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Publicado en
febrero 26, 2012
"DR. DEAN ORNISH'S PROGRAM FOR REVERSING HEART DISEASE", © 1990 POR EL DOCTOR DEAN ORNISH. PUBLICA00 POR RANDOM HOUSE, INC., DE NUEVA YORK, NUEVA YORK.Si usted ya padece alguna enfermedad cardiaca o desea prevenirla, debe conocer los hallazgos del doctor Dean Ornish.
Por John PekkanenEL ESTILO DE VIDA de Bob Finnell cobró su precio cuando este llegó a los 48 años de edad. En 1985, los estudios médicos revelaron que tenía dos arterias coronarias completamente obstruidas y otra más estaba a punto de cerrarse. Se enteró de que en una época anterior había sufrido incluso un infarto cardiaco "silencioso".
Finnell había recorrido la trillada senda que conduce al borde de la muerte. Trabajaba largas horas y no tomaba vacaciones, para estar al día en un puesto de mucha responsabilidad. "Siempre andaba de prisa", explica Finnell. "Tomaba taxi para recorrer tres cuadras; me apresuraba a llegar al aeropuerto para hacer algunos telefonemas de último momento, antes de subir al avión". Además, también reprimía sus emociones.Aunque no fumaba y tenía presión arterial normal, a Finnell le encantaban los quesos con alto contenido de grasas, las carnes y los postres suculentos. Tenía casi 20 kilos de sobrepeso y su concentración de colesterol en sangre era elevada. Los cardiólogos de Finnell le recomendaron una derivación quirúrgica de la circulación coronaria (bypass), pero él pensó: Debe de haber otra solución.En la Facultad de Medicina de la Universidad de California en San Francisco, y en el Centro Médico Presbiteriano del Pacífico, el doctor Dean Ornish, joven investigador de suaves ademanes, estaba reclutando pacientes a fin de poner a prueba un nuevo tratamiento para las enfermedades del corazón. Ornish había estudiado con anterioridad la derivación quirúrgica, pero luego le empezó a preocupar el hecho de que ese procedimiento corregía sólo los síntomas, y no las causas del padecimiento."Era como secar el piso cuando el agua se derrama del lavabo, pero sin cerrar el grifo", observa el médico, que actualmente tiene 37 años. "Teníamos pacientes que regresaban con el mismo trastorno, cinco años después de la operación. Entonces teníamos que hacer derivaciones quirúrgicas de las primeras derivaciones".Poco influyeron otras técnicas médicas, más novedosas y menos radicales, para modificar la opinión de Ornish. En la angioplastia coronaria, un catéter de globo se infla dentro de la arteria obstruida para abrirla. "Sin embargo, la tercéra parte de las arterias que se abren con esta técnica se cierran a los seis meses", hace notar Ornish.Otra opción son los medicamentos que reducen el colesterol. Pero aunque este recurso resulta prometedor en ciertos casos, es costoso. Tal vez los pacientes que toman estos fármacos tengan menos probabilidades de morir de enfermedad cardiaca; pero, en algunas personas se presentan efectos secundarios negativos."Con estas diversas soluciones", señala Ornish, "a menudo terminamos cambiando unos problemas por otros. Yo anhelaba atacar las causas de los males del corazón".LOS PRIMEROS VOLUNTARIOS
Ya se sabe que la dieta, el tabaquismo y otros factores relacionados con el estilo de vida constituyen la causa fundamental de muchas afecciones cardiacas. Ornish tenía la esperanza de averiguar si la modificación del estilo de vida no sólo detenía el progreso del mal, sino que también lo corregía. Esta era una idea radical. El parecer general era que cuando la placa de ateroma estrecha la arteria coronaria, sólo procedimientos invasivos como la cirugía coronaria y la angioplastia pueden abrirla de nuevo.
Al principio, Ornish encontró poco apoyo. El Instituto Nacional de Cardiología, Neumología y Hematología (NHLBI ), de Estados Unidos, rechazó su solicitud de una subvención, al igual que varias fundaciones. Al recurrir a donadores particulares, recaudó apenas lo necesario para iniciar su estudio.Con la doctora Shirley Brown y los psicólogos investigadores Larry Scherwitz y Jim Billings, Ornish fundó su centro de operaciones en Sausalito, en las afueras de San Francisco. Como sujetos de estudio, reclutó a pacientes que acababan de someterse a una angiografía coronaria, estudio radiográfico que revela la extensión precisa de una cardiopatía. Para que la investigación fuera imparcial, un estadístico asignaría aleatoriamente a los pacientes, o a un grupo que seguiría el tratamiento experimental, o a un grupo testigo que acataría las recomendaciones de sus médicos en cuanto a modificaciones en la dieta y en el estilo de vida.Entre los primeros pacientes que se ofrecieron de voluntarios estuvo Bob Finnell. Él y otros 27 individuos fueron asignados al grupo experimental, y 20 más quedaron en el grupo testigo. Los 43 hombres y cinco mujeres, entre 41 y 71 años de edad, tenían cardíopatías muy graves.Scherwitz llamó a la investigación Estudio sobre una Forma de Vida para Cardiópatas. Las reglas fundamentales para el grupo experimental eran sencillas. Los que fumaban, debían dejar de hacerlo. Todos seguirían un régimen vegetariano con pocas grasas. La carne de vaca, de ave o de pescado estaba prohibida.Aunque no habría estricta limitación calórica, la ingestión de colesterol se restringiría a cinco miligramos al día, y la de calorías provenientes de grasas, al diez por ciento de la dieta. Se suprimieron la cafeína, el queso y la yema de huevo, y se incluyeron las frutas, las verduras, la clara de huevo, los cereales, las legumbres, la pasta, la leche descremada, el yogur sin grasa e infusiones de diversas hierbas. Se permitió el consumo moderado de alcohol y azúcar; la sal se restringió solamente a quienes padecían hipertensión.Los participantes debían caminar media hora diaria o una hora, tres veces por semana. Convencido de que los factores psicológicos desempeñan un papel importante en los males cardiacos, Ornish incluyó en su grupo experimental técnicas de relajación mental y control del estrés. Tras las sesiones de adiestramiento, que duraron una semana, los sujetos del estudio regresaron a su casa y convinieron en reunirse dos veces por semana. Todos llevaron un registro de los alimentos que consumían y de sus programas de ejercicio y control del estrés.El doctor Ornish publicó hace poco los resultados de su estudio en el libro Dr. Dean Ornish's Program for Reversing Heart Disease ("Programa del doctor Ornish para corregir las cardiopatías"). Seis sujetos del grupo de tratamiento experimental no siguieron hasta el final. De los demás 22 participantes, 18 (el 82 por ciento) presentaron la corrección de las obstrucciones en las arterias coronarias, después de un año. Tres no mostraron cambios significativos, y uno empeoró. "Esta persona no se ajustó al programa", comenta Ornish.En el grupo testigo, una persona se retiró, y diez de las 19 restantes presentaron un agravamiento apreciable de la cardiopatía, en tanto que tres no presentaron cambios importantes. En promedio, las arterias de los pacientes del grupo testigo se obstruyeron un ocho por ciento más.Fue importante observar que seis personas del grupo testigo presentaron una mejoría apreciable. Ornish opina que esto se debió a que se impusieron por cuenta propia algunos cambios en su estilo de vida. "Hicieron más ejercicio", apunta, "y redujeron su ingestión de grasa y colesterol".EXTRAORDINARIA MEJORIA
Los resultados del Estudio sobre una Forma de Vida para Cardiópatas llamaron la atención de la comunidad médica. El doctor Alexander Leaf, ex director del departamento de medicina preventiva de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard, en Cambridge, Massachusetts, señala: "Por primera vez contamos con un estudio científico cuidadoso que demuestra que, aun en etapas avanzadas, este padecimiento se puede corregir con cambios en el estilo de vida. Es un estudio de enorme trascendencia".
Mientras tanto, los hallazgos de Ornish lo han hecho acreedor a considerables subvenciones del NHLBI, y de fundaciones privadas que se interesan en saber si avanzará el proceso de corrección del mal. Hasta ahora, la evidencia sugiere que así será. Finnell, que padecía las obstrucciones más graves de todos los sujetos del estudio, experimentó una "extraordinaria mejoría" durante el primer año, y "cambios mayores aún entre el tercero y cuarto años". Los exámenes médicos así lo confirmaron.Como las obstrucciones más graves llevaban años formándose y a menudo estaban más calcificadas, Ornish creyó que serían más difíciles de corregir. Sin embargo, sorprendentemente, fue en estos casos donde ocurrió la máxima corrección. La clase de obstrucción más común en el grupo experimental se redujo en un 5.5 por ciento, pero las obstrucciones más graves se corrigieron casi en un nueve por ciento. Ornish observa: "Hasta una pequeña corrección en una obstrucción grave puede inducir gran mejoría del riego sanguíneo".Los pacientes de Ornish experimentaron un 91 por ciento de reducción en la frecuencia del dolor de tórax, la mayor parte de las veces en las primeras semanas. Cuando inició el régimen, Werner Hebenstreit, que ahora tiene 76 años y fue el participante de más edad en el estudio, no podía ni afeitarse sin sufrir angina de pecho. "Ahora soy capaz de caminar entre cuatro y seis horas seguidas", declara. En vez de 24 píldoras diarias contra su cardiopatía, ahora toma una aspirina en dosis infantil cada tercer día.Ornish también descubrió que la concentración de colesterol en sangre tal vez no sea tan importante como el consumo de colesterol y grasas. Ornish había dado por sentado que se necesitarían concentraciones de colesterol inferiores a 150 miligramos por decilitro para que hubiera un alivio de la insuficiencia coronaria. Por una predisposición genética, su paciente Robert Royall, de 55 años, tenía una concentración de colesterol excesivamente elevada, y la estricta dieta sólo se lo redujo a 260 miligramos por decilitro, lo que implicaba todavía un alto riesgo. Sin embargo, su mal cardiaco mejoró, al igual que el de otro paciente cuyo colesterol nunca bajó a menos de 200. Esto sustenta la opinión de Ornish en el sentido de que el primer paso que debe dar la gente con colesterol elevado es modificar su dieta y otros aspectos de su estilo de vida, en vez de tomar medicamentos para corregir la anomalía.Los codirectores, Jim Billings y los doctores Dean Ornish y Shirley Brown, con el grupo estudiado.COMPETICION MORTAL
Pese a lo importante que descubrió que era la dieta, Ornish afirma que su estudio sólo reforzó su opinión de que las cardiopatías son mucho más complicadas de lo que se cree. Señala que a los factores tradicionales de riesgo se debe sólo un 50 por ciento de los males cardíacos. Es claro que hay algo más en juego. Y gran parte de ese "algo más", cree él, podría ser el estrés.
Esto quedó demostrado en el caso del único paciente del estudio de Ornish que falleció. A sus 49 años, el hombre a quien Ornish llama Sam era corredor, marchista y ciclista de primera categoría. También había sido, según le contó a Ornish, atleta olímpico. Un día, después de una carrera, Sam sintió dolor en el tórax. Los estudios dejaron al descubierto que tenía obstruidas varias arterias coronarias.Tras una fallida angioplastia coronaria, Sam ingresó en el programa de Ornish. Se ciñó fielmente a la dieta vegetariana, y su colesterol disminuyó de 294 a 121. Como Sam parecía excesivamente competitivo, Ornish le pidió que no compitiera en nada durante el estudio; pero, a los diez meses de su ingreso en el programa, compitió contra otros "remeros" en un juego de video-remo en un gimnasio de la localidad. Cuanto más aprisa remaba, tanto más aventajaba a sus rivales. Una hora después de competir, anunció con orgullo que había terminado con una ventaja de 150 veces la longitud de su barca. Momentos después, murió de un ataque cardiaco.Al poco tiempo, Ornish se enteró de que Sam nunca fue atleta olímpico, como lo aseguraba. "Para Sam", escribe Ornish, "el estrés no se debía al ejercicio, sino a la actitud competitiva con que lo hacía".La muerte de Sam, prosigue Ornish, "fue una lección trágica, pero importante, para mí. No es suficiente modificar conductas como la manera de alimentarse y la cantidad y calidad del ejercicio que se hace. También hay que considerar la causa de esa conducta".Tomando como referencia las investigaciones llevadas a cabo en la Universidad de Duke, Ornish concluye que las actitudes "más nocivas" para el corazón son el egocentrismo, la hostilidad y el cinismo."No se puede eliminar el estrés de la vida de la gente", explica, "pero sí se pueden disminuir sus efectos mejorando la forma en que la gente reacciona a él".El yoga, que consiste en un relajante régimen de ejercicios de estiramiento y respiración, combinados con meditación, se convirtió en parte importante del programa de Ornish para controlar el estrés. Para él, la meditación consiste en "concentrar la mente durante algún tiempo en un sonido, una palabra, una plegaria; es una manera de sosegar la mente y el cuerpo y sentir paz interior". Muchos estudios han demostrado que la meditación baja la presión arterial.En el Estudio sobre una Forma de Vida para Cardiópatas se dedicaba al control del estrés alrededor de una hora diaria. Casi todos los participantes mencionaron una gran mejoría en su tolerancia al estrés.¿SE TRATA DE UN REMEDIO PRACTICO?
Aunque no cabe duda de la validez científica del estudio de Ornish, hay algunos escépticos. "Los resultados de Ornish son válidos para la gente de su estudio", explica el doctor Henry Ginsberg, profesor asociado de medicina en la Universidad de Columbia y miembro del comité de nutrición de la Asociación Estadunidense de Cardiología (AHA). "No obstante, es imposible determinar, sin estudios más amplios, sí estos resultados son válidos para la población entera. Pero el verdadero problema radica en si es un remedio práctico para toda la población. No creo que mucha gente esté dispuesta o sea capaz de ajustarse a su régimen".
Por otra parte, la AHA misma ha sugerido que el régimen de Ornish es poco práctico, y ha declarado que no modificará sus recomendaciones dietéticas. La AHA recomienda que las calorías que aportan las grasas se limiten al 30 por ciento del total, y no al diez por ciento, como lo pide Ornish. Y él responde: "Hay personas que han seguido nuestro programa durante más de cinco años. La razón de ello es que se sienten mejor. Sospecho que hay mucha más gente de la que imaginamos que está dispuesta a hacer cambios radicales. Hay quienes no desearán hacerlos, por supuesto, y a estos no vacilo en ofrecerles medicamentos o cirugía".Lo que es más importante: Ornish cree que esas críticas pasan por alto el meollo de la cuestión. "Lo que yo deseaba era averiguar qué daba resultado, y no qué era lo más fácil", declara. "Es difícil dejar de fumar, pero eso no nos impide aconsejar a la gente que se abstenga del tabaco".A Ornish también le sorprende que se califique de "radical" a su régimen, el cual implica poco riesgo y cuesta muy poco a la mayoría de los pacientes, especialmente, añade, cuando se acepta como tratamiento normal intervenciones quirúrgicas tan potencialmente riesgosas como la derivación de la circulación coronaria o la angioplastia, y el uso de potentes medicinas.EL PROGRAMA del doctor Ornish se puede seguir también como tratamiento preventivo, lo que requiere un régimen menos estricto que corregir una cardiopatía. A la gente que tiene elevado el colesterol, Ornish le recomienda disminuir gradualmente el consumo de grasas y colesterol, hasta que la concentración de esta sustancia se reduzca a 150 miligramos por decilitro. Por otra parte, todos debemos incorporar el ejercicio corporal a nuestra rutina diaria; podríamos caminar al trabajo, o emprender una caminata después de cenar.
Aprenda usted a controlar el estrés con estiramientos, meditación y sencillos ejercicios de respiración. La aspiración profunda —en la cual se absorbe el aire y se le lleva al abdomen, se le retiene brevemente y luego se le expulsa con lentitud—se puede realizar a todas horas, hasta cuando se espera a que cambie la luz del semáforo."Los beneficios de nuestro programa", concluye Ornish, "no se limitan a las cardiopatías, sino que también pueden ser válidos para otros padecimientos. Cuanto más aprendamos de las enfermedades, tanto más nos damos cuenta de que con frecuencia se deben a una combinación de factores físicos y psíqüicos. Es necesario atacarlos todos".Bob Finnell es un ejemplo de esto. Aunque su corazón ha mostrado una mejoría notable, él cree que el cambio más importante está en su actitud mental. "Es un error concentrarse demasiado en los cambios físicos. Son más importantes las trasformaciones mentales y emocionales. Aunque me dijeran que todo había sido error y que no padezco de un mal cardiaco, yo seguiría fiel al programa", declara. "Probablemente ya me ha dado una vida mucho más larga, pero de lo que no tengo la menor duda es de que me ha permitido llevar una existencia mucho más plena".