TODOS PODEMOS HABLAR EN PÚBLICO
Publicado en
enero 01, 2012
CONDENSADO DE "OSGOOD ON SPEAKING", © 1989 POR CHARLES OSGOOD. PUBLICADO POR WILLIAM MORROW AND CO., INC., DE NUEVA YORK, NUEVA YORK.Siete consejos para dominar el pánico en el estrado
Por Charles Osgood¿ALGUNA vez ha ido usted conduciendo de noche por una carretera y le ha salido al paso un venado que se queda inmóvil ante las luces de su auto? Tengo una teoría al respecto: el animal cree que se trata de las luces de un teatro, y lo que lo paraliza es el pánico escénico: Teme lo peor: tener que pronunciar un discurso.
Hablar en público es la actividad más desagradable para la mayoría de la gente. A los dentistas les gusta citar estudios según los cuales la extracción de una muela y las endodoncias ocupan el segundo lugar en la escala de experiencias que más pavor causan al común de los mortales. El primer lugar corresponde a las disertaciones públicas. La razón es que todos le sacamos el bulto a hacer el ridículo. Cuanto mayor la importancia del discurso, peor el miedo.Pero no hay razón para que siga usted comiéndose las uñas. Dirigirse al público es fácil. No es otra cosa que charlar, y eso es algo que usted hace todo el tiempo. Aunque soy tímido por naturaleza (¡de veras!), he pronunciado discursos y hablado por radio y televisión durante más de 30 años, y puedo asegurar que no se trata de un don, como el sentido musical o la aptitud para dibujar. Cualquier persona que pueda hablar es capaz de hacerlo ante un auditorio. A continuación expongo las lecciones que he aprendido al respecto.Exprésese con sencillez. Según se cuenta, la esposa del presidente norteamericano Calvin Coolidge, después de un largo servicio religioso, le preguntó a su esposo de qué había tratado el sermón.—Del pecado —fue la respuesta.—Pero, ¿qué dijo del pecado el predicador? —insistió la primera dama.—Se declaró en contra.La gente que lo escuche captará una o dos de las principales ideas que usted exponga. Sólo una o dos; no diez, ni veinte. Si no puede expresar en un par de enunciados el punto que se propone comunicar, entonces su alocución no está bien definida. Y si usted no sabe con precisión lo que quiere decir, mucho menos lo sabrá el auditorio.Organícese. Sea larga o corta su disertación, es importante ordenar los elementos de la misma. Hay que prever la introducción, los puntos principales que se van a exponer, y la conclusión.Cuando escribo un texto que voy a leer por la radio o la televisión, comienzo a menudo con la frase final. Una vez que sabe uno a dónde se dirige, puede escoger el camino que más le plazca para llegar allí. Es decisivo tener un final con fuerza, pues quizá sea lo que la gente recuerde mejor.Sea breve. La duración de los números en los espectáculos de variedades solía ser de 12 minutos. Si una cuadrilla de bailarines y cantantes que ponen toda el alma en su trabajo no logran entretener al público por más tiempo, ¿qué le hace pensar que usted sí lo logrará?El general P. X. Kelley se retiró del cargo de comandante de la Infantería de Marina estadunidense un bochornoso día de junio de 1987. Llevaba preparado para la ocasión un maravilloso discurso, pero como la temperatura rebasó los 30° C, en el último momento cambió de parecer y sólo dijo: "Me siento muy orgulloso de haber desempeñado el cargo de comandante de la Infantería de Marina. ¡Adelante, compañeros!" Algunos de los asistentes comentaron que jamás habían escuchado mejor discurso.Sea sincero. Si trata de ser distinto de como es, probablemente no logre convencer a su auditorio. Si no le parece graciosa una anécdota, no espere que ría el público cuando le escuche. Si la información que pretende trasmitir no le despierta verdadero interés, tampoco lo despertará en los demás. El poeta Robert Frost escribió: "Si el escritor no derrama una lágrima, el lector tampoco la derramará". Lo mismo puede afirmarse del orador y quienes lo escuchan.Si toma usted la palabra, es que ha tenido una experiencia que los oyentes desconocen. Compártala con ellos. Haga que sientan lo mismo que usted sintió: una profunda emoción, o indiferencia; miedo, o tristeza; fastidio, o perplejidad. La primera persona del singular es un arma eficaz.Aduéñese de la situación. En los primeros momentos de su disertación se establece el vínculo entre el público y usted. Sonría. Agradezca a la persona que lo haya presentado, y luego espere un momento. No empiece hasta que haya captado la atención de todos los presentes. Cada una de esas personas comprenderá inmediatamente que el orador le está hablando a ella, y su cerebro se dispondrá a prestarle atención. Eso es precisamente lo que usted quiere.Cuando el público se haya sosegado, establezca contacto visual. Escoja tres caras amigables: una a la derecha, una a la izquierda, y una al centro. Diríjase entonces a una, luego a otra, y así logrará abarcar a todo el auditorio.No lea; hable. En cierta ocasión viajé en avión a Los Ángeles con Gene Jankowski, presidente del consorcio de radio y televisión CBS quien iba a recibir un premio de la Organización Nacional de Cristianos y Judíos. El hombre se tomó algunas horas del vuelo para escribir su discurso de agradecimiento.La noche de la ceremonia, el comediante Danny Kaye anunció la premiación y llamó a Jankowski. El galardonado se aproximó con el papel de su discurso en la mano, y Kaye le dijo: "No lea. Simplemente, exprésele al público cómo se siente". Entonces trató de quitarle el papel, y se suscitó una especie de forcejeo. Jankowsky hizo lo que se había propuesto, pero la sugerencia de Kaye fue acertada. Leer ante un auditorio no resulta tan eficaz como hablar directamente y con el corazón; la expresión espontánea quizá no sea tan pulida, pero es mejor.Yo no recomiendo redactar alocuciones, pero sí llevar notas para recordar lo que se quiere decir, y saber en qué parte va uno.Relájese. El cómico Robert Klein, en su número sobre el método Lamaze de alumbramiento natural, señala que el principal papel del esposo parece ser recordar a su mujer que respire. Es gracioso porque parece absurdo que haya necesidad de recordarle esto a alguien, pero, cuando estamos sometidos a la tensión nerviosa, a menudo olvidamos cómo respirar correctamente.No inhale profunda y forzadamente, ni respire con mayor rapidez que de ordinario; de esa manera se hiperventilaría. Para relajarse, sólo tiene que mover el diafragma suave y rítmicamente.Toda persona que acostumbra presentarse o actuar en público conoce la importancia de la respiración. Por ejemplo, los campeones del baloncesto. ¿Alguna vez se ha fijado en lo que hacen Larry Bird o Earvin "Magic" Johnson antes de ejecutar un tiro libre? Todos podemos aprender de ello.HABLAR en público no es más difícil que comer con palillos chinos o hacerse el nudo de la corbata. El misterio desaparece una vez que se ha aprendido cómo hacerlo.
La próxima vez que tenga que pronunciar unas palabras en una reunión de negocios, en una comida de algún club o en la Asociación de Padres de Familia, pruebe a ver si mis sugerencias le dan resultado. Le aseguro que se echará a todo el mundo al bolsillo.