GARRY KASPAROV, TITÁN DEL AJEDREZ
Publicado en
diciembre 25, 2011
Por Rudolph Chelminski"SOY UN peleador", dice el fornido, guapo y moreno joven vestido con su traje de entrenamiento. "He estado peleando desde que tenía siete años. Hay sangre en las manos".
En su andar se advierte el bamboleo de hombros de los hombres con torsos muy desarrollados y brazos musculosos; camina a paso vivo, con impulsos de tensa energía.Pero, contra toda apariencia, Garry Kasparov no es boxeador, ni jugador de hockey, ni esgrimista. El deporte que practica es, a su manera, aún más rudo. Es el campeón mundial de ajedrez."Cuando pierdes, mueres", sentencia. Nunca se ha resumido en tan pocas palabras la angustia inherente a este juego. En este singular combate, en una arena mágica de 64 cuadros blancos y negros, dos jugadores manipulan 32 hermosas piezas —caballos, alfiles, torres, peones, reyes y reinas—, y comienzan la batalla infinitamente compleja cuyo objetivo es la ejecución simbólica del contrincante. La inteligencia, la creatividad y el temple de un jugador contienden con los del otro. Cuando todo ha terminado, el ego del perdedor queda aplastado, porque su mente —su identidad misma— ha demostrado ser inferior a la del contrario.Este atleta de 26 años de edad es adulado en la Unión Soviética y en todo el mundo como el deportista de más fama de su país (el ajedrez está clasificado como un deporte en la URSS); se le solicitan autógrafos; le ofrecen dinero para que recomiende ciertos productos; le hacen proposiciones de matrimonio. A diferencia de otros maestros de ajedrez, que proyectan una imagen de cerebral taciturnidad, Kasparov es explosivo y muy franco. Desde niño lo ha obsesionado la victoria; detiene los ataques antes de que se materialicen; se abalanza contra sus adversarios con saña.Le pusieron el nombre de Garry Weinstein (después, adoptó el apellido de su madre), cuando nació, el 13 de abril de 1963, en la ciudad de Bakú (a orillas del mar Caspio), capital de la provincia soviética de Azerbeiyán. Tanto su padre judío, Kim, como su madre armenia, Clara, eran ingenieros. El extraordinario don de Garry se manifestó antes de su sexto cumpleaños, cuando en un momento de brillante lucidez resolvió un difícil problema ajedrecístico que su padre había recortado de un periódico y abandonado después, frustrado.En el lapso de un año sus padres perdieron las esperanzas de que su hijo único llegara a ser músico; lo inscribieron en las clases de ajedrez del Palacio de los Jóvenes Pioneros en Bakú. Como era mucho mejor que sus condiscípulos, lo animaron a que compitiera con adultos. Su niñez terminó a la edad de siete u ocho años. Al aniquilar a sus oponentes locales, el pequeño "Garik" ascendió rápidamente a los altos pedestales del ajedrez nacional soviético. Sin esfuerzo alguno combinó los estudios escolares con los juegos de ajedrez, casi de tiempo completo, gracias a su intelecto, que le permitía leer y memorizar los libros con eficiencia de computadora.A la edad de nueve años, cuando lo hospitalizaron para hacerle la apendicectomía, el pequeño Garik aprovechó la oportunidad para jugar diez partidas simultáneas contra diez médicos.A la edad de diez años Garry ya participaba en los torneos nacionales, y a los 11 logró el séptimo lugar en el campeonato juvenil de la URSS. Por primera vez captó la atención de la prensa occidental. "Hay un indudable favorito para ganar el campeonato mundial en 1990", escribió Leonard Barden, del Guardian, de Manchester, Inglaterra. "Es Garry Weinstein, de 11 años de edad, de Bakú". La predicción de Barden se cumplió cinco años antes: en 1985. Mientras tanto, fue menester poner en juego un carácter férreo para llegar tan lejos y tan rápido como lo hizo Garry en el letal mundo del ajedrez competitivo. Pero él tenía un arma secreta: la relación especial con su madre.Clara, que enviudó a los 32 años de edad, cuando su hijo tenía apenas siete, decidió que la obra de su vida sería promover la carrera de Garry. Al principio, cuando ella ganaba un modesto salario, se endeudó para poder estar al lado de él durante los principales torneos soviéticos; después, cuando él era ya uno de los mejores jugadores de la URSS, lo acompañó a todos lados siempre que pudo obtener las visas de salida de su país, o estuvo en contacto con él por teléfono. Incluso ahora, Kasparov la llama casi todas las noches desde donde esté. "Ella es mi mejor amiga", asegura. "Nuestras mentes son una sola".A lo largo de los años, el apoyo de Clara ha hecho maravillas... y posiblemente ninguna como la de noviembre de 1985, cuando Garry obtuvo el título mundial después de un agotador y controvertido "doble" encuentro contra Anatoly Karpov, entonces campeón reinante y predilecto del conservador círculo dominante del ajedrez soviético.La victoria de Kasparov sobre Karpov marcó el fin de la dictadura colectivista del ajedrez, heredada desde los días de Stalin, cuando el noble "juego de reyes" era una mera herramienta política y el primer deber de los maestros de ajedrez era probar la superioridad del comunismo. Con el triunfo de Garry, el mundo ajedrecístico oficial de la URSS se encontró en la incómoda posición de tener un campeón verdaderamente individualista entre las manos. Desde entonces, el mundo oficial ha tenido dificultades para tratar a este lobo estepario, que se niega a disciplinarse como lo han hecho los campeones anteriores a él.La exuberancia del estilo de juego y la fuerza de la personalidad de Kasparov podrían convertirlo en la primera superestrella internacional del ajedrez. Capitalista nato, Garry está inmerso en el juego espléndidamente remunerador de los anuncios comerciales: una computadora que juega al ajedrez, una línea de piezas y tableros, un agua de quina inglesa muy conocida y una fábrica de relojes suizos de oro. Esta actividad ha hecho subir sus ingresos anuales a unos 1.5 millones de dólares. Su administrador occidental, el inglés Andrew Page, opina al respecto: "No sé si alguna vez ha habido un jugador de ajedrez sexy, pero eso es este tipo. La gente joven ama a Garry porque en él hay algo piratesco. Es temerario y dado a las bravatas".Gracias a Kasparov, en gran medida, el ajedrez está volviéndose tan profesional como los deportes de exhibición en los estadios. Los tradicionalistas del mundo del ajedrez soviético y la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE), el organismo normativo del juego, se escandalizaron cuando, en noviembre de 1986, en las Olimpiadas de Ajedrez en Dubai, Garry aprovechó la presencia de los mejores jugadores del mundo para fundar la Asociación de Grandes Maestros (GMA), grupo totalmente autónomo. La GMA es un reto directo a la supuestamente neutral FIDE, la cual casi siempre hace lo que los soviéticos le dictan. Kasparov reunió 200,000 dólares en premios aportados por algunas compañías occidentales para organizar una gira por la Copa Mundial de Ajedrez, la cual se inauguró en Bruselas en abril de 1988. La Copa Mundial de 1989-1990, predice Kasparov, dará más de 900,000 dólares en premios.Pero el dinero no explica por sí solo el fenómeno Kasparov. Garry, crítico virulento de las autoridades ajedrecísticas de su nación, en particular, y del régimen comunista, en general, se propone reformar a fondo el mundo del ajedrez. "Estoy interesado en promover el ajedrez en todo el mundo", explica. "Por eso debemos establecer una liga verdaderamente profesional con todos los que juegan al ajedrez como medio de vida. La FIDE y la mafia soviética del ajedrez deben caer. El mundo tradicional del ajedrez me teme, porque represento un viento nuevo y saben bien que ese viento puede convertirse en tormenta".Tal viento nuevo quizá no habría surgido, de no ser por la primera mitad del encuentro por el título mundial en contra de Karpov, que se inició en Moscú en septiembre de 1984. Hasta ese momento, Kasparov había desempeñado obedientemente su papel de engrane en la máquina de ajedrez soviética. Pero, cuando la FIDE y los soviéticos trataron de arrebatarle el triunfo, se convirtió en un verdadero disidente.El retador de 21 años de edad había hecho trizas a todos sus adversarios en las eliminatorias, y esto lo llevó a disputar la partida final contra el campeón. Entonces, sólo esa contienda se encontraba entre él y la corona. Lo que no había advertido era que no estaba previsto que ganara, porque los soviéticos tenían ya un campeón que habían preparado para la cúspide: Anatoly Karpov, de 34 años de edad, miembro del Comité Central de las Juventudes Comunistas; frío, maquinal, poco atractivo, pero de estirpe ciento por ciento rusa. Kasparov, mitad judío y mitad armenio, no era el favorito de los soviéticos.La confrontación duró más de cinco meses, la más larga batalla de campeonato en la historia. Kasparov comenzó con su característica energía y optimismo, pero el genio defensivo de Karpov le dio a este una gran ventaja inicial, cuando ganó cuatro partidas en menos de un mes e hizo tablas en las otras. Siete semanas después Karpov estaba a un solo juego de las seis victorias requeridas para retener el título.Nunca había podido sobrevivir un jugador con un marcador adverso de 5-0 en torneo de campeonato. Pero Kasparov comenzó con un juego que el comentarista de ajedrez inglés Raymond Keene describió después como "la acción desde la zaga más impresionante de cualquier deportista, en cualquier disciplina, en la historia del deporte". Adoptó astutamente el juego defensivo de Karpov, forzando tablas tras tablas. El campeón empezó a derrumbarse. Finalmente, en diciembre, Kasparov ganó por primera vez.Hubo tablas y más tablas consecutivas hasta fines de enero, cuando Kasparov ganó otra partida. A principios de febrero, en la partida siguiente, Kasparov subió el marcador a 5-3. Karpov estaba evidentemente exhausto y confundido. Alarmada, la Federación Soviética de Ajedrez llamó al presidente de la FIDE, Florencio Campomanes, el cual acudió rápidamente a Moscú y sin más canceló el torneo, reprogramando uno nuevo para septiembre siguiente.Kasparov se puso blanco de ira, y la prensa internacional estuvo de acuerdo con él, haciendo cargos de "vergüenza y subterfugio" y citando el "disgusto general" con el cual recibió el mundo del ajedrez la maniobra soviética. El incidente convirtió a Kasparov en un hombre con una misión: destruir la mafia soviética del ajedrez y quitarle el control del campeonato mundial a la FIDE.Resuelto a reparar la injusticia, Kasparov enfocó la segunda parte de la competencia con Karpov, en septiembre de 1985, como si se tratara de una venganza personal. Esta vez, al cabo de ocho semanas, ganó fácilmente, y la Sala Tchaikovsky de Moscú se llenó de gritos de alegría de sus partidarios, que coreaban: "¡Garry!, ¡Garry!" , con tal entusiasmo, que uno de los organizadores corrió al proscenio y amonestó a la muchedumbre: "¡Silencio! Esto es un torneo de ajedrez; no un campeonato de fútbol". Kasparov conservó la calma hasta que llegó a la casa que había ocupado con su madre y sus entrenadores durante el torneo; entonces, durante un cuarto de hora, fue de cuarto en cuarto gritando su triunfo. "Tengo una energía tremenda", me dijo el campeón desenfadadamente, "y puedo sentir cómo se acumula en mí en los momentos críticos, como fuego nuclear. Karpov es lo opuesto: una montaña de hielo".A los ocho meses, Garry se encontraba otra vez probando el ardor de su fuego contra el iceberg Karpov. Ganó por un margen peligrosamente pequeño, y un año después se enfrentó al mismo glacial contrincante. Esta vez Kasparov protagonizó el momento más emocionante de la historia del ajedrez. La justa por el campeonato mundial de 1987, efectuada en Sevilla, España, estaba limitada a 24 partidas cronometradas; la victoria valdría un punto, y las tablas medio punto. Cada jugador disponía de dos horas y media para sus primeras 40 jugadas; en ese momento, la partida se aplazaría hasta el día siguiente. El primer jugador que se anotara 12 puntos y medio sería declarado vencedor. Si la serie terminara en un empate 12-12, Kasparov, como campeón reinante, retendría el título mundial.Durante más de dos meses "los dos K" contendieron en apretada pugna, en un aparente empate. Después de 22 partidos, la puntuación era de 11-11, con tres triunfos y 16 tablas por cabeza. Kasparov podría asegurar la victoria con sólo hacer tablas en las dos partidas finales. Pero en el penúltimo encuentro cometió errores y perdió. Karpov, ya con ventaja de 12 a 11, necesitaba sólo medio punto para volver a ganar el campeonato mundial. La tarde siguiente, Kasparov tenía que ganar.Garry se había trazado un plan. Su administrador Page explica: "Él era el jugador más agresivo del mundo en el ataque; pero en vez de atacar, abrió el juego tranquilamente. Trató de obtener una pequeña ventaja inicial, la obtuvo, y después comenzó a apretar las tuercas". Obtuvo su recompensa en la jugada número 33. Karpov movió un caballo lo suficientemente mal para que Kasparov replicara poderosamente con su reina cuando a Karpov le quedaban sólo unos cuantos segundos para contestar.Karpov siguió hasta el aplazamiento casi conmocionado, y al día siguiente, 19 de diciembre, abandonó en la jugada número 64. Hubo un pandemonio en la sala, y las palmadas rítmicas duraron 20 minutos. Una vez más, Garry había logrado lo imposible.Por su talento y carisma como jugador, pero más aún por su vocación de popularizar y despolitizar el ajedrez, Kasparov es único en la historia del juego-ciencia. Su calidad de personaje prominente le permite poseer un gran apartamento en Moscú, pero siempre que puede regresa a Bakú, a visitar a su madre; allí puede relajarse practicando deportes como el tenis, el fútbol, el buceo con escafandra autónoma y, especialmente, la natación y la caminata veloz.Tras unas cuantas semans de reposo en Bakú, recargado de su fuego nuclear, Garry regresa a la arena de competición en cualquier lugar del mundo. Ahora se está preparando para el Campeonato Mundial de 1990, que se llevará a cabo en Lyon, Francia, en octubre de 1990, y la mayoría de los expertos predicen que su contrincante será otra vez Karpov. "Tengo que seguir ganando", declara Kasparov, "porque, sin mi título, no soy nadie. Sé que me estoy oponiendo a todo el sistema soviético. Bueno, tal vez me consideren arrogante, pero lo que he prometido, siempre lo he cumplido".Pocos de sus millones de fanáticos pondrían esto en tela de juicio.