REDUCCIÓN DE IMPUESTOS: TÓNICO PARA ECONOMÍAS ENFERMAS
Publicado en
diciembre 18, 2011
CONDENSADO DE "THE WALL STREET JOURNAL”/EUROPA. (24 y 25-II-1989). © 1989 POR DOW JONES 6 CO., DE BRUSELAS, BÉLGICA.La crisis del Tercer Mundo evoca la situación desesperada que viven los países que contrajeron enormes deudas y ahora están sumidos en la pobreza, sin poder pagar sus débitos ni elevar el nivel de vida de sus pueblos. No obstante, el economista Alan Reynolds afirma que existe un remedio contra el estancamiento y la inflación, y que sirve para países de muy diversa índole.
Por Alan ReynoldsEN 1985, después de seis años de depresión, la tasa anual de inflación en Bolivia fue del 23,000 por ciento, y el producto per cápita, ajustado al incremento de precios, había descendido 30 por ciento. Sin embargo, para 1987, la inflación bajó a 10.6 por ciento, y la economía empezó a crecer a un ritmo del dos por ciento, a pesar de que los precios del estaño y del gas natural —dos de las exportaciones principales de Bolivia— estaban sumamente deprimidos. ¿Cómo pudo lograrlo?
La tasa más alta del impuesto sobre la renta fue reducida al diez por ciento. El déficit presupuestario, que era del orden del 36 por ciento del producto interno bruto (PIB) en 1984, había desaparecido prácticamente en 1986. El Gobierno boliviano ya no tenía que imprimir dinero para pagar sus cuentas.Hace seis años, la isla de Mauricio, en el océano índico, tenía una tasa de desempleo del 17.6 por ciento, y muchos de sus habitantes querían emigrar. En 1985, Mauricio redujo las tasas fiscales del 70 al 35 por ciento. Por otra parte, amplió las zonas para el procesamiento de exportaciones que gozaban de incentivos fiscales y que no pagaban aranceles ni imponían limitaciones a los inversionistas. En 1988, el crecimiento real del PIB en ese país llegó al ocho por ciento. El déficit presupuestario bajó radicalmente. Ahora, él Gobierno de Mauricio afirma que casi se ha acabado con el desempleo.En Jamaica, la producción empezó a quedarse a la zaga de los precios en 1974 y siguió bajando año con año hasta 1985; para entonces, la tasa máxima del 57.5 por ciento se aplicaba a ingresos anuales de 14,000 dólares jamaiquinos (unos 2500 dólares estadunidenses). Cerca de la tercera parte de los profesionales y los administradores del país se expatriaron. Después, el primer ministro Edward Seaga redujo al 33 por ciento la tasa fiscal más alta, y también bajó las tarifas arancelarias. En 1986, la producción aumentó casi el dos por ciento más que los precios; 5.2 por ciento en 1987 y 0.5 por ciento en 1988. La inflación, del orden del 26 por ciento en 1985, descendió a cerca del ocho por ciento en 1988.Turquía lleva mucho tiempo registrando una inflación acelerada. Su economía fue débil hasta que, en 1985-1986, los gravámenes sobre personas físicas, que eran del orden de 40 a 75 por ciento en 1981, pasaron a ser de 25 a 63 por ciento y, por último, de 25 a 50 por ciento al año. Desde entonces, el crecimiento económico ha sido de más del cinco por ciento anual, en promedio. La captación fiscal aumentó, en gran parte, porque hubo mayor crecimiento de la economía y se redujo la evasión. El déficit presupuestario, que era casi del seis por ciento del PIB en 1984, bajó a menos del cuatro por ciento en 1986.Estos ejemplos son apenas una pequeña muestra. En el decenio de 1980 a 1989, pasaron de 24 los países que han disminuido considerablemente las tasas más altas del impuesto sobre la renta; entre ellos están todos los países industriales importantes.Donde se ha optado por tasas fiscales más bajas, la situación ha marchado bien. La producción ha aumentado, la inflación se ha moderado y los déficit presupuestarios han bajado. La captación no ha disminuido en ninguno de estos países.Sólo un puñado de países de América Latina y de África han aplicado reformas similares. No obstante, con una tasa fiscal del diez por ciento para la mitad más opulenta de la población, seguramente se obtendrían más ingresos que con las onerosas tasas de hoy, que suelen ser del orden de 50 a 75 por ciento.Cuando un país financia su déficit presupuestario emitiendo dinero e incrementando las tasas fiscales, empieza la fuga de capitales, la economía se torna subterránea y disminuye la captación fiscal. Para deshacer esta espiral descendente de inflación y estancamiento, es necesario bajar las tasas impositivas.