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Mi TÍO, especialista en nutrición animal, me llevó a dar un recorrido por su granja de investigación. Al detenernos en un corral de cabras, él me explicó:
CUANDO pregunto a mis clientes del salón de belleza cómo desean su corte de pelo, suelen darme una variedad de respuestas, como
UNA VEZ, en la posada de recreo donde yo trabajaba, una camarera sirvió el desayuno a un grupo de ocho personas. Los clientes la mantuvieron muy atareada y la cuenta fue muy grande. Un rato después, al ir a limpiar la mesa, ella notó que no le habían dejado propina, mas, también, que los comensales habían olvidado su cámara fotográfica.
UNA MUJER telefoneó a la lavandería en seco donde trabaja mi esposo, para reclamar una etiqueta de diseñador que se había desprendido del cuello de su vestido. Tras asegurarle que la buscaría de inmediato, mi marido se pasó buena parte del día escudriñando el establecimiento. Finalmente, encontró la escurridiza etiqueta en un recipiente de basura. La lavó y la planchó, y la hizo llegar a casa de la clienta.
A UNA mujer de nuestro departamento de proyectos la habían ascendido al puesto de supervisora; varios de los trabajadores más viejos aceptaban a duras penas su autoridad. Un día, mientras ella daba instrucciones a uno de estos subordinados, el hombre la interrumpió:
SOY MÉDICO, y con frecuencia practico reconocimientos físicos a solicitantes de seguros de vida. Indago, asimismo, acerca de las causas de fallecimiento de sus parientes más cercanos. Una vez, un hombre no recordaba de qué había muerto su padre, pero, con toda calma, me dijo:
ESTANDO de servicio como agente patrullero, me enviaron al lugar de un accidente trivial, relacionado con una maestra recientemente jubilada que se había pasado un alto. La mujer comprendía perfectamente que había cometido una infracción, por lo que no ofreció resistencia cuando le extendí y entregué su papeleta de multa. Luego de firmarla y devolvérmela, noté que había escrito un 6, equivalente a la calificación aprobatoria mínima, en la parte superior del documento. ''Ese 6 es su nota de caligrafía", me explicó sonriente.
TRABAJO de vigilante en una gran tienda. Cierto día, poco antes de la hora de cerrar, estaba de guardia cerca del vestidor de damas, cuando llegó una señora con varias prendas, aparentemente con la intención de probárselas.
TENGO a mi cargo la administración de un establecimiento médico, y he escuchado todas las excusas imaginables de labios de clientes que están atrasados en sus pagos. Una de las mejores me la dio una mujer:
SOY AGENTE de viajes, y recuerdo la ocasión en que un turista que volaba por primera vez entró visiblemente nervioso en mi oficina a reservar su pasaje. Tras confirmar su reservación, le pregunté: