TRAS LAS CÁMARAS DE SE HARÁ JUSTICIA
Publicado en
diciembre 18, 2011
Con memorables personajes y narraciones vividas, esta galardonada serie televisiva estadunidense explora las complejidades y los triunfos de la impartición de justicia.
Por John Culhane
“¡PROTESTO!, Su Señoría", exclama impetuosamente el guapo abogado litigante Michael Kuzak, poniéndose de pie en actitud justiciera. El cliente es un presunto violador a quien él detesta, pero cuyo caso ha aceptado llevar sin costo alguno como parte del servicio social que su firma presta a la comunidad. Es la primera vez que Kuzak, representado por el actor Harry Hamlin, pierde su caso: el violador es enviado a la cárcel. Pero Kuzak se mete en líos con su bella amante, Grace Van Owen, ayudante del fiscal de distrito, y con su colega Abby Perkins, quienes fijan límites éticos en la defensa de violadores.
¡Bienvenidos a un episodio más de la galardonada serie de televisión estadunidense Se hará justicia! ("L.A. Law"). Cada semana, millones de telespectadores en todo el mundo contemplan cómo los abogados de un despacho ficticio de Los Ángeles se enfrentan a muchos de los problemas que en la vida real encaran los abogados, si bien con un toque de espectacularidad, encanto y sexualidad mayor de lo que la mayoría de los auténticos bufetes pueden ostentar.
¡Corte! ¡Cámara... acción! Ahora estamos en un tribunal donde Grace Van Owen (interpretada por la actriz Susan Dey) está encausando a un individuo acusado de haber dado muerte a dos policías. Poco antes de recapitular el caso ante el jurado, la procuradora se entera de que su testigo de cargo clave es un confidente de la policía a quien se hizo encerrar en la misma celda del acusado para sacarle una confesión a trasmano.
—¡Heme aquí, enjuiciando a una persona con base en una confesión ilegal! —se indigna Grace ante su jefe, el fiscal de distrito Bruce Rogoff—. ¡Por amor de Dios, todo esto es anticonstitucional!
—No tenemos alternativa —replica Rogoff—. O avanzamos basados en esta confesión, o terminamos dejando en libertad a un asesino despiadado, quien seguramente volvería a matar.
Grace hace su recapitulación, y pide para el procesado la pena de muerte.
"Esencialmente, Se hará justicia consiste en una trama bien estructurada", explica Steven Bochco, coautor de la obra junto con la abogada-escritora Terry Louise Fisher.
"Esto, además de manejar cada caso con la autenticidad, exactitud y sencillez adecuadas para un público lego en la materia".
En los cuatro años que lleva trasmitiéndose Se hará justicia, los argumentos han abordado la pena capital, el maltrato a los niños, el asesinato de policías, la violación sexual, el soborno del poder judicial, juicios contra fabricantes de sustancias tóxicas y la eutanasia en casos de SIDA. ¿Cómo se arman los episodios? ¿Cómo logran los productores esa autenticidad que impresiona tanto a los abogados como al público en general? Dando mucha atención a los detalles, y sin parar mientes en gastos; según Bochco, el presupuesto promedio actual es de 1.2 millones de dólares por episodio.
En cuanto a las dos escenas referidas, todo se inició en una oficina de los estudios de la 20th Century Fox en Los Ángeles. Allí, Bochco sostuvo reuniones diarias, relacionadas con la trama, con David Kelley y Bill Finkelstein, sus guionistas principales, quienes también son abogados. Luego de un ágil intercambio de ideas entre los tres, se definieron las líneas generales de argumentación. Posteriormente, Bochco mismo desarrolló en coautoría varios capítulos-, asignó otros a Kelley, Finkelstein y dos guionistas-productores más, y encargó el resto a guionistas de televisión independientes. Cada episodio consta de cuatro actos, con seis o siete escenas cada uno. Los cuatro actos entrelazan tres o cuatro historias distintas.
Gran parte del éxito de la serie se debe a los memorables personajes creados por Bochco y sus colegas. Por ejemplo: Benny Stulwicz, el retrasado mental que la empresa ha contratado por compasión, y quien trabaja de mensajero, destruye un día unos documentos por equivocación. Jonathan Rollins, el arrogante joven y competente abogado que es el único integrante negro de la firma, intenta culparse de lo que Benny hizo. Sin embargo, Leland McKenzie, el comprensivo y sabio socio mayoritario del despacho, llega al fondo del asunto, habla paternalmente con Benny y le da al minusválido otra oportunidad.
Una segunda oportunidad es también el tema de una tensa escena con Abby Perkins, la atractiva abogada que aspira a ser socia del bufete. Durante su junta de evaluación anual, se le informa que no va por buen camino, principalmente debido al insuficiente tiempo efectivo de servicios facturados —"1800 horas en un año son pocas"— por lo que ya no litigará para la firma. Abby se dedica al ejercicio privado de la profesión y, al poco tiempo, tiene relaciones amorosas con un joven detective. Así, los telespectadores pueden contar con otra aventura amorosa que los hará sintonizar regularmente el programa.
Antes y durante el desarrollo del guión, el abogado Charles Rosenberg, asesor jurídico externo, participa activamente en el proceso. "Nosotros leemos cuidadosamente todos los borradores, y sugerimos cambios", comenta. Ulteriormente, una vez que los guiones están pulidos, los actores ensayan, y se filman luego las escenas durante toda la semana, especialmente en los Foros Cinco y Ocho, donde se han montado los escenarios principales.
Bochco insiste en que "los personajes resultan más interesantes cuando los conflictos que procuran dirimir tienen alguna relación con su propia vida". De esta suerte, la esbelta y bella Ann Kelsey, por ejemplo, única socia activa del despacho, es representante de un niño de 13 años que ha entablado juicio contra su padre por agresión, luego de que este lo golpeara y derribara. El caso se resuelve en una deliberación, cuando el marido de Kelsey, Stuart Markowitz, también socio del bufete, reconviene airadamente al demandado sobre las relaciones entre padres e hijos ("Padres e hijos se abrazan; no se demandan mutuamente"). La conexión del caso con la vida de Kelsey y Markowitz, un especialista en derecho fiscal, bajito, rechoncho y de mediana edad, es que ellos han intentado procrear un hijo sin éxito. (Jill Eikenberry y Michael Tucker, quienes desempeñan respectivamente los papeles de Kelsey y Markowitz, llevan 16 años de casados en la vida real y tienen un hijo de siete años, Max.)
Jeffrey Goldstein, el laureado diseñador de la producción, quien ya no colabora en el programa, se las ingeniaba siempre para adelantarse a las jornadas de filmación, montando y desmontando un escenario en particular que, con apenas unos cuantos cambios, podía recrear la atmósfera de un tribunal civil, penal o de lo familiar. Cuando los tribunales penales de Los Ángeles rehusaron permitir que Se hará justicia se filmara en los auténticos tribunales y pasillos del sistema, Goldstein diseñó réplicas tan genuinas en la Fox, que, según refiere él mismo, "otras compañías de televisión se quejaron con funcionarios de los tribunales penales porque a nosotros se nos permitiese rodar allí, en tanto que a ellos, no".
Tras filmar estos episodios, los editores le presentaban a Bochco una primera versión del rodaje, generalmente de unos cuatro o cinco minutos más de duración que los 48 que ven los telespectadores. En su oficina, Bochco colocaba entre 30 y 40 tarjetas de archivo sobre su mesa de café, y efectuaba lo que él denominaba "la última edición". Cada tarjeta representaba una escena de uno de los cuatro actos de cada episodio, y en un par de líneas explicaba la esencia de lo que ocurría en la escena, además de fijar su duración.
Después Bochco revolvía las tarjetas, recortaba escenas, cambiaba la secuencia en que estas eran exhibidas, restablecía el orden del relato, suprimiendo acaso algunas historias por completo. Su propósito era acentuar el ritmo y la coherencia, eliminar los segmentos aburridos y llevar el suspenso al máximo. Al terminar, había logrado meter apretadamente una media docena de diferentes cuestiones, tanto jurídicas como personales, en una secuencia integrada de 48 minutos. Entre ellas, tenemos:
■ El asesino de policías es declarado culpable y sentenciado a muerte, pero Van Owen queda enfrentada a un conflicto ético que habrá de atormentarla en episodios subsecuentes.
■ El padre y el hijo se reconcilian fuera de los tribunales. "Serás un estupendo padre, Stuart", le dice Kelsey a Markowitz, cuya intervención ha resuelto el caso.
■ Leland McKenzie es acosado por la nieta de un cliente a quien representó en la segunda temporada. "Podría ser tu padre", solía protestar él sistemáticamente. Ahora, empero, la ilusión le hace imaginarla a ella irrumpiendo en una junta llevando puesta tan sólo una provocativa bata y alabándolo a él como amante.
Por otra parte, con objeto de averiguar qué piensan los abogados acerca de Se hará justicia, viajé a Rockford, Illinois, mi pueblo natal, donde asistí a una junta de consejo presidida por mi viejo amigo Charles Thomas, socio mayoritario del bufete Thoma's & Hinshaw, Culbertson. "Lo que no es auténtico, desde luego, es todo lo referente a la sexualidad", comentó Thomas.
Después, en una junta con todos los abogados de la firma, Bethann Budzynski, egresado de la Facultad de Derecho de la Universidad de Illinois en mayo de 1988, observó: "Era el programa que veíamos en la Facultad. Lo hacíamos en grupos y lo comentábamos al día siguiente. Es la viva imagen de la abogacía, pero sin sus aspectos tediosos. Dramatiza mucho de lo que he visto desde que comencé a ejercer".
"Cuando estudié derecho sucesorio y fiduciario en la Facultad", terció el abogado litigante Michelle Dwyer, "el profesor inició una clase con un episodio de Se hará justicia para ilustrar cómo se instaura un fideicomiso".
Lo que más impresionó a mi amigo Charles Thomas fue la demostración que el programa hace de que la abogacía es a la vez una profesión y un negocio. "Presentar la discusión acerca del tiempo efectivo de servicios profesionales facturados —esto es, las horas de servicio y asesoría que se le pueden cobrar a un cliente— fue sin lugar a dudas realista", apuntó Thomas. "En nuestra firma, los abogados litigantes como Abby tienen que facturar 2200 horas al año. Los abogados de derecho mercantil, a su vez, deben cumplir con al menos 1900 horas facturables. Así pues, Abby Perkins tampoco habría logrado ser socia en Thomas & Hinshaw, Culbertson".
Como en la vida real, en Se hará justicia no siempre ganan los buenos. Semana tras semana, la serie explora las ambigüedades y aparentes injusticias, así como los triunfos del sistema judicial estadounidense. ”La fuerza del programa” , señaló el juez Abner Mikva en el Times de Nueva York, "radica en su interés por presentar, al menos, unos cuantos temas jurídicos difíciles, procurando tratarlos de manera realista".
Dondequiera que se ha difundido, Se hará justicia ha suscitado un renovado interés por la jurisprudencia. En Estados Unidos, la matrícula de ingreso a las escuelas de derecho ha crecido mucho, y muchos funcionarios académicos consideran a Se hará justicia una de las causas. En parte, esto obedece acaso al modo en que Se hará justicia retrata el cautivante estilo de vida de sus personajes, así como a los atractivos ingresos que, ocasionalmente, pueden obtenerse con el ejercicio de la abogacía. Puede deberse, asimismo, a la justa apreciación de que, en sus más elocuentes y esclarecedores momentos, abogados como Kuzak, Kelsey y Van Owen alientan a sus colegas de la vida real en todas partes a ayudar a sus conciudadanos a lograr el ideal universal de una justicia equitativa, ajustada a la ley.