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diciembre 25, 2011
Por Noel VietmeyerDesde el banteng hasta la babirusa, desde el toro de Madura hasta el gayal, el ganado exótico y poco conocido de Asia podría aportar mucho al agro de todo el mundo.
YA ESTÁN hechas las últimas apuestas; los animales y sus conductores se encuentran en el arrancadero. El juez espera un momento a que las monturas se sosieguen, y el público guarda un silencio expectante. Después, un enorme tambor da la señal de salida y... ¡arrancan! Allá van galopando las bestias por la pista, en parejas, con el pescuezo muy erguido.Pero, ¡un momento! ¡Algo está mal aquí! Esos animales son de aspecto muy extraño: tienen el hocico chato, el vientre abultado y las patas cortas. ¡Parecen toros!Por extraño que resulte, en la extensa isla de Madura, al norte de Java, las carreras de bóvidos son comunes. Y, lo que resulta aún más insólito: estos animales no son toros, sino híbridos desconocidos en el resto del mundo. Cualquiera que sea su origen, los machos corren admirablemente bien; incluso, casi podrían ganarle a un caballo pura sangre en tramos de 100 metros.Estos toros de Madura me llamaron mucho la atención cuando estaba yo haciendo un estudio sobre ganado aborigen asiático para la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos. La razón de ese trabajo era que casi todo el mundo, incluidos los científicos occidentales, tiende a menospreciar las posibilidades de cualquier animal doméstico que no sea de las especies conocidas.Aunque existen más de 4000 especies de mamíferos, cuatro: el ganado vacuno común, las ovejas, las cabras y los cerdos, predominan en todo el mundo como animales de cría y de explotación comercial. Estos favoritos son principalmente de origen europeo, y los climas tropicales no les sientan del todo. Sin embargo, los europeos los han llevado a dondequiera que se han instalado; incluso a lugares en los que esas especies no se han aclimatado bien. Así pues, mi labor consistía en estudiar, ciertos cuadrúpedos asiáticos, para averiguar las posibilidades de criarlos en otras regiones.En la ciudad de Surabaya, de Java Oriental, encontré la vaca más hermosa que había visto. Era de color café dorado, con los extremo de las patas de un blanco reluciente y el cuarto trasero como si se lo acabaran de encalar. Aunque sus movimientos eran delicados y ligeros como los de un venado, parecía una vaca, ¡mas no lo era! Se trataba de un bóvido banteng.Una de las especies de ganado menos conocidas en el mundo, el banteng es la versión domesticada de un cuadrúpedo asiático salvaje, el cual vive en zonas remotas en una vasta región que se extiende desde Birmania hasta Indonesia. En este último país hay más de 1.5 millones de ejemplares, lo cual representa aproximadamente el 20 por ciento de la población total de bóvidos. Y aunque parezca curioso, sólo en Indonesia se aprovecha al banteng para la labranza. Los agricultores del archipiélago aprecian su agilidad, gracias a la cual sirve para cultivar campos demasiado estrechos, en los que otros animales no podrían darle vuelta al arado. Además, los gastrónomos asiáticos consideran que la carne de banteng es la más deliciosa del mundo.Tan estimado es este animal en Indonesia, que en la isla de Bali se ha establecido una reserva territorial donde se prohibe el acceso de otros tipos de ganado, para conservar la especie genéticamente pura. Fuera del país, muy pocos científicos han estudiado a estas bestias, pero no parece haber duda en cuanto a que resultan muy útiles en climas tropicales.Los toros de carreras de Madura son descendientes híbridos del banteng y de ganado vacuno común. Casi todo el medio millón de los bóvidos que hay en la isla del mismo nombre son de esta variedad. Su origen se remonta probablemente a hace 1500 años, cuando se establecieron ahí inmigrantes indios. Esa gente llevó el cebú, bóvido jiboso de la India, que al cruzarse con el banteng engendró descendientes fértiles.Los toros de Madura se han criado desde hace siglos con el propósito de que participen en carreras. Contienden en parejas, y alcanzan velocidades superiores a los 45 k.p.h. Los conductores se colocan de pie detrás de cada pareja, con unas tiras de madera sujetas a los pies, y unidas con correas a los yugos uncidos a las bestias, tiras que se deslizan sobre el suelo. Estas carreras atraen a un público multitudinario. Cada año, en septiembre, se corona al toro campeón.Las hembras son también una atracción pública. Desde hace siglos se han seleccionado los ejemplares más ágiles e inteligentes para enseñarlos a danzar. En los concursos de danza, las vacas de Madura levantan las patas, balancean graciosamente el cuerpo y bailan al son de una orquesta típica del sudeste de Asia, para regocijo de toda la concurrencia.Los banteng y los bóvidos de Madura son sólo dos de las fascinantes y desconocidas especies de ganado asiático. En Indochina, por ejemplo, hay unos animales llamados kouprey, que se parecen a unas criaturas bovinas que existieron hace 600,000 años. Son muy grandes, y los machos tienen una enorme papada, que les cuelga casi hasta el suelo. Sé les considera una especie en peligro de extinción, una reliquia viviente, cuyos ejemplares son tan escasos que, en marzo de 1987, cuando Le Vu Khoi, de la Universidad de Hanoi, encontró uno en la frontera de Laos y Vietnam, los biólogos llevaban más de 30 años sin ver ninguno. Si se logra salvarlo, el kouprey podría cruzarse con bóvidos comunes, para que trasmita su resistencia al calor y a las enfermedades. Por desgracia, es probable que los sobrevivientes no sean más de 50 en la actualidad.Hace poco se descubrió que Malasia es la tierra de otro animal con buenas posibilidades. En la granja Padang Hijau, en la población de Kluang, el ayudante de veterinario Hanafiah bin Sultán me relató lo que ocurrió en abril de 1983. "Una dama inglesa, que vivía en cierta propiedad vecina, salió a pasear su perro y volvió a su casa gritando que había visto una enorme bestia negra en el campo. No le dimos importancia al incidente, pero tiempo después algunos labriegos vieron al animal entre el ganado. Era muy salvaje, y no podíamos acercarnos a él. Incluso los empleados de las dependencias de conservación de la fauna silvestre, de Kuala Lumpur, tuvieron miedo de aproximarse".La mole musculosa que sobresalía entre las vacas era un gauro. Estos animales, conocidos en Malasia como seladang, viven en las pluviselvas asiáticas, pero a veces se les ve en selvas menos densas, como los salegares cercanos a ríos y plantaciones donde pueden pastar. El que apareció en esa granja tenía unos dos metros de alzada, y sus cuernos, curvados hacia arriba, enmarcaban una joroba como la de un bisonte.Los labriegos creyeron que se trataba sólo de una bestia selvática solitaria que buscaba hembras, pero un año después observaron que sus vacas parían terneros con patas largas y delgadas, altos de lomo y orejas grandes, como de venado. "Sabíamos que el seladang había estado entre las vacas", comentó el veterinario Nor Azman, "¡pero no que se había cruzado con ellas!" Los terneros híbridos presentan diversos colores, entre café y negro, y son vivaces, vigorosos, y más bravos que los normales. Tienen más músculo en el cuarto trasero, lo cual es una ventaja, porque es de allí de donde procede la carne bovina más apreciada. Las hembras han resultado ser fértiles y los machos también, pero menos que los toros comunes. Aunque parezca extraño, crecen con una rapidez 70 por ciento mayor que los ejemplares no cruzados con gauro, por lo menos en sus seis primeros meses de vida. Malasia cuenta ahora con ganado de estos híbridos, llamados selembu. Se han iniciado ya trabajos para convertir el selembu en un nuevo tipo de ganado vacuno, propio de zonas tropicales.
El banteng, uno de los animales explotables como ganado menos conocidos en el mundo.En Bután, en el noreste de la India, en Bangladesh y en Birmania Occidental existe otra prometedora variedad: el mitban, o gayal. Se trata de animales grandes y hermosos, que podrían tener algo de gauro, porque también son de lomo prominente. En el estado indio de Arunachal Pradesh viven aproximadamente 50,000 de estos animales, y Bután posee unas 60,000 cabezas. Se les unce para labrar la tierra, y las hembras dan leche, tan rica que en Bután se están cruzando gayales con ganado vacuno común, para desarrollar un híbrido destinado a la explotación lechera.Es una lástima que el resto del mundo no conozca estos admirables animales, pues, como me indicó David Hopper, del Banco Mundial, "los gáyales, al pacer, no muerden la hierba hasta arrancarla del suelo, porque tienen los labios demasiado gruesos, y por tanto no dejan la tierra yerma". En vista del grave problema que representa la erosión del suelo en las regiones montañosas de todo el mundo, los gáyales deberían ser objeto actualmente de una serie de investigaciones científicas prioritarias.También el yak, bóvido montañés originario del Tíbet, merecería tal atención. Su pelaje largo, y el más fino, repelente al agua, que aquel cubre, protegen al animal de temperaturas demasiado bajas para otras especies afines. Los bóvidos comunes, cuando se echan sobre la nieve, despiden tanto calor que forman un hoyo; los yaks, por el contrario, están tan bien aislados que casi no funden la nieve. Si bien proceden de las regiones montañosas de Asia Central, han proliferado desde Afganistán y Bután hasta Mongolia y la Unión Soviética. En China hay unos 12 o 13 millones de ejemplares de yaks.A pesar de todo, a los yaks tampoco se les ha dado la debida atención. El profesor Cai Li, de la Universidad Sudoccidental para Minorías Étnicas, en la ciudad de Chengdu, China, es uno de los pocos científicos que los estudian. Sus experimentos han demostrado que a grandes altitudes los yaks producen carne y leche mejores y a menor costo que la vaca común y, aun en climas rigurosos, pueden transportar hasta 150 kilos de carga sin perder peso ni resistirse al trabajo.En todo el Himalaya y demás tierras altas de Asia Central, los granjeros cruzan yaks con bóvidos comunes para obtener ciertos híbridos mansos que superan a sus ascendientes en alzada, fuerza y en la producción de leche. A partir de yaks y vacas de ordeña, el profesor Cai ha obtenido ejemplares que dan hasta cinco veces más leche que las hembras de yak.Así como existen en Asia los sorprendentes yaks, los gayales, los gauros, los kouprey y los banteng, hay también en ese continente varias especies exóticas de cerdos. En algunas regiones son los animales de cría más numerosos. La mayoría son subespecies del cerdo conocido en todo el mundo, pero hay algunos aborígenes, como los jabalíes "verrugosos" indonesios, los puercos barbudos de Filipinas, Malasia e Indonesia, y los pigmeos, nativos de la India nororiental. Además de estas variedades, hay una que podría considerarse el animal más raro del mundo: la babirusa. Su antecesor más próximo, hoy fósil, vivió en Europa hace 35 millones de años.Las babirusas se encuentran actualmente sólo en Indonesia oriental. Son animales tímidos y mansos, que viven por lo general en la selva. Los machos tienen cuatro temibles colmillos que les crecen hacia arriba, delante de los ojos, y les atraviesan la carne del hocico.En las pocas babirusas conservadas en zoológicos se ha observado la inteligencia y la adaptabilidad necesarias para convertirlas en pies de cría. Son de fácil manutención y domesticación. En la isla de Sulawesi, de las Célebes, se conserva la tradición de criarlas, por la sabrosa carne del animal joven, y por sus colmillos, que los artesanos del lugar tallan.El estómago de los cerdos comunes es como el de los seres humanos, y los alimentos que consumen son parecidos a los nuestros. Las babirusas tienen, además del estómago, una cámara digestiva adicional, por lo cual se parecen mucho a las ovejas, que son rumiantes. A diferencia de estas, las babirusas no vuelven a masticar los alimentos que han deglutido anteriormente, pero sí ramonean, lo cual es raro en los cerdos.Asia cuenta con algunos de los recursos pecuarios más interesantes del mundo. Algún día, los banteng y las babirusas, así como los bóvidos de Madura y los gayales, quizá lleguen a ser tan conocidos en Occidente como las vacas, las ovejas, las cabras y los cerdos. ¡Bienvenida sea la ganadería del futuro!