NUEVA TENDENCIA: MULTINACIONALES DEL TERCER MUNDO
Publicado en
enero 22, 2012
CONDENSADO DE LA REVISTA ”NEWSWEEK INTERNATIONAL” (18-VI-1 984). © 1984 POR NEWSWEEK. INC.. DE NUEVA YORK. NUEVA YORKLos países en desarrollo veían con malos ojos a los grupos industriales de las naciones ricas, y los consideraban instrumentos de opresión neocolonial. Por una ironía, ahora cuentan con sus propias empresas multinacionales, que les infunden esperanzas de prosperidad.
SE TRATA de empresas a las que poco se conoce fuera de la parte del mundo en que operan. Algunas construyen presas y carreteras en la selva amazónica; otras fabrican computadoras en Asia. Son compañías como la Daewoo Corp., grupo empresarial sudcoreano que tiene operaciones por miles de millones de dólares. El grupo industrial Birla, de la India, y el imperio de la construcción Mendes Júnior, de Brasil, son ejemplos del crecimiento de las empresas multinacionales del Tercer Mundo: Con suerte y ánimo, y a veces con algún subterfugio, las multinacionales del Tercer Mundo están apoderándose, cada vez más, de mercados que eran del exclusivo dominio de empresas tan poderosas como Bechtel, General Motors y Mitsubishi. Con ellas viene la esperanza de mejores niveles de vida y nueva tecnología para los países menos desarrollados.
El Grupo Liem, de Indonesia, posee una red de compañías financieras y mercantiles con sede en Hong Kong, un banco en California y una empresa mercantil holandesa de un siglo de antigüedad. El Grupo Hyundai y la Compañía Constructora Industrial Dong Ah, de Corea del Sur, han desempeñado un papel importantísimo en el desarrollo de Oriente Medio, y la moderna Compañía Hierro y Acero de Pohang ocupa el duodécimo lugar entre los productores de acero del mundo. La Tatung y la Sampo, de Taiwán, se han convertido ya en grandes potencias en el mercado mundial de la electrónica.Es una ironía que estén surgiendo tales grupos industriales en países donde durante mucho tiempo se ha visto a las multinacionales como instrumentos de opresión neocolonial. Es cierto que muchas de las multinacionales establecidas en países en desarrollo son el resultado de empresas colonialistas. Una de las firmas mercantiles más grandes de Hong Kong, la Jardine, Matheson & Co., se fogueó en el comercio chino del siglo XIX. La Sime Darby, de la Federación de Malasia, es el remanente, nacionalizado casi por completo, de una empresa británica formada con los recursos huleros y madereros de la nación.Otras, como la Petrobras de Brasil, se vieron favorecidas con el aumento de precios de los años sesenta. La tendencia se acentuó cuando las trasnacionales de Occidente comenzaron a establecer fábricas en países como Taiwán y Singapur, durante el auge industrial de principios de los años setenta. Estimuladas por esa inyección de dinero y tecnología, las compañías del Tercer Mundo comenzaron a incursionar en industrias que eran exclusivas de las empresas occidentales.El número de multinacionales del Tercer Mundo que figuran entre las 300 firmas de mayor importancia en el mundo fuera de Estados Unidos, aumentó de 6 a 23 en la última década. Un especialista afirma que son 2000 las subsidiarias extranjeras de compañías del Tercer Mundo, comparadas con sólo unas cuantas hace diez años.Es impresionante el monto de sus inversiones en otros países, especialmente si tomamos en cuenta la pequeñez de casi todas las economías en desarrollo. Por ejemplo, varias compañías de Hong Kong han invertido alrededor de 2000 millones de dólares en el extranjero, las brasileñas han gastado casi 1000 millones, y las sudcoreanas, cerca de 400 millones. Hay compañías de Argentina, México, Venezuela y la India con inversiones entre 50 y 150 millones de dólares en ultramar. Las necesidades de estos grupos son similares a las que hicieron a las trasnacionales de países desarrollados buscar los mercados extranjeros: romper el estancamiento de sus ventas nacionales, hallar una base de producción más económica y eludir trámites burocráticos.La capacidad para exportar tiene una importancia decisiva en el futuro económico de los países del Tercer Mundo. Durante la década de los setenta, empresas textiles de Hong Kong establecieron fábricas en la Federación de Malasia, Singapur, Mauricio y Sri Lanka, a fin de eludir las cuotas de importación en Estados Unidos y Europa. Al extender sus actividades a otros países, cada uno con sus propias cuotas, los fabricantes de Hong Kong pudieron aumentar sus ventas a Occidente.Aunque las compañías del Tercer Mundo pocas veces cuentan con los recursos financieros y tecnológicos de sus competidores occidentales, tienen algunas ventajas. Casi siempre cuentan con el conocimiento "local" y las afinidades culturales. Como es frecuente que empleen más mano de obra y materiales locales que las firmas de países ricos, a veces los gobiernos de los países donde actúan les dan preferencia en lo que respecta a contratos y licencias de operación. Y por añadidura, muchas veces sus productos son mejores. Por ejemplo, Brasil ha diseñado aparatos electrodomésticos que funcionan con voltajes bajos en climas húmedos.Por otra parte, las compañías del Tercer Mundo a menudo venden a precios más bajos que las de países desarrollados. Pueden contratar mano de obra local a salarios más bajos y depender en menor grado de gerentes expatriados del mismo país de origen que la empresa, los cuales gozan de sueldos muy altos. Frecuentemente trabajan en sociedad con una firma local, y así reducen al mínimo los gastos de iniciación de operaciones y evitan los impuestos con que los gobiernos gravan a las subsidiarias que son propiedad exclusiva de extranjeros. También han aprendido a producir eficientemente en pequeña escala, en marcado contraste con sus rivales de países desarrollados, que trabajan con fuertes capitales y manejan volúmenes grandes.Aun así, las multinacionales del Tercer Mundo afrontan muchos obstáculos. Una gran cantidad de firmas propiedad de los gobiernos, particularmente de la industria de extracción, como la minera y la petrolera, parecen haber llegado ya a su límite. Los precios de los productos se han estancado, y a veces sus propios estatutos les impiden diversificarse. Y muchas empresas del Tercer Mundo son propiedad de una persona o una familia, lo cual crea problemas. Las operaciones de esas compañías son obstruidas por métodos administrativos arcaicos, la falta de un heredero ostensible e inseguros refuerzos financieros. El Grupo Carrian, de Hong Kong, cuyo volumen de negocios era de 1000 millones de dólares y se fue a la bancarrota, se había construido sobre una pirámide de préstamos bancarios. En algunas partes del mundo en desarrollo no existen los estados financieros públicamente declarados ni reglamentos sobre contabilidad uniformes.Las multinacionales del Tercer Mundo carecen también de los sistemas de mercadeo que permiten a los países ricos vender sus productos. El establecimiento de canales de ventas y de marcas registradas requiere de considerables inversiones de capital, que generalmente escasea. Los controles de tipos de cambio limitan su capacidad para solicitar préstamos; y la mayoría de los bancos del Tercer Mundo son muy selectivos cuando otorgan empréstitos.Con mucha frecuencia se desconoce la fragilidad económica de algunas empresas hasta que es demasiado tarde. Un ejemplo es la corta vida que tuvo la Construction and Development Corp., de Filipinas. En 1966, el presidente Ferdinand Marcos alentó a Rodolfo Cuenca para que fusionara una docena de pequeñas compañías constructoras a fin de formar un gran consorcio. Alimentada con préstamos del Gobierno a intereses bajos, y funcionando a base de contratos que se otorgaban sin consultar precios de la competencia, esta empresa se convirtió en la más grande contratista de construcciones del Sudeste de Asia. Sin embargo, los errores de cálculo financiero y la depresión del mercado internacional de la construcción, en 1982, hicieron estallar la burbuja. Como contaba con escaso capital propio y con activos líquidos inadecuados, la compañía quebró en cuestión de meses.Este episodio subraya la extrema vulnerabilidad de muchas compañías del Tercer Mundo a los cambios en el ciclo comercial. El exceso de petróleo ha impuesto trabas a las otrora florecientes constructoras sudcoreanas, cuyas utilidades procedían principalmente de los gastos de Oriente Medio. La recesión en Occidente es también señal de tiempos difíciles para las empresas fabricantes y mercantiles del mundo en desarrollo. Además existe el problema del proteccionismo en Japón y Occidente, los principales mercados del Tercer Mundo. Las tensiones comerciales entre Corea del Sur y Estados Unidos ayudaron a persuadir a los grupos Lucky-Goldstar y Samsung, a establecer fábricas de productos electrónicos en Estados Unidos. Las mismas fricciones llevaron a la Daewoo a firmar un convenio con la General Motors que le permitirá vender sus autos en Estados Unidos usando los canales de distribución de la compañía norteamericana.Aunque por separado las empresas pueden tener dificultades, y aun desplomarse, se espera que el fenómeno de las multinacionales crezca debido al rápido aumento que está teniendo el comercio entre los países en desarrollo; y crece también el número de sociedades entre firmas del Tercer Mundo y empresas de países ricos, lo cual acaso signifique la disponibilidad de una mejor tecnología y mayores recursos para los recién llegados.La tendencia puede ser benéfica en otros sentidos menos evidentes. Durante mucho tiempo, las tensiones entre los países desarrollados y los subdesarrollados han sido profundas, en gran parte a raíz del sentimiento de dependencia de los países pobres ante los ricos. La influencia de las multinacionales del Tercer Mundo puede mitigar, con el tiempo, esa hostilidad, y ser heraldo de una era de mejores relaciones entre los "de arriba" y los "de abajo".