y ejecutó unos cuantos pasos de baile.
Obtuvo el puesto, pero su acento escocés era tan impenetrable que pocos figurantes del elenco le dirigían la palabra. "Creían que yo era polaco", recuerda Connery.La excepción fue Robert Henderson, un estadunidense de 47 años que dirigía South Pacific. Un día, Henderson sostuvo una larga plática con el hombre musculoso cuya determinación parecía irreprimible. Connery dijo a Henderson que esperaba llegar a ser jugador profesional de futbol.—Mira —le dijo Henderson—, en el futbol, a los 28 o 30 años se acaba todo. ¿Qué harías después? ¿No te gustaría más ser actor?—¿Cómo? —preguntó Connery—. Dejé la escuela cuando tenía 13 años.Henderson asintió con la cabeza.—Casi no tienes instrucción. Pero sí imaginación e inteligencia. Te daré una lista de diez libros que debes leer.Los "diez" libros que Henderson había prometido resultaron alrededor de 200; entre ellos, las obras completas de Shakespeare, Thomas Wolfe y Oscar Wilde. Pero Connery acometió la tarea todos los días, dedicándole la energía y tenacidad que había aprendido de sus padres. Acudía a la biblioteca por las mañanas y se quedaba ahí hasta la hora de ir al teatro.A altas horas de la noche se ponía a trabajar con su grabadora, escuchando una voz que desde luego no sonaba polaca, y empezaba a perder su acento escocés. Al año de esto, decidió que la actuación sería su profesión. Y para su nueva vida Connery había escogido un nombre de pila distinto.En 1957, la BBC produjo la obra de Rod Serling Réquiem para un boxeador. El papel del maltrecho boxeador profesional Mountain McClintock fue interpretado por un joven actor que había practicado el boxeo en la Marina Real. Su actuación fue estupenda. ¿Su nombre? Sean Connery.Aquel mismo año Connery participó en el elenco de una producción de Anna Christie. El papel principal fue interpretado por Diane Cilento, actriz de pelo rubio cenizo. Unos años más tarde habría de convertirse en su esposa.Para entonces Connery había figurado en cinco películas mediocres; pero en una de ellas captó la atención de Walt Disney, quien lo llevó a Estados Unidos en 1958. Disney le asignó el papel de Michael McBride, el motivo del amor en una historia sobre gnomos titulada Darby O`Gill y los pequeñitos. En el clímax de la película, McBride entabla una emocionante pelea a puñetazos con el bravucón de la aldea.Entre quienes tomaron nota de la presencia de Connery en Darby estaba el productor Harry Saltzman, que, con el coproductor Albert "Cubby" Broccoli, estaba escogiendo el elenco para una película que ambos querían hacer sobre la novela de Ian Fleming El doctor No.Connery fue citado en la oficina londinense de los productores para hacerle una entrevista. "Lo observamos atravesar la calle a saltos, como sifuera Supermán" , diría Saltzman después. "Supimos que habíamos hallado a nuestro Bond".Pero Ian Fleming, autor de las novelas de James Bond, tenía derecho de aprobación en la elección del reparto, y fue más difícil de persuadir. "Le hubiera encantado que Cary Grant interpretara el papel, pero no había dinero suficiente para ello", dice Connery, "así que tuvo que aceptarme ".¡Y qué interpretación, la de Connery! Lo hizo espléndidamente, cinco veces en total, en los sesentas, desde El doctor No hasta Sólo se vive dos veces, pasando por Desde Rusia con amor, Goldfinger, y Piedra de rayo. Su gallardo encanto y magnética apostura en la pantalla cautivaron a los espectadores de todo el mundo. De Chicago a Roma, los chiquillos podían repetir exactamente lo que dijo el 007 cuando Goldfinger lo amenazó con un láser:—¿Espera usted que hable? —No, señor Bond: espero que muera.Pero el 007 no murió. El éxito de las películas de Bond hizo posible que Connery se mudara, con su esposa, el hijo de ambos, Jason, y su hijastra, a una casa grande con vista al Acton Park de Londres. También pudo comprar a sus padres una casa más cómoda y convencer a su padre de que se jubilara.Empero, Connery empezó a sentir que el papel de Bond lo limitaba como actor, y pidió la cancelación del contrato. En 1971 se anunció que haría una cinta más con el tema de Bond, por 1 millón de dólares. Cada centavo de esa importante suma se destinaría a su recién creado Fideicomiso Internacional Escocés para la Educación, cuyo objetivo era ayudar a los escoceses de escasos recursos a seguir estudios superiores.EL ULTIMO REGALO DE UN PADRE
Poco después de terminar esa sexta película, Los diamantes son eternos, Connery fue a visitar a sus padres en su nueva casa de Edimburgo. Su padre había estado luchando contra el cáncer, pero nadie en la familia pensaba que el peligro fuera inminente. Sean pasó allí la noche, y por la mañana la familia llevó a Joe al hospital.
"Cuando estábamos a punto de partir, miré hacia atrás y lo vi de pie junto a la puerta de su habitación. Hizo un amplio ademán..."Al relatarme el incidente, Connery de pronto se puso de pie y reprodujo el ademán de su padre, alzando la barbilla y levantando ambos brazos, con los puños cerrados, por encima de la cabeza. "Pensé que me decía: No te preocupes por mí. Todo está bien". Así que regresé a Londres. A la una de la mañana del día siguiente telefonearon que había muerto."Esto tuvo sobre mí un efecto absolutamente devastador", observó Connery. "Lo que me tomó por sorpresa fue la sensación de pérdida que sentí. Siempre había creído que la influencia de mi madre sobre mí era mucho mayor que la de mi padre".Pero, ¡qué maravilloso regalo para un hijo es el espectáculo de un padre que no se amilana ante la muerte!Poco después, el gran director John Huston ofreció a Connery un papel en El hombre que quería ser rey, cinta basada en el cuento de Kipling sobre dos soldados británicos en la India que, a base de fanfarronadas, llegan hasta el trono del montañoso reino de Kafiristán. Huston encontró al dúo perfecto para interpretar a Daniel Dravot y Peachy Carnehan: Sean Connery y Michael Caine, amigo de aquel desde los días en que ambos recorrían los barrios bajos de Londres.La escena de la muerte de Danny Dravot tuvo mayor profundidad que cualquier otra cosa que Connery hubiera dejado impresa en una cinta. Rodeado de la hostil tribu, se pone la corona sobre la cabeza que revela una incipiente calvicie y comienza a recorrer a zancadas el puente colgante que atraviesa un abismo. Cuando la tribu empieza a cortar las cuerdas, Connery, en un claro tributo a su padre, alza la barbilla y empieza a cantar: "Una gloriosa banda / los pocos escogidos/ sobre quienes descendió el espíritu..." Cuando cae, Peachy termina la canción por él.EL ROSTRO DEL HEROISMO
Millones de cinéfilos acudieron a ver a Connery en el papel de Danny y en otras caracterizaciones de su nueva época, como la del jefe árabe Raisuli en El viento y el león (1975) y la de Robin Hood en Robin y Marian (1976).
Connery interpretó una vez más a Bond en 1983, en la cinta atinadamente titulada Nunca digas nunca jamás; pero aquí ya no fue sólo James Bond; se había convertido, según el conferenciante británico de cine Neil Sinyard, "en el rostro aceptable del heroísmo en una época antiheroica".Los papeles que interpretó en los ochentas reflejaron su nueva estatura. Connery describió su personaje tanto en Bandidos del tiempo como en El nombre de la rosa como "una especie de padre-maestro, una figura modelo". La mejor de sus actuaciones, por la que obtuvo el codiciado Óscar, fue en Los Intocables, como Jimmy Malone, el veterano policía de Chicago, mentor de novatos.Para su caracterización del irlandés Malone, Connery se inspiró en algunos viejos y rudos policías que hacían su ronda a pie en el Edimburgo de su juventud. El inolvidable consejo de su personaje a Eliot Ness tenía un acento convincente: "¿Quieres atrapar a Capone? Te diré cómo hacerlo: Si él saca un cuchillo, tú sacas la pistola. Si él envía a uno de los tuyos al hospital, tú envías a uno de los suyos al depósito de cadáveres. Ese es el estilo de Chicago". Cuando el fragmento de la película que contenía estas palabras —pronunciadas en el estilo inimitable de Connery— fue proyectado en la ceremonia de entrega de los Premios de la Academia, el público lo ovacionó largamente.EL ARDUO CAMINO
A medida que Connery hacía la transición a estos papeles paternales, la vida imitaba al arte. Su hijo Jason, que en la actualidad tiene 28 años, decidió ser actor y buscó el consejo de su padre.
"Ven conmigo", le dijo Connery, y redactó una lista de piezas teatrales y otras obras que recomendó a su hijo que leyera, tal como había hecho Robert Henderson con él. Juntos, prepararon dos piezas de prueba y una canción para Jason, que fue aceptado en una compañía teatral escocesa.Después de su aprendizaje allí, Jason adquirió un auto de segunda mano para hacer las rondas de pruebas en Londres. Pregunté a Connery:–¿Me quiere usted decir que no le compró a su hijo un auto nuevo?Connery me miró con la severa rectitud de sus antepasados escoceses:–No. Seguir el arduo camino, llámesele oficio, disciplina o lo que sea, es parte muy importante de ser actor. A sus 60 años, Sean Connery y su segunda esposa, Micheline Roquebrune, con la que lleva 15 años de matrimonio, tienen casas en dos continentes. El actor lee ávidamente, pinta con entusiasmo y sigue apoyando el Fideicomiso Internacional Escocés para la Educación; además, sigue siendo tan solicitado como en los días que interpretaba a Bond.En Indiana Jones y la última cruzada, Connery interpreta al padre de Indiana Jones . Llevando un sombrero para caminar por el campo, gafas y una barba salpicada de gris, luce exactamente como el tipo de hombre cuyo hijo llegará a ser algún día un aventurero-arqueólogo.¡Y qué aventuras! En una escena, el doctor Henry Jones y su hijo se apoderan del biplano de caza alemán del enemigo; el hijo en los controles, y el padre detrás de él, rechazan a sus perseguidores con ametralladoras. Es una imagen favorita de Connery: padre e hijo luchando y ganando juntos, contra viento y marea.